viernes, 27 de abril de 2012

AMOR

Podría decirse que te he amado de muchas maneras: con el amor de la curiosidad, primero, con la duda, con el amor del respeto, luego. Te he amado con amor puro de amante, después con el amor completo, con la pena de la ausencia con la imaginación, con la tristeza. Cada nuevo día te amo de una manera: hoy te amo con la esperanza de una vida eterna. Y llegaré a amarte con las arrugas de un corazón viejo, te amaré, algún día, sin el espacio y el tiempo. (SAN)

MIEDO Y PEREZA

“Creo que la masa, las colectividades, las sociedades, sean de la naturaleza que sean (políticas, profesionales, religiosas, deportivas…) son muy fáciles de manipular, de dirigir. Y creo que se debe, sobre todo, a dos factores: el miedo y la pereza. Miedo al cambio, a perder seguridades, aunque esas seguridades supongan estar atados a una cadena. Hay gente que, por sentirse protegida, aguanta hasta un encierro entre cuatro paredes. He comprobado que hay mucha gente que tiene miedo a ejercer la libertad, están más cómodos obedeciendo que decidiendo por sí mismos. Huyen de la responsabilidad. Y otra gente se somete, o se deja dirigir, por ahorrarse el esfuerzo de pensar. La crítica, el disentimiento, implica siempre un trabajo intelectual. Y hay muchas personas que no están dispuestas a realizar ese tipo de ejercicio. Esas son las dos grandes bazas con las que juegan los que, en cualquier ámbito, imponen sus leyes y sus verdades. Habría que añadir, como fin de capítulo, todos los que se suman “a las filas” establecidas porque “siempre ha sido así”, o “porque Dios lo manda”. Lo gracioso, o lo penoso (según se mire), es que no vean que el “siempre” lo instauró alguien y sólo es preciso otro alguien (o ellos mismos) para cambiarlo. Y, sobre todo, resulta sorprendente que lo que se oye como lo que “Dios manda”, casi nunca lo manda Dios, sino algunos hombres que han querido y siguen queriendo ser su voz”. (E.L.)

DEJADME...

"Esta tarde, permitidme estar triste. ¿Acaso no puedo (como otros hombres) estar cansado de mí? ¿Acaso no me es lícito sentirme vacío o caer en el abismo o fracturar mis huesos en la trampa que yo mismo me he tendido? Oh, amigo mío, yo también he de pecar y peco. Yo también debo herir a mis semejantes y, puesto que no soy ninguna excepción, ser odiado por ellos. No me prohibáis, por tanto, probar vuestro mismo veneno amargo (el amor más que cualquier otra cosa) tan fácilmente se transmuta. No me neguéis (una vez más) sentirme colérico, resentido, desilusionado, anhelar morirme. Mientras la vida y la muerte se debaten dentro de mí, dejadme tranquilo: puedo ser feliz, incluso más que otros hombres, en esta agonía. Tan sólo rogad (quienquiera que seáis) por mi alma. Recordadle a Dios mi nombre, Porque, en mi amargura, Apenas converso con Él; y Él, mientras está ocupado en destruirme no quiere escucharme." The Collected Poems: Thomas Merton

HIMNO A LA MATERIA

Bendita seas tú, áspera Materia, gleba estéril, dura roca, tú que no cedes más que a la violencia y nos obligas a trabajar si queremos comer. Bendita seas, peligrosa Materia, mar violenta, indomable pasión, tú que nos devoras si no te encadenamos. Benditas seas, poderosa Materia, evolución irresistible, realidad siempre naciente, tú que haces estallar en cada momento nuestros esquemas y nos obligas a buscar cada vez más lejos la verdad. Bendita seas, universal Materia, duración sin límites, éter sin orillas, triple abismo de las estrellas, de los átomos y de las generaciones, tú que desbordas y disuelves nuestras estrechas medidas y nos revelas las dimensiones de Dios. Bendita seas, Materia mortal, tú que, disociándote un día en nosotros, nos introducirás, por fuerza, en el corazón mismo de lo que es. Sin ti, Materia, sin tus ataques, sin tus arranques, viviríamos inertes, estancados, pueriles, ignorantes de nosotros mismo y de Dios. Tú que castigas y que curas, tú que resistes y que cedes, tú que trastruecas y que construyes, tú que encadenas y que liberas, savia de nuestras almas, mano de Dios, carne de Cristo, Materia, yo te bendigo. Yo te bendigo, Materia, y te saludo, no como te describen, reducida o desfigurada, los pontífices de la ciencia y los predicadores de la virtud, un amasijo, dicen de fuerzas brutales o de bajos apetitos, sino como te me apareces hoy, en tu totalidad y tu verdad. Te saludo, inagotable capacidad de ser y de transformación en donde germina y crece la sustancia elegida. Te saludo, potencia universal de acercamiento y de unión mediante la cual se entrelaza la muchedumbre de las mónadas y en la que todas convergen en el camino del Espíritu. Te saludo, fuente armoniosa de las almas, cristal límpido de donde ha surgido la nueva Jerusalén. Te saludo, medio divino, cargado de poder creador, océano agitado por el Espíritu, arcilla amasada y animada por el Verbo encarnado. Tú, Materia, reinas en las serenas alturas en las que los santos se imaginan haberte dejado a un lado; carne tan transparente y tan móvil que ya no te distinguimos de un espíritu. ¡Arrebátanos, oh, Materia, allá arriba, mediante el esfuerzo, la separación y la muerte; arrebátame allí en donde al fin sea posible abrazar castamente al Universo. (Fuente: Himno del Universo, de Pierre Teilhard de Chardin)

jueves, 12 de abril de 2012

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!


“El mundo en poco tiempo ha tomado rumbos imprevisibles. Unos, motivados por los desastres naturales, y otros, por los desastres que provocan la injusticia y la violencia inhumana. Y en todos quedan muchas víctimas, personas que padecen sufrimientos muy fuertes, y algunas quedarán marcadas para siempre. Es triste y mueve a la compasión, a la solidaridad de sentimiento. Pero lo más triste es el daño y las consecuencias que pueden llegar a causar la deshumanización y todas sus manifestaciones sobre las personas, los pueblos, las culturas.
Todas estas situaciones trágicas causadas por desastres naturales, epidemias, guerras…dan que reflexionar también sobre el siempre opinable papel de Dios en todo ello. Yo tengo la convicción, cada día más fuerte, de que poner a Dios como causa “gratificadora”  y  causa “permisora” de desgracias, es limitarlo a ser un dios entre dioses, convertirlo en un monigote. La infinitud de la grandeza de Dios es la creación y la vida. Todo lo demás, todo el resto es, y todos somos, actuación y evolución en libertad, gozo y sufrimiento en libertad. En esa renuncia de Dios a su poder, es en dónde se manifiesta precisamente como Dios”.

(E.L.)

SABIDURÍA


“Al principio del Mundo, Olofin llamó a Odduá y le pidió que hiciera
la vida. Odduá llamó a Obbatalá y le dijo: “Ya está hecho el Mundo.
Está hecho lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo chiquito y lo
grande; ahora hay que hacer el Hombre y la Mujer”. Obbatalá hizo el
Hombre y la Mujer, pero se olvidó hacer la muerte. Pasaban los años, y
los hombres y las mujeres cada vez se ponían más viejos, pero no se
morían. Eran tan viejos que tenían que reunirse como hormigas para
cargar entre todos una ramita de árbol, y se necesitaban más de
ochenta brazos para cortar una calabaza. La tierra se llenó de viejos
que tenían miles de años y que seguían mandando de acuerdo con sus
viejas leyes; los jóvenes tenían que obedecerlos y cargar con ellos,
porque siempre habían sido así las cosas. Pero cada día, la carga se
hacía más pesada. Tanto clamaron los más jóvenes que un día sus
clamores llegaron a oídos de Olofin, y Olofin vio que el Mundo no era
tan bueno como él lo había planeado. Y vio que el dolor se había
adueñado de la tierra, y que todo se iba cayendo bajo el peso de tanto
tiempo, y sintió que él también estaba viejo y cansado para volver a
empezar lo que tan mal le había salido. Entonces Olofin le dijo a
Odduá que llamara a Ikú para que se encargara del asunto. Y vio Ikú
que había que acabar con el tiempo en que la gente no se moría. Hizo
Ikú entonces que lloviera y lloviera sobre la tierra durante treinta
días y treinta noches sin parar, y todo fue quedando bajo el agua.
Sólo los niños y los más jóvenes pudieron treparse en los árboles
gigantes y subir a las montañas más altas. Y la tierra entera se
convirtió en un gran río sin orillas. Hasta que en la mañana del día
treinta y uno para de llover. Los jóvenes vieron entonces que la
tierra estaba más limpia y más bella, y corrieron a darle gracias a
Ikú, porque había acabado con la inmortalidad”.

(Citado por Paul A.
Schroeder en Tomás Gutiérrez Alea. The Dialectics of a Filmaker.
Routledge, 2002, p 151)

AMOR DE RESURRECCIÓN


ESTO ES AMOR....

“Vuelo en alas del amor por toda la casa. Tengo la impresión de andar dos pasos por el suelo y cuatro por el aire. Esto es amor: Y es consuelo. No me preocupo si es consuelo. No estoy apegado a las consolaciones. Amo a Dios. El amor me lleva por todas partes. No quiero hacer nada más que amar. Y cuando suena la campana tengo que dominarme apretando los dientes, porque este amor, amor secreto, amor escondido y amor oscuro, bulle dentro de mí y fuera de mí, donde no me cuido de hablar sobre él. En todo caso carezco de tiempo y de fuerzas para tratar tales materias. Sólo me queda tiempo para la eternidad, es decir, para el amor, el amor, el amor.
El amor me empuja por todo el monasterio, me hace moverme de un lado a otro, el amor es lo único que me permite seguir adelante. El amor, cuando comienza, lleva un paso tan rápido que hay que sujetarse bien para no caer. Cualquier ritmo de celeridad es demasiado lento para el amor; en tanto que ninguna velocidad es excesiva para uno cuando se deja arrastrar por el amor. Tras ello sólo queda bogar de continuo sobre su corriente.
Esto me abrasa. Estoy completamente agostado por el deseo, y sólo acierto a pensar en una cosa: permanecer en el fuego que me quema”.


Thomas Merton