sábado, 31 de julio de 2021

EUCARISTÍA Y COMPROMISO POLÍTICO

 

"Si la Eucaristía celebra una entrega, una donación, un servicio, no es posible celebrarla más que en búsqueda de justicia, en dinámica de caridad. Sin embargo, la caridad ha sido frecuentemente falseada, reducida espiritualmente a consuelo de afligidos y materialmente a limosna. Para restituirla a su sentido primigenio, se dijo que la caridad era amor. Pero también el amor ha sido prostituido por la retórica o la inoperancia. Se lo ha reducido al amor sentimiento o al amor belleza. 

Un primer paso de rescate del amor o de la caridad ha consistido en situarla como constitutivo antropológico humano. Mas no puede quedar reducida la caridad al ámbito personal, familiar o conyugal. La relación del amor no es simplemente yo-tú, sino yo-pueblo, yo-hermanos. Sin praxis, es decir, sin acción transformadora del mundo, no hay amor, no hay caridad. El amor cristiano es caridad política; ha de procurar el bien común de todos, alcanzar la sociedad entera. 

La liberación y su celebración cristiana sólo son posibles a partir de la praxis de la caridad política.

(Misal de la Comunidad)

FE, CELEBRACIÓN Y PRAXIS

 "En la vida humana hay momentos que sirven para tomar conciencia y caer en cuenta. En estos momentos nos restauramos, nos recreamos. Son momentos significativos, por no decir celebrativos o festivos.  Lo mismo ocurre o debe ocurrir en la vida cristiana. Por supuesto que la primacía de la fe es vital para el cristiano, entendida la fe, no lo olvidemos, como conversión, obra de Dios, al mismo tiempo que tarea del hombre. Precisamente porque la fe es conversión y praxis, exige que se profese en tales condiciones que el acto sea un tránsito de Jesucristo a través de gestos humanos. No hay fe sin mediaciones de la fe. En determinados momentos estas mediaciones son sacramentales. La celebración es el lugar primordial donde se reconoce la fe. La fe no se verifica sólo y exclusivamente en la praxis, sino en la celebración de los hechos históricos, puesto que ahí se reconoce el don máximo de Dios, que es Jesucristo. La praxis y la celebración no son, sin embargo, dos modos diferentes de verificar la fe sino dos caras complementarias de un único obrar humano y cristiano. La fe vivida es una exigencia de la fe celebrada, y la fe celebrada una fuente gratuita de la fe vivida". 

(Misal de la Comunidad)

sábado, 17 de julio de 2021

EL AUTÉNTICO CAMINO DEL BUEN PASTOR

"Jesús es el único pastor. Como dice Juan, él es el modelo de pastor, el único que no nos va a engañar ni se va a aprovechar de nosotros. Con todos los demás hay que tener cuidado, porque nos pueden desviar poniendo sus intereses por delante de los nuestros. Es una tentación en la que los seres humanos caemos casi siempre; incluso cuando hablamos de Dios es para ponerlo a nuestro servicio.

Hoy, más que nunca, andan las ovejas desorientadas. Si hay una característica de nuestro tiempo, es precisamente la desorientación. Es urgente distinguir el verdadero mensaje del evangelio de tanta ideología y partidismo en que hoy está envuelto. Cuando Pablo dice que derribó el muro que los separaba, no se refiere a una situación externa, sino a una actitud de fidelidad a sí mismo, que permite superar la barrera del odio. Lo que nos separa es siempre nuestro falso yo. Nuestro verdadero ser es idéntico en todos.

Cuando en el evangelio Jesús invita a los apóstoles a retirarse al “desierto”, está tratando de decirnos que solo en el silencio y en el recogimiento interior, podemos encontrar el verdadero ser y solo después de encontrarlo, podemos indicar a los demás el camino. Sin vida interior, sin meditación profunda, no puede haber espiritualidad. Sin esa vivencia no podemos ayudar a los demás a descubrir la viva que llevan dentro. Si encontramos a Dios en nosotros, llevarlo a los demás será la tarea más urgente y más fácil de nuestra vida".

Fray Marcos
(Fe adulta)

jueves, 15 de julio de 2021

UN RECUERDO VIVO QUE TRANSFORMA

"Haced esto en memoria mía... Para hacer memoria de El, Jesús no nos pidió que contáramos viejas historias ni removiéramos viejos recuerdos. Nos llamó a agradecer el pasado, a vivir el presente y a inventar el futuro. Nos invitó a hacer de su vivo recuerdo reconciliación, grito, cántico, alegría, oración, palabra, ofrenda, invocación, presencia, memoria, acción de gracias, comunión... 

Hacer memoria de Jesús es algo que suprime todas las barreras, derriba todos los muros, salva todas las distancias y trasciende todas las edades. Cuando la Eucaristía hace memoria, la muerte y la resurrección de Jesús están ahí, con nosotros. Y ahí estamos nosotros, todos juntos, con El. Nuestros ojos no lo ven, pero nuestro corazón no se engaña. Cuando la Eucaristía hace memoria, el futuro ya está en medio de nosotros, la gran fiesta de Dios ha comenzado y Dios nos invita a festejar su amor. Por eso podemos gritar a voz en cuello: ¡GRACIAS, SEÑOR, GRACIAS!"

Jean Debruynne

jueves, 8 de julio de 2021

NO HAY 10 "MANDAMIENTOS" EN LA BIBLIA

Hay tres versiones bíblicas del Decálogo, pero ninguna de ellas contiene una lista de 10 elementos, ni los llama “mandamientos”

Encontrar los 10 mandamientos claramente enumerados en la Biblia es una tarea difícil, si no imposible. No porque estén crípticamente escondidos en algún pasaje oscuro y fácil de pasar por alto. Todo lo contrario. Es más bien porque hay tres versiones distintas de lo que se supone son estos “mandamientos.” Una se encuentra en Éxodo (20: 2-17), la segunda en Deuteronomio (5: 6-21) y la tercera en Levítico (19). Las tres están organizadas y redactadas de manera muy diferente. Extraer de estos textos una lista limpia de apenas 10 elementos claramente diferenciados es un asunto delicado que requiere habilidades hermenéuticas y editoriales excepcionales

No hace falta decir que, dependiendo de si el lector es judío o cristiano (más aún, según el tipo de cristiano que sea el lector), estos “mandamientos” se numerarán (y redactarán, interpretarán y organizarán) de manera diferente. Los católicos, por ejemplo, consideran que “no tendrás otro Dios” junto a “no te harás imágenes” es el primer mandamiento. Los luteranos están de acuerdo, pero otros cristianos protestantes separan este mandamiento en dos, haciendo de “sin imágenes esculpidas” es un mandamiento en sí mismo

Las dos primeras versiones del Decálogo (Éxodo y Deuteronomio) son con las que los lectores modernos están más familiarizados. En términos generales, son relativamente similares. Pero esto no significa que no difieran entre sí en aspectos importantes.

Por ejemplo, en el libro de Éxodo, el mandamiento del sábado es relativamente físico”. El texto original del Éxodo dice “recordar” (zkr, en hebreo). Deuteronomio dice “guardar” o “preservar activamente» (shmr).

Desde luego, hay un aspecto práctico, “físico” en recordar. Uno recuerda haciendo cosas de forma activa que ayuden a preservar cualquier recuerdo. Pero la diferencia “física” entre un texto y el otro parece ser más radical cuando seguimos leyendo.

En Éxodo, la justificación del sábado es la historia de la creación de siete días. “Porque en seis días hizo Yahvé los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó el séptimo día; por tanto, Yahvé bendijo el día de reposo y lo santificó”. Incluso si el lector está dispuesto a aceptar que un Dios todopoderoso podría necesitar un poco de descanso después de crear el universo, relacionarse con un “Dios cansado” podría ser bastante desafiante.

¿Cómo puede el lector medir el grado de cansancio de Dios? ¿Cómo vamos a imaginar el día libre de Dios? ¿Cómo podemos imitar su reposo? Además, ¿cómo debemos entender este reposo, considerando que el Génesis no debe leerse literalmente? Como era de esperar, las tradiciones rabínicas (y cristianas) difieren mucho en estos puntos.

Deuteronomio, por otro lado, depende de un aspecto particular tomado de la narración del éxodo, la liberación de Israel de la esclavitud bajo el faraón: “recordarás que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y Yahvé tu Dios te trajo de allí con mano poderosa y brazo extendido”. Preservar activamente en la memoria de uno la severidad y la crueldad del trabajo esclavizado e interminable parece agregar un horizonte muy diferente (más inmediato, menos metafísico) al mandamiento.

Esta es la mayor diferencia entre estas dos versiones, pero ciertamente no es la única.

Tanto Éxodo como Deuteronomio dicen “honra a tu padre y a tu madre”, pero Deuteronomio agrega “como Yahvé tu Dios te ha mandado”, mientras que Éxodo dice “para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da”.

Deuteronomio incluye largas transiciones entre los mandamientos que siguen a “no matarás”, mientras que Éxodo pasa directamente a “no cometerás adulterio”. Y, como explica Kristin Swenson en Un libro de lo más peculiar: La inherente rareza de la Biblia, “la codicia de la esposa y la casa se priorizan de manera diferente en las dos versiones (Éxodo comienza con ‘casa’, Deuteronomio con ‘esposa’) y Deuteronomio agrega ‘su campo’ al lote.”

Otras diferencias dependen de si uno hace que “Yo soy el Señor tu Dios” sea el primer mandamiento o no. En general, los cristianos dicen que esto no es realmente un mandato, ya que no requiere ninguna acción por parte del creyente.

La tradición rabínica, por otro lado, argumenta que no es solo un mandato, sino el mandato principal, en gran medida. Si tenemos que considerar el contexto histórico en el que se escribieron estos textos (uno de dioses en competencia, en el que el monoteísmo todavía era bastante raro), reconocer al Señor como el Único Dios fue un acto intencional, deliberado y, a menudo, arriesgado.

Pero, quizás más revelador que una lista completa de diferencias, es el hecho de que en ninguna parte de los textos bíblicos originales (ni en Éxodo, ni en Deuteronomio, ni en Levítico) se usa la palabra mandamiento.

En ninguna parte de la Biblia se identifican estas normas como tales. La palabra que el texto original usa para lo que la tradición se ha referido como “mandamientos” es simplemente “palabra”. Al comienzo de Éxodo 20, el texto simplemente dice “y Dios habló todas estas palabras”. Esto es lo que el Decálogo traduce literalmente: no “10 mandamientos”, sino “10 palabras”.

En una audiencia celebrada en junio de 2018, el Papa Francisco explicó que el uso de “palabra” en lugar de “mandamiento” destaca la diferencia entre recibir una orden y darse cuenta de que alguien está tratando de hablar con nosotros. Establece el ambiente para una relación de diálogo entre quien habla y quien escucha: los textos que componen el Decálogo apuntan, ante todo, al establecimiento de una relación entre Dios y su pueblo.

Francisco explica su punto refiriéndose al libro del Génesis, que entiende que tiene una relación tipológica con estos otros textos bíblicos. Recuerda cómo Satanás engañó a Adán y Eva precisamente en este punto: “Quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer del fruto del árbol del bien y del mal para mantenerlos en sumisión. El desafío es precisamente este: ¿es la primera regla que Dios le dio al hombre la imposición de un déspota que prohíbe y obliga, o es el cuidado de un padre que cuida a sus crías y las protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es una orden?”

En definitiva, considerar que el texto original dice “palabra” y no “mandamiento” nos recuerda que, como explica Francisco, “un mandato es un tipo de comunicación que no requiere diálogo. La palabra, en cambio, es el medio esencial de relaciones como diálogo. Se recibe una palabra, se comunica y los mandamientos son palabras de Dios: Dios se comunica a Sí mismo en estas diez Palabras y espera nuestra respuesta”.

Daniel Esparza - publicado el 08/07/21, en ALETEIA

viernes, 2 de julio de 2021

¿DERECHOS DE DIOS Vs DERECHOS DEL HOMBRE?

"En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: “¡Ánimo, hijo, tus pecados están perdonados!”. Algunos de los letrados se dijeron: “Este blasfema”. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: “¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «tus pecados están perdonados» o, decir «levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”. Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad". (Mt 9, 1-8).

Una vez más, Mateo resume el relato de Marcos (2,1-12), reduciéndolo a lo esencial: mostrar a Jesús como perdón y sanación. Sin embargo, esa reducción suprime elementos valiosos que, en el original de Marcos, permiten comprenderlo y leerlo en clave simbólica, porque hace ver, en el paralítico, a la humanidad postrada

Es muy probable que, tras la polémica acerca del perdón, se busque dar respuesta a la pregunta (reproche) que se hacía a las primeras comunidades: “¿con qué autoridad perdonáis los pecados?”. En cualquier caso, el relato muestra, de entrada, dos formas de situarse ante Dios –y ante las personas– que resultan antagónicas, si no irreconciliables: Jesús manifiesta preocupación por el bien del ser humano; los letrados se siguen escudando en los supuestos “derechos de Dios”

La religión teísta, como consecuencia del dualismo y de la proyección antropomórfica, ha caído con mucha frecuencia en un esquema que daba por supuesta la separación e incluso la rivalidad entre Dios y los seres humanos. Tal esquema desembocaba inevitablemente en una confrontación entre los “derechos de Dios” y los “derechos del hombre”. A partir de ahí, la autoridad religiosa, erigida en guardiana de los primeros, solía adoptar una actitud de condena en cuanto creía que estaban siendo vulnerados. En resumen: la ley o la norma –que se creía expresión literal del deseo divino– se absolutizaba aun a costa de atropellar a los seres humanos

Cuando la religión se ha entendido de este modo, ha terminado siendo indigesta y peligrosa. Y ha generado un movimiento de desafección o incluso de rechazo abierto y militante. Antes o después, el sometimiento tiene que desembocar en rebeldía o resentimiento. Y esto no se soluciona maquillando las apariencias, sino modificando radicalmente aquel esquema erróneo que presenta a Dios como separado y rival del ser humano, y a los detentadores de la autoridad religiosa como sus “mediadores”. 


Enrique Martínez Lozano
Otro modo de leer el Evangelio