viernes, 26 de febrero de 2016

SILENCIO, POR AMOR

"Callarse no significa estar mudo, como tampoco hablar equivale a locuacidad. El mutismo no crea soledad, como tampoco la locuacidad crea comunión. 'El silencio es el exceso, la embriaguez y el sacrificio de la palabra. El mutismo, en cambio, es malsano, como algo que sólo fue mutilado y no sacrificado' (Ernest Helio).

Del mismo modo que existen en la ¡ornada del cristiano determinadas horas para la Palabra, especialmente las horas de meditación y de oración en común, deben existir también ciertos momentos de silencio a partir de la Palabra. Serán sobre todo los momentos que preceden y siguen a la escucha de la Palabra. Ésta no se manifiesta a personas charlatanas sino en el recogimiento y silencio.

Callamos antes de escuchar la Palabra, para que nuestros pensamientos se dirijan a la Palabra, igual que calla un niño cuando entra en la habitación de su Padre. Callamos después de haber oído la Palabra, porque todavía resuena, vive y quiere permanecer en nosotros. Callamos al comenzar el día, porque es Dios quien debe decir la primera palabra; callamos al caer la noche, porque a Dios corresponde la última palabra. Callamos sólo por amor a la Palabra. Callar, en definitiva, no significa otra cosa que estar atento a la Palabra de Dios para poder caminar con su bendición." 

D. BONHOEFFER. Vida en Comunidad. 


viernes, 19 de febrero de 2016

OTRA OPORTUNIDAD PARA DANZAR

"Al comenzar esta Cuaresma me sigue pareciendo que a este tiempo litúrgico le quedan resabios de las costumbres preconciliares y están presentes más componentes de "luto" que de "danza".

.¿y si la fe fuera la música interior a la que damos oído, que nos hace movernos con un determinado ritmo y a realizar unos gestos incomprensibles para quienes no la escuchan?. Y cuando decae nuestra danza ¿no será porque nos hemos desconectado de la frecuencia del Evangelio?

Aquí está de nuevo la Cuaresma, dándonos la buena noticia de que tenemos otra oportunidad para danzar, como la tuvo para dar fruto aquella higuera estéril de la parábola de Jesús (Mt 21,18-19). Otra vez resuena en nuestros oídos la invitación de la carta a los Hebreos: "Así pues, nosotros, rodeados de una nube tan densa de testigos, desprendámonos de cualquier carga y del pecado que nos acorrala; corramos con constancia la carrera que nos espera, fijos los ojos en el iniciador y consumador de la fe, en Jesús. (Hb 12,1-2) El término griego archegós evoca al que va delante, al cabeza de fila, al que inicia la danza, podríamos traducir nosotros, sin equivocarnos demasiado."

DOLORES ALEIXANDRE. "Cambiar el luto en danza" (fragmentos)

viernes, 12 de febrero de 2016

DICHOSO EL HOMBRE QUE CONFÍA EN LA VIDA

"Dice el libro del Deuteronomio: "Te pongo delante vida y muerte, bendición y maldición. Elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, pegándote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra...". El texto nos invita pues, a elegir la vida siempre como el camino para ser plenamente humanos. Solemos decir que elegir a Dios es elegir la vida, pero también es cierto que elegir la vida es elegir a Dios. Uno de los grandes obstáculos para alcanzar la sabiduría espiritual es la dualidad, separar en nuestra mente y comprensión de la realidad lo que está unido; Dios es vida, es la vida, por tanto elegir la vida es elegir a Dios, y vivir es manifestar y alabar a Dios.

Cuando oramos diciendo: "Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor", estamos diciendo al mismo tiempo, no tengo dudas, dichoso el hombre que ha puesto su confianza en la vida, y no otra cosa es la fe. Es creer en Dios, y en consecuencia, creer, confiar, en la vida.

En esta misma dirección interpretamos una frase de Jesús en los Evangelios: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?".

Jesús nos invita a que, sin temor, abracemos la vida, la de cada día, porque al hacerlo, confiadamente, abrazamos a Dios. Al decidir seguir a Cristo y buscar a Dios no renegamos de la vida. El cristiano no puede ser anti vital, todo lo contrario. Pero a veces, con palabras y gestos, con actitudes concretas, parecemos negadores de la vida.

Cuando en el texto anterior se vincula la vida con la cruz no asumimos la existencia como algo negativo, sino como algo imprevisible, sobre lo que no tenemos control; tanto la alegría como la tristeza, el éxito como el fracaso, la ganancia y la pérdida, forman parte de la vida. Aceptarlo todo con confianza es abrazar la cruz, creyendo que a fin de cuentas, para quien vive en comunión con Dios amor, todo será bien. No controlamos tampoco las acciones de los demás, no podemos prever cataclismos naturales o movimientos sociales violentos, o sistemas políticos no respetuosos de nuestros derechos, pero, en cuanto somos hombres y mujeres de fe, seguimos creyendo en el amor como valor supremo, y abrazando la vida como máxima expresión del amor.

A veces cuando intentamos expresar nuestra fe no medimos adecuadamente nuestras palabras, y el sentido o alcance que tendrán en otras personas. Por ejemplo, leyendo un comentario a las lecturas de este jueves después de Ceniza, encuentro estas afirmaciones:
"Ir en pos de Cristo significa seguirlo e imitarlo", y luego dice: "El cristiano ante todo ha de seguir a Cristo. Y para seguir a Cristo ha de imitarlo, ha de copiar sus virtudes". El uso del término clásico de "imitación de Cristo" implica hoy saber que no se trata de copiar a Jesús, sino de imitar sus actitudes ante la vida, cultivar los valores evangélicos. Cada persona humana es única, no es copia de otra, ni siquiera de Jesús llamado el Cristo. Yo diría más bien que es Cristo quien va despertando en nosotros, en la misma medida en que despierta la vida.

"Negarse a sí mismo", ¿Qué significa? Por supuesto que no es negarse a vivir, tampoco negar la vida, despreciarla; el texto al que aludimos antes dice que es: "reprimir las pasiones, posponer los propios intereses, la propia comodidad, renunciar a todas las cosas" para conservar así la amistad de Dios. También habla de que es imposible seguir a Cristo haciendo el propio capricho o la propia voluntad, incluso afirma: "Es imposible seguir a Cristo sin renunciar al propio juicio". En fin, que uno acaba entendiendo que es imposible ser un ser humano normal y seguir a Cristo; porque si es necesario rechazar las pasiones, no tener intereses personales, renunciar a toda comodidad, a las cosas, al juicio propio... entonces estamos rechazando esta vida humana que compartimos, y en la que además buscamos y encontramos a Dios.

Se trata definitivamente de esa dualidad de la que antes hablamos; ¿Acaso en nuestras pasiones no está Dios? ¿No está tampoco en nuestros esfuerzos, anhelos, búsquedas personales?  ¿He de rechazarme siempre, rechazar lo propio, no pensar... para seguir a Cristo y estar en comunión con Dios?

Dios aparece con frecuencia en nuestro modo de hablar como el oponente, el rival, de lo que es humano en nosotros. Y así, entonces, Dios y la vida serían contrarios. Y ante los ojos de los no creyentes, el cristiano sería enemigo de lo más humano, lo más natural, de esta existencia humana nuestra. No digo que lo sea, sino que nuestro modo de hablar parece expresar eso. Es difícil cambiar mentalidades arraigadas durante mucho tiempo, sembradas además con mucho empeño, pero no hay que cansarse de trabajar para que eso que llamamos Dios sea mejor conocido y amado, más allá de cualquier frontera.

En cada momento de nuestra vida espiritual debemos aprovechar los recursos que se ponen a nuestro alcance para afianzar nuestro compromiso con la vida, que es definitivamente nuestro compromiso con Dios. Estos cuarenta días de camino que tenemos por delante son días de desierto y también de montañas, marcados con agua y fuego, para al final recuperar la vida que por nuestras faltas de fe, esperanza y amor, hemos perdido." 

MANUEL VALLS, OCD, (5-marzo-14)

miércoles, 10 de febrero de 2016

DIÁLOGO BREVE



“Para mí, Señor, no es necesario el Miércoles de Ceniza
porque ni un solo día de la semana 
me olvido de que fui barro en tu mano.
Y lo único que realmente necesito es que no lo olvides Tú”


Dulce María Loynaz. Poema LXXXIX

viernes, 5 de febrero de 2016

NOTICIA Y SEÑAL DE ESPERANZA

El Papa Francisco y el Patriarca Kirill, primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa, conversarán y firmarán una declaración común el próximo viernes 12 de febrero en La Habana, Cuba. Los primados de las dos iglesias cristianas más grandes del mundo, separadas desde 1054, no se habían sentado nunca a dialogar frente a frente. Este encuentro, breve pero intenso,  puede ser un momento crucial para la imprescindible y anhelada unidad de los cristianos. Así lo esperamos y lo pedimos a Dios.  


Comunicado de prensa conjunto de la Santa Sede y del Patriarcado de Moscú: 

"La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú tienen el placer de anunciar que, por gracia de Dios, Su Santidad el Papa Francisco y Su Santidad el Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia, se encontrarán el próximo 12 de febrero. El encuentro se realizará en Cuba, donde el Papa hará escala antes de su viaje a México, y donde el Patriarca estará en visita oficial. Comprenderá un coloquio personal en el aeropuerto internacional José Martí de la Habana y concluirá con la firma de una declaración común.

Este encuentro de los primados de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa Rusa, preparado desde hace tiempo, será el primero en la historia y marcará una etapa importante en las relaciones entre las dos iglesias. La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú desean que sea una señal de esperanza para todos los hombres de buena voluntad. Invitando a todos los cristianos a rezar con fervor para que Dios bendiga este encuentro, que de buenos frutos."