miércoles, 5 de junio de 2013

LA SEÑAL DE CAÍN

"El estigma fue lo que existió en un principio y en él se basó la historia. Hubo un hombre con algo en el rostro que daba miedo a los demás. No se atrevían a tocarle; él y sus hijos les impresionaban. Quizás, o seguramente, no se trataba de una
auténtica señal sobre la frente, de algo como un sello de correos; la vida no suele ser tan tosca. Probablemente fuera algo apenas perceptible, inquietante: un poco más de inteligencia y audacia en la mirada. Aquel hombre tenía poder, aquel hombre inspiraba temor. Llevaba una «señal». Esto podía explicarse como se quisiera; y siempre se prefiere lo que resulta cómodo y da razón. Se temía a los hijos de Caín, que llevaban una «señal». Esta no se explicaba como lo que era, es decir, como una distinción, sino
como todo lo contrario. La gente dijo que aquellos tipos con la «señal» eran siniestros; y la verdad, lo eran. Los hombres con valor y carácter siempre les han resultado siniestros a la gente. Que anduviera suelta una raza de hombres audaces e inquietantes resultaba incomodísimo; y les pusieron un sobrenombre y se inventaron una leyenda para vengarse de ellos y justificar un poco todo el miedo que les tenían"
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Hermann HESS

lunes, 3 de junio de 2013

EL TREN DE LA VIDA

"Y así vamos dejando pedazos nuestros por todas partes, a lo largo de toda la vida".

sábado, 1 de junio de 2013

SABIDURÍA

El Buda vio lo ignorante de la vida no iluminada como una condición enferma.
Sus Cuatro Nobles Verdades tienen una connotación médica:
Uno, la vida en el Samsara es amarga y dolorosa.
Dos, el deseo es la causa de la amargura y del dolor.
Tres, hay una cura para esta enfermedad.
Cuatro, la cura es seguir el Óctuplo Camino.

Primero, necesitamos reconocer que estamos enfermos.
Segundo, necesitamos un diagnóstico.
Tercero, necesitamos tener confianza en que lo que marcha mal responderá al tratamiento.
Cuarto, necesitamos un régimen terapéutico.

Hsu Yun
(El despertar a la verdad es el propósito de toda vida espiritual, pero no es cuestión de un día, sino de toda la vida. Algunos, en lugar de mirar su propia vida y ocuparse de ella, se dedican a vigilar la vida de los demás. Tiempo perdido...)