Una disciplina espiritual es un compromiso libre y constante con pr谩cticas que alimentan nuestra relaci贸n con Dios, nos transforman interiormente y nos vinculan con la comunidad. No se trata de cumplir normas externas, sino de cultivar el coraz贸n, abrirnos a la gracia y dejar que el Evangelio eche ra铆ces en nuestra vida cotidiana.
Del alivio puntual al cultivo sostenido del coraz贸n
Muchas personas se acercan a la confesi贸n buscando alivio, como quien toma una medicina para el dolor. Y eso est谩 bien: Dios acoge, sana, perdona. Pero si no hay un compromiso posterior, la fe se vuelve fr谩gil, como una planta sin ra铆z ni riego.
La vida cristiana no se sostiene solo con momentos de consuelo. Necesita cultivo: oraci贸n, escucha, comunidad, servicio. Eso es lo que llamamos disciplina espiritual: una decisi贸n libre y constante de abrir espacio a Dios en nuestra vida cotidiana.
No se trata de cumplir normas, sino de cuidar el alma. De dejar que el Evangelio eche ra铆ces, que la Eucarist铆a nos transforme, que la oraci贸n nos conecte con lo esencial. Es pasar del “hacer por obligaci贸n” al “ser por comuni贸n”.
-Porque la fe no se sostiene sola. Sin alimento, sin oraci贸n, sin comunidad, la fe se debilita y se vuelve solo recuerdo o costumbre.
-Porque Dios no quiere solo perdonarnos, sino transformarnos. El perd贸n es puerta, pero la vida cristiana es camino.
-Porque el seguimiento de Jes煤s requiere entrenamiento interior. As铆 como el cuerpo necesita ejercicio, el alma necesita pr谩ctica: escucha, silencio, lectura, servicio.
-Porque la comunidad cristiana no es solo refugio, sino escuela de amor. Nos ayudamos mutuamente a crecer, corregirnos con ternura, sostenernos en la lucha.
Aqu铆 propongo una gu铆a sencilla, adaptable a cada persona:
1. Elegir un momento diario para Dios
Un tiempo breve pero fiel: 10 minutos de oraci贸n, lectura del Evangelio, silencio.
No importa la cantidad, sino la constancia.
2. Participar activamente en la Eucarist铆a
No solo asistir, sino preparar el coraz贸n, escuchar, ofrecer, comulgar con sentido.
Ver la misa como fuente y cumbre, no como obligaci贸n.
3. Leer el Evangelio con hambre de Dios
Un vers铆culo al d铆a, una palabra que ilumine.
Dejar que el Evangelio nos lea a nosotros.
4. Buscar acompa帽amiento espiritual
Alguien con quien hablar de la fe, compartir luchas, discernir.
Puede ser un gu铆a, un amigo maduro en la fe, un grupo.
5. Servir en comunidad
No basta con “portarse bien”: el amor se concreta en gestos.
Buscar una forma de ayudar, colaborar, estar disponible.
馃Л Frase s铆ntesis para compartir
La disciplina espiritual no es castigo ni exigencia, sino el arte de cuidar el alma, de abrir espacio a Dios cada d铆a, y de caminar juntos como disc铆pulos que se dejan transformar.
(Fray Manuel de Jes煤s, ocd))


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