jueves, 22 de junio de 2023

EUCARISTÍA: EL TODO ES MÁS QUE LA PARTE

En una página web que recibo vía e-mail, por razones que no voy a explicar ahora, leo el siguiente relato, relacionado con la eucaristía, un tema sobre el que reflexiono con frecuencia, como puede constatarse en este mismo blog:

"Ocurrió hace 15 años, un jueves Eucarístico. El tiempo ha pasado, pero el recuerdo sigue vivo en mi interior. Es el momento de la santa comunión. Los fieles se ponen en fila. Soy el quinto y estoy cerca del sacerdote.

Rezo. Agradezco.

«¿Cómo un Dios se rebaja a esto?» Me pregunto. El sacerdote le mueve a su voluntad y nosotros lo recibimos. Es algo demasiado grande para comprenderlo.

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.» (Juan 6, 35)

Incapaz de comprender la grandeza del momento que se avecina, le doy gracias por permitirme a mí, un pecador, tocarlo, estar con Él, comer el pan de la vida.

Avanzo lentamente. Escucho al sacerdote decir:

“El cuerpo de Cristo”.

Y yo pienso:

“Qué maravilla Señor… Eres tú, verdaderamente”.

Una hostia resbala de la mano del sacerdote. Ocurre súbitamente. La veo caer en cámara lenta y me duele hondo el alma.

¡Es Jesús!

No lo pensé siquiera, me lancé para atraparla, que no tocara el piso, que nadie sin querer la mancillara.

No llegué a tiempo. Me arrodillé frente a Jesús que yacía en suelo. Le pedí perdón e imploré su amor.

¡Mi dulce y buen Jesús!

La recogí con gran devoción y la deposité nuevamente en las manos del sacerdote quien sonrió amablemente y me dijo en voz baja: “Gracias”.

Volví a mi puesto en la fila y esperé mi turno para comulgar.

A partir de ese día empecé a fijarme cuando en alguna parroquia usan la bandeja de comunión. Me intrigaba saber si caen partículas de hostia consagrada. Efectivamente. He visto algunas bandejas llenas de partículas de todos los tamaños. Allí está Jesús.

Es casi inevitable… si no se usa la bandeja de comunión o la patena, para prevenirlo, Jesús caerá al suelo".
 
Seguramente a muchos les dará devoción este relato y encenderá su piedad, pero en realidad este modo de entender la Presencia de Jesús en la Eucaristía no expresa plenamente la fe de la Iglesia. El papa Francisco suele usar una frase que viene ahora a mi mente: El todo es más que la parte. Jesús está presente en la Eucaristía, es decir, cuando nos reunimos en su nombre, convocados por él, para compartir su palabra y su mesa. La comunidad de fe es el lugar donde está presente Jesús en primer lugar (Es el "Cuerpo de Cristo"). No es el sacerdote el que hace la eucaristía: la preside, pero también el sacerdote es convocado por Jesús y forma parte de su comunidad, en la que Jesús está presente, y dentro de la cual ejerce su ministerio 

Las formas consagradas en la misa, pan y vino, son el signo sacramental de esa presencia; son la parte que refiere al todo.Jesús no está encerrado en la Hostia, ni el sacerdote "lo mueve a su voluntad", ni se rebaja Jesús para dejarse comer por nosotros. Al contrario, comulgar expresa nuestra "comunión" con Jesús, nuestro ser parte de él, en su Iglesia, formada por pecadores amados y perdonados.
 
La Iglesia es sabia y es sobria, y el mismo autor de este relato lo reconoce así en otro artículo que escribe sobre el mismo tema: cuando una forma consagrada cae al suelo, en el momento de dar la comunión "el sacerdote se inclina, la toma con devoción y la consume. Luego sigue distribuyendo la Sagrada Comunión"Es lo que debe hacerse, y no formar aspavientos exagerados, como he visto hacer alguna vez, hasta pasar la lengua por el sitio donde la forma consagrada estuvo en el suelo, o correr a pasar un paño húmedo, evitando que nadie vaya a pasar por el lugar. Eso es tomar la parte por el todo

Veo con tristeza que, mientras crece este tipo de piedad, acompañada por una atención cada vez mayor a la adoración a Cristo en las formas sacramentales conservadas en el sagrario, la Misa o Eucaristía dominical sigue siendo una mera rutina de cumplimiento para muchos católicos. Y aun peor, mientras nuestra piedad eucarística crece de esa manera, nuestra ceguera ante Jesús en el prójimo, en el pobre, en el extraño, es cada vez mayor. Todas esas exageraciones piadosas resultan por ello más difíciles de entender.

Hablar de "mancillar a Jesús"...de "pedirle perdón" por algo que humanamente puede suceder, y sucede, es a mi parecer una exgeración, pero además no refleja el verdadero sentido del "estar en comunión" y saber Presente a Cristo en ese espacio comunitario. No es necesario estar vigilando al sacerdote cuando da la comunión, por si puede caer una partícula del pan consagrado al suelo; es más importante estar atentos a los muchos cristos que a nuestro alrededor, sufren y padecen, caen y son pisoteados. 

Jesús está en su Iglesia, y cada comunidad que celebra es la Iglesia toda, el Cuerpo de Cristo. Ahí está presente, y en su Palabra, y en la Mesa del banquete pascual, donde se nos recuerda una y otra vez que somos hijas e hijos amados de Dios, en los que Dios se complace. El Pan y el Vino, convertidos para nosotros en Cuerpo y Sangre de Cristo, son el signo sacramental de esa Presencia viva, y como hizo Jesús por nosotros, se parten, comparten y se comen, para transformarnos a nosotros también en comunión, hostia, pan, para ser comidos en el servicio del Reino. 

No comparto esta reflexión para incomodar o molestar a nadie, pero me provoca como cristiano, cada vez que el Misterio hermoso de la Eucaristía no se entiende y vive en toda su plenitud. Repito: El todo es más que la parte. Sacramento es la celebración toda, y dentro de ella están los signos sacramentales. Jesús está realmente Presente en esos signos, también en la Palabra que se proclama, porque está presente en la comunidad de fe reunida en su nombre. A Jesús no podemos encerrarlo ni limitarlo a ningún lugar. Jesús está vivo, en medio de la Vida, y nos sigue salvando y redimiendo. Más que piedad, necesitamos espiritualidad.

Fray Manuel de Jesús, ocd.

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