El
viento, una codorniz
y
el sol poniente.
Por
suspender el interrogatorio con el sol
me
he convertido en luz,
pájaro
y viento.
Mis
hojas cantan.
Soy
tierra, tierra:
Todas estas cosas iluminadas
Todas estas cosas iluminadas
mi corazón
cultiva
Un
majestuoso, espigado pino
se
alza como la inicial de mi primer nombre
cuando
yo tenía uno.
Cuando
tenía alma,
cuando
estaba ardiendo
cuando
este valle estaba
repleto
de aire fresco
pronunciabas
mi nombre
en
nombrando tu silencio:
¡Oh,
dulce canto inefable!
Soy
tierra, tierra
El
hálito de mi corazón
estalla
de heno y flores.
Soy
un lago de aire azul
sobre
el que mi propio lugar
-ya
campo o valle-
Se
refleja.
Soy
tierra, tierra
Desde
lo más hondo de mi corazón de hierba
alza el
vuelo la codorniz.
Desde
mis matojos sin nombre
emprende
su extravagante veneración.
THOMAS MERTON. Oh dulce canto
inefable.
Emblemas de una estación de furia
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