sábado, 22 de febrero de 2014

POR UNA PRENSA LIBRE E INTELIGENTE

GRANMA, EL PAÍS, Y OTRAS NOTICIAS..
Yo nací y he vivido durante muchos años en un país donde la prensa dice muy poco. Por eso cuando he tenido la posibilidad de residir temporalmente en otros países he disfrutado enormemente leer una prensa diferente. No digo que ese periodismo sea perfecto, pero sí digo que es mejor que el que se hace en mi país. También tengo que decir, sin embargo, que en mi país se hace muy buen periodismo cultural, y que en otros sitios, al contrario, una buena revista de cine, por ejemplo, tiene mucho de comercial, lo cual lastra el análisis puramente artístico del filme. Sucede lo mismo con la literatura o con cualquier rama del arte. Digo esto para no ser imparcial, pero lo que me interesa decir acá es lo primero: disfruto mucho leer la prensa cuando es realmente informativa, inteligente, variada. Cosa que, indudablemente, no es el periódico Granma, principal publicación política de Cuba. Ahora que vivo en República Dominicana, constato que tampoco me gusta mucho la prensa local, con apenas un par de páginas de información internacional, mientras que sobran espacios para comerciales, notas de sociedad, clasificados y chismes de farándula. Cuando viví en Madrid durante más de un año tuve la oportunidad de leer varios periódicos nacionales, cada uno con su línea editorial, y de ese modo ir comparando tendencias, criterios, puntos de vista. Los domingos solía salir con mucha ilusión a comprar El País, El Mundo y ABC, cada uno de ellos con sus correspondientes suplementos y revistas. Es una de las cosas que más eché de menos al regresar a la Habana, y aunque disponía por suerte de conexión a internet no es lo mismo leer un periódico digital que tener en las manos las páginas que puedes oler, voltear, marcar, o guardar. Ahora, en República Dominicana, tengo la posibilidad de comprar El País, al menos una vez a la semana, y adquirir además números atrasados, que para mí son tan nuevos como el del día si no los he leído, pues sus artículos, comentarios de opinión, etc, siguen teniendo valor. Es increíble de cuánto uno se entera al leer un solo número, pues al tocar determinación política lo hacen con la suficiente amplitud para que te informes y pongas al día de lo que sucede. Claro que esta edición de El País (Edición América) tiene 40 páginas, mientras el Granma suele tener habitualmente 8, salvo los viernes, que desde hace un tiempo tiene el doble.

Por poner un ejemplo, la edición de El País del pasado lunes 17 de febrero comenta ampliamente la situación política del gobierno italiano; un político joven, de apellido Renzi, ha desplazado al primer ministro Letta, y ahora debe formar nuevo gobierno. Por lo que he leído, el cambio se ha dado con modos poco limpios. El mundo no anda mejor por Medio Oriente, y al parecer los periodistas son intimidados y apaleados en Egipto, mientras que milicias cristianas en la República Centroafricana, persiguen a los musulmanes, que son minoría. La violencia en Venezuela no se queda afuera, ni los intentos de Obama y el presidente francés de potenciar un tratado de libre comercio entre USA y la UE. Todo esto que digo está explicado con detalles, y uno se siente bastante informado al final de su lectura, independientemente de que alguien pueda acusar al rotativo de parcialidad, porque, qué periódico no es de algún modo parcial. No es más parcial que la prensa cubana, eso lo tengo claro, y aquí te enteras, allí no. Cuando aparece alguna noticia es tan breve y escueta que no te enteras de nada, si acaso de un hecho puntual; por ejemplo, que un grupo determinado atacó a otro, nada más, ni por qué, ni que hay de fondo, nada. Cuba presume de una relación muy cercana con el continente africano, relación solidaria, pero la prensa cubana refleja muy poco (por no decir nada) de lo que sucede en esa parte del mundo, salvo visitas mutuas de dignatarios que presiden países que nadie sabe en Cuba no dónde quedan.

En el mismo diario pude leer que, según cifras de Amnistía Internacional, 38 de los 54 países africanos, un setenta por ciento, criminalizan la homosexualidad, y en algunos de ellos, como Mauritania, Somalia o Sudán, ese delito puede llevar a una sentencia de muerte. Dos motivos fundamentales ofrece el articulista para esta situación: países de mucha pobreza (y poca cultura) y la religión. Enseguida hago asociación con el documental que puede ver esta misma semana, “Los olvidados de los olvidados”, sobre la situación de los enfermos mentales en el continente negro. En ambos casos es la religión la que ayuda a demonizar a esas personas, a pensar que tanto gais como enfermos, están poseídos por el diablo y por tanto pueden ser maltratados, rechazados u obligados a vivir sin derechos o sin libertad. Un buen artículo de un diario te puede sensibilizar para entender mejor muchas realidades que tocan nuestra vida diaria, esas discusiones que se dan hoy en parte del mundo occidental en torno al reconocimiento de las parejas homosexuales, en las que se ignora el peso que estas personas han tenido que llevar y todavía llevan. Se asume como algo que tiene que ver con la moral o la familia, pero se ignora que antes implica reconocer la dignidad y el respeto que merece todo ser humano por el simple hecho de serlo.

En algunos países de Latinoamérica, gobiernos populistas pretenden imponer una prensa maniatada, que se dedique a alabar simplemente cuanto ellos hacen. Es el caso de Ecuador o Venezuela, y esta misma semana hemos apreciado las consecuencias que esto tiene a nivel de información y libertad ciudadanas. Un buen periódico, creo yo, contribuye enormemente a cultivar, desde una buena labor informativa, la libertad de sus lectores, y por ello ha de tener siempre cierta independencia política, más allá de los intereses lógicos que mueven cada publicación o cada medio informativo del tipo que sea, que no lo vamos a ignorar. Debe existir la posibilidad de conocer lo que las diversas tendencias políticas que conforman una sociedad opinan ante un acontecimiento determinado; como en Madrid, donde yo podía leer la visión de todo un espectro político: desde Público, El País, El Mundo, ABC o La Razón, independientemente de que comulgara más o menos con cada uno de ellos.

Quede claro, que no me asusta leer un periódico que defienda puntos de vista contrarios a los míos, todo lo contrario; me permiten reflexionar sobre aquello que creo u opino, a veces para ampliar mi visión, o incluso cambiarla para mejor; otras para estar bien informado, y no despreciar aquello que en realidad no conozco. Bueno, miren todo lo que me ha hecho escribir la lectura de un buen periódico, por el que no dudo en hacer un viaje de un par de horas una vez a la semana, para poder comprarlo. No pierdo las esperanzas de que también en Cuba, Granma sea algún día mucho mejor, como no han de perderla quienes descubren en su propia prensa (también los españoles) limitaciones para alcanzar el pleno derecho a la información que deberíamos disfrutar todos.

22 de febrero de 2014.

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