miércoles, 20 de octubre de 2021

EL SEGUIMIENTO ES EL EJE DEL CRISTIANISMO

El siguiente texto pertenece a un libro que acabo de leer, y que recomiendo: es sencillo y claro, y toca algunos temas sobre la vida de la Iglesia en los que vale la pena reflexionar. 

"A medida que nos asomamos a la vida más íntima de la Iglesia vamos apreciando los fallos que se han producido en ella: de la imagen de un Dios severo y justiciero se pasó fácilmente a la de una Iglesia poderosa y dominadora, que olvidó el kerygma y la catequesis, y cambió la gratuidad de la acción de Dios por las obras y el esfuerzo del hombre. De ahí que una de las consecuencias más nefastas de ese proceso desintegrador haya sido la pérdida del seguimiento de Jesús

La Iglesia tiene que asumir la responsabilidad de haber dejado perder ese rasgo tan esencial de la vida cristiana. En el griego clásico, el verbo seguir era utilizado para describir a los «soldados que caminaban detrás de su jefe, al esclavo que acompañaba a su amo, o a aquel que aceptaba el consejo o la opinión de otro». Esa fue la palabra utilizada por Jesús a propósito de la llamada a sus discípulos, ese fue su gran desafío: «Sígueme». Los que fueron llamados sintieron que aquella palabra se clavaba como una flecha en lo más profundo de su corazón, y lo dejaron todo por él. Pero la mayoría de los cristianos no saben lo que eso significa

En la Iglesia se ha hablado de la práctica de las virtudes, de renuncias y sacrificios, de leyes y de normas, pero no el lenguaje del seguimiento. Eso sería sólo para los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, es decir, los que aspiran a la perfección. Para la mayoría de los fieles «el cristianismo consiste en asistir a misa o practicar los sacramentos, pero el hecho de seguir a Jesús no les dice nada». Se diría que el Señor no ha pasado a su lado, ni los ha mirado a los ojos, ni los ha llamado por su nombre. Por eso, tantos han vivido vacíos de esa presencia que podría haber colmado su vida de amor y de gracia

Pero el cristiano debe ser como un soldado que sigue a Jesús. No basta con haber oído hablar de él, ni saber muchas cosas sobre él, ni siquiera estar bautizados para poder decir que somos seguidores suyos. Ser cristiano no es cargar con un paquete de normas y de leyes, de ritos y de prácticas, sino dejarlo todo para seguirle

Seguir a Jesús significa establecer con él una relación íntima, de cercanía y de convivencia, es decir, de estar con él, de vivir con él, de vivir de su misma vida, de verle de cerca, de oír el timbre de su voz, de guardar su palabra y de quedarse para siempre con él. Sin ese punto de referencia no hay, ni puede haber, vida cristiana. En efecto, ¿qué sentido podría tener nuestra vida si no nos hemos encontrado con él, si él no ha pasado a nuestro lado, ni nos ha mirado, ni nos ha llamado? Él es lo decisivo; él, no una cosa ni una idea. La vida cristiana comienza precisamente con ese encuentro, con esa mirada, con esa llamada: sígueme. Eso supone que dejamos de vivir encerrados en nuestro pequeño mundo para arriesgar el corazón en su seguimiento. 

En los evangelios nunca se habla de seguir una serie de normas, sino de seguir a una persona. Por eso, el seguimiento es el eje del cristianismo. Todo debe girar en torno a Jesús. Los cristianos deberíamos vivir siempre con los ojos fijos en él. La Iglesia tiene que recuperarlo con urgencia porque, de otro modo, viviremos siempre un cristianismo lánguido, que sólo puede dar pasos hacia la muerte".

Tomado de "A vueltas con la Iglesia" de Vicente Borragán Mata (San Pablo)

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