"Al comenzar esta Cuaresma me sigue pareciendo que a este
tiempo litúrgico le quedan resabios de las costumbres preconciliares y están
presentes más componentes de "luto" que de "danza".
.¿y si la fe fuera la música interior a la que damos oído, que nos hace movernos con un determinado ritmo y a realizar unos gestos incomprensibles para quienes no la escuchan?. Y cuando decae nuestra danza ¿no será porque nos hemos desconectado de la frecuencia del Evangelio?
.¿y si la fe fuera la música interior a la que damos oído, que nos hace movernos con un determinado ritmo y a realizar unos gestos incomprensibles para quienes no la escuchan?. Y cuando decae nuestra danza ¿no será porque nos hemos desconectado de la frecuencia del Evangelio?
Aquí está de nuevo la Cuaresma, dándonos la buena noticia de
que tenemos otra oportunidad para danzar, como la tuvo para dar fruto aquella
higuera estéril de la parábola de Jesús (Mt 21,18-19). Otra vez resuena en
nuestros oídos la invitación de la carta a los Hebreos: "Así pues,
nosotros, rodeados de una nube tan densa de testigos, desprendámonos de
cualquier carga y del pecado que nos acorrala; corramos con constancia la
carrera que nos espera, fijos los ojos en el iniciador y consumador de la fe,
en Jesús. (Hb 12,1-2) El término griego archegós evoca al que va delante,
al cabeza de fila, al que inicia la danza, podríamos traducir nosotros, sin
equivocarnos demasiado."
DOLORES ALEIXANDRE. "Cambiar el luto en danza" (fragmentos)
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