martes, 26 de diciembre de 2017

EL PROFETA EN SU TIERRA.


Estaba sentado a la puerta del templo. 
Cuando la gente salía de misa, les habló:


En la Ciudad Eterna la fe se esconde
la protegen bien los guardias suizos
los cardenales celebran reuniones.
El santo padre es aclamado en San Pedro
los peregrinos quieren besar su mano
tocar sus ropas oír sermones.
En la ciudad eterna hay buen turismo
se vende bien el vicario de Cristo
los palacios  los sepulcros  las reliquias
resultan curiosas a creyentes y ateos.
En la ciudad eterna hay grandes bancos
dicasterios  comisiones  audiencias
intercambio de embajadores y sonrisas
las fotos del papa recorren el mundo.
En la ciudad eterna se celebran sínodos
se confieren honores  se dictan normas
se ordena callar a los rebeldes.

Dios es en verdad un padre paciente.
Dios que vive en una casa que se derrumba
Dios que fue asesinado porque habló demasiado
Dios que no tiene para comer y pasa hambre
Dios que es ignorado por sabios y perfectos.

Dios que durmió anoche en el portal de una Iglesia.

Manuel Enrique Valls
(1991)


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