jueves, 2 de junio de 2016

ÉXTASIS: TERESA EN CUBA.

Reproducimos la crítica de uno de los mejores dramaturgos cubanos, Norge Espinosa, acerca de la reciente puesta en escena en La Habana de una obra sobre Teresa de Jesús. Es un hecho nada frecuente en Cuba en los últimos decenios. Tanto el crítico como la directora y actriz que interpretó a Teresa, Flora Lauten, ambos sin vínculo con instituciones religiosas, son de lo más destacado y serio en la cultura cubana contemporánea.



 "La vida de Teresa de Cepeda y Ahu­mada, más conocida por su nombre de religión, Santa Teresa de Jesús, ha inspirado a artistas de las más diversas expresiones. Su tribulación incesante, la fuerza de su fe, la calidad extraordinaria de sus escritos, le han ga­nado seguidores que compartiendo o no sus creencias, descubren en ella a una mujer ex­tra­or­di­na­ria. Persistente en sus fundaciones, otorgó a la orden de las Car­me­litas Descalzas un pilar que sigue en pie cuando se le menciona, por encima de las batallas que tuvo contra la Inquisición y enemigos poderosos, hallando siempre alivio en su diálogo con las Sagradas Escrituras y com­partiendo desde la palabra sus experiencias místicas. A ella ha vuelto los ojos el Teatro Buendía, fun­dado en 1986 por Flora Lauten, y que 30 años más tarde ilumina otra vez la iglesia de Loma y 39 que le sirve de sede para que no lo olvidemos a la hora de repensar el teatro cubano.

Teresa de Ávila, obsesionada con la idea de fundar monasterios, templos, sitios de oración, es el eje de toda la puesta, concebida a través de textos de Raquel Carrió, Eduardo Manet y la propia Flora Lauten. Ella y Manet son los directores de Éxtasis, un espectáculo que borra cualquier idea de una biografía al uso de la santa para encontrar en ella delirios, temores, anhelos y batallas que la descubren como una mujer a la que solo arma su fe.

La metáfora es visible en toda la puesta, que cubre el escenario del Buendía con la armazón de una iglesia a medio construir: una iglesia en la otra, y en ese rejuego teatral que apela a tonos ocres, que reniega del colorido de otros espectáculos de esta compañía esencial, apela a la mú­sica (temas de Jomary He­cha­va­rría y Martha Valdés), y a las luces de Javier Ro­drí­guez para imaginar este retrato íntimo de ese personaje tan polémico, en una galería de imágenes que mezcla pe­numbra y resplandor de velas, sonidos de campanas y el eco de una canción tan hermosa como Pero no te vi llegar. Y en el centro de todo, está Flora Lau­ten, la mujer, la actriz, la ma­dre de Buendía, que ha regresado para refundar a su grupo en un acto de tan hermosa tozudez como aquellos que impulsaban a Teresa por la árida tierra española que la vio en sus mu­chos trasiegos.

Éxtasis, como bien apunta Ra­quel Carrió, es un sobrio espectáculo que subraya la idea del legado y el acto de fundar. De abrir un terreno para un lenguaje nuevo, y cuidarlo como si de un árbol también nuevo se tratase. Tras varios años de incertidumbre, el Buendía busca en Teresa de Ávila un símbolo para esa refundación que nos hace recordar las muchas veces en que llenamos esta pequeña iglesia para ver espectáculos deslumbrantes. Se trata de alimentar nuevamente la fe, en tiem­pos donde no abunda demasiado ese gesto. De encontrar en el punto de origen, en el teatro y en su misterio, un camino de invocación que nos explique y nos defina con limpieza. Flora Lauten encarna a una Teresa que luce sus ojos verdes, que tiene su voz y ha vivido lo mismo que ella. Y que habla de las visiones, serafines o demonios, que la acosan pero no han logrado derrotarla.

No dejé de mirarla a lo largo de la fun­ción, porque como Teresa mis­ma, llega a hacernos creer que acabará levitando, en una entrega magistral que arropan los jóvenes actores que la secundan (Daniel La­na, Leandro Sen y Elba Pérez), y que gana los más sinceros aplausos. Se sale del teatro con los ojos, con el pe­cho, llenos de todo lo que nos ofrece Flora Lauten. A ella se debe el éxtasis que vive el espectador, y en ella en­cuentran razón todos los elementos de este montaje tan digno de elogios.

Un solo detalle señalaría aquí al espectáculo: creo que los dos parlamentos finales sobran. Ya a la altura de ese momento, sabemos quién es Teresa de Jesús, cuán controvertida e imborrable es su figura. Y la imagen que los precede, con una muerte que gira hacia el infinito, dice eso y mu­chísimo más, haciendo innecesarias más explicaciones. El es­pec­táculo, co­mo lo ha hecho el Buen­día en sus mejores tiempos, confía en la visualidad como mé­dula narrativa. Ello pue­de ahorrarle esas descripciones, y dejarlo vibrar en la pupila, como un acto de renacimiento."...

NORGE ESPINOSA MENDOZA. El éxtasis de refundar. (fragmento)



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