Hace ya unos cuantos años escribí un pequeño artículo para
una revista que titulé “Los libros que no
voy a leer”; en aquel entonces, con mucho más tiempo por delante, lamentaba
que la vida no alcanzara para leer más, mucho más, viendo cuántos libros se
publicaban o se habían publicado, mientras que nuestra capacidad para acceder a
ellos o leerlos era muy limitada. Los libros no han dejado de ser importantes
para mí, y de hecho resultan lo más valioso que poseo, y un auxilio fundamental
para vivir; muchos pasaron por mis manos a lo largo de mis 53 eneros, muchos
ocuparon un lugar en mis libreros y quedaron luego atrás, en otras manos o en
otras bibliotecas, mientras que una minoría siguen estando conmigo. Muchos
leídos una vez, mientras que algunos los he leído muchas veces. Algunos autores
acabaron convirtiéndose casi que en buenos amigos, a los que tengo la impresión
de conocer mejor que a cualquier otra persona presente.
En fin, que estuve
pensando en aquellos libros a los que volví una y otra vez, cuando en las
últimas semanas volví a repasar la serie de ciencia ficción “FUNDACIÓN” de
Isaac Asimov, así como la serie que protagoniza el detective Elijah Baley y los robots; en Cuba se
editó solamente uno de ellos, “El sol
desnudo” en la colección DRAGÓN, pero luego en la década del 90 fue posible
comprar en ediciones españolas el resto de la saga, a precio muy barato. Esos
libros se me quedaron lamentablemente en el convento de La Habana, pero ahora,
gracias a los nuevos artefactos digitales he podido volver a leerlos.
La primera serie consta de cuatro libros: “Bóvedas de acero”; “El sol desnudo”; “Los
robots del amanecer”; “Robots e Imperio”. La segunda serie, FUNDACIÓN,
consta de siete, cuyo núcleo fundamental lo constituyen los libros: “Fundación”, “Fundación e Imperio” y “Segunda
Fundación”.
Otras series inolvidables a las que también he vuelto cada
cierto tiempo son EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y la serie DUNE, que como FUNDACIÓN,
recoge la historia de un
futuro imperio galáctico.
Algunos libros tienen
un efecto transformador sobre las personas, y en mi caso recuerdo especialmente
“Meditar: por qué y cómo”, de
Dürckheim, y “La bendición Original”
de Fox, convirtiéndose prácticamente en libros de cabecera, libros de consulta
y repaso regular. También, por supuesto, están los DIARIOS de Thomas Merton y
algunos más de los que he comentado acá en otras ocasiones.
Al final he ido descubriendo que a veces me resulta
preferible volver a libros conocidos que leer libros nuevos, aunque siempre
aparecen novedades que vuelven a deslumbrarme, como ha sido mi descubrimiento
del escritor japonés
HARUKI MURAKAMI.
Los libros, concluyo
estas ideas, siguen siendo protagonistas importantes, más bien esenciales, de
mi vida cotidiana, y mis libreros, montados en una u otra parte, lugares
mágicos, casi sagrados, a los que acudo una y otra vez.
23 de enero de 2015
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