"El fenómeno migratorio
constituye un dato importante en las
relaciones entre los países y los
pueblos. Proviene de desigualdades injustas e insidiosas, y de derechos
no reconocidos al acceso a los bienes más esenciales: comida, agua,
casa, salud, trabajo, paz, vida de familia. Los inmigrantes buscan mejores condiciones de vida o salidas en búsqueda de paz y de salvar sus vidas y las de sus familias, y llaman a las puertas de Europa.
Los problemas que surgen para su acogida solamente se pueden
resolver colaborando todos los países y teniendo como meta el respeto a
la persona: el hombre es el valor fundamental, vale más
que todas las estructuras sociales en las que participa. La persistente
desigualdad en el ejercicio de los derechos humanos fundamentales ahoga
a tantos hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos. Es un imperativo
para todos el reconocimiento de la igualdad esencial entre las personas
humanas. Nace de su misma dignidad trascendente y está inscrita en la
gramática natural que se desprende cuando contemplamos el proyecto de
Dios sobre toda la creación. Contemplemos al ser humano desde el valor
que Dios le da."
CARLOS OSORO, Arzobispo de Madrid
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