Es el EGO lo que nos impide
conectarnos con esa fuerza o poder de Dios en el universo, en la creación, en
nuestra vida cotidiana. En lugar de reconocernos como lo que
somos: hijos de Dios, criaturas, elaboramos otras imágenes que de algún modo
van falseando nuestra identidad. Eso viene a ser el ego, formado por seis elementos
primarios o convicciones, y ellos desactivan en nosotros la fuerza de la
intención. Los enumero:
1- Soy lo que tengo. (Lo que poseo es lo que me define)
2- Soy lo que hago. (Lo que consigo en esta vida es lo que me define)
3- Soy lo que los demás piensan de mí. (Mi reputación de define)
4- Estoy separado de todos los demás. (Mi cuerpo me define, soy autosuficiente)
5- Estoy separado de todo lo que me falta en la vida. (Mi espacio vital está desconectado de mis deseos)
6- Estoy separado de Dios. (Dependo de una evaluación previa: méritos o pecados)
Se trata de debilitar la fuerza del ego, para así conectarse a esa fuerza divina que está en todas partes. El autor le llama “sendero hacia la maestría”. Este sendero que debilita el ego y potencia la conexión con Dios, pasaría por cuatro carriles o cuatro pasos:
La disciplina. (El cuerpo)
La sabiduría. (La mente)
El amor. (El corazón)
La entrega. (El lugar de la intención)
La meta es llegar ser disciplinados, sabios y amantes, recorriendo el camino que va de lo individual a la totalidad; Dios es uno y yo soy uno con Dios. Recuerdas lo de Pablo: “No soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Así, cuando yo oro, está orando conmigo Dios, y todo el universo con Él. Puedes utilizar todo el poder de Dios en un momento dado, y a eso le hemos llamado habitualmente “milagro”. Ya decía Jesús: “Tengan un poquito de fe, y moverán montañas”. La fe es más que un sentimiento bonito y piadoso; es estar conectados con Dios, es la comunión plena lo que provoca el milagro.
Es importante por tanto: Desarrollar la conciencia de la intención como una fuerza a la que puedo conectarme, puedo trabajar por esto, abrirme a esa realidad divina, a la que tengo derecho porque soy llamado, soy hijo, “heredero”.
2- Soy lo que hago. (Lo que consigo en esta vida es lo que me define)
3- Soy lo que los demás piensan de mí. (Mi reputación de define)
4- Estoy separado de todos los demás. (Mi cuerpo me define, soy autosuficiente)
5- Estoy separado de todo lo que me falta en la vida. (Mi espacio vital está desconectado de mis deseos)
6- Estoy separado de Dios. (Dependo de una evaluación previa: méritos o pecados)
Se trata de debilitar la fuerza del ego, para así conectarse a esa fuerza divina que está en todas partes. El autor le llama “sendero hacia la maestría”. Este sendero que debilita el ego y potencia la conexión con Dios, pasaría por cuatro carriles o cuatro pasos:
La disciplina. (El cuerpo)
La sabiduría. (La mente)
El amor. (El corazón)
La entrega. (El lugar de la intención)
La meta es llegar ser disciplinados, sabios y amantes, recorriendo el camino que va de lo individual a la totalidad; Dios es uno y yo soy uno con Dios. Recuerdas lo de Pablo: “No soy yo, es Cristo quien vive en mí”. Así, cuando yo oro, está orando conmigo Dios, y todo el universo con Él. Puedes utilizar todo el poder de Dios en un momento dado, y a eso le hemos llamado habitualmente “milagro”. Ya decía Jesús: “Tengan un poquito de fe, y moverán montañas”. La fe es más que un sentimiento bonito y piadoso; es estar conectados con Dios, es la comunión plena lo que provoca el milagro.
Es importante por tanto: Desarrollar la conciencia de la intención como una fuerza a la que puedo conectarme, puedo trabajar por esto, abrirme a esa realidad divina, a la que tengo derecho porque soy llamado, soy hijo, “heredero”.
Está muy bien esto de la INTENCION.
ResponderEliminarY proponerse todos los días ir recorriendo conscientemente estos cuastro pasos.
Gracias Manuel