miércoles, 22 de febrero de 2012

NOTAS AL VUELO...


La filosofía me apasiona siempre, aunque no sea un experto, tal vez porque no tuve acceso real a su historia hasta que llegué al seminario, con casi treinta años. En la Universidad, mientras estudiaba medicina, tuve que recibir clases de Filosofía marxista, economía política (capitalista y socialista) e historia el movimiento obrero; por suerte cuando me tocaba dar “comunismo científico”, en cuarto o quinto año de la carrera, no encontraron profesor, y me libré. Fue en el seminario cuando accedí a la otra filosofía, llamada siempre acá “burguesa”, y más que centrarme en las elucubraciones metafísicas de los filósofos, me interesa conocer sus vidas y como estas influyen y determinan en su pensamiento.


Para refrescar me senté a ver “El gato con botas” y “Peter pan”, pues nada como volver a ser niños para recuperar el buen ánimo, y llenar el corazón de ilusiones.  También he visto varios capítulos de la serie norteamericana “The body farm”, del género policial, pero con historias muy bien armadas y cargadas de humanidad; nada de conflictos simples, sino siempre complicados, como complicada es el alma humana.

 Lecturas interesantes y amenas de varios artículos, por ejemplo, un artículo sobre  los discos prohibidos del franquismo; aquí también sucedió lo mismo, y en mi juventud (la primera, quiero decir…), estaban prohibidos The Beatles, (y otras músicas en ingles),  Roberto Carlos, Julio Iglesias, Camilo Sesto, José Feliciano, etc, ya fuera porque su imagen no encajaba en la “moral socialista” (tan conservadora entonces como la católica), o porque dijeron tal o cual cosa sobre Cuba, o le cantaron a tal personaje político. Incluso figuras cercanas o tolerantes con el sistema, como Alberto Cortéz, que nos visitaba con frecuencia, estuvieron suspendidas de la radio. Recuerdo que en la escuela secundaria (estaba yo en una de las llamas “escuelas en el campo”, internado, donde pasábamos mitad del día en las aulas, y la otra mitad trabajábamos en el campo), tenían todos libretas con las canciones de estos interpretes copiadas, aunque yo mismo no había conseguido escuchar casi ninguna, sino que las conocía de oírselas a otros compañeros de estudio. En ese entonces no teníamos como ahora medios alternativos a la radio o la televisión nacionales.
También disfruté el artículo sobre Stephen Hawking, la entrevista con Paul Harding, o la visión de Juan Goytisolo, acerca de la llamada “Primavera árabe”; y en cuanto a declaraciones de obispos españoles sobre uno u otro tema, casi siempre moral, debería pedirles el papa un voto de silencio durante un buen tiempo, a ver si piensan más y mejor, y caen en la cuenta de que “por la boca muere el pez”. Es justo decir que a veces también la prensa sobredimensiona lo que dicen, lo mismo que le pide a cualquier tonto una opinión sobre un tema, y ya parece que están sentando cátedra. El que una persona se destaque en una actividad determinada no significa que ya pueda opinar sobre cualquier cosa, con coherencia y sentido común, sobre todo cuando en nuestro tiempo los “héroes” son los que aparecen con frecuencia en las revistas de chismes, o deportistas, o cantantes de moda.  En Cuba pasan unos programas juveniles, en los que se pregunta a jóvenes sobre un tema determinado, y cada uno dice lo que le parece, sin que luego cierren con la opinión de alguien más enterado que clarifique lo que es válido y lo que no, y no veas las cosas que se dicen. Es válido, por supuesto,  que coexistan opiniones diversas en la sociedad, siempre y cuando estas no pretendan imponerse a los que piensen diferente.