martes, 25 de diciembre de 2018

DIOS NECESITA DE NOSOTROS (Navidad).

Al levantarme hoy, mientras me cepillo los dientes, voy dando vueltas al mensaje del día, y se me ocurren estas ideas: ¿Para que el adviento? Porque el ser humano necesita disponerse para reconocer a Dios que siempre viene a nacer, en su vida y su historia. ¿Para qué Navidad? Porque necesitamos a Dios, pero nos resistimos a dejarle entrar en nuestra vida. ¿Por qué de noche? La noche representa en unos sitios la increencia, y en otros una religión formal, vacía; en ambos casos no dejamos entrar al Dios vivo. ¿Por qué un niño? Para tocar el corazón y para que entendamos que aún siendo Dios, necesita de nosotros. Así, la imagen se completa en esa típica representación del establo o pesebre, los animales, los ángeles y los pastores, José y María. El paralelo entre el pesebre y la cruz, ambos escándalo para los que anhelan solo un Dios de milagros. Y lo principal: nosotros somos el establo, y él ha querido venir a morar ahí, y llega hasta los confines de la tierra, es decir, a los rincones más ignotos de nuestra existencia. Y luego dice hoy la Palabra: A ustedes se les ha dado el poder de ser hijos de Dios. Hermoso.

lunes, 24 de diciembre de 2018

DIOS ESTÁ CON NOSOTROS (FELIZ NAVIDAD).

Hemos recorrido el camino de Adviento, y ya estamos a las puertas de la Navidad: cuatro domingos y cuatro estaciones: la confianza, la esperanza, la alegría y la disponibilidad, para que el amor encuentre un lugar donde renacer. Los cuatro cirios que encendimos domingo tras domingo se han gastado en el camino, pero ahora vemos la luz de una estrella que señala el lugar donde nacerá una vez más la esperanza. Pero fíjate: no es un lugar hermoso, grande, fuerte, sino un sitio marginal, sencillo, débil... Dice la tradición que los padres del niño no encontraron sitio, y acabaron en un establo, lleno de animales, y allí vino al mundo lo tan anhelado, sin que la mayoría se diese cuenta. Las cosas importantes no siempre llegan a nuestra vida entre fanfarrias, sino despacio, en silencio, imperceptiblemente. Nosotros hemos hecho el recorrido de la restauración, y por eso ahora nuestros ojos pueden ver la luz, el rostro que ilumina, la llamada de la salvación. "Confiemos en la vida, porque no tenemos que vivirla solos: Dios está con nosotros" (Alfred Delp). Recibamoslo hoy y siempre, porque él nace y vine a nosotros constantemente, de muchas formas y por muchos caminos. La Navidad es el misterio de un encuentro, el del hombre con un Dios que se hace hombre, y por ello, un Dios que está en cada semejante, hombre o mujer, y exige reconocimiento. Pero nuestros ojos suelen buscar a Dios en las mediaciones y perderlo de vista en lo más suyo, y más mío, olvidando las palabras de la Escritura: "No te cierres a tu propia carne". En el misterio de la Noche Buena, toda la humanidad ha sido elevada a un nivel superior, capacitada para nuevas posibilidades y llamada a dar un nuevo testimonio. "Desde NAVIDAD anda Dios de camino en busca y con el corazón en ascuas..." (Alfred Delp). Pero tristemente como aquella noche santa, algunos "creen en todo: en cada ceremonia, en cada costumbre; en lo único que no creen es en el Dios vivo" (Alfred Delp).  

miércoles, 19 de diciembre de 2018

DÉJATE SORPRENDER POR JESÚS EN ESTA NAVIDAD

Dentro de seis días será Navidad. Árboles, decoraciones y luces por todas partes recuerdan que también este año será una fiesta. La máquina publicitaria invita a intercambiar siempre nuevos regalos para sorprenderse. Pero, me pregunto ¿es esta la fiesta que agrada a Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?

Observemos la primera Navidad de la historia para descubrir los gustos de Dios. Esa primera Navidad de la historia estuvo llena de sorpresas. Comenzamos con María, que era la esposa prometida de José: llega el ángel y cambia su vida. De virgen será madre. Seguimos con José, llamado a ser el padre de un niño sin generarlo. Un hijo que, -golpe de efecto-, llega en el momento menos indicado, es decir, cuando María y José estaban prometidos y, de acuerdo con la Ley, no podían cohabitar. Ante el escándalo, el sentido común de la época invitaba a José a repudiar a María y salvar así su buena reputación, pero él, si bien tuviera derecho, sorprende: para no hacer daño a María piensa despedirla en secreto, a costa de perder su reputación. Luego, otra sorpresa: Dios en un sueño cambia sus planes y le pide que tome a María con él. Una vez nacido Jesús, cuando tenía sus proyectos para la familia, otra vez en sueños le dicen que se levante y vaya a Egipto. En resumen, la Navidad trae cambios inesperados de vida. Y si queremos vivir la Navidad, tenemos que abrir el corazón y estar dispuestos a las sorpresas, es decir, a un cambio de vida inesperado.

Pero cuando llega la sorpresa más grande es en Nochebuena: el Altísimo es un niño pequeño. La Palabra divina es un infante, que significa literalmente “incapaz de hablar”. Y la palabra divina se volvió incapaz de hablar. Para recibir al Salvador no están las autoridades de la época, o del lugar, o los embajadores: no, son simples pastores que, sorprendidos por los ángeles mientras trabajaban de noche, acuden sin demora. ¿Quién lo habría esperado? La Navidad es celebrar lo inédito de Dios, o mejor dicho, es celebrar a un Dios inédito, que cambia nuestra lógica y nuestras expectativas.

Celebrar la Navidad, es, entonces, dar la bienvenida a las sorpresas del Cielo en la tierra. No se puede vivir “tierra, tierra”, cuando el Cielo trae sus noticias al mundo. La Navidad inaugura una nueva era, donde la vida no se planifica, sino que se da; donde ya no se vive para uno mismo, según los propios gustos, sino para Dios y con Dios, porque desde Navidad Dios es el Dios con nosotros, que vive con nosotros, que camina con nosotros. Vivir la Navidad es dejarse sacudir por su sorprendente novedad. La Navidad de Jesús no ofrece el calor seguro de la chimenea, sino el escalofrío divino que sacude la historia. La Navidad es la revancha de la humildad sobre la arrogancia, de la simplicidad sobre la abundancia, del silencio sobre el alboroto, de la oración sobre “mi tiempo”, de Dios sobre mi “yo”.

Celebrar la Navidad es hacer como Jesús, venido para nosotros, los necesitados, y bajar hacia aquellos que nos necesitan. Es hacer como María: fiarse, dócil a Dios, incluso sin entender lo que Él hará. Celebrar la Navidad es hacer como José: levantarse para realizar lo que Dios quiere, incluso si no está de acuerdo con nuestros planes. San José es sorprendente: nunca habla en el Evangelio: no hay una sola palabra de José en el Evangelio; y el Señor le habla en silencio, le habla precisamente en sueños. Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al estruendo del consumismo. Si sabemos estar en silencio frente al Belén, la Navidad será una sorpresa para nosotros, no algo que ya hayamos visto. Estar en silencio ante el Belén: esta es la invitación para Navidad. Tómate algo de tiempo, ponte delante del Belén y permanece en silencio. Y sentirás, verás la sorpresa.

Desgraciadamente, sin embargo, nos podemos equivocar de fiesta, y prefiere las cosas usuales de la tierra a las novedades del Cielo. Si la Navidad es solo una buena fiesta tradicional, donde nosotros y no Él estamos en el centro, será una oportunidad perdida. Por favor, ¡no mundanicemos la Navidad! No dejemos de lado al Festejado, como entonces, cuando “vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). Desde el primer Evangelio de Adviento, el Señor nos ha puesto en guardia, pidiéndonos que no nos cargásemos con “libertinajes” y “preocupaciones de la vida” (Lc 21,34). Durante estos días se corre, tal vez como nunca durante el año. Pero así se hace lo contrario de lo que Jesús quiere. Culpamos a las muchas cosas que llenan los días, al mundo que va rápido. Y, sin embargo, Jesús no culpó al mundo, nos pidió que no nos dejásemos arrastrar, que velásemos en todo momento rezando (cfr. v. 36).

He aquí, será Navidad si, como José, daremos espacio al silencio; si, como María, diremos “aquí estoy ” a Dios; si, como Jesús, estaremos cerca de los que están solos, si, como los pastores, dejaremos nuestros recintos para estar con Jesús. Será Navidad, si encontramos la luz en la pobre gruta de Belén. No será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, si nos llenamos de regalos, comidas y cenas, pero no ayudamos al menos a un pobre, que se parece a Dios, porque en Navidad Dios vino pobre.

Queridos hermanos y hermanas, ¡os deseo una Feliz Navidad, una Navidad rica en las sorpresas de Jesús! Pueden parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios. Si los hacemos nuestros, nos daremos a nosotros mismos una sorpresa maravillosa. Cada uno de nosotros tiene escondida en el corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en esta Navidad.

FRANCISCO (catequesis del 19 de diciembre de 2018)

© Librería Editorial Vaticano

UN DIOS AMIGO

"A ustedes les llamo amigos, porque todo lo que oí de mi padre se los he comunicado". Estas palabras de Jesús, a menudo olvidadas, encierran la clave más iluminadora para entender y vivir la relación con el Dios revelado en Jesucristo. Podemos decir que la amistad con Cristo es, de alguna manera, el núcleo de la vida cristiana y la fuente de toda espiritualidad de seguimiento de Cristo
 Toda la actuación de Jesús está marcada por el signo de la amistad. Todo viene inspirado, guiado y unificado por su actitud amistosa hacia las gentes. Este es el dato fundamental del que ha de partir nuestra reflexión.
La amistad es una forma de amor que se caracteriza, sobre todo, por la atención afectuosa al amigo, la búsqueda de comunión y la entrega personal a promover el bien de la persona amada. No es difícil encontrar en Jesús los rasgos propios de ese amor de amistad. Su presencia entre la gente, su acogida a todos, están dirigidos por su amor y su entrega amistosa. No es el interés lo que mueve su vida. No actúa por miedo, desconfianza o resentimiento. Su relación con las personas no está oscurecida por la sed de dominio o la manipulación. El actuar de Jesús es amor".

José Antonio Pagola.
Dios amigo. 

domingo, 16 de diciembre de 2018

TAMBIÉN TÚ PUEDES SER LUZ

"No sólo la vida en general, sino que nosotros mismos contribuimos a la oscuridad del mundo, así como sombras oscuras en un paisaje negro. Despertamos en nosotros escasísima confidencia. Pero ahora este hombre de Nazaret nos viene y nos invita a reflejar la imagen de Dios, y nos demuestra cómo. Él dice: tú también puedes ser luz, así como Dios es luz. Porque lo que está alrededor tuyo no es el infierno, sino un mundo esperando llenarse con fe y esperanza. Este mundo es tu hogar, tanto y seguramente como el Dios quien lo creó e hizo, es el Amor. Tal vez tú no lo crees, pero tú puedes amar este mundo. Es un lugar de Dios. Tiene un propósito. Su belleza no es engaño. En él, tú puedes llevar una vida con sentido".

Jörg Zink

viernes, 14 de diciembre de 2018

LLAMA DE AMOR VIVA


¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!,
pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!,
matando muerte en vida la has trocado.

¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores,
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores,
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso,
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

San Juan de la Cruz

jueves, 13 de diciembre de 2018

LAS CONDICIONES DEL PÁJARO SOLITARIO, según Manuel.

Cada quien tiene sus pasajes favoritos cuando se adentra en los escritos de uno u otro maestro espiritual, y en el caso de San Juan de la Cruz ,también yo tengo los míos; entre ellos está lo que conocemos como: "Las condiciones del pájaro solitario", que aparece como parte de los DICHOS DE LUZ Y AMOR, el número 120. El santo presenta primero las cinco condiciones, y luego las interpreta, las explica, como condiciones del alma contemplativa. Las cito a continuación, con la explicación que le da San Juan de la Cruz:

1. Que se va a lo más alto: Que se ha de subir sobre las cosas transitorias, no haciendo más caso de ellas que si no fuesen.
2. Que no sufre compañía: Ha de ser tan amiga de la soledad y silencio, que no sufra compañía de otra criatura.
3. Que pone el pico en el aire: Ha de poner el pico al aire del Espíritu Santo, correspondiendo a sus inspiraciones, para que, haciéndolo así, se haga más digna de su compañía.
4. Que no tiene un determinado color: No teniendo determinación en ninguna cosa, sino en lo que es voluntad de Dios.
5. Que canta suavemente: En la contemplación y el amor de su Esposo.  

 Este es un texto que, como me pasa con otros, incluso bíblicos, me motivan porque no consigo captar (o compartir) del todo su verdad; me hacen pensar, me inquietan o hasta me irritan. Y los rumio una y otra vez a lo largo del tiempo. En el caso de este, me lo quiero apropiar, pero me parece que puede acabar resultando un poco, sino muy,  desencarnado, como otros pasajes del santo con los que no puedo reconciliarme del todo. 

Esta vez consigo encontrarle un sentido más abierto, más cercano a la mayoría de los cristianos, y sin desautorizar a Juan de la Cruz, les propongo mi interpretación personal a esas cinco condiciones:

1. Que se va a lo más alto: que busca a Dios, y lo pone en el centro de su vida.
2. Que no sufre compañía: que se aparta de todo lo que la aleja de Dios, pero no de quienes como ella ponen a Dios en el centro o buscan sinceramente la verdad.
3. Que pone el pico en el aire: que está abierta a la escucha de la Palabra, que le sirve de alimento, y a la voz de Dios en el Mundo. 
4. Que no tiene determinado color: que es muy libre, con la libertad que da Cristo, y el ser hijo de Dios.
5. Que canta suavemente: que ama, que es compasivo, que trabaja por la justicia; que su vida es un canto nuevo de alegría y alabanza. 

 Pienso que a los maestros espirituales se les escucha atentamente, pero también se les discute, y si aprendemos de ellos no creo que les preocupe el hecho de que acabemos sacando también nuestras propias ideas y conclusiones. San Juan de la Cruz es hijo de su tiempo, de una visión teológica y espiritual concretas, y eso, a pesar de su genialidad, le condiciona. Por eso, aprovechando su fiesta en este 2018 he querido también contradecirle en algo, si es que se entiende así, como parte de mi homenaje y celebración de su memoria. Tal vez el pájaro contemplativo, no por ser solitario, ha de dejar de ser solidario, y creo que nuestro santo lo fue, sensible siempre a las necesidades de sus hermanos/as.
Qué Él ruegue siempre por nosotros. 

lunes, 10 de diciembre de 2018

CRISTO ENTRE NOSOTROS

"No vale decir que han pasado ya dos mil años para acoger a Cristo. Tampoco para aquellos que vivan el fin del mundo será demasiado tarde. Cristo siempre está con nosotros, pidiendo alojamiento en nuestros corazones…Si todos fueran santos y guapos, sería fácil ver a Cristo en ellos…Pero eso no fue el plan de Dios para María, ni tampoco el de Cristo para sí mismo. Ahora él se oculta bajo todo tipo de humanidad que pisa la tierra…A un verdadero cristiano, estimularlo para su deber no es necesario—siempre tendrá el impulso con alguien para desempeñar tal o cual buena obra. No es un deber ayudar a Cristo; es un privilegio…Si así fue como acogieron a Cristo, ciertamente todavía hay que hacerlo así. No por el bien de la humanidad. No porque Cristo pudiese quedarse con nosotros, visitarnos u ocupar nuestro tiempo. No porque esas personas nos recuerdan a Cristo; sino porque son Cristo, pidiéndonos un lugar como él hizo la primera navidad". 

Dorothy Day


"¿Cuántos de nosotros, en nuestra manera jovial, hemos pasado delante del pesebre montados en el gran caballo de opiniones y convicciones propias, dejando atrás al Niño, sin darnos cuenta de su presencia? ¿Cuántos hemos defendido nuestras creencias, hasta desafiantemente, sin estar conscientes de que estábamos pasando un milagro – el milagro de vida y amor?... Se deciden muchas cosas delante del pesebre; mucho más de lo que nos podríamos imaginar... Para nosotros como individuos, es sumamente importante sentir que en este pesebre hay un amor y una salvación para nosotros mismos, para todos los humanos, y para el mundo entero".

Alfred Delp

jueves, 6 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 #5

Cada Adviento nos recuerda que siempre es Adviento. Que Dios sale siempre a nuestro encuentro en Cristo, y que nuestra tarea, usando las palabras del Bautista, es PREPARARLE UN CAMINO. ¿Cómo? 

1. Alimentando la conciencia de nuestra identidad: hijos amados de Dios. 

2. Manteniendo viva la certeza de una Presencia, sanadora y liberadora, en nosotros. ¿De qué modo? 

3. Lectura cotidiana de los Evangelios, diálogo con Jesús Maestro; aprovechamiento de los sacramentos, en especial la participación dominical en la Eucaristía, porque… 

4. El vínculo mayor con Dios lo tenemos cuando nos reunimos en su nombre, como pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo. 

5. Es todo lo anterior lo que nos permite vivir testimoniando a Dios con una vida buena, justa, rechazando todo lo que Dios rechaza (lo que no es amor). Lo primero es SER y como consecuencia, como fruto, está el HACER. Si descuidamos lo primero, entonces se hace más difícil e inalcanzable lo segundo. 

¿Cómo debe vivir un cristiano? HACIENDO EL BIEN.

CONCLUSIÓN

Cada tiempo fuerte de nuestro año litúrgico es siempre una nueva oportunidad para penetrar cada vez con mayor profundidad en el misterio de Cristo, para asumir como propio su proyecto de amor, de libertad y de justicia y para reforzar nuestro compromiso cristiano” (Diario Bíblico, introducción al Adviento). 


Jesús no vino a colgar pequeñas velas en nuestras encrucijadas, sino a encender toda la existencia humana para que todos brillemos desde dentro con luz propia. Cada uno lleva dentro el combustible inextinguible de la luz que llega hasta nosotros desde el misterio mismo que sustenta constantemente nuestra existencia.” 

“La luz venida de Dios es pequeña, vulnerable, y brilla sin deslumbrar a nadie… No se impone; simplemente es una propuesta dirigida al corazón del hombre, a la libertad de todos, claramente comprensible para los más sencillos." 

(Benjamín González Buelta) 


Y así ya quedamos dispuestos para salir andando hacia la NAVIDAD, hacia “la fiesta esperanzadora de nuestra redención”, y pedimos en las oraciones de cada día, a partir de ahora, alegrarnos, aceptar a Cristo como juez de nuestra vida, gozar del esplendor de su gloria, y todo eso desde la experiencia concreta de la “encarnación” en nuestra propia vida, la de nuestra comunidad, familia y nación. No es una celebración alienante, que nos saca de lo real, sino que nos sumerge más profundamente en ello, con una sabiduría, una libertad y un gozo, que nos permiten experimentar y comunicarla salvación.\

P.Manuel Valls, ocd

lunes, 3 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO 2018 # 4

Ahora prestemos atención a las oraciones con las que comenzamos la Eucaristía dominical los cuatro domingos de Adviento, la llamada ORACIÓN COLECTA, que recoge el sentir de la comunidad cristiana en la celebración que comienza. Vamos a ver lo que pedimos como Iglesia cada semana, en la misma medida en que vamos encendiendo los cuatro cirios de la CORONA DE ADVIENTO, y anhelando vivir una vez más espiritualmente el nacimiento de Cristo en nuestra vida.

Primer domingo: “Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno”. Avivar la llama, que puede haberse medio apagado (encendemos el primer cirio, y con él, los carbones medio apagados de nuestra vida de fe, que a menudo pierde vigor, ánimo, fuerza); levantarnos del acomodamiento y la rutina, para volver al camino y salir al encuentro del que viene. Todo lo que se ha ido muriendo en nosotros necesita renacer de nuevo. Estaría bien preguntarnos por las obras de la fe, de nuestro compromiso, como bautizados, en la comunidad, en la familia, en la sociedad. La promesa de Dios siempre está actuando en nuestra vida, aunque nosotros no lo percibamos muchas veces, y aunque podemos ganarnos el cielo con obras (es un regalo de Dios, eso debe quedar claro),las obras de la fe apresuran la llegada al mundo del salvador. Y al final habla de “sentados a su derecha”: una imagen de la salvación, de pertenecer a Cristo, de estar a su lado, con Dios. EN RESUMEN: Avivar la llama de la fe, preparar los caminos del que viene, obrar con justicia y santidad, y certeza interior de ser salvos por amor.

Segundo domingo: “Señor todopoderoso. Rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar plenamente de su vida”. Empieza la oración, empatando con lo anterior: Dios, rico en misericordia, por eso caminamos con una certeza interior, nos sabemos amados por el amor. Ya nos hemos puesto en camino, animados por la comunidad eclesial, por la liturgia de este tiempo, pero debemos estar alertas para no perder ese espíritu, en medio de los afanes del mundo (que siempre ofrece más y más, y nunca sacia; en medio de esa navidad de lentejuelas que nos impone el consumismo, y por la que somos arrastrados sin darnos cuenta). Necesitamos de la sabiduría de Dios, que está contenida en su Palabra, a la que podemos acudir cotidianamente, para encontrar a Cristo vivo, naciendo y renaciendo siempre en nuestra vida. Anhelo de plenitud que solo se encuentra en Dios, frente a esa oferta siempre incompleta de nuestro mundo. EN RESUMEN: Dios rico en misericordia; caminar sin descanso para encontrar a Cristo, y ver contrapuestos la oferta del mundo y la plenitud que viene de Dios (no se excluyen totalmente, pero invitan a discernir y tomar elecciones).

Tercer domingo: “Estás viendo, Señor, cómo tu pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu hijo; concédenos llegar a la Navidad, fiesta de gozo y salvación, y poder celebrarla con alegría desbordante”. Aquí ya se entra en la segunda parte del Adviento, porque hay una espera viva, activa, espera en FE (confianza); ahora pedimos a Dios llegar y alcanzar lo que esperamos: la vida plena en Dios, mirando a lo definitivo, y el gozo de poder celebrar una vez más el nacimiento en la carne del hijo de Dios. Pedimos recibir el gozo, la ALEGRÍA que viene de Dios y nadie puede arrebatarnos. Cuando Dios nace en nuestra vida, nace con Él la alegría interior, que se desborda luego en obras alegres, que contagian al prójimo. Con el llega la prometida SALVACIÓN (la vida nueva).

Cuarto domingo: “Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección”. Y a las puertas de la fiesta del nacimiento de Cristo, pedimos la gracia para que el ángel también anuncie para nosotros el alumbramiento de Cristo en el mundo en el que vivimos. Sabemos que el niño que va a nacer ha de hacer luego un camino largo, signado por la cruz, la entrega, el sacrificio, antes de resucitar y sentarse a la derecha del Padre. Ese es también el camino el nuestra fe, nuestro camino vital: nacer, crecer, sufrir, padecer (amar, según Teresa), morir, resucitar. La alegría de este nacimiento no es una alegría vana, superficial, vacía (en la liturgia aparece ligada al sacrificio de los inocentes, al martirio de Esteban), sino una alegría profunda, que abraza la vida en Cristo, que se ofrece para hacer el camino del seguimiento, de la progresiva identidad con Él. EN RESUMEN: Vamos a renacer con Cristo, para vivir en Cristo, morir para Cristo, y resucitar con Cristo.

Cuatro palabras que resumen este itinerario espiritual, estos cuatro domingos: FE/ESPERANZA/ALEGRÍA/AMOR (Estos pueden ser los propósitos para los cuatro cirios de tu Corona de Adviento).

Con las ANTÍFONA DEL SALMO con que rezamos estos cuatro domingos de Adviento, hemos compuesto esta o

A ti levanto mi alma, porque Tú, Señor, has estado grande con nosotros; estamos alegres, porque vives en medio de su pueblo.Restáuranos, una vez más en este Adviento: que brille tu rostro y nos nazca Jesús, que es nuestra salvación. Amén.
(Continúa...)

sábado, 1 de diciembre de 2018

RETIRO ADVIENTO # 3

Como pueden darse cuenta, no hablamos simplemente de preparar “esta navidad”, eso es sólo el motivo exterior, cultual, sino de estar siempre preparados al nacimiento de lo nuevo en nuestra vida, de celebrar siempre lo nuevo que acontece si estamos despiertos.

Se me ocurren unas claves generales para asumir y vivir este camino hacia el nuevo nacimiento de Jesús:

La primera clave será pues, esta: solemos andar por la vida a medio gas, dormidos, aletargados, conformados, temerosos de perder lo que tenemos, las seguridades a las que nos aferramos. Tenemos que despertar, estar alertas, vigilantes, para poder descubrir la Verdad de la Vida que nos ofrece Dios. Nadie sabe por quién ni de dónde vendrá el despertar, pero sabemos que “se acerca la liberación, y tenemos que estar despiertos, de pie ante Jesús”.

La segunda clave es una invitación al encuentro con el otro o la otra, nuestros semejantes, pues es a través de ellos que Dios suele hablar, ellos son los mensajeros, ellos son los ángeles. A menudo es un encuentro o una palabra dicha la que disipa la bruma y nos abre a lo nuevo, a la vida. Estar atentos a esas voces que claman en el desierto, para poder ver en nuestra historia cotidiana como Dios obra y salva.

La tercera clave es el desafío de encontrar lo nuevo en medio de lo cotidiano, incluso de la rutina; siempre está ahí, pero no podemos verlo porque estamos dormidos. De ahí que en sucesión de acontecimientos, despertar suponga encuentro y revelación, y además compromiso. Preguntarnos: ¿Qué hacer para preparar los caminos de Dios en nuestro entorno?

Y la cuarta clave es la confianza, la certeza, de que todo es posible. Y tenemos que abrazar no sólo cada año, cada mes, sino cada día, cada minuto, como un verdadero regalo de Dios, preñado de posibilidades. Si crees, no serás defraudado, sino que serás dichoso, bienaventurado.

Vamos entonces a prestar atención a la PALABRA, a lo que nos sugieren los textos bíblicos y las oraciones de estos cuatro domingos de adviento (ciclo C); estas ideas valen como un itinerario espiritual para estas cuatro últimas semanas del año 2018, y como pórtico también, para el tiempo que con ellas inauguramos (2019). Es una mirada rápida, con la sugerencia de que luego cada uno la haga de un modo más detenido, desde su propia mirada, experiencia y necesidad espiritual.

En las PRIMERAS LECTURAS de los cuatro domingos se habla de PROMESA. Ante el desengaño que sufre el pueblo con los gobernantes, este pone su esperanza en uno que Dios va a suscitar (Dios cumple siempre sus promesas, a pesar del mal actuar de los que dicen obrar en su nombre). “Llegan días… suscitaré un vástago… traerá justicia y derecho”. La aflicción del pueblo de Dios se convertirá en alegría: “vestirse de gala”, “recibir un nombre nuevo”, “ponerse de pie”. Se cancela toda la deuda del pueblo con Dios, Él mismo será Rey, te traerá salvación, te ama y se alegra por ti. Finalmente, de lo pequeño saldrá lo grande de Dios, por ahí vendrá el cumplimiento de la promesa, de lo inesperado, de lo que parece no contar (Belén). Dios viene, Dios cumple, Dios sorprende.
(Jeremías 33, 14/16; Baruc 5, 1/9; Sofonías 3, 14/18ª; Miqueas 5, 1/4ª).

En las SEGUNDAS LECTURAS de los cuatro domingos se nos invita a VIVIR DE UN MODO NUEVO, acorde con la fe que profesamos, porque con esa conducta apresuramos el Reino y la venida de Cristo. Se nos invita a vivir con la certeza de que Cristo, que es el iniciador de esta obra, Él mismo va a llevarla a término, y por eso debemos vivir en el AMOR, en el servicio y apoyo mutuos. Testimoniando la ALEGRÍA del Evangelio, pues así mostramos que vivimos en Dios. Hemos sido santificados por Cristo, vivamos por tanto de un modo nuevo.
(1 Tesalonicenses 3,12/4,2; Filipenses 1, 4/6.8/11; Filipenses 4, 4/7; Hebreos 10, 5/10).


En cuanto al EVANGELIO, los cuatro domingos seguimos a LUCAS. En el primero, Jesús habla de la esperanza cristiana que está por encima de todas las tragedias humanas (Estén siempre alertas, despiertos, pidiendo fuerza para mantenerse fieles, hasta que Él venga). En el segundo y el tercer domingos, es Juan Bautista el que habla: desde el desierto anuncia la venida del Mesías y un tiempo nuevo, tiempo de Dios (Preparen el camino del Señor, todos verán la salvación de Dios), invitación a una vida que prepare espacio para Dios. Y el cuarto domingo, por supuesto es de MARÍA: relato de la visitación a Isabel; reconocimiento de la novedad de Dios presente en ella, en su embarazo. Proclama dichosos a los que creen, y por tanto podrán acoger en sus vidas la novedad de Dios. La fe da frutos, permite que aparezca lo nuevo; lo verán los que esperan. 
(Lucas 21, 25/28.34/36; Lucas 3, 1/6; Lucas 3, 10/18; Lucas 1, 39/45).

(Continúa)...