martes, 22 de marzo de 2011

HAY UN NIÑO EN CADA HOMBRE...

Hay un niño en cada hombre,
si no se quiere perderlo
y es él, quien siempre se asoma
al balcón de los consuelos,
quien nos devuelve los años
de niño de carne y huesos,
esos años de la infancia,
esos años de los sueños.

 
A ese niño en cada hombre,
que todavía conservo,
yo quiero decirle cosas
que a otra gente no puedo,
hablarle pausadamente,
como si fuera un abuelo,
de las piedras del camino,
de lo malo y de lo bueno.

 
Quiero decirle, que andando
me he encontrado sin quererlo,
con seres que sólo hablan
el lenguaje de los cuervos,
que no les importa nada
más que su vientre y su sexo
y que son los artesanos
de la burla y el desprecio.

 
Quiero decirle a mi niño,
que no se quede con ellos,
ni tampoco con los otros
que están en el otro extremo,
a la espera de un milagro
sin hacer nada por ello
y que bajan la cabeza
al azote de los vientos,
con más temor que prudencia,
con menos asco que miedo.

 
Expertos en calcetines
aunque lleven agujeros,
que ni siquiera se atreven
a mirarse en un espejo.
Consumidores mediocres,
por los cielos de los cielos,
de la carrera asustada
de las liebres y los ciervos.

 
Quiero decirle a mi niño
que no se quede con ellos.
Porque hay también otros seres
que son amigos del viento,
que ni conocen siquiera
el lenguaje de los cuervos
y que siguen adelante
como los buenos recuerdos.
Quiero decirle a mi niño,
que debe ser como ellos.

 
No te duermas niño,
no te duermas, no,
yo te necesito
en mi corazón.

 
Hay un niño en cada hombre
si no se quiere perderlo
y es él quien siempre se asoma
al balcón de los consuelos.
Hay un niño en cada hombre,
que todavía conservo,
y a quien yo le digo cosas
como si fuera un abuelo,
y es él quien, al fin y al cabo,
me va mostrando el sendero.

Alberto Cortéz

miércoles, 16 de marzo de 2011

ALAS CONTRA EL DESAMPARO

Vengo de tu sonrisa y soy la suerte
Que me ha tocado y algunas veces no merezco.
Traigo toda la fuerza que genera
Saberme a tu lado en el trayecto.

Vengo de tu sonrisa y voy al mundo
Que no me asusta casi nada si te veo.
Los días se suceden sin más prisa
Que acomodarme a la inercia de tu cuerpo.

De tu boca que es la fruta más sabrosa
Tomo aire que me salva del naufragio.
Nada pueden estas lluvias torrenciales
A tu abrigo ya no me alcanza el desamparo.

Vengo de tu sonrisa y sé que puedo
Sumarme a esos combates cotidianos.
Qué nube habrá que yo no salte,
Si me alzo con las alas que me has dado.

Vengo de tu sonrisa y ya no me importa
Que la noche se me acerque sin estrellas.
Qué astros necesito yo aquí arriba,
Si el brillo de tu amor ya me alimenta.


Juan Mari Montes/Marina Rossell/Juan Mari Montes
CD: “Y rodará el mundo”, MARINA ROSSELL, 1999.