Seguimos compartiendo ideas que ayuden a vivir la Resurrección a nivel personal; estas ideas pueden ayudarnos a comprender mejor la dinámica pascual a la que nos incorporamos en el bautismo, y que actualizamos durante estas jornadas:
LA TUMBA DEL MIEDO Y LA RESIGNACIÓN: Resurrección tiene que ver con levantarse, porque a muchos acaba gustándoles quedarse echados en la tumba, con su temor, su resignación, sus decepciones y sus heridas. Se acomodan e instalan en su tumba porque tienen miedo a vivir. Claro que también al levantarme del sepulcro corro el riesgo de ser herido otra vez, y entonces prefiero quedarme echado, medio muerto pero seguro, o eso creo. La resurrección tiene que ver con recuperar las ganas de vivir, la fuerza de andar y arriesgarse. La fuerza del resucitado en nosotros permite que nos desembaracemos de nuestras cadenas: complejos, temores e inhibiciones; es la fuerza que acompañó siempre a Jesús, y que le hizo dar salud a muchos que encontró en su camino, como el hombre paralítico al que hizo andar, o Lázaro, al que levantó de su tumba. Esa fuerza del resucitado también está en nosotros: no dejemos que nada nos intimide, sino que, escuchando la voz de Jesús, tomemos lo que nos detiene bajo el brazo, y volvamos a vivir.
Para comprender mejor el sentido de la palabra "resurrección" podemos asociarla con otros dos términos: DESPERTAR, y ALCANZAR LIBERACIÓN. Dice Grün: "Muchas personas viven como dormidas. Viven en un mundo lleno de fantasías. Se hacen ilusiones. No están en contacto con la realidad. El sacerdote jesuita indio De Mello opina que la mística es un despertar a la realidad. Experimentar a Dios es despertar... liberándose de las ilusiones que se han forjado de la vida. Han despertado porque han encontrado a Dios. Dios mismo los ha despertado... Creer en el despertar de Jesús significa pedirle a Dios que nos despierte de nuestro letargo, que nos abra los ojos para que podamos reconocer la realidad".
Pero ese despertar también puede ser doloroso, nos duele tanta luz en los ojos, y nos resistimos. San Pablo, en el camino de Damasco, fue "despertado" de una manera singular, pues se golpeó bastante fuerte y perdió la visión de los ojos. La resurrección puede acontecer como un terremoto también en nuestra vida.
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