jueves, 6 de diciembre de 2012

RELIGIÓN Y ESPIRITUALIDAD


"La religión consiste en lo que creemos y en por qué lo creemos. Consiste en tradición, institución y sistema. Construida a lo largo de siglos, la religión pinta para el mundo un retrato de la creación y las interrelaciones. Nos proporciona credos, dogmas y definiciones de Dios. Nos congrega en el culto y nos recuerda que hay un mundo venidero.

La espiritualidad es el hambre del corazón humano. Busca no sólo un modo de existir, sino una razón para existir que supere lo biológico, lo institucional e incluso lo tradicional. Eleva la religión del nivel teorico o mecánico al personal. Pretende hacer reales las cosas del Espíritu. Trasciende las normas y los ritos para llegar a una concentración de sentido. Persigue con ardor las dimensiones místicas de la vida que la religión pretende fomentar.

Cuando desarrollamos una vida espiritual que va más allá de una forma de simple e irreflexivo apego a unos cánones de comportamiento heredados, el alma supera la adhesión a un sistema, llegando al crecimiento anímico. La espiritualidad pretende trascender a los funcionarios de la religión para alcanzar por sí misma la intimidad con el misterio del universo. La espiritualidad toma la religión en sus manos.

La religión nos da mandamientos. Las normas -conjuntos de regulaciones que se han ido superponiendo a lo largo de los siglos- se proponen guiarnos en nuestro modo de vivir, a fin de que podamos llegar a ser lo que pretendemos. La religión prescribe un camino para pasar por la vida con unos ritos y costumbres destinados a mantener un orden eterno que el alma ya no comprende. Las normas están destinadas, aparentemente, a llevar a la Realidad Divina que las exige. Es el cumplimiento de la norma, según el sistema nos induce a pensar, lo que define tanto los límites como la naturaleza de nuestra espiritualidad.
Cada día en mi vida estoy menos segura de ello.
Dicho de otro modo, la religión termina donde empieza la espiritualidad".

Joan Chittister, osb.
"Ser mujer en la Iglesia".
Sal Terrae, 2006.

2 comentarios:

  1. La frase final en mi opinión es un poco taxativa. Estoy de acuerdo en que la "espiritualidad" (o mejor dicho las "espiritualidades") son un terreno difuso comparado con el terreno de las confesiones religiosas, pero también entiendo que hay gente capaz de vivir en el marco de una "religión" (en el sentido confesional del término) sin por ello sacrificar una espiritualidad "open mind".

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  2. ¡Chapeau!
    Palabras sabias de un ser humano que demuestran su mayoría de edad emocional y su inteligencia. Esta en plenitud de facultades pasados los setenta años.
    Una aptitud valiente, dado el terreno en el que se mueve, porque afirmaciones como estas y otras publicaciones le han acarreado no pocas amonestaciones por parte de los obispos y de la Congregación para la Doctrina de la fe. A las que ha hecho siempre caso omiso, respondiendo incluso críticamente, y sin rectificar. El último encontronazo lo tuvo hace unos pocos meses, al respaldar las reclamaciones de la federación de superioras americanas.
    Y es que cuando una religión se institucionaliza, son muchas y bien conocidas los motivos por los que le interesa monopolizar, dirigir y tutelar la espiritualidad de los creyentes. Así se constata, así sucede. Es mucho lo que se juega la institución si no tiene "la exclusiva" espiritual.

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