martes, 25 de diciembre de 2018

DIOS NECESITA DE NOSOTROS (Navidad).

Al levantarme hoy, mientras me cepillo los dientes, voy dando vueltas al mensaje del día, y se me ocurren estas ideas: ¿Para que el adviento? Porque el ser humano necesita disponerse para reconocer a Dios que siempre viene a nacer, en su vida y su historia. ¿Para qué Navidad? Porque necesitamos a Dios, pero nos resistimos a dejarle entrar en nuestra vida. ¿Por qué de noche? La noche representa en unos sitios la increencia, y en otros una religión formal, vacía; en ambos casos no dejamos entrar al Dios vivo. ¿Por qué un niño? Para tocar el corazón y para que entendamos que aún siendo Dios, necesita de nosotros. Así, la imagen se completa en esa típica representación del establo o pesebre, los animales, los ángeles y los pastores, José y María. El paralelo entre el pesebre y la cruz, ambos escándalo para los que anhelan solo un Dios de milagros. Y lo principal: nosotros somos el establo, y él ha querido venir a morar ahí, y llega hasta los confines de la tierra, es decir, a los rincones más ignotos de nuestra existencia. Y luego dice hoy la Palabra: A ustedes se les ha dado el poder de ser hijos de Dios. Hermoso.

lunes, 24 de diciembre de 2018

DIOS ESTÁ CON NOSOTROS (FELIZ NAVIDAD).

Hemos recorrido el camino de Adviento, y ya estamos a las puertas de la Navidad: cuatro domingos y cuatro estaciones: la confianza, la esperanza, la alegría y la disponibilidad, para que el amor encuentre un lugar donde renacer. Los cuatro cirios que encendimos domingo tras domingo se han gastado en el camino, pero ahora vemos la luz de una estrella que señala el lugar donde nacerá una vez más la esperanza. Pero fíjate: no es un lugar hermoso, grande, fuerte, sino un sitio marginal, sencillo, débil... Dice la tradición que los padres del niño no encontraron sitio, y acabaron en un establo, lleno de animales, y allí vino al mundo lo tan anhelado, sin que la mayoría se diese cuenta. Las cosas importantes no siempre llegan a nuestra vida entre fanfarrias, sino despacio, en silencio, imperceptiblemente. Nosotros hemos hecho el recorrido de la restauración, y por eso ahora nuestros ojos pueden ver la luz, el rostro que ilumina, la llamada de la salvación. "Confiemos en la vida, porque no tenemos que vivirla solos: Dios está con nosotros" (Alfred Delp). Recibamoslo hoy y siempre, porque él nace y vine a nosotros constantemente, de muchas formas y por muchos caminos. La Navidad es el misterio de un encuentro, el del hombre con un Dios que se hace hombre, y por ello, un Dios que está en cada semejante, hombre o mujer, y exige reconocimiento. Pero nuestros ojos suelen buscar a Dios en las mediaciones y perderlo de vista en lo más suyo, y más mío, olvidando las palabras de la Escritura: "No te cierres a tu propia carne". En el misterio de la Noche Buena, toda la humanidad ha sido elevada a un nivel superior, capacitada para nuevas posibilidades y llamada a dar un nuevo testimonio. "Desde NAVIDAD anda Dios de camino en busca y con el corazón en ascuas..." (Alfred Delp). Pero tristemente como aquella noche santa, algunos "creen en todo: en cada ceremonia, en cada costumbre; en lo único que no creen es en el Dios vivo" (Alfred Delp).  

miércoles, 19 de diciembre de 2018

DÉJATE SORPRENDER POR JESÚS EN ESTA NAVIDAD

Dentro de seis días será Navidad. Árboles, decoraciones y luces por todas partes recuerdan que también este año será una fiesta. La máquina publicitaria invita a intercambiar siempre nuevos regalos para sorprenderse. Pero, me pregunto ¿es esta la fiesta que agrada a Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?

Observemos la primera Navidad de la historia para descubrir los gustos de Dios. Esa primera Navidad de la historia estuvo llena de sorpresas. Comenzamos con María, que era la esposa prometida de José: llega el ángel y cambia su vida. De virgen será madre. Seguimos con José, llamado a ser el padre de un niño sin generarlo. Un hijo que, -golpe de efecto-, llega en el momento menos indicado, es decir, cuando María y José estaban prometidos y, de acuerdo con la Ley, no podían cohabitar. Ante el escándalo, el sentido común de la época invitaba a José a repudiar a María y salvar así su buena reputación, pero él, si bien tuviera derecho, sorprende: para no hacer daño a María piensa despedirla en secreto, a costa de perder su reputación. Luego, otra sorpresa: Dios en un sueño cambia sus planes y le pide que tome a María con él. Una vez nacido Jesús, cuando tenía sus proyectos para la familia, otra vez en sueños le dicen que se levante y vaya a Egipto. En resumen, la Navidad trae cambios inesperados de vida. Y si queremos vivir la Navidad, tenemos que abrir el corazón y estar dispuestos a las sorpresas, es decir, a un cambio de vida inesperado.

Pero cuando llega la sorpresa más grande es en Nochebuena: el Altísimo es un niño pequeño. La Palabra divina es un infante, que significa literalmente “incapaz de hablar”. Y la palabra divina se volvió incapaz de hablar. Para recibir al Salvador no están las autoridades de la época, o del lugar, o los embajadores: no, son simples pastores que, sorprendidos por los ángeles mientras trabajaban de noche, acuden sin demora. ¿Quién lo habría esperado? La Navidad es celebrar lo inédito de Dios, o mejor dicho, es celebrar a un Dios inédito, que cambia nuestra lógica y nuestras expectativas.

Celebrar la Navidad, es, entonces, dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo en la tierra. No se puede vivir “tierra, tierra”, cuando el Cielo trae sus noticias al mundo. La Navidad inaugura una nueva era, donde la vida no se planifica, sino que se da; donde ya no se vive para uno mismo, según los propios gustos, sino para Dios y con Dios, porque desde Navidad Dios es el Dios con nosotros, que vive con nosotros, que camina con nosotros. Vivir la Navidad es dejarse sacudir por su sorprendente novedad. La Navidad de Jesús no ofrece el calor seguro de la chimenea, sino el escalofrío divino que sacude la historia. La Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre “mi tiempo”, de Dios sobre mi “yo”.

Celebrar la Navidad es hacer como Jesús, venido para nosotros, los necesitados, y bajar hacia aquellos que nos necesitan. Es hacer como María: fiarse, dócil a Dios, incluso sin entender lo que Él hará. Celebrar la Navidad es hacer como José: levantarse para realizar lo que Dios quiere, incluso si no está de acuerdo con nuestros planes. San José es sorprendente: nunca habla en el Evangelio: no hay una sola palabra de José en el Evangelio; y el Señor le habla en silencio, le habla precisamente en sueños. Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al estruendo del consumismo. Si sabemos estar en silencio frente al Belén, la Navidad será una sorpresa para nosotros, no algo que ya hayamos visto. Estar en silencio ante el Belén: esta es la invitación para Navidad. Tómate algo de tiempo, ponte delante del Belén y permanece en silencio. Y sentirás, verás la sorpresa.

Desgraciadamente, sin embargo, nos podemos equivocar de fiesta, y prefiere las cosas usuales de la tierra a las novedades del Cielo. Si la Navidad es solo una buena fiesta tradicional, donde nosotros y no Él estamos en el centro, será una oportunidad perdida. Por favor, ¡no mundanicemos la Navidad! No dejemos de lado al Festejado, como entonces, cuando “vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Desde el primer Evangelio de Adviento, el Señor nos ha puesto en guardia, pidiéndonos que no nos cargásemos con “libertinajes” y “preocupaciones de la vida” (Lc 21,34). Durante estos días se corre, tal vez como nunca durante el año. Pero así se hace lo contrario de lo que Jesús quiere. Culpamos a las muchas cosas que llenan los días, al mundo que va rápido. Y, sin embargo, Jesús no culpó al mundo, nos pidió que no nos dejásemos arrastrar, que velásemos en todo momento rezando (cfr. v. 36).

He aquí, será Navidad si, como José, daremos espacio al silencio; si, como María, diremos “aquí estoy ” a Dios; si, como Jesús, estaremos cerca de los que están solos, si, como los pastores, dejaremos nuestros recintos para estar con Jesús. Será Navidad, si encontramos la luz en la pobre gruta de Belén. No será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, si nos llenamos de regalos, comidas y cenas, pero no ayudamos al menos a un pobre, que se parece a Dios, porque en Navidad Dios vino pobre.

Queridos hermanos y hermanas, ¡os deseo una Feliz Navidad, una Navidad rica en las sorpresas de Jesús! Pueden parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios. Si los hacemos nuestros, nos daremos a nosotros mismos una sorpresa maravillosa. Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad.

FRANCISCO (catequesis del 19 de diciembre de 2018)

© Librería Editorial Vaticano

UN DIOS AMIGO

"A ustedes les llamo amigos, porque todo lo que oí de mi padre se los he comunicado". Estas palabras de Jesús, a menudo olvidadas, encierran la clave más iluminadora para entender y vivir la relación con el Dios revelado en Jesucristo. Podemos decir que la amistad con Cristo es, de alguna manera, el núcleo de la vida cristiana y la fuente de toda espiritualidad de seguimiento de Cristo
 Toda la actuación de Jesús está marcada por el signo de la amistad. Todo viene inspirado, guiado y unificado por su actitud amistosa hacia las gentes. Este es el dato fundamental del que ha de partir nuestra reflexión.
La amistad es una forma de amor que se caracteriza, sobre todo, por la atención afectuosa al amigo, la búsqueda de comunión y la entrega personal a promover el bien de la persona amada. No es difícil encontrar en Jesús los rasgos propios de ese amor de amistad. Su presencia entre la gente, su acogida a todos, están dirigidos por su amor y su entrega amistosa. No es el interés lo que mueve su vida. No actúa por miedo, desconfianza o resentimiento. Su relación con las personas no está oscurecida por la sed de dominio o la manipulación. El actuar de Jesús es amor".

José Antonio Pagola.
Dios amigo. 

domingo, 16 de diciembre de 2018

TAMBIÉN TÚ PUEDES SER LUZ

"No sólo la vida en general, sino que nosotros mismos contribuimos a la oscuridad del mundo, así como sombras oscuras en un paisaje negro. Despertamos en nosotros escasísima confidencia. Pero ahora este hombre de Nazaret nos viene y nos invita a reflejar la imagen de Dios, y nos demuestra cómo. Él dice: tú también puedes ser luz, así como Dios es luz. Porque lo que está alrededor tuyo no es el infierno, sino un mundo esperando llenarse con fe y esperanza. Este mundo es tu hogar, tanto y seguramente como el Dios quien lo creó e hizo, es el Amor. Tal vez tú no lo crees, pero tú puedes amar este mundo. Es un lugar de Dios. Tiene un propósito. Su belleza no es engaño. En él, tú puedes llevar una vida con sentido".

Jörg Zink

viernes, 14 de diciembre de 2018

LLAMA DE AMOR VIVA


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores,
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso,
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

San Juan de la Cruz

jueves, 13 de diciembre de 2018

LAS CONDICIONES DEL PÁJARO SOLITARIO, según Manuel.

Cada quien tiene sus pasajes favoritos cuando se adentra en los escritos de uno u otro maestro espiritual, y en el caso de San Juan de la Cruz ,también yo tengo los míos; entre ellos está lo que conocemos como: "Las condiciones del pájaro solitario", que aparece como parte de los DICHOS DE LUZ Y AMOR, el número 120. El santo presenta primero las cinco condiciones, y luego las interpreta, las explica, como condiciones del alma contemplativa. Las cito a continuación, con la explicación que le da San Juan de la Cruz:

1. Que se va a lo más alto: Que se ha de subir sobre las cosas transitorias, no haciendo más caso de ellas que si no fuesen.
2. Que no sufre compañía: Ha de ser tan amiga de la soledad y silencio, que no sufra compañía de otra criatura.
3. Que pone el pico en el aire: Ha de poner el pico al aire del Espíritu Santo, correspondiendo a sus inspiraciones, para que, haciéndolo así, se haga más digna de su compañía.
4. Que no tiene un determinado color: No teniendo determinación en ninguna cosa, sino en lo que es voluntad de Dios.
5. Que canta suavemente: En la contemplación y el amor de su Esposo.  

 Este es un texto que, como me pasa con otros, incluso bíblicos, me motivan porque no consigo captar (o compartir) del todo su verdad; me hacen pensar, me inquietan o hasta me irritan. Y los rumio una y otra vez a lo largo del tiempo. En el caso de este, me lo quiero apropiar, pero me parece que puede acabar resultando un poco, sino muy,  desencarnado, como otros pasajes del santo con los que no puedo reconciliarme del todo. 

Esta vez consigo encontrarle un sentido más abierto, más cercano a la mayoría de los cristianos, y sin desautorizar a Juan de la Cruz, les propongo mi interpretación personal a esas cinco condiciones:

1. Que se va a lo más alto: que busca a Dios, y lo pone en el centro de su vida.
2. Que no sufre compañía: que se aparta de todo lo que la aleja de Dios, pero no de quienes como ella ponen a Dios en el centro o buscan sinceramente la verdad.
3. Que pone el pico en el aire: que está abierta a la escucha de la Palabra, que le sirve de alimento, y a la voz de Dios en el Mundo. 
4. Que no tiene determinado color: que es muy libre, con la libertad que da Cristo, y el ser hijo de Dios.
5. Que canta suavemente: que ama, que es compasivo, que trabaja por la justicia; que su vida es un canto nuevo de alegría y alabanza. 

 Pienso que a los maestros espirituales se les escucha atentamente, pero también se les discute, y si aprendemos de ellos no creo que les preocupe el hecho de que acabemos sacando también nuestras propias ideas y conclusiones. San Juan de la Cruz es hijo de su tiempo, de una visión teológica y espiritual concretas, y eso, a pesar de su genialidad, le condiciona. Por eso, aprovechando su fiesta en este 2018 he querido también contradecirle en algo, si es que se entiende así, como parte de mi homenaje y celebración de su memoria. Tal vez el pájaro contemplativo, no por ser solitario, ha de dejar de ser solidario, y creo que nuestro santo lo fue, sensible siempre a las necesidades de sus hermanos/as.
Qué Él ruegue siempre por nosotros. 

lunes, 10 de diciembre de 2018

CRISTO ENTRE NOSOTROS

"No vale decir que han pasado ya dos mil años para acoger a Cristo. Tampoco para aquellos que vivan el fin del mundo será demasiado tarde. Cristo siempre está con nosotros, pidiendo alojamiento en nuestros corazones…Si todos fueran santos y guapos, sería fácil ver a Cristo en ellos…Pero eso no fue el plan de Dios para María, ni tampoco el de Cristo para sí mismo. Ahora él se oculta bajo todo tipo de humanidad que pisa la tierra…A un verdadero cristiano, estimularlo para su deber no es necesario—siempre tendrá el impulso con alguien para desempeñar tal o cual buena obra. No es un deber ayudar a Cristo; es un privilegio…Si así fue como acogieron a Cristo, ciertamente todavía hay que hacerlo así. No por el bien de la humanidad. No porque Cristo pudiese quedarse con nosotros, visitarnos u ocupar nuestro tiempo. No porque esas personas nos recuerdan a Cristo; sino porque son Cristo, pidiéndonos un lugar como él hizo la primera navidad". 

Dorothy Day


"¿Cuántos de nosotros, en nuestra manera jovial, hemos pasado delante del pesebre montados en el gran caballo de opiniones y convicciones propias, dejando atrás al Niño, sin darnos cuenta de su presencia? ¿Cuántos hemos defendido nuestras creencias, hasta desafiantemente, sin estar conscientes de que estábamos pasando un milagro – el milagro de vida y amor?... Se deciden muchas cosas delante del pesebre; mucho más de lo que nos podríamos imaginar... Para nosotros como individuos, es sumamente importante sentir que en este pesebre hay un amor y una salvación para nosotros mismos, para todos los humanos, y para el mundo entero".

Alfred Delp

jueves, 6 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 #5

Cada Adviento nos recuerda que siempre es Adviento. Que Dios sale siempre a nuestro encuentro en Cristo, y que nuestra tarea, usando las palabras del Bautista, es PREPARARLE UN CAMINO. ¿Cómo? 

1. Alimentando la conciencia de nuestra identidad: hijos amados de Dios. 

2. Manteniendo viva la certeza de una Presencia, sanadora y liberadora, en nosotros. ¿De qué modo? 

3. Lectura cotidiana de los Evangelios, diálogo con Jesús Maestro; aprovechamiento de los sacramentos, en especial la participación dominical en la Eucaristía, porque… 

4. El vínculo mayor con Dios lo tenemos cuando nos reunimos en su nombre, como pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo. 

5. Es todo lo anterior lo que nos permite vivir testimoniando a Dios con una vida buena, justa, rechazando todo lo que Dios rechaza (lo que no es amor). Lo primero es SER y como consecuencia, como fruto, está el HACER. Si descuidamos lo primero, entonces se hace más difícil e inalcanzable lo segundo. 

¿Cómo debe vivir un cristiano? HACIENDO EL BIEN.

CONCLUSIÓN

Cada tiempo fuerte de nuestro año litúrgico es siempre una nueva oportunidad para penetrar cada vez con mayor profundidad en el misterio de Cristo, para asumir como propio su proyecto de amor, de libertad y de justicia y para reforzar nuestro compromiso cristiano” (Diario Bíblico, introducción al Adviento). 


Jesús no vino a colgar pequeñas velas en nuestras encrucijadas, sino a encender toda la existencia humana para que todos brillemos desde dentro con luz propia. Cada uno lleva dentro el combustible inextinguible de la luz que llega hasta nosotros desde el misterio mismo que sustenta constantemente nuestra existencia.” 

“La luz venida de Dios es pequeña, vulnerable, y brilla sin deslumbrar a nadie… No se impone; simplemente es una propuesta dirigida al corazón del hombre, a la libertad de todos, claramente comprensible para los más sencillos." 

(Benjamín González Buelta) 


Y así ya quedamos dispuestos para salir andando hacia la NAVIDAD, hacia “la fiesta esperanzadora de nuestra redención”, y pedimos en las oraciones de cada día, a partir de ahora, alegrarnos, aceptar a Cristo como juez de nuestra vida, gozar del esplendor de su gloria, y todo eso desde la experiencia concreta de la “encarnación” en nuestra propia vida, la de nuestra comunidad, familia y nación. No es una celebración alienante, que nos saca de lo real, sino que nos sumerge más profundamente en ello, con una sabiduría, una libertad y un gozo, que nos permiten experimentar y comunicarla salvación.\

P.Manuel Valls, ocd

lunes, 3 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 # 4

Ahora prestemos atención a las oraciones con las que comenzamos la Eucaristía dominical los cuatro domingos de Adviento, la llamada ORACIÓN COLECTA, que recoge el sentir de la comunidad cristiana en la celebración que comienza. Vamos a ver lo que pedimos como Iglesia cada semana, en la misma medida en que vamos encendiendo los cuatro cirios de la CORONA DE ADVIENTO, y anhelando vivir una vez más espiritualmente el nacimiento de Cristo en nuestra vida.

Primer domingo: “Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno”. Avivar la llama, que puede haberse medio apagado (encendemos el primer cirio, y con él, los carbones medio apagados de nuestra vida de fe, que a menudo pierde vigor, ánimo, fuerza); levantarnos del acomodamiento y la rutina, para volver al camino y salir al encuentro del que viene. Todo lo que se ha ido muriendo en nosotros necesita renacer de nuevo. Estaría bien preguntarnos por las obras de la fe, de nuestro compromiso, como bautizados, en la comunidad, en la familia, en la sociedad. La promesa de Dios siempre está actuando en nuestra vida, aunque nosotros no lo percibamos muchas veces, y aunque podemos ganarnos el cielo con obras (es un regalo de Dios, eso debe quedar claro),las obras de la fe apresuran la llegada al mundo del salvador. Y al final habla de “sentados a su derecha”: una imagen de la salvación, de pertenecer a Cristo, de estar a su lado, con Dios. EN RESUMEN: Avivar la llama de la fe, preparar los caminos del que viene, obrar con justicia y santidad, y certeza interior de ser salvos por amor.

Segundo domingo: “Señor todopoderoso. Rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar plenamente de su vida”. Empieza la oración, empatando con lo anterior: Dios, rico en misericordia, por eso caminamos con una certeza interior, nos sabemos amados por el amor. Ya nos hemos puesto en camino, animados por la comunidad eclesial, por la liturgia de este tiempo, pero debemos estar alertas para no perder ese espíritu, en medio de los afanes del mundo (que siempre ofrece más y más, y nunca sacia; en medio de esa navidad de lentejuelas que nos impone el consumismo, y por la que somos arrastrados sin darnos cuenta). Necesitamos de la sabiduría de Dios, que está contenida en su Palabra, a la que podemos acudir cotidianamente, para encontrar a Cristo vivo, naciendo y renaciendo siempre en nuestra vida. Anhelo de plenitud que solo se encuentra en Dios, frente a esa oferta siempre incompleta de nuestro mundo. EN RESUMEN: Dios rico en misericordia; caminar sin descanso para encontrar a Cristo, y ver contrapuestos la oferta del mundo y la plenitud que viene de Dios (no se excluyen totalmente, pero invitan a discernir y tomar elecciones).

Tercer domingo: “Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante”. Aquí ya se entra en la segunda parte del Adviento, porque hay una espera viva, activa, espera en FE (confianza); ahora pedimos a Dios llegar y alcanzar lo que esperamos: la vida plena en Dios, mirando a lo definitivo, y el gozo de poder celebrar una vez más el nacimiento en la carne del hijo de Dios. Pedimos recibir el gozo, la ALEGRÍA que viene de Dios y nadie puede arrebatarnos. Cuando Dios nace en nuestra vida, nace con Él la alegría interior, que se desborda luego en obras alegres, que contagian al prójimo. Con el llega la prometida SALVACIÓN (la vida nueva).

Cuarto domingo: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección”. Y a las puertas de la fiesta del nacimiento de Cristo, pedimos la gracia para que el ángel también anuncie para nosotros el alumbramiento de Cristo en el mundo en el que vivimos. Sabemos que el niño que va a nacer ha de hacer luego un camino largo, signado por la cruz, la entrega, el sacrificio, antes de resucitar y sentarse a la derecha del Padre. Ese es también el camino el nuestra fe, nuestro camino vital: nacer, crecer, sufrir, padecer (amar, según Teresa), morir, resucitar. La alegría de este nacimiento no es una alegría vana, superficial, vacía (en la liturgia aparece ligada al sacrificio de los inocentes, al martirio de Esteban), sino una alegría profunda, que abraza la vida en Cristo, que se ofrece para hacer el camino del seguimiento, de la progresiva identidad con Él. EN RESUMEN: Vamos a renacer con Cristo, para vivir en Cristo, morir para Cristo, y resucitar con Cristo.

Cuatro palabras que resumen este itinerario espiritual, estos cuatro domingos: FE/ESPERANZA/ALEGRÍA/AMOR (Estos pueden ser los propósitos para los cuatro cirios de tu Corona de Adviento).

Con las ANTÍFONA DEL SALMO con que rezamos estos cuatro domingos de Adviento, hemos compuesto esta o

A ti levanto mi alma, porque Tú, Señor, has estado grande con nosotros; estamos alegres, porque vives en medio de su pueblo.Restáuranos, una vez más en este Adviento: que brille tu rostro y nos nazca Jesús, que es nuestra salvación. Amén.
(Continúa...)

sábado, 1 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO # 3

Como pueden darse cuenta, no hablamos simplemente de preparar “esta navidad”, eso es sólo el motivo exterior, cultual, sino de estar siempre preparados al nacimiento de lo nuevo en nuestra vida, de celebrar siempre lo nuevo que acontece si estamos despiertos.

Se me ocurren unas claves generales para asumir y vivir este camino hacia el nuevo nacimiento de Jesús:

La primera clave será pues, esta: solemos andar por la vida a medio gas, dormidos, aletargados, conformados, temerosos de perder lo que tenemos, las seguridades a las que nos aferramos. Tenemos que despertar, estar alertas, vigilantes, para poder descubrir la Verdad de la Vida que nos ofrece Dios. Nadie sabe por quién ni de dónde vendrá el despertar, pero sabemos que “se acerca la liberación, y tenemos que estar despiertos, de pie ante Jesús”.

La segunda clave es una invitación al encuentro con el otro o la otra, nuestros semejantes, pues es a través de ellos que Dios suele hablar, ellos son los mensajeros, ellos son los ángeles. A menudo es un encuentro o una palabra dicha la que disipa la bruma y nos abre a lo nuevo, a la vida. Estar atentos a esas voces que claman en el desierto, para poder ver en nuestra historia cotidiana como Dios obra y salva.

La tercera clave es el desafío de encontrar lo nuevo en medio de lo cotidiano, incluso de la rutina; siempre está ahí, pero no podemos verlo porque estamos dormidos. De ahí que en sucesión de acontecimientos, despertar suponga encuentro y revelación, y además compromiso. Preguntarnos: ¿Qué hacer para preparar los caminos de Dios en nuestro entorno?

Y la cuarta clave es la confianza, la certeza, de que todo es posible. Y tenemos que abrazar no sólo cada año, cada mes, sino cada día, cada minuto, como un verdadero regalo de Dios, preñado de posibilidades. Si crees, no serás defraudado, sino que serás dichoso, bienaventurado.

Vamos entonces a prestar atención a la PALABRA, a lo que nos sugieren los textos bíblicos y las oraciones de estos cuatro domingos de adviento (ciclo C); estas ideas valen como un itinerario espiritual para estas cuatro últimas semanas del año 2018, y como pórtico también, para el tiempo que con ellas inauguramos (2019). Es una mirada rápida, con la sugerencia de que luego cada uno la haga de un modo más detenido, desde su propia mirada, experiencia y necesidad espiritual.

En las PRIMERAS LECTURAS de los cuatro domingos se habla de PROMESA. Ante el desengaño que sufre el pueblo con los gobernantes, este pone su esperanza en uno que Dios va a suscitar (Dios cumple siempre sus promesas, a pesar del mal actuar de los que dicen obrar en su nombre). “Llegan días… suscitaré un vástago… traerá justicia y derecho”. La aflicción del pueblo de Dios se convertirá en alegría: “vestirse de gala”, “recibir un nombre nuevo”, “ponerse de pie”. Se cancela toda la deuda del pueblo con Dios, Él mismo será Rey, te traerá salvación, te ama y se alegra por ti. Finalmente, de lo pequeño saldrá lo grande de Dios, por ahí vendrá el cumplimiento de la promesa, de lo inesperado, de lo que parece no contar (Belén). Dios viene, Dios cumple, Dios sorprende.
(Jeremías 33, 14/16; Baruc 5, 1/9; Sofonías 3, 14/18ª; Miqueas 5, 1/4ª).

En las SEGUNDAS LECTURAS de los cuatro domingos se nos invita a VIVIR DE UN MODO NUEVO, acorde con la fe que profesamos, porque con esa conducta apresuramos el Reino y la venida de Cristo. Se nos invita a vivir con la certeza de que Cristo, que es el iniciador de esta obra, Él mismo va a llevarla a término, y por eso debemos vivir en el AMOR, en el servicio y apoyo mutuos. Testimoniando la ALEGRÍA del Evangelio, pues así mostramos que vivimos en Dios. Hemos sido santificados por Cristo, vivamos por tanto de un modo nuevo.
(1 Tesalonicenses 3,12/4,2; Filipenses 1, 4/6.8/11; Filipenses 4, 4/7; Hebreos 10, 5/10).


En cuanto al EVANGELIO, los cuatro domingos seguimos a LUCAS. En el primero, Jesús habla de la esperanza cristiana que está por encima de todas las tragedias humanas (Estén siempre alertas, despiertos, pidiendo fuerza para mantenerse fieles, hasta que Él venga). En el segundo y el tercer domingos, es Juan Bautista el que habla: desde el desierto anuncia la venida del Mesías y un tiempo nuevo, tiempo de Dios (Preparen el camino del Señor, todos verán la salvación de Dios), invitación a una vida que prepare espacio para Dios. Y el cuarto domingo, por supuesto es de MARÍA: relato de la visitación a Isabel; reconocimiento de la novedad de Dios presente en ella, en su embarazo. Proclama dichosos a los que creen, y por tanto podrán acoger en sus vidas la novedad de Dios. La fe da frutos, permite que aparezca lo nuevo; lo verán los que esperan. 
(Lucas 21, 25/28.34/36; Lucas 3, 1/6; Lucas 3, 10/18; Lucas 1, 39/45).

(Continúa)...

viernes, 30 de noviembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 #2

El Jesús que va a nacer es la ESPERANZA cumplida, es la VIDA que renace, es el CAMINO para adentrarse en el futuro, y es el AMOR de Dios manifestado una y otra vez, como memoria de lo que somos y lo que es Él. El ser humano ha de vivir siempre en actitud de ADVIENTO: de apertura confiada en la historia, en la que Dios ha nacido en Jesús, y por lo que entonces ya nada malo tiene la última palabra, ni nada bueno se pierde totalmente. La imágenes que encontramos al final del Adviento, en la Navidad: la del nuevo nacimiento (Belén), la luz que se enciende (la estrella), la acogida y la entrega (Los magos), la realidad del mal presente (Herodes), todas son imágenes prototípicas, simbólicas, de la propia realidad humana que estamos viviendo, de su misterio y de su valor, de un sentido y razón que nos vienen de Dios. 

Nosotros participamos activamente de este Adviento, y de la ESPERANZA, de nuestro tiempo y nuestro mundo, cuando: 

-Soñamos, como Isaías y los demás profetas. 

-Preparamos los caminos, como el Bautista. 

- Acogemos con alegría y disponibilidad la voluntad de Dios, como María. 

Y así, entre todos construimos el Reino. 

PERO, y esta es la otra cara de esta moneda, este tiempo es también un aviso de ALERTA, porque dice Juan: "Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron", y todavía seguimos sin recibirle. No solo los que no creen aun en Jesús, sino muchos que decimos creer, pero no al modo de Dios. De ahí que el Adviento tenga también una dimensión penitencial; no como la Cuaresma, pero exige cierto recogimiento, cierto silencio interior, cierta austeridad, que luego culminaría con el desborde de la alegría navideña (que también es Pascua, paso del Señor por nuestra vida). 


"Nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal y como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. Nuestro adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la "venida" de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro"

Thomas Merton, en "Tiempos de celebración", 95. 


DIOS ESTÁ SIEMPRE AHÍ, pero no le vemos; estamos ciegos, sordos, mudos; “derramados”, diría Teresa.Estamos dispersos, dormidos. 

Jesús, que sigue viniendo, nos llama a la vida, que brota de nuestra “carne” bendecida por Él. Por eso: NECESITAMOS LA FE, que mueve montañas.NECESITAMOS LA ESPERANZA, que abre caminos.NECESITAMOS EL AMOR, que, dice el poeta, "convierte en milagro el barro". 

CADA ADVIENTO, lo mismo que cada momento del ciclo litúrgico, es una nueva oportunidad que no debemos dejar pasar. Vivamos este Adviento, alegres y disponibles para Dios.

Este poema también marca alguna de las claves de la espera.

Esperaré a que crezca el árbol
y me dé sombra.
Pero abonaré la espera
con mis hojas secas.
Esperaré a que brote
el manantial
y me dé agua.
Pero despejaré mi cauce
de memorias enlodadas.
Esperaré a que apunte
la aurora
y me ilumine.
Pero sacudiré mi noche
de postraciones y sudarios.
Esperaré que llegue
lo que no sé
y me sorprenda.
Pero vaciaré mi casa
de todo lo conquistado.
Y al abonar el árbol,
despejar el cauce,
sacudir la noche
y vaciar la casa,
mi tierra y mi lamento
se abrirán a la esperanza

(Continua...)

jueves, 29 de noviembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 #1

Como todo tiempo litúrgico, el Adviento también nos recuerda que el tiempo humano es de Dios, y por tanto en él siempre hay gracia, hay bendición; cada momento de nuestra vida, cada acontecimiento, cada encuentro, podemos vivirlo como manifestación de Dios, epifanía, si estamos preparados, dispuestos, abiertos, para recibir y acoger lo que llega, o mejor aún, al que llega, al que viene siempre a nuestra vida. Cuando hacemos un “retiro” (una pausa en el camino), queremos recuperar esa capacidad de apertura, de escucha, de acogida, para que la gracia que recibimos no pase de largo, “no caiga en saco roto”. 
Según dice la introducción al Misal de la comunidad, “Adviento es el tiempo oportuno y privilegiado para escuchar el anuncio de la liberación de los pueblos y de las personas. En él se percibe una invitación a dirigir el ánimo hacia un porvenir que se aproxima y se hace cercano, pero que todavía está por llegar”. 

En este tiempo litúrgico solemos centramos más en la ESPERANZA, pero el párrafo anterior nos recuerda que en ella está siempre el germen, el estímulo, el caldo propicio, para la LIBERTAD humana. Ambas realidades tienen su fundamento en Dios, que nos quiere hijos y no siervos, pues si el hombre no tuviera libertad para vivir, su esperanza estaría truncada. Toda la liturgia de este tiempo litúrgico anuncia la liberación del hombre y de su mundo como promesa de Dios.

ORACIÓN: Abre, Jesús, maestro, señor y amigo, nuestros corazones, para que nos dispongamos a recibir la gracia que derramas sobre nosotros cada vez que celebramos los misterios de nuestra fe, de tu vida sanadora, liberadora y salvadora, y que al estar abiertos y disponibles para Ti en los hermanos, fructifiquemos y testimoniemos la santidad de nuestra vida en comunión contigo. AMÉN.

Suele decirse que este tiempo litúrgico tiene tres protagonistas, personajes bíblicos: Un profeta, que casi siempre es Isaías, Juan Bautista y María; ellos preparan el camino para que aparezca el verdadero protagonista de la historia, que es JESÚS. Y ese protagonista nos descubre a Dios, pero también al hombre, porque es el hombre en el cual Dios se nos revela; manifiesta la verdad de ambos al ser humano.

La palabra clave de este tiempo litúrgico es ESPERA, y por tanto ESPERANZA; la actitud interior para prepararlo: VIGILANCIA(despertar, estar alertas, otear el horizonte, volver a escuchar las promesas de Dios); el resultado de una buena preparación espiritual (esperando, despiertos), es una nueva manifestación del AMOR pleno de Dios en nuestra vida (La certeza de que somos amados). Un amor que se nos regala; un amor precioso, pero frágil, que debemos cuidar y ayudar a crecer; una certeza de que no importa cuánto hagamos en contra, siempre está tocando a nuestra puerta, siempre regresa (Siempre viene).

Isaías es el profeta, el sabio, que desde el pasado nos prepara el camino para poder discernir el presente; en él están todos aquellos que nos han precedido en la fe, los santos, los maestros, los mayores…podemos entender mejor el presente y vislumbrar/preparar el futuro porque estamos subidos sobre sus hombros. Sin embargo, advertimos que, en este ciclo C no se lee los domingos a Isaías como primera lectura, sino a otros profetas: Jeremías, Sofonías, Baruc y Miqueas, pero sí durante los días de semana. Lo que decimos de Isaías puede decirse de cualquier otro profeta, y de los textos que vamos a compartir: todos hablan de una promesa, de un tiempo nuevo, de una esperanza, sobre todo en medio de un tiempo de crisis, de prueba o de calamidad, en el que el pueblo experimenta de alguna manera la ausencia de Dios. 

Juan Bautista es el profeta del presente, el que obra en el nombre del Señor, el que sabe que cruzados de brazos no podemos alcanzar lo que anhelamos, el que nos recuerda el compromiso que tenemos como bautizados. Dios sale siempre a nuestro encuentro (Viene, viene, viene siempre), pero necesitamos preparar la senda por la que Él sale al encuentro del hombre. Como la Marta del Evangelio, que representa una dimensión importante de nuestra vida y nuestra fe; como tantos profetas del presente que ahora mismo están abriendo caminos para Dios en nuestro mundo.

Y luego, María, que es la otra parte, cercana a su tocaya en el Evangelio, y que ejerce también el profetismo, pero de otra manera: ESPERANDO, aguardando interiormente, CONFIANDO. Disponerse para acoger la promesa, abrirse al misterio, y decir en el momento preciso: Aquí estoy… mándame a mí… Habla, que tu hijo escucha…Que se haga en mí tu palabra… En María está el futuro aguardando para desplegarse misteriosamente. No lo conocemos pero está latiendo, como un corazón que se entrena para darlo todo… Como el niño que aguarda en el seno de su madre, sin apuros, el momento de nacer.

En estos tres tipos bíblicos podemos vernos reflejados, porque describen diferentes momentos y actitudes en el camino de la vida y del Evangelio. También describen tres tipos de ESPERANZA: la del que escudriñando el pasado, espera confiadamente en lo que está por venir; la del que trabaja arduamente por una esperanza viva y actuante, y la del que se dispone, plena y totalmente, para que esa esperanza se haga concreta, se haga VIDA, y llegue al mundo. Son tres maneras de “ejercer” como cristianos en el mundo.

(Continua...)

miércoles, 28 de noviembre de 2018

TRES PALABRAS PARA DECIR AMOR


Los griegos tenían tres palabras para referirse al amor: eros (deseo), philía (afecto), ágape (amor de autodonación)…

EROS no se reduce simplemente a al deseo sexual, aunque lo incluye. Se refiere al aspecto inquieto del amor, al fuego interior que provoca, al desasosiego, la nostalgia de tiempos mejores, pasión y el dolor que van juntos. Puede implicar frustración e insatisfacción, y también ser energía que estimula e impulsa hacia la belleza y la creatividad. Pero, dejemos claro, que todo deseo, adopte la forma que adopte, es deseo de amor.
Luego PHILÍA es el afecto que sentimos por personas cercanas; queremos que sean parte de nuestra vida, deseamos lo bueno para ellas. Aquí entrarían también todos los sentimientos del amor romántico, y la ternura de la verdadera amistad.
Finalmente el ÁGAPE es el amor que sale hacia los demás sin buscar nada para sí mismo. Es el amor genuino que se puede sentir por personas desconocidas que están sufriendo algún mal, que es sensible a lo que le rodea, que es capaz de sacrificarse por otros o por causas justas.

Todo amor verdadero comienza como deseo, lleva al afecto y culmina en este amor de autodonación.  Podemos verlo en el amor de pareja, que pasa por los tres estados, y es importante destacar que la autodonación no debe dejar atrás el deseo ni el afecto, sino que estos e ven fortalecidos y renovados. Toda nuestra vida es respuesta a este anhelo creciente y multifacético e amor que hay en lo más profundo de nuestro ser.
 Los objetos de nuestro amor pueden ser: una persona (familia o amigo), un objeto (una flor, un cuadro, un libro), una actividad (estudiar, pintar oír música, ver el mar), una idea (la justicia, la belleza). La sensación de sentido vendría dada por la suma total de los amores de nuestra vida. Cuanto más amor hay, más sentido hay, y nunca hay demasiado amor ni demasiado sentido.

domingo, 25 de noviembre de 2018

ABRIENDO LAS PUERTAS AL REY QUE VIENE SIEMPRE...

 

Con la celebración de este domingo, CRISTO REY, cerramos el ciclo litúrgico, y nos preparamos como comunidad de fe para iniciar otro, el domingo próximo, primero de Adviento. 
Esta fiesta litúrgica fue instituida por el papa Pío XI, en 1925, como respuesta a la nueva situación política de Europa tras la Primera Guerra Mundial; habían caído varias monarquías absolutas, garantes de la primacía del catolicismo, dando paso a repúblicas parlamentarias. El papa quería reclamar la primacía de Cristo, de la Iglesia y de su propio ministerio en el mundo, pero ya las coas empezaban a cambiar, y la Iglesia cambiaba también o perdía protagonismo. 
No fue esta fiesta, sino el Concilio Vaticano II, quien volvió a colocar a la Iglesia Católica en la atención del mundo, así como la figura de Juan XXIII. Los cambios litúrgicos llevaron la fiesta de Cristo Rey para el lugar que hoy ocupa, y también su sentido cambió, pues Cristo en REY en la misma medida en que es SACERDOTE; es decir, de manera figurada, entendiendo ambas figuras de manera nueva. 
Cristo no perteneció a la clase sacerdotal, ni tampoco detentó ningún poder real, entendidos como solemos hacerlo en el lenguaje humano. Su sacerdocio y su realeza rompen con nuestros moldes, para descubrirnos un camino nuevo por el cual su centralidad en la historia humana tiene lugar, no desde lo sacro ni desde lo real, sino desde el amor. Pero además, nosotros compartimos con Él ambos poderes: todos somos sacerdotes (mediadores) y todos somos reyes (con una dignidad inapelable). Cristo nos revela con su palabra y con su vida que en la NUEVA HUMANIDAD nos movemos con valores diferentes: justicia, paz, libertad, amor, preeminencia de lo sencillo, de los pobres, de los buenos. Él puso todo eso en el centro de la historia humana, en su consumación, y hacia ese fin caminamos como Iglesia, y como Humanidad.
 Sí, aunque parezca a menudo lo contrario cuando miramos las noticias, o nuestro propio entorno. Tal vez nosotros nos cansemos o traicionemos el proyecto, pero CRISTO ES FIEL, y no se cansa nunca de salir a nuestro encuentro con su verdadero sacerdocio y su verdadera realeza, desafiando nuestra pobre comprensión de sus caminos de libertad y amor.

Al celebrar hoy a CRISTO REY, abramos las puertas de nuestra vida y preparemos los caminos para que Aquel que viene siempre pueda entrar una vez más a nuestra vida....

!FELIZ ADVIENTO!

miércoles, 21 de noviembre de 2018

ENTRE EL DIOS AIRADO Y EL DIOS AMOROSO


Todos los seres humanos tenemos profundos temores e infinitos anhelos, y así durante milenios los temores nos han hecho pensar en un Dios distante y airado, mientras que los anhelos nos han hecho pensar en un Dios cercano y amoroso. Nunca estaremos libres de imponer al Dios de nuestra fe esos temores y esos anhelos, y en consecuencia siempre tenemos el problema de conjugar en Dios las ideas de justicia y misericordia, encontrando un sano equilibrio entre ambas. Tenemos esas ideas encontradas en nosotros y también las proyectamos en nuestras discusiones sobre Dios. Si revisamos el Antiguo Testamento, o evocamos algunos de sus pasajes, veremos que ambas imágenes, la de un Dios airado y la de un Dios amoroso, se superponen una y otra vez de manera contradictoria. 

En los siglos pasados la Iglesia Católica proyectaba de manera excesiva al dios airado. Se imponía a la gente la contradicción de amar a un dios que era casi imposible de amar, bajo la amenaza de la condenación eterna. Millones de personas se vieron afectadas por esas ideas, y el efecto que produjo en sus vidas. Muchas de las páginas oscuras de la Iglesia proceden de la creencia en ese dios airado, violento, celoso.

En las décadas más recientes hubo una reacción fuerte de rechazo a esa imagen de Dios; reacción positiva en la medida en que ha rechazado la falsa idea de un dios celoso, enormemente interesado por el poder y la majestad, y fácilmente propenso a sentirse ofendido. También ha sido positivo el rechazo de la idea de la vida como un campo minado de pecados mortales que pueden explotarnos en cualquier momento. 

Sin embargo, como suele suceder siempre con las reacciones ante un hecho determinado, se ha acabado tendiendo hacia el extremo contrario, y hemos terminado creando la idea de un dios blando, indulgente, tan “amoroso” que no pide ni exige nada, y no estimula nada. De este modo las personas acabarán actuando como un hijo malcriado al que sus padres no han sabido educar, no madurarán, no crecerán. Puede llegarse incluso por este camino a negar la existencia del bien y del mal, de la responsabilidad personal o de ciertas normas de conducta. 

Las ideas sanas acerca de Dios deben situarse en medio de estos dos extremos, y podemos tomar como modelo el modo de actuar de los mejores padres y maestros. Ellos aman a los niños con un amor inteligente que sabe cuándo premiar y cuándo exigir un esfuerzo mayor; su interés primordial es ayudar al niño a crecer, a madurar, a desarrollar sus capacidades. Aquí es importante la obediencia, pero no como un fin en sí misma, sino como medio que ayuda al crecimiento y desarrollo del individuo. Cada momento de la vida exige determinados desafíos, y superándolos es como crecemos. 

Así, en nuestra relación con Dios, la obediencia también tiene un lugar, pero como un medio para alcanzar un fin, y la gloria de Dios no ha de situarse en nuestra obediencia sino en nuestro crecimiento. Bajo un dios airado no podremos crecer, como tampoco lo hacemos bajo un dios indulgente y blando. Únicamente tendremos la libertad necesaria para crecer bajo un dios que nos ame, y por ello estimule nuestro crecimiento y desarrollo, y lo impulse de muchas maneras diferentes, sin ningún miedo de su parte. 

Esta es la idea de Dios que Jesús nos presentó sistemáticamente en los Evangelios. Que Dios ejerce su poder sobre nosotros, no mediante el control y la exigencia de obediencia, sino mediante el amor constante y el impulso amoroso, buscando siempre nuestro crecimiento y nuestra colaboración con el mismo. Así también debería ser el actuar de las autoridades en la Iglesia. Pero claro, no es fácil liberarse de los temores profundos, y por tanto el dios airado tiene profundas raíces en nosotros; por eso es importante alimentar constantemente la experiencia del Dios amor.

(Resumen de lectura de un capítulo de un libro de Elizabeth Johnson)

lunes, 19 de noviembre de 2018

SI ME OBLIGAN, ME ROBARÉ LA HABANA...

Si me obligan, me robaré La Habana.
La romperé, verás, con un martillo.
Traeré de contrabando, en el bolsillo,
la noche, nuestro mar y tu ventana.
Si me obligan, me robaré el pasado.
Me llevaré mi calle y sus portales,
tu juventud, un verso, las postales
de esa islita que el odio me ha negado.
Si me obligan, me robaré La Habana
piedra por piedra, amor, pena por pena.
Mi vida rompo, guardo los pedazos.
Escapo antes que sea de mañana.
Me verás dando tumbos por la arena
como quien lleva a su mujer en brazos.


Eliseo Alberto Diego.

sábado, 17 de noviembre de 2018

UN PADRENUESTRO......

"Padre Nuestro, que estás en las flores, en el canto de los pájaros, en el corazón latiendo; que estás en: el amor, la compasión, la paciencia, y en el gesto del perdón.

Padre Nuestro, que estás en mí, en mi familia, en mis amig@s, que estás en ese que yo amo, en ese que me hiere, en aquel que busca la verdad...

Santificado sea tu Nombre adorado y glorificado, por: todo lo que es bello, bueno, justo, honesto, de buen nombre y misericordioso.


Venga a nosotros tu reino de paz y justicia, fe, luz, amor. Se el centro de mi vida, mi hogar, mi familia, de mi trabajo, de mi estudio....

Hágase tu voluntad, aunque mis ruegos reproducen a veces más mi orgullo, mi ego, que mis necesidades reales.

Perdóname todas mis ofensas, mis errores, mis faltas.mis pecados y ofensas contra ti, contra mi mismo y contra los que me rodean, Perdona cuando se vuelve frío mi corazón;

Perdóname, así como yo con tu ayuda, perdono a aquellos que me ofenden, incluso cuando mi corazón está herido.

No me dejes caer en las tentaciones de los errores, de los vicios, de la crítica, el juicio, el chisme, la envidia, la soberbia, la destrucción, el egoísmo....

Y líbrame de todo mal, de toda violencia, de todo infortunio, de toda enfermedad. 
Líbrame de todo dolor, de toda tristeza, angustia y de toda desilusión.

Pero, aún si tales dificultades ves que son necesarias en mi vida, que yo tenga la fuerza y el coraje de decir: ¡Gracias, Padre, Señor Rey del Universo por esta lección! 
¡¡¡Que así sea!!!"

LA RELIGIÓN EN LAS REDES

"Fundamentalismo es el nombre que recibe la corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados o fundacionales (por encima de una interpretación contextual), o bien la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida".

Hoy encontré en facebook dos noticias compartidas sobe el mismo tema. En una se presentaba un supuesto descubrimiento: que nadie nace homosexual, porque no se ha encontrado en el mapa genético humano, un gen gay. La segunda, que padres franceses están protestando contra la enseñanza de la teoría de genero, dejando de enviar a sus hijos a la escuela una vez al mes. Dicen que quieren volver a los niños homosexuales. 

Este tipo de noticias encuentra eco en alguna personas religiosas, que las reproducen con cierto gozo, como si vinieran a confirmar sus propias posturas fundamentalistas. A veces pongo algo en los comentarios, pero otras paso, porque me resulta absurdo tener que dar argumentos que me parecen evidentes, y están avalados por la experiencia de una buena parte de la humanidad.

 Creí siempre, y así lo constataba en el entorno en que vivía la fe, que lo católico era más plural y dialogante que otras denominaciones cristianas; pero en el contexto actual en que vivo no es así. Escucho algunos predicadores en las redes que no tienen nada que envidiar a los más exaltados y fundamentalistas pastores evangélicos, y que además carecen de la cultura necesaria para que su prédica se sostenga sobre argumentos serios y defendibles ante cualquier persona medianamente instruida.



Ante esas ideas,  cómo puede uno defender la religión ante sus críticos? Cómo decirles que es bueno tener fe y que la Iglesia es necesaria en el mundo para conducirlo a un tiempo mejor, de mayor justicia y paz? Otros, con una postura religiosa definida, defienden las peores causas políticas, se apuntan a la burla cruel del diferente, satanizan todo intento de renovación social, o de superación de prejuicios.  Claro que, del lado contrario, es decir del laicismo militante, llegan ideas y opiniones tan extremistas y absurdas como las anteriores, y entonces me acuerdo del tiempo en que creía que el mundo iría siempre a mejor.


Tengo claro que la religión puede ayudar a promover las mejores y las peores causas, de ahí la importancia de un buen discernimiento, de la necesaria cultura y formación humana para no vivir la fe al margen de la realidad. Es lo que intento cada día, y lo que busco promover, pero a veces me resulta muy difícil defender mi condición de ministro católico ante personas no creyentes cuando me muestran lo que algunos dicen o hacen en nombre de esta misma fe.