jueves, 24 de diciembre de 2015

NAVIDAD, TIEMPO NUEVO


"No la podemos dormir la Noche Santa, no la podemos dormir.
 Así reza el villancico.
 La Liturgia reza así: 
Nos ha nacido un Hijo, se nos ha dado un Niño para que lo hagamos crecer hasta la plenitud.

Un Niño que viene de las profundidades del Misterio,
Para que sepamos acoger a toda criatura.
Para que sepamos que todos pertenecemos
a la gran familia amada de Dios.
Es Navidad. Es tiempo nuevo.
Nos viene pequeño, en una impotencia total, como los "Aylan" del Reino.
Para que nuestra opción siga siendo por los pobres de la tierra.
La Iglesia debería renovar en Navidad su compromiso
de vivir la encarnación del Verbo día a día.
Es Navidad. Es tiempo nuevo.
No podemos dormir la Noche Santa.
Debemos despertarnos para acoger a los pobres de la tierra,
los pequeños del Reino."

Debemos vivir cada día la Noche Santa del Reino."

MONS. PEDRO CASALDÁLIGA. Navidad 2015.




sábado, 19 de diciembre de 2015

..Y EXCLAMÓ:



..DICHOSA TÚ , MARÍA DE LA ESPERA.



(Lucas 1, 39-45)

viernes, 18 de diciembre de 2015

ATADO A NOSOTROS.

"Deja ya esa salmodia, ese canturreo, ese pasar y repasar rosarios. ¿A quién adoras, di, en ese oscuro rincón solitario del templo cerrado? ¡Abre tus ojos, y ve, tu Dios no está ante ti!

Dios está donde el labrador cava la tierra dura, donde el picapedrero pica la piedra; está con ellos, en el sol y en la lluvia, lleno de polvo el vestido. ¡Quítate ese manto sagrado y baja con tu Dios al terruño polvoriento!
¿Libertad? ¿Donde quieres encontrar libertad? ¿No se ha atado él mismo, lleno de alegría a la Creación? 
¡Sí, él está atado a todos nosotros para siempre!
¡Sal ya de tu éxtasis, déjate ya de flores y de incienso! ¿Qué importa que tus ropas se manchen o se andrajen? 
¡Ve a su encuentro, ponte a su lado, y trabaja, y que sude tu frente!"

RABINDRANATH TAGORE

sábado, 12 de diciembre de 2015

ALÉGRENSE....

"La primera palabra de la liturgia de este domingo, la antífona de entrada tomada de la segunda lectura, es una invitación a la alegría. Claro que esa alegría no se debe a que llega el turrón y los regalos, sino a que Dios es Emmanuel. Esa alegría, en el AT, está basada siempre en la salvación que va a llegar. Hoy estamos en condiciones de dar un paso más y descubrir que la salvación ha llegado ya porque Dios no tiene que venir de ninguna parte. Y con su presencia en cada uno de nosotros, nos ha comunicado todo lo que Él mismo es. No tenemos que estar alegres porque Dios está cerca, sino porque Dios está ya en nosotros…
.
La seguridad de tener a Dios en mí, no depende de mi perfección. Es anterior a mi propia existencia y depende solo de Él. El no tener esto claro nos hunde en la angustia y terminamos creyendo que solo pueden ser felices los perfectos, porque solo ellos tienen asegurado el amor de Dios. Con esta actitud estamos haciendo un dios a nuestra imagen y semejanza; estamos proyectando sobre Dios nuestra manera de proceder y nos alejamos de las enseñanzas del evangelio que nos dice exactamente lo contrario.

Dios no forma parte de mi ser para ponerse al servicio de mi contingencia, sino para arrastrar todo lo que soy a la trascendencia. La vida espiritual no puede consistir en poner el poder de Dios a favor de nuestro falso ser, sino en dejarnos invadir por el ser de Dios y que él nos arrastre hacia lo absoluto…
 Lo que nos dice la encarnación es que no hay nada que cambiar, Dios está ya en mí y esa realidad es lo más grande que puedo esperar. Ésta tenía que ser la causa de nuestra alegría. Lo tengo ya todo. No tengo que alcanzar nada. No tengo que cambiar nada de mi verdadero ser. Tengo que descubrirlo y vivirlo…

El conocimiento de Dios, del que hablamos, no es racional ni discursivo, sino vivencial y de experiencia. Es la mayor dificultad que encontramos en nuestro camino hacia la plenitud. Nuestra estructura mental cartesiana, nos impide valorar otro modo de conocer. Estamos aprisionados en la racionalidad que se ha alzado con el santo y la limosna, y nos impide llegar al verdadero conocimiento de nosotros mismos. Permanecemos engañados creyendo que somos lo que no somos. Pidiendo a Dios, que potencie nuestro falso ser.

La alegría de la que habla la liturgia de hoy, no tiene nada que ver con la ausencia de problemas o con el placer que me puede dar la satisfacción de los sentidos. La alegría no es lo contrario al dolor o al sufrimiento. Las bienaventuranzas lo dejan muy claro. Si fundamento mi alegría en que todo me salga a pedir de boca, estoy entrando en un callejón sin salida. Mi parte caduca y contingente termina fallando siempre. Si me empeño en apoyarme en esa parte de mi ser, el fracaso está asegurado.

La salvación, hoy como ayer, consiste en un convencimiento vivencial de lo que significa ser humano. No alcanzaré mayor grado de humanidad por ponerme nuevos capisayos (obras buenas, oraciones…), sino por dejar que fluya, desde dentro, mi verdadero ser. No tengo que entrar en la dinámica de una programación para llegar a ser. Tengo que descubrir lo que soy para actuar como lo que realmente soy. Solo sacando fuera lo falso que tengo dentro iré alcanzando paso a paso, mayores cotas de humanidad.

Meditación-contemplación

No preguntes a nadie lo que tienes que hacer,
inmediatamente caerás en una programación.
Descubre tu verdadero ser y encontrarás sus exigencias.
Tu meta tiene que ser alcanzar tu plenitud.
…………………

Solo podrás crecer como ser humano
si tus relaciones con los demás son cada día más humanas.
No hay otro camino para alcanzar la meta.
Necesitas al otro para ser tú en plenitud.
………………

Todos los esfuerzos en el ámbito religioso
tienen que terminar en los demás.
Ninguna otra práctica puede tener sentido
si no desemboca en la preocupación por el hermano."


 FRAY MARCOS. (Fragmentos. Tomado de Fe Adulta)

miércoles, 9 de diciembre de 2015

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

El Evangelio para este día está tomado de Lucas (3, 1-6), y luego de situar los hechos en un momento concreto de la historia humana, nos cuenta cómo vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Para hablar de Dios siempre tenemos que hacerlo mediante símbolos, porque Dios es inapresable de otra manera, y como es indefinible, cualquier pretensión de conceptualizarlo acaba dejándole fuera. También la Escritura es puro símbolo, imágenes y relatos que nos acercan al misterio, y por ello debemos acercarnos a ella con sencillez, apertura espiritual y libertad. Por eso desde que leo el texto la imagen del desierto me lleva a pensar en lo que esta imagen significa para mí. Curioso que a Juan, Dios le llame en el desierto para llevarlo a la gente, mientras que a otros personajes bíblicos les llama en la ciudad para llevarles al desierto. La voz de Dios se escucha allí donde estás, e implica siempre una transformación o un cambio, al que nos resistimos, pero al mismo tiempo somos atraídos por él. El Misterio es un abismo en el que nos precipitamos y ello causa, está en los Profetas, terror y seducción al mismo tiempo.
 Todos los textos para la liturgia de este día, invitan a la confianza; son textos hermosos que disipan el desánimo. Baruc 5, 1-9 habla de dejar luto y aflicción para vestirse de gala y envolverse en justicia, porque Dios va a mostrar tu esplendor a cuantos viven bajo el cielo. Dios se acuerda de mí, Dios no me olvida, y así como ayer me vi derrotado, Él me devolverá con gloria, quitándome del camino todos los obstáculos, para que camine con seguridad, bajo sombra y entre fiestas, hasta la luz de su Gloria.
 El texto de la segunda lectura es aun más hermoso porque lo interpreto como la voz de la comunidad que recibe a quien se ha perdido, y manifiesta ese ideal de comunidad que comentaba yo ayer. Pienso en lo que implicaría para mí y para cualquiera recibir un mensaje con las palabras del apóstol a los Filipenses: “Testigo me es Dios de lo entrañablemente que os echo de menos en Cristo Jesús”. Confianza en que:”el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena, él mismo la llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús”, y buenos deseos para seguir creciendo: “que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores”, los que permanecen y no pasan, sin despreciar lo cotidiano, caduco, pero necesario mientras vivimos en este cuerpo.

 En fin, que con el salmo puedo decir: “El Señor ha estado grande con nosotros”, y no dejará de estarlo, porque sus promesas no dejan nunca de cumplirse. Grün habla del sueño de Dios para con cada uno de nosotros, y el Adviento viene a decirme que Dios me sigue soñando, y que “todos verán la salvación de Dios”.

martes, 8 de diciembre de 2015

JUAN Y LA LLAMA VIVA

"Hace más de cuatrocientos años, un hombre hizo un retrato de su intimidad y escribió un poema sobrecogedor –unas canciones, decía él–, escribió Llama de amor viva. Una noble señora le pidió que lo comentase, para poder entenderlo mejor. Y así, un viejo poema íntimo y un comentario algo arrebatado, –un «admirable fracaso» para unos y una «obra de arte» para otros– han cobrado carácter universal y se han convertido en una novedad continua, de siglo en siglo. ¿Por qué?

Porque el retrato hablaba de un ser humano en búsqueda y el poeta comentaba que cuando una persona permanece en esa búsqueda, sincera y profundamente, es «innovada y movida por Dios… y se le descubre con tanta novedad aquella divina vida y el ser y armonía de toda criatura», que «todo se le vuelve en amor»... Y porque la pluma del poeta pintaba un Dios «profundo e infinito», un Dios «movedor», que infunde amor. Que también es misterio insondable, «inaccesible… y no tiene forma ni figura». Un Dios «obrero», incansable amante que lleva en brazos a quienes le buscan y que, finalmente, se revela como «el centro del alma». Y esta es una novedad que enamora.

Un ser humano que continuamente puede descubrirse más profundamente, no agota su novedad. Y un Dios que es «lámpara de sabiduría… y lámpara de bondad… de misericordia… innumerables lámparas», es una luz siempre nueva e inagotable.

Cuando se descubre lo que dice Juan de la Cruz –que es el poeta y comentarista–, se entrevé una perenne novedad. Porque explica que para unirse a Dios una persona, «basta que tenga un grado de amor, porque por uno solo se une con Él por gracia». Pero no se detiene ahí. Dirá, para que se entienda mejor, que la novedad con Dios no tiene fin, que puede crecer y crecer «y si llegare hasta el último grado, llegará a herir el amor de Dios hasta el último centro y más profundo del alma, que será transformarla y esclarecerla según todo el ser y potencia y virtud de ella, según es capaz de recibir, hasta ponerla que parezca Dios».

Dejarse esclarecer, recibir, aceptar la profunda transformación significa un morir a todo lo que mata la propia vida –dice Juan–, morir a lo «que era muerte para ella» y renacer «viva a lo que es Dios en sí». Cambian «los movimientos y operaciones e inclinaciones», y ahora «son movidos por el espíritu de Dios» y llevan al amor, que «no pretende para sí sus cosas».

Nada de todo esto queda escondido, un ser nuevo se va alumbrando. La vida se transforma y se puede sentir la alegría de Dios: «Trae con gran frecuencia en el paladar de su espíritu un júbilo de Dios grande, como un cantar nuevo, siempre nuevo, envuelto en alegría y amor».

Además de Llama, Juan de la Cruz escribió otros poemas y largos comentarios. Siempre buscaba hablar «con entrañable espíritu», consciente de que de Dios y del ser humano, de esos dos misterios y de la relación única que pueden mantener, solo se puede hablar como de puntillas, acariciando intuiciones y desnudando silenciosas experiencias. Y cuando ya terminaba de comentar este poema, en lo más alto, soltó de golpe la pluma, diciendo: «Veo claro que no lo tengo de saber decir, y parecería que ello es menos si lo dijese». Sabía bien que la novedad que es Dios y lo que Él hace tiene tal inmensidad, que solo podía hablar acercándose, como se acerca «lo pintado [a] lo vivo».

Antes, en Cántico, había escrito que Dios «solo para sí no es extraño, ni tampoco para sí es nuevo». Es decir, que para todos los demás, Dios siempre es novedad. Por eso, llega un momento en que solo el silencio puede revelar la verdad...

Toda la novedad de la que habla Juan nace de las «lámparas de
fuego» de su poema y es como una luz que se desprende y da calor y luz:

¡Oh, lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!


Cuando comente esta estrofa, pondrá en boca de Dios estas palabras: «Yo soy tuyo y para ti y gusto de ser tal cual soy por ser tuyo y para darme a ti». Eso dice Dios, así es Él. Esa es la eterna novedad que siempre hay que recordar."

GEMA JUAN. "Sobre Llama de Amor Viva. Recordar lo nuevo I."(tomado de Religión Digital, enero 2015)



viernes, 4 de diciembre de 2015

ANHELO


"A Dios no lo podemos experimentar directamente, sólo podemos tener una vivencia de El en este mundo en tanto y en cuanto lo percibamos como el origen de toda existencia. Nuestro corazón desea palpar a Dios en un fragmento del mundo. En cada persona hay oculto un anhelo que no puede ser apaciguado por nada en esta vida...
Cuando no logramos experimentar a Dios, podemos entrar en contacto con nuestro deseo, el cual mantiene abierta la pregunta sobre Dios. Si no podemos concebir a Dios, por lo menos llegamos a imaginarlo a través del deseo.

El anhelo es el reflejo de Dios en nuestra alma.  Mientras nosotros contemplamos el reflejo de la imagen de  Dios en nuestra alma, va creciendo en nosotros el conocimiento de quién es este Dios que es el único que puede calmar nuestro deseo.

Deseo
es el puente
entre tú y yo

Silencio
es el sonido
que tu oído percibe

Amor
es la fuente
de la que bebemos

Unidad
es la raíz
que nos sostiene

Recuerdo
es el secreto
de nuestra vida cotidiana, "

ANSELM GRÜN. Experiencia de Dios y deseo.