“Jesús exclamó: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y
yo los aliviaré. Tomen mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraran descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
“Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan conmigo y yo
les haré descansar. Sigan mi camino y aprendan de mí la paciencia y la
mansedumbre. Conmigo podrán descansar, porque lo que yo les propongo no es
difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les invito a llevar” (Versión
libre del texto anterior).
Leo el texto varias veces, el
primero, y me pregunto: ¿Cuál es el yugo que Jesús propone llevar? ¿Está
hablando de su camino, de su proyecto, del amor y el servicio, de la incondicionalidad
al Padre? Por eso la segunda versión, que es mi lectura de otra traducción más
libre (La Biblia ISHA, de Sociedades
Bíblicas Unidas), me resulta más comprensible y cercana. Recuerdo ahora un
texto que copié en las primeras páginas de las OBRAS COMPLETAS de San Juan de
la Cruz: “Quienes leen libros pero no ven
la sabiduría de los sabios son esclavos de la letra” (Huanchu Daoren).
Y muy a propósito de todo lo
anterior, explicando San Juan de la Cruz como “yendo el alma a oscuras va segura”,
dice: “Tomando Dios la mano tuya, te guía
a oscuras como a ciego, a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos
y pies, por bien que anduvieran, atinaras a caminar” (Noche Oscura, Libro
Segundo, Cap. 16, 7).
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