miércoles, 26 de marzo de 2014

DOS FÁBULAS

Las fábulas, como los mejores postres, tienden a deleitar porque ofrecen siempre algo nuevo a la conciencia de las personas. Una fábula sin enseñanza es como un pastelillo sin decorado.
El propósito de una fábula consiste en mostrar las virtudes o defectos de la gente por medio de historias protagonizadas por animales, dioses o cosas. Las fábulas son como
un espejo o un teatro en el que todas las personas se miran a sí mismas. De este modo, pueden mejorar su forma de ser. En último término, las fábulas, antiquísima forma de enseñanza, ofrecen
al ser humano la mayor perla que en el mundo pueda existir: la sabiduría.


"En la casa de un rico mercader de la Ciudad de México, rodeado de comodidades y de toda clase de máquinas, vivía, no hace mucho tiempo, un perro al que se le había metido en la cabeza convertirse en un ser humano, y trabajaba con ahínco en esto. Al cabo de varios años, y después de persistentes esfuerzos sobre sí mismo, caminaba con facilidad en dos patas y a veces sentía que estaba ya a punto de ser hombre, excepto por el hecho de que mordía, movía la cola cuando encontraba algún conocido, daba tres vueltas antes de acostarse, salivaba cuando oía las campanas de la iglesia y por las noches se subía a una barda a gemir viendo largamente la luna".


"Enamorada una gata de un hermoso joven, rogó a Afrodita que la
cambiara en mujer. La diosa, compadecida de su pasión, la transformó en una preciosa muchacha, y entonces el joven prendado de ella la llevó a su casa. Hallándose los dos descansando en la alcoba nupcial, quiso saber Afrodita si al cambiar de cuerpo la gata había mudado también de carácter, y soltó un ratón en el centro de la alcoba. Olvidando la gata su condición presente, se levantó del lecho y persiguió al ratón para comérselo. Entonces la diosa, indignada contra ella, la volvió a su primer estado".

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