Seguimos compartiendo ideas que ayuden a vivir la Resurrección a nivel personal, y hoy proponemos otras dos "figuras" del relato bíblico: Los guardias que custodian el sepulcro, y la piedra enorme que cubre su entrada. Estas dos imágenes pueden ayudarnos a comprender mejor la dinámica pascual a la que nos incorporamos en el bautismo, y que actualizamos durante estas jornadas:
LA PIEDRA QUE OBSTACULIZA LA VIDA: La piedra que cubre la entrada del sepulcro es un símbolo de los obstáculos que bloquean nuestra vida. Muchas personas viven como si una roca enorme hiciera peso sobre ellas, sin dejarles vivir. Puede ser el miedo, la incertidumbre, alguna inhibición o herida del pasado, el riesgo del futuro; puede ser un trabajo que tengo que asumir, un encuentro, un cambio, una decepción, una intervención de salud, o incluso una persona, una relación o un grupo del que formo parte. Cualquiera de esas cosas pueden vivirse como un enorme peso que me quita el aire, la libertad y las ganas de vivir. No podemos ser lo que somos, nos destruyen poco a poco.
Resurrección significa que un ángel desciende del cielo y quita la piedra. Ya dijimos en una entrada anterior que "ángel" puede ser cualquier persona o situación. El ángel hace rodar el peso que agobia nuestra vida, y se sienta sobre él. Así, la piedra se convierte en el triunfo de la vida sobre la muerte. Es un recuerdo de lo que he vivido, del milagro cotidiano de crecer y superar los obstáculos, porque ya el sepulcro no nos retiene, nos hemos levantado y vuelto al camino. Cuando estamos encerrados tras la piedra, no estamos en contacto con la vida ni con las personas, y nos vamos enfriando o endureciendo. Imagina cuántas cosas pueden evocar para cada uno de modo personal esa roca que pesa sobre nuestra existencia. Pero el amor de Jesús, su amistad y su señorío espiritual, pueden atravesar la piedra, removerla, a través de su ángel, y llevar luz y calor donde antes había oscuridad y frío. Jesús nos llega hasta lo más hondo, su amistad no conoce límites. Imparte una orden y llama: "Quiten la piedra", y luego, "Sal fuera". Una vez que la piedra es retirada, la voz de Jesús vuelve a llegar a nosotros, su palabra de amor nos permite dejar atrás la tumba en la que estábamos viviendo, y volvemos a vivir.
LOS GUARDIAS DE LA MUERTE: Según narran los Evangelios, unos guardias romanos custodiaban el sepulcro de Jesús, pues las autoridades judías temían que el cuerpo fuera robado por los discípulos. Pero nadie puede asegurarse contra Dios, y los guardias caen como fulminados mientras que el muerto se levanta, y va al encuentro de los suyos. Seguro que si nosotros pensamos un poco caeremos en la cuenta de cuáles son nuestros "guardias de la muerte", los que vigilan para que todo siga como antes, para que nada nos sacuda de nuestra modorra. Ellos creen que lo tienen todo pensado, pero no cuentan con Dios, que sorprende siempre. Nuestros miedos necesitan de guardias, soldados que combatan por uno. A menudo tememos a la vida, tal y como esta es; queremos tenerlo todo bajo control, y ponemos guardias: a nuestras costumbres, a nuestras tradiciones, a nuestras creencias. Pero el Dios de la Resurrección lo echa todo por tierra, irrumpe como un terremoto, y los guardias caen al suelo, fulminados.
Estos guardias andan también por el mundo, son muchos, y no quieren que nada cambie; por eso imponen su poder y sus mentiras, mediante el temor. Temen a la Verdad y al Amor. Amenazan o sobornan para detener la vida que brota a cada instante, pero la fuerza de la Resurrección no mengua. El amor es más fuerte que la muerte, aunque las evidencias más inmediatas hagan creer lo contrario. Por más que vigilen los guardias, el sepulcro quedará vacío.
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