lunes, 30 de enero de 2012

NOTAS AL VUELO...


Revisar cosas guardadas tiene un peculiar encanto. Desempolvar papeles, cartas, hojas con apuntes, teléfonos, o más reciente, direcciones de correo electrónico, trae a la memoria múltiples recuerdos. Suele decirse que “recordar es volver a vivir”, aunque no todo merece ser recordado, e incluso, pienso, no es recomendable despertar ciertos recuerdos; pero en fin, hablaba de revisar papeles guardados, y eso, ahora mismo, me hizo volver a disfrutar de un montón de cosas.
 Era mi costumbre llevar siempre conmigo unas buenas tijeras para recortar lo que de interés hallaba en periódicos y revistas en mis viajes por el mundo (que no han sido tantos, pero sí suficientes para descubrir un montón de cosas nuevas). Por eso tengo recortes de periódicos por todas partes: noticias, artículos, fotos, anuncios. Tenerlos a mano, releerlos, es disfrutarlos de nuevo, y traer a la memoria otro momento de la vida. No soy un nostálgico empedernido, para nada, pero, como se dice, “que me quiten lo bailado”, y claro que me gustaría repetir la fiesta.
 Entre mis “fiestas” favoritas, lo digo siempre, están los momentos en que puedo disfrutar de un montón de periódicos y revistas, casi como un banquete de informaciones de toda índole. Tengo amistades a quienes les parece suficiente la prensa nacional, la de isla; a mí, para nada, aunque suelo leerla siempre que puedo y me resulte de interés, que no es muy a menudo. En cuatro o cinco páginas no hay mucho, y si dedicas la mitad de ellas a temas tales como la producción de semillas en un pueblo de provincia, pues qué te diré.
 Eso sí, disfruto, por ejemplo, de las revistas literarias, como “La Gaceta de Cuba”, o algunas revistas eclesiales, “Espacio Laical”, a veces “Palabra Nueva”, y alguna publicación sobe cine y televisión.

BUSCANDO A DIOS 3


Kart Rahner (1904-1984), que dominó el pensamiento católico a mediados del siglo XX, insistía en que la teología no era un conjunto de dogmas, trasmitido mecánicamente como si fuera una verdad evidente por sí misma. Estas enseñanzas deben estar arraigadas en las condiciones reales en las que viven hombres y mujeres, reflejando la manera en que conocen, perciben y experimentan la realidad. La gente no llegará a conocer lo que Dios es resolviendo adivinanzas doctrinales, demostrando la existencia de Dios o emprendiendo una abstrusa búsqueda metafísica, sino haciéndose consciente del mecanismo de la propia naturaleza.  Rahner abogaba por una versión de lo que el Buda había llamado “conciencia”. Cuando nos esforzamos por entender el mundo, vamos constantemente más allá de nosotros mismos en nuestra búsqueda de comprensión. Así, cada acto de conocimiento y cada acto de amor es una experiencia trascendente, porque nos compele a ir más allá del prisma de la individualidad.  Constantemente, en nuestra experiencia cotidiana, tropezamos con algo que nos lleva más allá de nosotros mismos, por eso la trascendencia está incorporada a la condición humana.
 Rahner subrayaba la importancia del misterio, que es simplemente un aspecto de la humanidad. Lo trascendente no es un complemento, algo separado de la existencia normal, pues significa “ir más allá”. Cuando conocemos, escogemos y amamos a otros seres de este mundo, tenemos que salir de nosotros mismos; cuando tratamos de ir más allá de todos los seres particulares, nos movemos hacia lo que está más allá de las palabras, los conceptos y las categorías. Ese misterio, que desafía toda descripción, es Dios. Las doctrinas religiosas no están destinadas a explicar o definir el misterio; son simplemente simbólicas. Una doctrina articula nuestro sentido de lo inefable y nos hace conscientes de ello. Una afirmación dogmática, por lo tanto, es “meramente el medio de expresar un ser remitiéndose más allá de sí mismo y de cualquier cosa imaginable”.

 (Tomado de: “En defensa de Dios”, de Karen  Armstrong, Paidós, 2009)

NOTAS AL VUELO...


En una librería de segunda mano compré hace unos días la “Antología de la agenda latinoamericana mundial”, que celebra los 20 años de esta publicación, con una selección de artículos aparecidos entre 1992 y 2011. Estoy repasando los artículos seleccionados, y encuentro nombres importantes, como Pedro Casaldáliga, José María Vigil, Fray Betto, José Saramago, Jon Sobrino, Noam Chomsky, y tantos otros; la mayoría, gente inteligente, capaz de mirar con ojo crítico la sociedad capitalista con sus injusticias, inspirados en el Evangelio de Jesús. Lo que no consigo nunca entender es su ceguera para ver también las injusticias que otros proyectos sociales, situados formalmente a la izquierda, generan; es la “izquierda ingenua”, que vive en la zona “derecha” del mundo, y desde allí imagina estas realidades como una especie de paraíso adelantado en la tierra.

 Acabo de leer la última novela publicada de Mirta Yañez, “Sangra por la herida”; es una mirada sobre la generación que fue joven en Cuba en la década del 60, sobre todo de aquellos que en el empeño se dejaron sus sueños. Al terminar la lectura sentí lo mismo que hace años experimenté leyendo el testimonio de la compañera de Boris Pasternak, o más recientemente, desgranando las páginas de “El hombre que amaba a los perros”, de Leonardo Padura.

Preguntas: ¿Por qué aumentan constantemente los precios en las tiendas que venden con divisas en Cuba, y la prensa no habla de ello? ¿Por qué cuando países como Rusia o Irán hacen gala de su potencia militar no expresamos preocupación, e incluso nos alegramos por ello, y en cambio nos rasgamos las vestiduras si se trata de USA u otro país de occidente? ¿Por qué el programa televisivo cubano “Mesa Redonda” no pasa algunos de los documentales realizados en el país por jóvenes realizadores, y presentados en las Muestras, y debate en torno a lo que estos sugieren?  En fin, ¿por qué los discursos actuales en torno a los “cambios” que se introducen en el país siguen pareciéndome más de lo mismo?

miércoles, 25 de enero de 2012

BUSCANDO A DIOS 2


Paul Tillich (1886-1965) consideraba al Dios moderno una idolatría que los seres humanos debían dejar atrás. Un Dios que interfiriese con la libertad humana sería un tirano, no muy diferente de los tiranos humanos. Un Dios considerado una persona en un mundo de su propiedad, un ego que se relaciona con un , sería simplemente un ser. Incluso el Ser Supremo sería otro ser, el punto final de la serie. Sería un ídolo, una construcción humana que se había convertido en absoluto. Los seres humanos están predispuestos crónicamente a la idolatría. La “idea de que la mente humana es una fabricante perpetua de ídolos es una de las cosas más profundas que se pueden decir sobre nuestro pensamiento de Dios”, señalaba Tillich. Incluso “la teología ortodoxa no es otra cosa que idolatría”. El ateismo, al rechazar apasionadamente a un Dios que había sido reducido a un mero ser, es un acto religioso.
  Durante siglos, símbolos como Dios o la providencia permitieron a los seres humanos examinar los altibajos de la vida temporal para atisbar al Ser mismo. Esto les ayudaba a soportar el terror de la vida y el horror a la muerte, pero ahora, decía Tillich, muchos habían olvidado cómo interpretar el viejo simbolismo y lo consideraban algo puramente objetivo. En consecuencia, esos símbolos se habían vuelto opacos; la trascendencia no brillaba a través de ellos. De este modo murieron y perdieron su poder; por eso, al hablar de esos símbolos de una manera literal, hacemos afirmaciones que son inexactas y falsas. De ahí que Tillich, como otros teólogos premodernos, podía afirmar sin reserva: “Dios no existe. Él es, siendo más allá de la esencia y la existencia. Por lo tanto, afirmar que Dios existe es negarle”. Esta no era, como creyeron muchos de sus contemporáneos, una afirmación atea. Dios no puede ser un objeto de conocimiento, como los objetos y las personas que vemos a nuestro alrededor.
 Tillich invitaba a descubrir “al Dios que aparece cuando Dios ha desaparecido en la inquietud de la duda”. Le gustaba llamar a Dios “el fondo del ser”. Eso que llamamos Dios es fundamental a nuestra existencia. Por eso, el sentido de la participación en Dios no nos aliena de nuestra naturaleza o del mundo, como habían supuesto los ateos del siglo XIX, sino que nos remite a nosotros mismos. Tampoco él considera la experiencia del Ser como un estado exótico. La conciencia de Dios no tiene un nombre especial propio, sino que es fundamental a nuestras emociones ordinarias de valor, esperanza o desesperación. Para Tillich, Dios era “la preocupación última”, y pensaba que experimentamos lo divino en nuestro compromiso absoluto con la verdad última, el amor, la belleza, la justicia  la compasión, aun cuando pueda requerir el sacrificio de la propia vida”. (Continuará)

 (Tomado de: “En defensa de Dios”, de Karen  Armstrong, Paidós, 2009)

CITAS INTELIGENTES


Hay personas tan inteligentes que aprenden de la experiencia de las demás. Voltaire
Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. B. Franklin
Tan pronto como confíes en ti mismo, sabrás cómo vivir. Goethe
El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo. Nietzsche
El miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel consejero. Edmund Burke.
El hombre razonable se adapta al mundo; el que no lo es, insiste en que el mundo se adapte a él. Por tanto, todo el progreso depende del hombre no razonable. Bernard Shaw
¿Qué importa que el entendimiento se adelante,  si el corazón se queda?  Baltasar Gracián

viernes, 20 de enero de 2012

BUSCANDO A DIOS


 Después de la Segunda Guerra Mundial, filósofos y teólogos lucharon con la idea de Dios, tratando de recatarla del literalismo que la había hecho increíble. Al hacerlo, con frecuencia, resucitaron las maneras premodernas, más antiguas, de pensar y hablar de lo divino”. Así escribe en su libro, “En defensa de Dios”, Karen Armstrong, y de él tomamos algunos pasajes para estas entradas, como un estímulo para la lectura completa de este libro.

Ludwig Wittgestein (1889-1951), dejó de creer que el lenguaje debiera limitarse a afirmar hechos, y reconoció que las palabras también trasmitían órdenes, hacían promesas y expresaban emociones. Volviendo la espalda a su inicial ambición moderna de establecer un solo método de llegar a la verdad, Wittgestein mantenía ahora que existía un número infinito de discursos sociales. Cada uno de ellos era significativo, pero sólo en su propio contexto. Por eso es un grave error “hacer de la creencia religiosa una materia susceptible de prueba a la manera en que lo es la ciencia”, dado que el lenguaje teológico funciona “en un plano enteramente diferente”. Tanto los positivistas y los ateos, que aplicaban las normas de racionalidad científica y el sentido común a la religión, como aquellos teólogos que trataban de probar la existencia de Dios, habían hecho un “daño infinito”, porque suponían que Dios era un dato externo, idea que a Wittgestein le resultaba intolerable. “Si yo penara en Dios como otro ser fuera de mí, sólo que infinitamente más poderoso, entonces consideraría que es mi deber desafiarle”. El lenguaje religioso es esencialmente simbólico; es repugnante si se interpreta de modo literal, pero desde un punto de vista simbólico tiene capacidad para manifestar una realidad trascendente de la misma manera que los relatos cortos de Tolstói.  Nunca llegaremos a conocer a Dios meramente hablando de Él. Tenemos que cambiar de comportamiento, “tratar de ser útiles a otras personas”, y dejar atrás el egoísmo.  Si alguien, un solo día, fuera capaz de hacer que toda su naturaleza se inclinara “en humilde resignación hasta el polvo”, Dios, por decirlo sí, vendría a él.
Rudolf Bultmann (1884-1976) insistía en que Dios debe ser desobjetivado y en que las Escrituras no trasmiten una información objetiva, y que sólo pueden ser entendidas si los cristianos se implican existencialmente en su fe. “Creer en la cruz de Cristo no significa preocuparse por un acontecimiento objetivo, sino más bien hacer nuestra la cruz”. Los europeos han perdido la sensación de que sus doctrinas son meros gestos hacia la trascendencia. Su enfoque literario muestra un malentendido total del propósito del mito, que “no es ofrecer un cuadro objetivo del mundo tal cual es… El mito no debe interpretarse cosmológicamente, sino existencialmente”. La interpretación bíblica no puede siquiera comenzar sin un compromiso personal, por eso la objetividad científica es tan ajena a la religión como al arte. La religión sólo es posible cuando las personas se sienten “inquietas ante la pregunta por su propia existencia y pueden escuchar la propuesta que hace el texto”.  El examen atento de los Evangelios muestra que Jesús no veía a Dios como “un objeto de pensamiento o la especulación”, sino como una demanda existencial, un “poder que obliga al hombre a una decisión, que le enfrenta con la demanda del bien”.Bultmann entendía que el sentido de lo divino no es algo que se capte de una vez por todas; llega a nosotros de forma repetitiva, por la atención constante a las demandas del momento. No hablaba de una experiencia mística exótica; habiendo vivido durante los años del nazismo, sabía con cuánta frecuencia hombres y mujeres se ven enfrentados, en esas circunstancias, a una exigencia interna que parece venir del exterior y que no pueden rechazar sin negar lo que es más auténtico para ellos. Dios es, por tanto, una demanda absoluta que arrastra al ser humano, más allá del interés propio y el egoísmo, hacia la trascendencia.
(Continuará...)

martes, 17 de enero de 2012

FELICES...


Felices quienes contemplan en las noches serenas
alguna estrella diferente que dé sentido a su vida
y lo apuestan todo por seguirla.
Felices quienes se enfrentan en el desierto de la vida
a lo desconocido, a las fieras que intentan devorarles,
a los propios miedos, al deseo de volver atrás.
Felices quienes llevan bien aferrado en su corazón
el mayor regalo que piensan gozar y ofrecer cuando,
en el momento oportuno, lleguen a su preciado destino.
Felices quienes miran más allá de las dificultades,
de los sufrimientos y de las alegrías, y prosiguen,
desde lo concreto, paso a paso, su propio camino.
Felices quienes no creen en apariciones
ni escuchan voces de lo alto,
sino que descubren la epifanía profunda del Misterio
en las personas y en los hechos diarios de la vida.
Felices quienes llegan al destino de su viaje
para adorar a Dios en la sencillez, solidaridad y pobreza
de los más vulnerables de la historia.
Felices aquellos a quienes Dios les revela,
en los detalles más nimios de la existencia,
los mayores misterios que les conducirán
a su más profunda humanidad.
Felices quienes declaran festivos los días
en los que reciben las manifestaciones de la presencia de Dios
cuando hay signos de paz, de liberación, de justicia,
de solidaridad y amor.
 (Miguel Ángel Mesa)

viernes, 13 de enero de 2012

LECTURAS COTIDIANAS


De José María Castillo, teólogo español siempre preocupado por ahondar en la humanidad de Jesús, es el comentario al evangelio de cada día que sigo este nuevo año; he aquí algunas ideas, indudablemente reconfortantes: “La felicidad está donde se encuentra lo más entrañablemente humano”; “Para Jesús es más importante lo humano que lo religioso”; “Cuando hacemos del Evangelio una ideología, nos identificamos con las ideas del Evangelio, pero no las vivimos”.
  Como parte de mi vida espiritual está también la lectura que propone el Oficio para cada día de la semana, y en esta primera del Tiempo Ordinario repasamos algunos pasajes de los Padres de la Iglesia: Clemente, Basilio, Ireneo, y Atanasio, así como pasajes del libro del Eclesiástico, verdaderamente hermosos.
 Otras lecturas cotidianas en estos días muestran lo variado de mis intereses; sigo al mismo tiempo los avatares de Tengo y Aomame en “1Q84”, de Haruki Murakami, repaso la historia de la filosofía y la teología en relación con la idea de Dios en “En defensa de Dios”, de  Karen Armstrong, y repaso la correspondencia del cubano Alfredo Guevara en relación con el cine revolucionario en el libro “¿Y si fuera una huella?”.
  También la música complementa mi visión espiritual, y estoy descubriendo los nuevos trabajos de Pedro Guerra, Ana Belén, Rosana y Pitingo, así como escuchando por vez primera a Antonio Orozco, La Húngara, y Pablo Arborán.
 Para este nuevo año, 2012, quisiera sobre todo encontrar un lugar donde servir a los demás, que los medios de prensa de mi país hablen realmente de lo que sucede en él, y que en lugar de pelear cada uno por el pedacito de tierra donde está, trabajemos todos por el bien de todos, sin afanes imperiales sí, pero también sin ideologías populistas, ni nacionalismos exaltados.

miércoles, 11 de enero de 2012

TIEMPOS NUEVOS


Es tiempo de soltar
Aquí dejo todo lo que me hace daño.
Es tiempo de ser más fluido con la gente, Conmigo mism@.
Es momento de dejar ir, de permitir que el viento me despeine
y me sacuda; que se lleve el resentimiento, que mi alma perdone deudas y deudores.
Es tiempo de que me perdone a mí mism@;                                           
ya me regañé bastante.
Fueron muchas las piedras que yo mism@ puse en mi camino;
los puentes dinamitados…
Para autocastigo ya estuvo bien;
elijo el camino de la aceptación;
es más barato.
Acepto y entiendo que merezco empezar de cero;
con alma transparente, y espíritu tranquilo.
En mi vida, a partir de ahora, lo que ha de ser, será.
Entiendo que por más que me angustie,
no agregaré un centímetro a mi estatura;
Jesús tenía razón.
Es tiempo de relajarme.
Dios no me está juzgando.
Así que, ¿por qué habría yo de hacerlo?.
Es hora de levar anclas... De liberar cosas, de soltar gente.
Nadie tiene porque ser como yo quiera. Así están perfectos.
Así ha funcionado hasta este momento su vida.
¿Qué mejor prueba podría pedir para convencerme?.
Me dedico a atender lo mío, a refundarme.
Viene bien tirar lo que ya no sirve, perdonar.
Entre ser feliz y tener razón, elijo lo primero.
Tener la razón es el peor de los desgastes,
pues te quita el sueño intentando corregir al universo.
Es hora de soltar, de confiar más en Dios
y menos en la apariencia de este mundo convulso.
Me dejo ir. La vida me conduce.
Quiero comenzar de nuevo con un corazón joven,
que brinque de gusto con los cantos que anuncian el día.
Como cuando éramos niños. ¿Te acuerdas?.
Un alma que sea capaz de asombrarse
con el amarillo de los girasoles,
de ver en el cielo un milagro pintado de azul
y no sólo un día más, llano y simple.
Es tiempo de soltar y maravillarme.
He estado demasiado ocupad@ para ver las estrellas.
Elijo mirar la sonrisa del sol.
Elijo abrazar al aire.
Me ama lo suficiente para mantenerme con vida.
¿Qué mejor prueba de amor?.
Afortunadamente, se me dio la facultad de elegir.
Elijo controlar a mis propios demonios.
Es más… he decidido darles vacaciones.
Es tiempo de soltar , de levar anclas,
de dejarme en paz.
De tanto pelear conmigo mism@, se me estaba olvidando
a que sabe la sonrisa.
Qué estupendo es cuando no controlas a nadie,
cuando no pides cuentas,
cuando tiras a la basura los rencores.
A partir de ahora quiero ser más just@;
la vida no es un tablero de ajedrez ni las personas caballos o alfiles.
Trato a la gente como me gustaría que me trataran.
Si algo nos debemos, te ofrezco un abrazo,
te pido una disculpa.
Yo ya me perdoné.
¿Podrías hacerlo tú también?. Yo te invito.
Renovación es una palabra muy comprometedora...
¡te obliga a caminar sin excusas!.
Sin nadie a quien echarle la culpa de nada.
Pero definitivamente es el camino al cielo.
Nada es casualidad, no hay accidentes en el mundo de la voluntad.
Por eso, elijo creer que Dios nos permitió crear este lazo.
Elijo creer que estemos dispuestos
a sembrar más sonrisas
en nosotros mismos y en la gente.
Te deseo que, ahora y siempre, estés llen@ de bendiciones.
Si sueltas ………………..,
tendrás las manos libres para recibir cosas nuevas……………

jueves, 5 de enero de 2012

UTOPIAS, para este nuevo año


Cómo voy a creer
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer
que tu cuerpo
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos
cómo voy a creer
que eres tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer
que la utopía ya no existe
si tú  dulce
osada  eterna
si tú eres mi utopía.

Benedetti