sábado, 16 de noviembre de 2019

LA HABANA CUMPLE QUINIENTOS AÑOS...


Cuando cumple La Habana, esa ciudad asentada en medio del Caribe, sus 500 años, vuelvo la mirada a mi propia historia de muchos menos años y repaso mis vínculos con ella. No había vuelto a pensarla, mas que de pasada, y siempre como lugar de tránsito hacia un papel o unos amigos, pero hubo tiempos en los que significó muchas mas cosas, cosas esenciales, importantes. Una conversación ayer con una amiga me hizo repensar todo eso: no entiendo el modo en que hoy algunos se suman a este aniversario, y me alegra poder mirarlo todo desde lejos, desde otra ciudad caribeña, también bañada por las aguas y hablando el mismo idioma. 

Y ayer también me preguntaba: ¿Cuándo perdió la Habana ese halo de emoción y de misterio que alguna vez tuvo para mi? Creo que fue el día en que la abandonè para encontrar refugio en otra urbe cubana, mas cálida y cercana, y también cuando me percatè que la Habana de mi vida y mi memoria ya no estaba, que fue tragada por el torrente implacable del período especial, y que los lugares mas queridos desaparecieron o mostraban sus ruinas en franco desespero.  Si la Habana  es de algún modo una "ciudad maravilla" es solo porque nos maravilla que todavía permanezca en pie, a pesar de la desidia, la suciedad y el abandono al que ha sido sometida. 

La Habana cumple 500 años, y los que hoy le rinden homenaje pasaran como pasaron tantos, mientras sus piedras, edificios y rincones centenarios permanecen, a pesar de todo, para dar testimonio de nuestras pequeñas huellas en ella, a los que vendrán después, a recorrer sus calles y desentrañar sus misterios. 

Puede, lo reconozco, que también sean los años que he vivido los que hayan cambiado mi mirada, ya incapaz de volver a descubrirla en sus nuevos modos de ser ella la capital de los cubanos.  Solo pido que San Cristobal, su velador, la lleve sobre sus hombros para seguir cruzando los torrentes agitados de la historia, y sobrevivir, a pesar de los que la habitan, como el faro que alumbra su Morro, para los que en el futuro toquen a su puerta, con las mismas ansias con que yo lo hice una vez, cargado de ilusiones. 

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