viernes, 26 de enero de 2024

LOS PILARES DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA.

Tengo un libro en el librero que recogí de una caja con cosas que alguien donó a la parroquia hace ya tiempo; su título es “Redescubre el catolicismo. Una guía espiritual para vivir con entusiasmo y determinación”, y su autor, Matthew Kelly. Es evidentemente un libro nacido en los Estados Unidos, tiene ese estilo propio de una cultura que busca a menudo presentar la fe con el mismo estilo de los libros de autoayuda. El libro llamó mi atención, y a la vez me produjo cierto rechazo, pero lo tomé y lo subí a mi habitación para echarle una ojeada. Lo he intentado varias veces, he leído algunas páginas, me he detenido en el índice y buscado algún tema en particular. De una de esas lecturas parte la siguiente reflexión:

En la tercera parte del libro, el autor presenta lo que llama “Los siete pilares de la espiritualidad católica”; los pone en este orden: la confesión, la oración diaria, la misa, la biblia, el ayuno, la lectura espiritual y el rosario. Es preciso no confundir los elementos más típicos de lo católico, en la mirada popular, con sus pilares o elementos fundamentales. Suele decirse muchas veces: "Yo soy católico, porque creo en la Virgen o en los santos", pero eso no es realmente ser católico, aunque sean elementos típicos del catolicismo. Pensando en lo anterior, hice mi propia reflexión:

Debemos partir de algo fundamental: ser católico es una manera de ser cristiano; somos cristianos en la iglesia o comunidad católica. Ser cristiano es básicamente ser seguidor o discípulo de Cristo, por tanto, el primer pilar de la espiritualidad católica debe ser Cristo.

El segundo es la Eucaristía, o la misa: ahí vive la Iglesia o comunidad de Cristo; de ella se sostiene y alimenta. Ser cristiano es ser Iglesia, participar activamente de la vida de la Iglesia, estar en comunión con el Cristo que está en su comunidad, que es su cuerpo. Por eso, hablar de oración y del sagrario, antes de la eucaristía es perder de vista el orden de prioridades, lo esencial. La primera oración de la Iglesia es la liturgia, y luego Dios está en todas partes, también en el sagrario donde la comunidad conserva las formas consagradas para la oración y para llevar a Cristo a los enfermos. Comer a Cristo va primero que contemplar a Cristo en la Exposición de la forma consagrada. La certeza de la Presencia real de Cristo en la Eucaristía es un elemento fundamental de la fe católica, aunque lamentablemente se entiende de forma restrictiva y materialista.

El tercer pilar de la espiritualidad de la Iglesia es la Sagrada Escritura, en especial el Nuevo Testamente, y más central aún, los Evangelios. La Palabra proclamada en cada celebración de la Iglesia hace presente a Cristo en medio de los suyos, y también la Palabra que acompaña a cada cristiano cuando lee y ora en su hogar, en su trabajo o en cualquier espacio de la vida. Y no simplemente leerla, sino saber interpretarla.

El cuarto pilar de la espiritualidad católica es la vida sacramental, que además de la Eucaristía, incluye el bautismo, que es la puerta de entrada a la comunidad, la reconciliación y la unción de los enfermos, la confirmación, el matrimonio y la ordenación sacerdotal. Los sacramentos son puertas abiertas al Misterio, que mantienen en activo a la comunidad eclesial, haciéndola crecer, renovándola, sanándola y enriqueciéndola con dones y talentos. En cada sacramento llega Cristo a nosotros.

El quinto pilar para la comunidad católica es María, que es más que el Rosario; los católicos tienen una particular devoción a la Virgen que nos distingue de otras comunidades eclesiales. María es figura de la Iglesia, es madre espiritual y compañera de camino, y conecta a la Iglesia con la religiosidad popular. El rezo del Rosario, que es el evangelio de los pequeños, es una oración de mucho arraigo, pero es importante señalar que no es el único modo que tienen los católicos de orar o rezar.

El sexto pilar de la espiritualidad católica son los santos, esa nube inmensa de testigos, que acompañan a la Iglesia con su ejemplo y su intercesión. Una de las verdades más hermosas de la fe católica es lo que llamamos “comunión de los santos”. El riesgo está en suponer que pueden ejercer su misión al margen de Dios o de la vida eclesial, como una especie de semi dioses o dioses pequeños. 

No creo que el ayuno sea un pilar de nuestra espiritualidad católica, aunque la Iglesia vive momentos de ayuno y abstinencia, pero prefiero pensar que es parte del amor a los pobres, al compartir lo nuestro, renunciando incluso a lo necesario, para socorrer al necesitado. La lectura espiritual es muy importante, la formación permanente en la fe, para que todo lo anterior se desarrolle y madure en el creyente, pero no es un pilar en sí de los católicos (ojalá lo fuera).

Otro libro me ayuda mucho más a comprender los pilares de la espiritualidad, ya no específicamente católica, sino cristiana en general. Me refiero a “Espiritualidad cristiana. Temas de la tradición”, de Lawrence S. Cunningham y Keith J. Egan (Sal Terrae).

1. La espiritualidad cristiana presupone una manera de vivir y no una filosofía abstracta o un código de creencias (menos un programa para el éxito). Es un estar en camino, no haber llegado.

2. Esta manera cristiana de vivir es una vida de seguimiento (discípulos), no de mero cumplimiento de normas. 

3. La llamada al camino de seguimiento es una llamada a pertenecer a una comunidad (ser Iglesia, que es más que ir a la iglesia).

4. El camino del seguimiento en comunidad encuentra su expresión más alta en la participación en la eucaristía.

5. Este camino de seguimiento en la comunidad eucarística lo hacemos dejándonos mover por el Espíritu Santo.

6. Por último, toda espiritualidad cristiana auténtica tiene que tender la mano a todos, sin tener en cuenta la clase, el género o la condición social (Compasión y solidaridad).

Otros aspectos complementarios, según este libro, son: ninguna espiritualidad católica auténtica puede permanecer indiferente frente a las otras tradiciones cristianas, ni frente a la búsqueda espiritual que caracteriza a las otras tradiciones religiosas del mundo. Una auténtica espiritualidad católica tiene que ser ecuménica.

También toda espiritualidad cristiana, ya lo dijimos antes, tiene que arraigarse en la palabra revelada por Dios, pero ha de considerar la Biblia no tanto como un texto para ser leído (aunque ciertamente lo es), sino más bien como un texto para ser interpretado. Nunca escuchamos la palabra de Dios en un contexto abstracto, alejado de la cruda realidad de nuestra vida social y personal.

Creo que lo anterior ayuda aún más a entender por dónde ha de ir la vida espiritual, ya se trate de ser católico o miembro de otra comunidad eclesial. Para terminar, unos puntos más que toca el libro que cité último, y que llama a tener presente lo que suele llamarse los “signos de los tiempos”, el presente en que vivimos la fe:

1. La auténtica espiritualidad cristiana tiene que ser holística, integradora de lo espiritual y lo humano. No busca destruir la humanidad de la persona, sino perfeccionarla.

2. La espiritualidad cristiana no se puede limitar a un “cuidado del alma” exclusivamente individualista. Ha de estar presente la solicitud por la propia comunidad, pero también por toda la humanidad.

3. La espiritualidad cristiana tiene que mantener el equilibrio entre el sentido de lo trascendente y el sentido de lo inmanente. Debemos situarnos conscientemente en el mundo que nos rodea.

4. Por último, toda espiritualidad cristiana auténtica tiene que incluir un elemento de discernimiento, como facultad espiritual crítica por la que juzgamos lo que es importante y lo que es periférico, lo que es útil y lo que es nocivo. Esto se basa no solo en la propia experiencia, sino que esta ha de ser moderada o juzgada por la formación de la conciencia, la ayuda de la comunidad, la formación personal, la tradición y los maestros espirituales.

Creo que con todo lo anterior ya podemos entender mejor cuáles son los pilares que hemos de cultivar y cuidar como cristianos católicos que, formando parte activa de la Iglesia, queremos seguir a Cristo y trabajar por su Reino.

Fray Manuel de Jesús, ocd

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