viernes, 28 de julio de 2017

LA CUERDA Y EL RIO.

"Había una vez dos países. En uno corría la leche y la miel, el otro era árido, desgarrado por luchas y entristecido por inquietudes. Así pues, al primero le llamaban el "país de la felicidad" y al segundo el "país de la desgracia". Estaban separados por un caudaloso río, ancho y peligroso. Muchos se ahogaron tratando de cruzarlo.
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Un día vino un hombre que, por amor a la humanidad, dijo: "En verdad, voy a tratar de echar una cuerda que una las dos orillas del río y, si perezco en el intento, poco importa, ya que otros podrán agarrarse a la cuerda y atravesar el río con toda seguridad".

Este hombre ejecutó su proyecto. Se preparó una cuerda, fijó un extremo a un árbol e hizo un nudo corredizo al otro extremo. Y así entró en el río en medio de la corriente, luchando contra los remolinos. En medio de los remolinos y de la espuma, unos cazadores le lanzaron unas flechas y lo hirieron de muerte, tomándolo por un animal.

En un último esfuerzo, antes de hundirse, logró atar la cuerda alrededor del tronco de un árbol. Perdió la vida, pero realizó su proyecto a pesar de la insensatez de los cazadores.

A partir de ese instante, los que fueron testigos del acontecimiento consideraron que este hombre había sido un héroe y lo adoraron diciendo: "Murió por salvarnos, es digno de nuestro amor".

Todos le rindieron culto, pero muy pocos siguieron su ejemplo tratando de cruzar el río. Ellos pensaban: no nos ahogaremos si nos agarramos a la cuerda, pero el agua está tan fría y el río es tan caudaloso que el peligro de atravesarlo siempre es grande.

Y así, al cabo del tiempo, se olvidaron de la cuerda casi por completo. Como no se utilizaba, se fue cubriendo de algas y se le enredaron las ramas, hasta tal punto que no había ya forma de encontrarla.

Pero el culto al héroe perduró. El pueblo levantó monumentos en su memoria, cantó himnos en su honor y continuó dedicándole oraciones en recuerdo del gran amor que les había demostrado.

Después vino una segunda, una tercera y una cuarta generación. Doctores, oradores y sabios predicaron las virtudes del héroe y dijeron cómo con su muerte había salvado a los hombres; pero nunca más se volvió a hablar de la cuerda que se tendió por encima del río. Se habían olvidado de ella totalmente. Los argumentos, los discursos y las enseñanzas de los letrados acabaron por crear una enorme confusión. Cundieron las supersticiones y fueron muy pocos los que pudieron distinguir el error de la verdad.

Surgieron discusiones y pleitos. Se organizaron persecuciones contra los que conservaban aún vestigios de la verdad. La pena y la inquietud aumentaron en el "país de la desgracia".
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Por fin, un grupo de oradores declaró: "¿Por qué tanta disputa? Lo único que hay que hacer es adorar a nuestro héroe y creer que murió para salvarnos a todos. Y así, cuando muramos, entraremos sin ninguna dificultad en el "país de la felicidad".

Si nuestro cuerpo nos impide ahora atravesar el río, después de la muerte nuestra alma volará hacia la otra orilla. El amor, el poder, la valentía del héroe eran tan grandes que todo lo que pidamos a su espíritu nos será concedido; y, a cambio, nosotros le demostraremos cumplidamente nuestro amor".

Cuando el pueblo oyó esto, sintió una inmensa alegría y cubrió de honores a los oradores diciendo: "Grande es su sabiduría, porque nos han mostrado un camino fácil. Es muy sencillo adorar, rezar y recurrir a nuestro héroe para obtener nuestra salvación en el momento de nuestra muerte. Así pues, ahora comamos, bebamos, divirtámonos y saquemos el mejor partido de nuestra estancia en este "país de la desgracia".

Mientras tanto, el espíritu de este héroe contemplaba con tristeza a sus hermanos, escuchando sus oraciones y sus súplicas. Él trataba de ayudarles diciendo: "Hijos míos, en verdad estáis equivocados. He vivido para salvaros. Mi muerte no es más que un episodio del esfuerzo que he realizado. No puedo en ningún caso ser la causa de vuestra salvación.

Desgraciadamente, habéis olvidado la cuerda que lancé por encima del río entre el "país de la desgracia" y "el de la felicidad", vine únicamente para eso.

Por amor hacia vosotros, mi espíritu se encuentra presente para reconfortaros y animaros en la adversidad. Pero me es totalmente imposible transportaros al otro lado del río cualesquiera que sean vuestras oraciones y súplicas".

Pero el rumor de esas oraciones y súplicas eran tan grandes que no dejaban oír la voz de su espíritu. Así pues, se quedaron para siempre en el "país de la desgracia".

CYRIL SCOTT.

(Citado por Jairo del Agua en su Blog de Religión Digital)

viernes, 21 de julio de 2017

ESPERANDO AL AMIGO.

"Conocí a un hombre que hizo de todo en la vida. Dicen que había sido ateo y marxista, que llegó a ser mercenario de la Legión Extranjera francesa y que disparó contra mucha gente.

Y de pronto se convirtió. Se hizo monje sin salir del mundo. Entró a trabajar como estibador, pero todo el tiempo libre lo dedicaba a la oración y a la meditación. Durante el día recitaba mantras: "Jesús, ayúdame", "Jesús, perdona mis pecados", "Jesús santifícame", "Jesús, hazme amigo de los pobres", "Jesús, hazme pobre 
con los pobres".
......
Al hacerse monje se decidió por aquellos que hacen del mundo su celda y viven radicalmente la pobreza junto con los pobres: los Hermanitos de Foucauld. Creó una pequeña comunidad en la peor favela de la ciudad. Tenía pocos discípulos. La vida era muy dura: trabajar con los pobres y meditar. Eran sólo tres que acabaron marchándose. Esa vida, así de exigente, no era para ellos.

Vivió en varios países, amenazado siempre de muerte por los regímenes militares; tenía que esconderse y huir a otro país. Ahí, tiempo después, le ocurría lo mismo. Pero él se sentía en la palma de la mano de Dios. Por eso vivía despreocupado.

Se incomodaba con la Iglesia institucional, esa de un cristianismo apenas devocional y sin compromiso con la justicia de los pobres, pero finalmente consiguió colaborar con una parroquia que hacía trabajo popular. Trabajaba con los sin-tierra, con los sin-techo y con un grupo de mujeres. Acogía a las prostitutas que venían a llorarle sus penas. Y salían consoladas.

Valeroso, organizaba manifestaciones públicas frente a la alcaldía y animaba a las ocupaciones de terrenos baldíos. Y cuando los sin-tierra y los sin-techo conseguían establecerse, hacía bellas celebraciones ecuménicas con muchos símbolos, 
las llamadas "místicas".

Todos los días, después de la misa de la tarde, se retiraba durante largo tiempo en la iglesia oscura. Sólo la lamparilla lanzaba destellos titubeantes de luz, transformando las estatuas muertas en fantasmas vivos y las columnas erguidas, en extrañas brujas. Y allí se quedaba, impasible, fijos los ojos en el tabernáculo, hasta que llegaba el sacristán a cerrar la iglesia.

Un día fui a buscarlo a la iglesia. Le pregunté de golpe: "Hermanito, (no voy a revelar su nombre porque lo entristecería), ¿sientes a Dios cuando después del trabajo te metes a meditar aquí en la iglesia? ¿Te dice algo?"

Con toda tranquilidad, como quien despierta de un sueño profundo, me miró de medio lado y me dijo:

"No siento nada. Hace mucho tiempo que no escucho la voz del Amigo (así llamaba a Dios). La sentí un día. Era fascinante. Llenaba mis días de música. Hoy no escucho nada. Tal vez el Amigo no volverá a hablarme nunca más".

Le respondí: "¿entonces por qué sigues ahí en la oscuridad sagrada de la iglesia?"

"Sigo –contestó– porque quiero estar disponible. Si el Amigo quisiera venir, salir de su silencio y hablar, yo estoy aquí para escuchar. ¿Te imaginas si Él me quisiera hablar y yo no estuviera aquí? Pues, en cada ocasión, viene sólo una vez... ¿Qué sería de mí, infiel amigo del Amigo?"

Sí, él continúa siempre "esperando a Godot". "Y no se mueve", como en la obra de Samuel Beckett.

Lo dejé en su plena disponibilidad. Salí maravillado y meditando. Gracias a estas personas el mundo está a salvo y Dios continúa manteniendo su misericordia sobre los que le olvidan o le consideran muerto, según dijo un filósofo que se volvió loco. Pero existen los que vigilan y esperan, contra toda esperanza esperan a Godot. Y esta espera hará que cada día todo sea nuevo 
y lleno de jovialidad.

Un día el sacristán lo encontró inclinado sobre el banco de la iglesia. Pensó que dormía, pero notó que el cuerpo estaba frio 
y rígido.

Como el Amigo no venía, él fue a encontrarlo. Ahora ya no necesita esperar la llegada de Godot. Estará con el Amigo, celebrando una amistad, en el mayor goce imaginable, por los tiempos sin fin."

 LEONARDO BOFF. La voz del Amigo. 


martes, 11 de julio de 2017

A LA ESTRELLA DEL MAR, MARINERA.


TRES SONETOS DE UN ENTONCES JOVEN POETA. 

Día de la coronación. 

"Sobre el mar que le da su brazo al río
de mi país, te nombran capitana
de los mares, la voz de la mañana
y la sirena azul de mi navío.

Los faros verdes pasan su diana
por el quieto arenal del playerío.
Del fondo de la mar, el vocerío
sube, en tu honor -¡tin, tan!-, de una campana.

¡Campanita de iglesia submarina,
quién te tañera y bajo ti ayudara
una misa a la Virgen del Carmelo,

ya generala y sol de la marina!
La cúpula del mar, como tiara,
y como nimbo la ilusión del cielo. "

Día de amor y de bonanza

"Que eres loba de mar y remadora,
Virgen del Carmen, y patrona mía,
escrito está en la frente de la aurora,
cuyo manto es el mar de mi bahía.

Que eres mi timonel, que eres la guía
de mi oculta sirena cantadora,
escrito está en la frente de la proa
de mi navío, al sol del mediodía.

Que tú me salvarás, ¡oh marinera
Virgen del Carmen!, cuando la escollera
parta la frente en dos de mi navío,

loba de espuma azul en los altares,
con agua amarga y dulce de los mares
escrito está en el fiero pecho mío. "


Día de la tribulación

"¡Oh, Virgen remadora, ya clarea
la alba luz sobre el llanto de los mares!
Contra mis casi hundidos tajamares,
arremete el mastín de la marea.

Mi barca, sin timón, caracolea
sobre el tumulto gris de los azares.
Deje tu pie, descalzo, sus altares,
y la mar negra verde pronto sea.

Toquen mis manos el cuadrado anzuelo
-tu escapulario-, Virgen del Carmelo,
y hazme delfín, Señora, tú que puedes…

Sobre mis hombros te llevaré a nado
a las más hondas grutas del pescado,
donde nunca jamás llegan las redes. "

RAFAEL ALBERTI. Marinero en tierra. 1924

(publicado en el sitio Teresa de la rueca a la pluma)
https://www.facebook.com/search/top/?q=teresa%2C%20de%20la%20rueca%20a%20la%20pluma

EN LA FOTO SUPERIOR, LA TORRE DE LA PARROQUIA DEL CARMEN EN LA HABANA, CUBA.  FUE DURANTE DECENAS DE AÑOS EL LUGAR MÁS ALTO DE LA CIUDAD, CON TODA LA HABANA A LOS PIES DE MARIA DEL CARMELO. CIENTOS DE MIRADAS SE ALZABAN A ELLA CON AMOR, Y AÚN SE ALZAN, DE HABANEROS Y VISITANTES DE OTRAS CIUDADES DE LA ISLA Y DE OTROS PAÍSES.

lunes, 3 de julio de 2017

SILVIO DISTRAÍDO.




"Hoy mis ojos se van 
en el polvo del fondo de un río 
que va a todo correr,
como si el amor, 
como todo en mí, 
no fuera a pasar.
¡Que distracción!


Mi guitarra, que está tras la vieja ventana
de palidecer, ve un pedazo de luz
y aleteando está desde su prisión.
Casi se me va.
¡Que distracción!

Qué distancia, mi amor, de mí a la vida,
qué callada canción me llama, vencida.
Soy un viejo que duerme entre sus losas,
soy un niño que sueña tantas cosas.

Qué distancia, mi amor,
qué distraído estoy
por buscar, por creer.
Así soy.

En la espuma que está desnudando la playa,
fundiéndose al mar, se desliza una flor
que era para mí. Me la arrebató
el viento y la sal.

Qué lamentable distracción,
qué irreparable distracción,
qué imperdonable distracción.
Qué distraído estoy. "

(1967)

SILVIO RODRIGUEZ. QUÉ DISTRACCIÓN, 
(Canción grabada por primera vez en su último disco, Amoríos.)