sábado, 24 de octubre de 2020

EL PRINCIPAL MANDAMIENTO... (Domingo XXX)

 

En el pasaje evangélico para este domingo XXX (Mt 22, 34-40), un fariseo le pregunta a Jesús cuál es el mandamiento principal de la Ley. La pregunta, hecha con mal propósito, tenía su razón de ser: los rabinos distinguían hasta 248 preceptos y 365 prohibiciones, y entre ellos había una diversidad de criterios a la hora de decidir qué era lo más importante. Buscaban que Jesús, al tomar partido, se ganara la enemistad de los que opinaban de modo diferente. 

¿Cómo responde Jesús? Citando dos textos: Deuteronomio 6,5, que habla del amor a Dios, el famoso Escucha, Israel..., y Levítico 19, 18, que habla del amor al prójimo. Pero no simplemente asocia esos dos mandamientos; de hecho suele traducirse mal el texto griego original, pues no dice: "El segundo es semejante a él", sino: "Pero, el segundo es igual de importante". Así Jesús dice que el amor al prójimo es igual de importante que el amor a Dios, o que el amor a Dios es inseparable del amor a los demás

 Es peligroso separar estos dos amores, y también  anteponer el amor de Dios a cualquier otro amor, por la sencilla razón de que a Dios no podemos verlo (Juan 1,18), y cada uno imagina un Dios a su medida, idea y conveniencia.  Esto puede traducirse, y de hecho sucede, en que por amor a Dios ofendemos, maltratamos, faltamos el respeto, marginamos, condenamos, perseguimos y hasta llegamos a quitar la vida al prójimo. Y todo esto, con la conciencia tranquila, pensando que hemos cumplido un deber.

 Más que decir que Dios ama, tendríamos que afirmar que Él es el Amor, y que en él nos amamos unos a otros; y también que el amor iguala, y en Cristo todos fuimos levantados y puestos como hijos ante el único Padre. Dios no es rival de nuestros amores, no compite, sino que es en su amor que amamos verdaderamente a todos y a todo. El Evangelio de Juan supera el "ama a tu prójimo como a ti mismo", para invitarnos a amarlo como Cristo nos ama, con su mismo amor. 

Dios está en el grito de todos los que claman por su realización como personas. Mientras haya pobres y oprimidos, hay una acusación puesta sobre el mundo. El que no ayuda al ser humano a realizarse está sin salvación. Un Dios que no lleve a la apertura a los otros, a compartir sus gozos y tristezas, es un dios falso, un ídolo. El mandamiento del amor resume perfectamente el camino cristiano, y lo expresa perfectamente San Agustín cuando escribió: "Ama y haz lo que quieras"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.