La
iglesia católica antigua
Esto
es lo que quería decir en sus orígenes la frase “iglesia católica”. La palabra
“católica” quiere decir “universal”; pero también quiere decir “según el todo”.
En ambos sentidos, frente a los herejes, la iglesia del siglo segundo comenzó a
darse el título de “católica”. Lo que esto quería decir era, en primer lugar,
que se trataba de la iglesia universal. No era, como en el caso de los
gnósticos, algún pequeño grupo surgido en Roma o en Alejandría, que se limitaba
a unos pocos lugares. Era la iglesia que existía tanto en Roma como en
Alejandría, Antioquía, Cartago, y aun allende los confines del Imperio. Y, en
lo esencial de su doctrina, esa iglesia concordaba. Por otra parte, esa iglesia
era también “católica” por cuanto predicaba y enseñaba el evangelio “según el
todo”.
Su
visión no era parcial, como la de los gnósticos o la de Marción. Entre los
gnósticos, algunos decían poseer el Evangelio de Santo Tomás, mientras que
otros decían conocer los secretos revelados a Santiago o a alguno otro de los
apóstoles. Marción creía que sólo Pablo había interpretado el evangelio
correctamente. Frente a tales visiones parciales, la iglesia opuso su visión
“católica”, es decir, su visión “según el todo”. No un solo Evangelio, sino
cuatro, serían la base de sus enseñanzas acerca de Jesucristo. Además de las
epístolas de Pablo, su Nuevo Testamento incluiría las de otros apóstoles. Y, en
lugar de basar su autoridad sobre tal o cual apóstol, la iglesia “según el
todo” la basaría sobre todos los apóstoles.
Desde
el punto de vista histórico, es importante comprender esto, puesto que muchos
interpretan mal el propósito de la iglesia al confeccionar el canon del Nuevo
Testamento, o al insistir en la sucesión apostólica. Cuando se hizo el canon, y
cuando primero apareció la doctrina de la sucesión apostólica, lo que se
pretendía no era promover una actitud rígida, sino todo lo contrario, es decir,
responder a la rigidez de los herejes, cuyas doctrinas no eran “según el todo”.
La iglesia del siglo segundo estaba consciente de que esa multiplicidad de
autoridades —cuatro Evangelios, todos los apóstoles— podría traer dificultades
en cuestiones de detalles, pues no todas las autoridades concordaban en todo.
Pero, aun a ese precio, la iglesia prefirió ser “según el todo”, y rechazar la
estrechez de los herejes.
Tomado
de: “Historia del cristianismo”, tomo
I
Justo L. Glez.
El problema es que a veces la estrechez de los herejes o de los supuestamente puros también se encuentra en el seno de la Iglesia católica, y no se me ocurrirá poner ejemplos concretos pero cada uno se los puede imaginar según su contexto y/o realidad más inmediata.
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