domingo, 25 de septiembre de 2022

VATICANO II: CUATRO DOCUMENTOS ESENCIALES

Vida Cristiana
(publicación semanal de la Iglesia cubana) ofrece la segunda entrega de la serie dedicada a los 60 años de la apertura del Concilio Vaticano II. Como excelente resumen lo comparto:

LOS CUATRO DOCUMENTOS PRINCIPALES DEL VATICANO II

P. Raúl Arderí, SJ

El Concilio Vaticano II (1962-1965) es el acontecimiento más relevante para la Iglesia Católica en los últimos 150 años. Tres ideas relacionadas entre sí nos ayudan a entender la envergadura de sus textos: volver a las fuentes de la tradición (en francés, ressourcement), el desarrollo de la doctrina y, por último, la puesta al día (en italiano, aggiornamento). Las investigaciones teológicas de inicios del siglo XX mostraron la necesidad de exponer el mensaje cristiano en su plenitud, recuperando elementos parcialmente olvidados o relegados. Ofrecemos aquí algunas pinceladas sobre las cuatro Constituciones del Vaticano II, conscientes de que otros elementos pudieran ser resaltados junto con los demás documentos conciliares.

La primera Constitución aprobada por el Concilio fue sobre la liturgia y se llamó Sacrosanctum Concilium (“El sagrado Concilio”, primeras palabras en latín del documento). Una idea fundamental del mismo podría ser la “participación plena, activa y consciente” de los fieles, superando el rol de “extraños y mudos espectadores” que podían conformarse con oír misa o rezar el rosario mientras el sacerdote celebraba. De este modo, la liturgia, especialmente la eucaristía, expresaba mejor su condición de fuente y culmen de toda la vida cristiana. 

El segundo documento fue la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium (“Luz de las naciones”). Un giro importante se dio cuando el capítulo sobre el pueblo de Dios se antepuso al de la jerarquía, expresando que la condición bautismal era fundamental para el ser cristiano y más relevante que los diversos ministerios eclesiales.

La Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum (“La Palabra de Dios”), es quizás el documento más logrado teológicamente. Una de las ventajas del nuevo enfoque fue superar un esquema demasiado ligado a los contenidos de la fe y pasar a un modo de comprender la revelación como autocomunicación divina. Dios quiere entrar en relación con el ser humano y hablarle como a un amigo, no simplemente dictar contenidos para ser memorizados

Por último, encontramos la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes (“Los gozos y las esperanzas”). La novedad absoluta de este texto es precisamente su organización, que no comienza con la Escritura ni con la tradición de la Iglesia como los demás documentos, sino a partir de la experiencia concreta del mundo contemporáneo con sus luces y sombras. El comienzo de este texto es la hoja de ruta de los padres conciliares para una Iglesia encarnada en la realidad y no una secta o fortaleza amurallada: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo”.

El Vaticano II sigue siendo un regalo del Espíritu y una tarea pendiente para la Iglesia. Cada generación debe asimilar sus documentos y preguntarse cómo proseguir su implementación. El proceso sinodal del 2021 al 2023 es una gran oportunidad para ello. Ojalá sepamos aprovecharlo.

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