jueves, 15 de agosto de 2019

LIBERTAD INTERIOR

“Ryokan, un maestro de Zen, llevaba un estilo de vida lo más sencillo posible en una pequeña choza al pie de una montaña. 
Una tarde, un ladrón entró en la choza y descubrió que allí no había nada para robar. 
En aquel momento llegaba Ryokan de un paseo y le sorprendió. 
- No es posible que hayas hecho un camino tan largo para visitarme y que te marches con las manos vacías. Por favor, toma mis ropas como regalo.
El ladrón quedó perplejo, pero cogió las ropas y se escabulló.
Ryokan se sentó desnudo y contempló la luna.
Pobre tipo –musitó–. Ojalá pudiera darle esa hermosa luna”. 

(Relato Zen)

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