viernes, 14 de febrero de 2014

KOAN ZEN


Quiero traer aquí un breve comentario, sobre un libro de la colección “Arca de sabiduría” que lleva por título “La flauta de hierro. Antología de 100 koans zen”, de Nyogen Sensaki y Ruth Strout Mc Candless. Según apunta en la contraportada, “Arca de Sabiduría brinda al lector una cuidada selección de textos clásicos de la literatura espiritual, que se han revelado, a lo largo del tiempo, como hitos fundamentales de la sabiduría trascendente”.

En el caso del libro que nos ocupa, “La flauta de hierro”, es una recopilación de koans clásicos llevada a cabo por Genro, un destacado maestro zen japonés del siglo XVIII, la época conocida como La Edad Dorada del Zen. Aquí aparece cada koan acompañado de un comentario, convirtiendo este texto en un verdadero compendio de la esencia del zen.

Dentro del budismo zen, el koan es una pregunta en apariencia absurda que plantea el maestro al discípulo, y que tiene como objetivos ausentar el pensamiento y llevar a la mente más allá de la percepción dual.

De la introducción de este libro, hecha por Steve Hagen, quiero tomar algunas ideas interesantes sobre los koans, pensando que su utilidad no queda limitada a los practicantes de este camino solamente, sino para todo aquel que una u otra manera, intente adelantar en los caminos del espíritu.


La gente piensa a menudo que los koans son adivinanzas o problemas a los que hay que encontrar una solución. Pero no es así en absoluto. La cuestión con cada koan no es llegar a una respuesta a través de nuestras mentes conceptuales o normales, sino que veamos por nosotros mismos que nuestros conceptos nunca nos pueden proporcionar una respuesta satisfactoria. Esto no significa que no podamos sentirnos satisfechos; podemos, pero no a través de un concepto o una explicación.

A diferencia de los exámenes del colegio, con los koans no se trata de que se nos ocurra la respuesta correcta para ganar el aprobado o la aprobación del profesor. Hay mucho más en juego en estos intercambios entre los maestros zen y sus discípulos. De hecho, si fuera solo cuestión de saber la contestación correcta, bastaría con buscarla en uno de los libros que dicen proporcionar las respuestas a los koans. Pero en un intercambio con un maestro en persona, esto no sirve de gran cosa. Salta a la vista que alguien no entiende la esencia del koan en cuanto le formulan una segunda pregunta que no figura en los libros.

Ningún concepto, idea o pensamiento intelectual puede proporcionar jamás”la respuesta”. Ya hablemos de la vida o hablemos de koans (que en realidad son lo mismo), no existen respuestas ni soluciones”.

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