lunes, 29 de octubre de 2018

EDIFICADOS SOBRE EL CIMIENTO DE LOS APÓSTOLES...

A partir de las lecturas bíblicas que utilizamos ayer en las celebraciones eucarísticas dominicales, desarrollé tres ideas que buscaban renovar en quienes me escucharon el amor por la dimensión comunitaria, eclesial, de nuestra vida cristiana. Me motivó la frecuencia con que algunos reconocen la frecuente ausencia a la eucaristía dominical, regularmente por motivaciones de poco peso, y luego hablan sobre todo de "faltar a una obligación". Suelo decirles que la misa dominical, más que una obligación es una necesidad, la que tiene el hombre o la mujer de fe de alimentarse y procurar  sustento para el camino cotidiano, para la batalla espiritual que sostenemos. En la misa del domingo recibimos tres auxilios: la Palabra, la Mesa eucarística, y la fraternidad de los hermanos, tres panes, aunque el último punto suele olvidarse con frecuencia.

 A partir de estas ideas previas, y lo que me sugerían las lecturas, propuse tres puntos:

1. Estamos edificados sobre el cimiento de los apóstoles, Cristo es la piedra angular, y nosotros, como piedras vivas, nos vamos integrando en la construcción, para que la Iglesia sea, para todos, morada o casa de Dios (Efesios 2, 19/22). Esta visión espiritual de fortaleza, integración y compromiso es fundamental para nuestra vida espiritual como cristianos.

2. Somos conscientes de nuestra pobreza, pero, como Pedro y Juan en el pórtico del templo, tenemos algo importante y valioso que anunciar y compartir: tenemos a Cristo (Hechos 3, 1/10). No perdamos de vista qué es lo esencial que tenemos para dar, porque a menudo perdemos el rumbo, y dedicamos innumerables esfuerzos y recursos a otras cosas.

3. Nuestros nombres, como el de los apóstoles, están inscritos en el Libro de la Vida; Jesús nos ha llamado a cada uno para enviarnos a sanar, consolar, edificar. La fe es una fuerza, que alimentamos semana tras semana, para que no decaiga nuestro entusiasmo de compartir una misión con Cristo (Lucas 6,12/19). 

 Creo que es importante alimentar nuestro sentido de pertenencia a una comunidad de fe, una comunidad espiritual, que nos nutre, nos fortalece y nos anima para caminar y vivir según el Evangelio.

domingo, 28 de octubre de 2018

CAMBIANDO SUERTES...

Si me preguntan cómo se llama mi Dios, les digo: Su nombre es, «El que ha cambiado mi suerte».
Si me preguntan, cuál es mi pueblo, les digo: Mi pueblo son «Los pobres a quienes Dios ha cambiado la suerte».
Si me preguntan cuál es mi tarea, les digo: Me han pedido que sea «Mente, corazón y manos del que cambia la suerte de los pobres».
Si me preguntan a quiénes he sido enviado, les digo: «A los pobres para que cambie su suerte».
Si me preguntan a dónde he llegado, entonces se hace ineludible la confesión y la petición:
Dios mío, no hemos llegado a tiempo para librarlos. Salieron hacia una esperanza, se quedaron a la deriva en un mar de angustia, naufragaron en un cementerio de agua. No hemos llegado a tiempo para cambiar su suerte

Dios mío, que el mundo se te llene de corazones y manos para cambiar la suerte de los que lloran. Dios mío, que el mundo se nos llene de "cambia suertes".

sábado, 27 de octubre de 2018

¿FIN DE LA IGLESIA O DE ESTA IGLESIA?

He querido compartir este artículo, no porque coincida totalmente con lo que dice, sino por la valentía con que habla del presente de la Iglesia Católica y lo osado de sus propuestas.



ECLESALIA, 26/10/18.- Me apena ver, como esta Iglesia se va hundiendo en el pantano, en busca de soluciones simples que solo provocan su aceleración.

Año de la Fe, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, Iglesia en salida, Congreso para la Evangelización, Primer anuncio…… ¿Qué ha quedado de eso? Nada, un Iglesia acobardada en sus trincheras, tratando de defender el poco poder que le queda.

La Iglesia de hoy, es una institución política, económica, administrativa, social y también religiosa. Es un Estado, trata de influir en la política; maneja capitales; administra un patrimonio; realiza funciones sociales, hospitales, colegios, Cáritas, misiones, y trata de ser mediadora entre las personas y la Divinidad.

En el caso del cristianismo, la figura de Jesús no proclama ni funda una religión o iglesia. Lo que hace es proclamar un kerigma o mensaje de amor y salvación, que abarca desde su percepción de filiación divina y la de todos los seres humanos, de su descubrimiento del rostro amoroso de Dios, de una propuesta de conducta basada en la ética y el amor al prójimo, hasta la garantía de salvación.

La Iglesia, fundada por San Pablo, que 20 años antes de que se escribiese el primer Evangelio fundaba pequeñas eklesias o comunidades, al aliarse con el poder, convierte el kerigma de Jesús en una religión, estructurándolo y codificándolo de acuerdo con la mentalidad de su tiempo, que pertenece a un paradigma greco-romano que no es el nuestro.

Nuestra conciencia es evolutiva, nadie piensa como cuando era niño, joven o adulto La visión del universo, del mundo, del hombre, del sentido de la vida… es muy diferente de la que se expresa en ese paradigma antiguo y por ello, si cambia el nivel de conciencia y también el paradigma o conjunto de valores, ideas, costumbres, con el que vemos la realidad ..., es lógico que se necesite una nueva interpretación del kerigma, que sin negar la anterior, la integre , la transcienda y la haga inteligible al mundo de hoy.

Benedicto XVI en una de sus alocuciones dijo: “La palabra de Dios no está en la literalidad de los textos, sino en el seno de una interpretación y por eso la lectura de las Escrituras es un reto para cada generación. Y cada generación tiene el derecho y la obligación de interpretarla a la luz de su tiempo y así la fe puede regar y fecundar distintas épocas y culturas”.

La Iglesia tiene que tomar conciencia de que no es un fin en sí misma, que su función mediadora es la de estimular la búsqueda de Dios y que esta función parece que hace agua en estos momentos.

En la sociedad actual, la Iglesia no es más que la forma de una expresión religiosa, pero esta expresión no tiene la calidad y fuerza que contiene el mensaje que pretende transmitir. Y no tiene esa calidad y fuerza porque hay una crisis de pedagogía, pobreza de léxico e inadecuación de la palabra. Se observa un agotamiento de recursos verbales y un deterioro de la comunicación. Hay una dilución de los símbolos, una vaciedad en las frases convencionales y una necesidad de cambiar el lenguaje.

Agrade o no, el cambio acaban imponiéndose. Es, pues, necesario anticiparse al mismo o sumarse a él. Hay que controlar el cambio y disfrutar con la aventura del cambio y no cesar de cambiar.

A la crisis explicativa y a la de su presencia social, hay que añadirle su falta de liderazgo moral no sólo por su retraso en aceptar los avances del mundo, ya sean científicos o sociales, como la democracia, derechos humanos, feminismo…, sino por la conducta escandalosa de muchos de sus representantes oficiales, alejados del mensaje que pretenden comunicar.

La propuesta del Obispo de Mallorca de cerrar iglesias, con la escusa de que acude poca gente a las Eucaristías y concentrarlas en una sola para que haya más participantes, es de una simpleza enorme. Si acuden 12 personas a 10 iglesias y se cierran 9, de las 120 personas que acudían, sólo irán 60 a la que permanezca abierta.

La estructura actual de las misas, está muy lejos de ser una reunión de comunidad familiar en la que los fieles participen activamente. Y la petición de que canten, es una forma de adormecimiento colectivo.

A finales del año pasado, el Papa Francisco invitó a la Asociación de Teólogos Italianos a “repensar la Iglesia para que sea conforme al Evangelio que debe anunciar y a repensar los grandes temas de la fe cristiana, dentro de una cultura en profunda mutación”.

Entiendo que esta invitación se extiende a toda la Iglesia, incluidos los laicos, que deben sentirse aludidos por este mensaje. Es un valiente paso para actualizar y modernizar la estructura y el papel de la Iglesia en este cambio de época. Es tarea difícil, porque hay un sector del clericalismo reticente y temeroso que esclerotiza a la Institución y presenta resistencia a las reformas, que se quiera o no, acaban imponiéndose. Esta es mi esperanza (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

JUAN ALEMANYtoriloco@movistar.es
MALLORCA.


viernes, 26 de octubre de 2018

FRAY MARCIANO GARCÍA: primer aniversario.

Añoranzas (Marzo 21 2011). 

Autor: P. Marciano García, ocd. 

Pasaron los años, se fue la primavera, 
solitario vuelve el otoño. 
quizás esté llegando el invierno. 
este deseo de eternidad que llevo 
resbala sobre el filo del tiempo, 
lleno de ansias misteriosas, 
envuelto en sombras largas y frías. 
Ignoro en qué vuelta del camino esté 
el final de este día que me llena de luz. 

Pasan los años, los sueños felices, 
pasan las noches tristes y dejan dolor. 
En el cielo brilla la luna, 
Y más allá estrellas lejanas 
me hablan con tibio y cansado color. 
Han pasado los siglos sembrando luz 
Y hoy mis ojos se bañan de esperanzas. 
Allá, lejos, en lo eterno, brilla también 
mi estrella, mi luz, mi tiempo detenido 
en este ahora sin fin que llevo dentro, 
donde solo estás Tú.

miércoles, 24 de octubre de 2018

PSICOLOGÍA Y VIDA ESPIRITUAL, o como puedan estas dos realidades ayudarse mutuamente.

1. La psiquiatría y la psicología, tal y como las conocemos hoy, son ciencias muy recientes, y la llamada psicología pastoral también. Es decir que el vincular los conocimientos que tenemos en el campo del cerebro y la conducta humanas son recientes también, y lo mismo su vínculo con la práctica religiosa y la espiritualidad. Este vínculo, psicología y religión, despertó recelos en principio, y aun hoy tiene sus detractores, pero importantes maestros espirituales contemporáneos han trabajado la espiritualidad y vivencias cristianas desde esta perspectiva, con resultados, creo yo, bastante satisfactorios, porque contribuyen a una vivencia más sana de la religión. Parafraseando un texto de teología que busca superar los actuales conflictos de la Iglesia con las denuncias de abusos sexuales por parte de clérigos o consagrados, se trata de conseguir “personas sanas en una relación sana con un Dios sano”. Cualquier problema en uno de estos tres elementos va a repercutir en los otros dos, y provocar patologías, psicológicas o espirituales, que necesariamente habría que atender para conseguir una experiencia realmente “salvadora y redentora” en religión. 

2. Si miramos en la historia de la espiritualidad cristiana, algunos aspectos fundamentales de la psicología contemporánea están bien presentes en las tradiciones que la Iglesia atesora, como es el caso de los antiguos monjes del desierto, y sus enseñanzas acerca de la purificación y maduración de la persona, e incluso en los presupuestos de la filosofía más antigua. El principio socrático: “conócete a ti mismo”, es asumido, por poner el ejemplo más cercano a nosotros, por Santa Teresa, que lo coloca en la meta de salida de su obra más madura y abarcadora, Las Moradas o Castillo Interior. Ella pone en su primera morada, dividida en dos capítulos, los fundamentos sobre los que edificar la vida espiritual: la grandeza de Dios, la hermosura y dignidad de la persona humana, la necesidad del conocimiento propio, el buscar dentro de uno mismo la presencia divina, y la fragilidad y posibilidad de errar, de ser infieles a nuestra vocación original. De todo esto podría hablarnos hoy la psicología, tal vez con otras palabras o desde diferentes conceptos, pero al fin y al cabo diciendo más o menos lo mismo. 

3. Todos estos elementos han de estar presentes en una vivencia cristiana sana, y son también aspectos importantes de la psiquis humana sobre los que trabaja la psicología, por lo que resulta muy útil que aprendamos a vincularlos, de modo que no confundamos un problema psicológico con un problema espiritual, y viceversa, y que ambos conocimientos puedan colaborar para que la persona tenga una vivencia más plena y sana en todos los sentidos. 

4. Les hablaba antes de varios autores contemporáneos de espiritualidad que pueden ayudarnos a equilibrar nuestras emociones o pasiones, nuestras tendencias, y contribuir a una vida espiritual más plena. Les cito algunos: Anthony de Mello, Henri Nouwen, Anselm Grün, John Powell… y en el campo contrario también hay muchos, los libros de autoayuda, pero pongo un ejemplo: Wayne Dyer, y psicólogos de la talla de W. James, Allport, Freud, Jung, Erich From…. Todos ellos han hecho importantes aportes a la comprensión del hecho y la experiencia de la religión en los seres humanos y en la comunidad. 

5. Creo que es valioso e importante que tengamos la posibilidad de conocer mejor y confrontar nuestras emociones y sentimientos en cursos como este, porque sucede que a menudo confundimos nuestras vivencias, carencias y trastornos psicológicos con problemas espirituales, y no tenemos en cuenta que la gracia construye siempre sobre la naturaleza; la espiritualidad puede contribuir a sanar nuestra psiquis, e insisto, contribuir, pero es bueno no dejar todo en manos de Dios si podemos auxiliarnos de una ciencia, de un camino de sanación, que nos permita mejorar, fortalecer, y sanar nuestra relación con Dios. 

6. Teniendo presente lo que antes dije respecto a los temas que Teresa propone como fundamentos del camino interior, podemos preguntarnos ahora: ¿Qué imagen tengo de Dios? ¿Cómo es el Dios de mi fe, el que acompaña mi vida diaria, al que rezo? ¿Qué idea tengo de la persona humana, de su lugar en la creación y su relación con lo que le rodea? ¿Soy capaz de diferenciar lo ontológico de lo moral, es decir, el Ser del Hacer? ¿Puedo distinguir el error, del pecado? ¿Puedo distinguir lo que distingue el “soy pecador” (a causa del llamado pecado original) de un pecado concreto? ¿Puedo distinguir el rezar vocalmente, rezar oraciones, de la oración mental, la meditación, el recogimiento interior, que pueden llegar a ser importantes caminos de sanación de nuestro interior? ¿Valoro el silencio, los momentos de soledad, el amor por la cultura, el arte, como aspectos importantes que enriquecen y diversifican mi vida humana y cristiana? Todo lo anterior, y el modo en que lo asumo, tienen efectos sobre mi psiquis y mi vida cristiana, ya sea positiva o negativamente. 

7. Pienso, desde los interrogantes anteriores: que las emociones son pre/morales, y son necesarias, juegan un papel en la vida de la persona; además, que es muy importante y sanador el conocerse mejor uno mismo, sus acciones y reacciones, y ayudar a sanarlas, para ponerlas al servicio de una vida comprometida con el Evangelio/Que cierto ideal estoico se infiltró en la espiritualidad cristiana, preconizando la “apatía” o falta de sentimientos, como modelo de una vida perfecta a nivel espiritual/Hacer de la oración personal un espacio de diálogo íntimo con Dios, en el que la escucha sea un elemento fundamental/Formarse humana y espiritualmente, para que nuestra visión religiosa se dilate, se amplíe. 

8. Pienso también que: No toda equivocación o error cometido es pecado/El arrepentimiento y la culpa no son lo mismo, ni tienen el mismo efecto; Dios no quiere que nos sintamos culpables/Dios no es un juez implacable, sino un padre amoroso/El miedo no es espiritual, no es de Dios/Necesitamos alimentar la CONFIANZA, pues eso es básicamente la fe, y la confianza en Dios implica necesariamente confianza en la vida, en la realidad en la que esta transcurre

9. Una persona espiritual no es necesariamente, y no suele serlo, una persona totalmente sana a nivel psicológico. Solemos confundir la llamada a la santidad, con la perfección moral, lo cual provoca no pocos traumas psicológicos en las personas. El ser humano no es perfecto, pero puede aspirar a ser mejor cada día, a superarse constantemente a sí mismo, o con palabras de Francisco, a conseguir lo posible, y pedir lo imposible. Los santos canonizados, que la Iglesia propone como modelos e inspiración de los fieles, han sido personas normales, con limitaciones humanas, psicológicas e incluso morales. En el Carmelo, A Teresa se le utilizó en cierta época como modelo de una conducta histérica; Juan de la Cruz, por sus descripciones de la “noche oscura” se le presenta con una personalidad tendiente a la depresión (Depresión y mística, de Javier Álvarez) y Teresita tuvo en su infancia episodios neuróticos evidentes. De otros santos se cuentas historias parecidas: malos humores, depresiones, iras, tristezas, alegrías desmesuradas, incluso violencias… Pero todo eso no necesariamente contradice su santidad, sino que de esas luchas y búsquedas personales surge una personalidad concreta y una concreta actitud ante la vida. 

10. Cuando la experiencia religiosa prende en una estructura personal o social deteriorada en sus raíces, puede contribuir a sanarlos, si se maneja adecuadamente, pero también se corre el riesgo de convertirse la religión en una propulsora de ese mismo deterioro, potenciando en su seno el empobrecimiento personal, el infantilismo regresivo o incluso la destrucción o la violencia. Se habla de Fanáticos Vs Profetas; de Alumbrados Vs Místicos; de Sacrificadores Vs Oferentes. Los primeros ilustran el lado oscuro de la religión, utilizada como máscara de instintos e impulsos inconfesables. Por otro lado, la religión puede convertirse en aliada poderosa de la expansión y plenitud humanas; la religión puede influir en las esferas afectiva, cognitiva y ética, y hacerlo según las oposiciones que decíamos antes, de manera positiva o de manera negativa. Este es un tema muy rico e interesante, pero no creo que podamos desarrollarlo del todo en este espacio. 

11. Otro ejemplo de simbiosis entre psicología y espiritualidad podríamos encontrarlo en una propuesta de A. Grün; él habla de entender y vivir la fe como nueva perspectiva, o manera diferente de ver la realidad e interpretarla. De aquí brota entonces una nueva conducta y sentimiento vital. Tres momentos para desglosar esta idea: 1. CREER (ver con empatía/reinterpretar), 2. AMAR (aceptar con gusto/transformar), 3. ALABAR (elogiar/renombrar). La fe implica mirar la realidad con ojos amorosos, confiar en ella; veo el mundo con buenos ojos y estructura fundamental del mensaje cristiano. La reinterpreto, reconociendo la bondad de Dios presente en él. Luego, si considero que una cosa es buena y amable, entonces la acojo con gusto, la hago parte de mí, le doy un “nombre nuevo”. El amor deriva de la fe, y hay un vínculo entre creer, amar y alabar, que es para este autor la estructura fundamental del mensaje cristiano. La fe nos introduce en una nueva vida, que brota de una nueva mirada, y el amor es la nueva conducta, así como la alabanza expresa un nuevo sentimiento existencial. 

12. He querido presentar estos dos ejemplos como modelos de lo que puede aportar la psicología, el conocimiento y comprensión de la conducta humana, sentimientos y emociones, a una espiritualidad que, sin renunciar a sus raíces originales (la Escritura, la Tradición), puede enriquecerse y enriquecer, sanar y transformar al creyente con las armas del conocimiento que aportan la psiquiatría y la psicología al conocimiento el ser humano.

sábado, 20 de octubre de 2018

POR LOS TRABAJOS DE SU ALMA...

Al revisar las lecturas  de este domingo XXIX (B), me encuentro de entrada con esta frase del libro de Isaías (53,10/11): 

"Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento". 

No faltará quien crea que en ella se justifica el sufrimiento, el dolor, los momentos oscuros de la vida, e incluso que estos son voluntad de Dios. Prefiero pensar la vida como un largo camino de aprendizaje que hacemos siempre de la mano de Dios, y en el que vamos superando de una u otra manera los diversos obstáculos que aparecen, inevitablemente, en esa senda. Ante ellos tomamos conductas diferentes: la queja, el llanto, la rabia, el desespero, e incluso renegamos de nuestra fe

Supongo que muchas veces establecemos al Dios en el que creemos en el ámbito del "hacer", y lo enjuiciamos si hace o no hace determinadas cosas. Pero Dios pertenece básicamente al ámbito del Ser: Dios es el que es, el substrato de la vida, y cito siempre esta frase del apóstol: En él vivimos, nos movemos y existimos. Cuando pasamos por la prueba, lo hacemos en Dios, siempre desde Dios, contando con sus fuerzas, y si en ese momento echamos mano a nuestra fe, y vivimos la prueba desde el abandono y la confianza, saldremos de ella con mayor sabiduría, libertad y fuerza. 

El alma pasa por el crisol, y saldrá saciada de conocimiento. Hacerlo de esta manera no significa que no nos quejemos a Dios, que no protestemos, que no reneguemos; todo eso lo podemos hacer, sin dejar de ser hijos y discípulos. Algo en el fondo de nosotros sigue suspirando en silencio, diciendo Abba, Padre, con los gemidos del dolor que padecemos. Dios no se molesta con nosotros por eso, nos conoce; más que nuestras palabras, ve y escucha nuestro corazón.

He querido hacer esta reflexión pensando en mi propia experiencia y en la de otras personas conocidas, no porque tenga el remedio, sino porque cuando miramos atrás confirmamos siempre que la misericordia de Dios no ha faltado nunca en nuestra vida, aunque pensásemos lo contrario; que su mirada, que al decir de los santos del Carmelo es siempre mirada amorosa, no se ha apartado de nosotros nunca. 

 "Nosotros aguardamos al Senor/ Él es nuestro auxilio y escudo/Que Tu misericordia venga, Dios, sobre nosotros, como lo esperamos de Ti".

domingo, 14 de octubre de 2018

SAN ROMERO DE AMÉRICA

Para celebrar lo que siempre supimos y hoy se confirma: que Óscar Arnulfo Romero es santo, me uno al profético verso de Pedro Casaldáliga. Un poquito largo pero ¿qué fiesta queremos que sea corta? 

San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro.

El ángel del Señor anunció en la víspera...


El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría 
la aurora conjurada!
El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día,
en la carne desnuda de tu Pueblo.
¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!
Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible
en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume
de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo,
a dólar, a divisa. 
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada
puede entender a Cristo).
Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, 
su timbre de campana!
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!

(Del muro de FB de Sol Aparicio Pinelli)

sábado, 13 de octubre de 2018

EL JOVEN RICO Y LA LOCURA DE CREER

Sale al encuentro de Jesús un joven rico, nos cuenta este fin de semana el pasaje de los Evangelios que compartimos al celebrar la Eucaristía, y tras su conversación con el Maestro, se marcha triste. La causa: la respuesta de Jesús a su pregunta: Qué hace falta para tener vida eterna? Escuchamos nosotros también el diálogo, y nos quedamos pensando seguramente en que la propuesta de Jesús es demasiado radical, que pide mucho, más de lo que este joven es capaz de dar, y hasta nosotros mismos si el Maestro nos preguntara.

La ley nos hace justos; el amor nos hace libres. Jesús responde al joven rico, primero desde la Ley: tú conoces los mandamientos... y el joven parece que los ha cumplido todos. Es bueno. Pero eso no es suficiente para alcanzar esa VIDA que todos anhelamos. Esa vida no se alcanza "cumpliendo", ni se puede comprar con dinero, ni se consigue con estudios. Es UNA VIDA REALMENTE NUEVA la que propone Jesús, y para conseguirla hace falta un valor que solo se consigue en lo más hondo del corazón: el valor de abandonarse y entregarse a una aventura, a un riesgo, a un camino que no se parece a ningún otro, que es el camino del AMOR. Porque para el amor nunca es bastante. 

Jesús le dice a este joven lo mismo que dijo a otros: SÍGUEME...  Lo mismo que Dios le dijo a otro hombre en Ur de Caldea: deja tu tierra, ponte en camino, persigue una promesa... y tantos se han dejado ganar por esa voz, por ese impulso inexplicable, dejando atrás todas sus riquezas, las de cualquier índole, aunque luego se arrepientan una y otra vez mientras padecen la aventura de la fe. Claro que  hay dudas, temores y arrepentimientos... pero luego vuelve a resonar la voz en el corazón, con la misma fuerza de la primera vez, y uno cae de nuevo en la locura de creer.

 Por eso entendemos al joven rico, no queremos juzgarlo, pero sabemos que cuando aceptamos la llamada, y aun en medio de la noche más oscura, recibimos mucho más de lo que abandonamos, y la certeza de que el amor, al que estamos conectados de un modo inexplicable, no termina nunca, es pleno y es eterno.

miércoles, 10 de octubre de 2018

PADRENUESTRO: ANTOLOGÍA DE COMENTADORES DE LA ORACIÓN DOMINICAL.

El  siguiente comentario no es mío, lo conservo desde mis estudios de espiritualidad, en la Universidad de Comillas, y pertenece a un texto más extenso de Santos Sabugal (la cita completa está al final). Ofrece un resumen breve, pero enjundioso, de los mejores comentarios al Padrenuestro...


Ofrecemos a continuación una selección antológica del Padrenuestro. En ella hemos incluido autores antiguos y modernos. La encabezan diez autores de la antigüedad patrística: había que comenzar escuchando algunos calificados representantes de la tradición cristiana, mediante la cual la iglesia no sólo «comprende cada vez mejor los libros sagrados» sino también «los mantiene siempre activos», siendo «el estudio de los Padres de la iglesia» valioso auxiliar en su «comprensión cada vez más profunda de la Sagrada Escritura»119. Dos comentarios representativos de la exégesis mística y catequética del siglo XVI—santa Teresa + Catecismo romano—enlazan aquellos antiguos comentarios con los cuatro—católicos + protestantes—representantes de la exégesis y teología hodiernas, a los que se suma nuestro comentario bíblico y catequístico. Esa antología incluye, pues, representantes principalmente de la exposición catequética (Tertuliano, Cirilo, Ambrosio, Teodoro Mopsuestia, Agustín, Catecismo romano) y homilética (Gregorio Niseno, Juan Crisóstomo, Agustín, R. Guardini), pero a la vez y también de la exégesis bíblica (Orígenes, Juan Crisóstomo, Agustín, H. van den Bussche, J. Jeremías), de la reflexión teológica (Cipriano, Origenes, Agustín, Catecismo romano, D. Bonhoeffer, R. Guardini) y mística (Origenes, San Gregorio Niseno, San Agustín, Santa Teresa). Los dos autores protestantes—D. Bonhoeffer y J. Jeremías—representan en nuestra antología el comentario de la «oración del Señor» por la teología (D. Bonhoeffer) y exégesis bíblica (J. Jeremías) de «los hermanos separados» de occidente, en cuya tradición teológica y litúrgica el padrenuestro ocupa un puesto de singular relieve, y cuyo «constante y solícito estudio de la Biblia» fue reconocido y encomiado recientemente por el más alto magisterio de la iglesia. 

1) Tertuliano, el gran apologista del norte de África (155-220), fue el primer comentarista del «padrenuestro». Lo hace en el contexto de su obra Sobre la oración, el primer catecismo teológico y disciplinar sobre la misma de la edad patrística, escrito para los catecúmenos de su iglesia, siendo aún católico (198-200), con el fin de iniciarles en la práctica de la oración cristiana. Más que un tratado teológico es, pues, esa obra una catequesis catecumenal. Tras la breve introducción, en la que resalta la importancia de esa «nueva forma de oración» (=el padrenuestro), que condensa «todo el evangelio», sigue el comentario catequético a la oración del Señor según el texto mateano, para exponer luego una enseñanza práctica sobre la plegaria cristiana. El comentario ocupa, pues, la parte central de esa obra catequética tertulianea. 

2) Más amplia y, también teológicamente más profunda es la explicación de San Cipriano en su obra Sobre la oración del Señor, escrita, como explicación homilética para los neófitos (252), bajo el evidente influjo de su maestro Tertuliano. Una introducción general sobre la oración precede al homilético comentario del «padrenuestro» a raíz del texto mateano, concluido por una enseñanza práctica, que completa la temática general sobre la plegaria de la introducción. 

3) A Orígenes se debe el primer comentario científico, exegético y teológico, del «padrenuestro». Lo aborda en su magnífico tratado Sobre la oración cristiana, compuesto (233) a ruegos de dos cristianos amigos suyos y en respuesta a dificultades sobre la esencia y necesidad de la plegaria, por aquellos planteadas. A la introducción general del tratado siguen las tres partes centrales del mismo, en las que el ilustre catequista y teólogo alejandrino, tras abordar la temática sobre la oración en general—vocabulario bíblico, necesidad, clases, etc. -, emprende el comentario al «padrenuestro». En este amplio contexto, el Alejandrino aborda—¡por vez primera él! - , ante todo, el análisis del problema sobre las diferencias entre las formas textuales de Mt y Lc, optando por la solución más fácil, generalizada luego en el medievo y compartida por escasos exegetas modernos: se trata—concluye—de «dos oraciones distintas, aunque con ciertas partes comunes». Seguidamente analiza el contexto inmediato anterior al texto de Mt, por él adoptado, para abordar luego su amplio y teológicamente rico comentario. Finalmente, complementa, en un tercer momento, la primera parte, cerrando con una conclusión final su obra. El comentario a la oración del Señor ocupa, pues, un puesto de honor en este tratado, que constituye, sin duda, una de las más preciadas joyas del rico y multiforme cofre origeniano. 

4) CIRILO DE JERUSALÉN: Durante la cuaresma del año 350 predicó el insigne obispo jerosolimitano san Cirilo, en la iglesia del Santo Sepulcro, sus famosas veinticuatro catequesis, otro inestimable tesoro de la antigua literatura cristiana, dirigidas a «los iluminados» o catecúmenos y a «los neófitos» de su iglesia. Estas cinco últimas «catequesis mistagógicas» tratan sobre el bautismo, la confirmación, la eucaristia y, como «corona del edificio espiritual» de los recién bautizados», la santa misa. En el contexto de esta última, con la brevedad y claridad del experto catequista, explica san Cirilo «la oración que el Señor transmitió a sus discípulos». 

5) En incierta fecha, pero posterior a la del catequista jerosolimitano, dedicó el teólogo y místico San Gregorio Niseno a la explicación del «padrenuestro» cinco homilías, en las que, tras una introducción general sobre la oración, se detiene en el comentario místico y moral de «la oración del Señor». 

6) Hacia el año 390 dirigió el obispo milanés San Ambrosio de Milán, a los neófitos de su iglesia, una serie de catequesis mistagógicas Sobre los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía. En el contexto de estas últimas ofrece dos comentarios a esa «oración (=el padrenuestro) corta pero llena de todas las cualidades»: muy breve el segundo, más amplio e interesante el primero, en el que la exégesis teológica y moral del «padrenuestro» se conjugan y armonizan. 

7) Siendo aún probablemente presbítero, el futuro obispo y eminente exegeta antioqueno Teodoro de Mopsuestia dirigió (388-392) a los catecúmenos y neófitos de su iglesia dieciséis Homilías catequéticas, de las cuales las diez primeras exponen para los catecúmenos el «Símbolo de la fe» según el «Credo niceno», mientras que las seis últimas ofrecen a los neófitos la explicación del «padrenuestro», así como de la liturgia bautismal y eucarística. El comentario a «la oración transmitida por nuestro Señor», introducido por consideraciones generales sobre la plegaria, aborda la explicación teológica y moralizante del padrenuestro, propia del catequista convencido de que en la «Oración dominical» se encuentra «toda la perfección moral», no consistiendo, por lo demás, «la oración en palabras sino en costumbres, amor y aplicación al bien»; una convicción, que la exhortación final sintetiza. 

8) En la línea de Teodoro se sitúa su amigo y elocuente orador San Juan Crisóstomo, quien explicó «el padrenuestro» en su Comentario al evangelio de Mateo, compuesto a raíz de varias homilías pronunciadas (390) en Antioquía y dirigidas a los fieles de esa comunidad eclesiástica, en las que la elocuencia del predicador se armoniza con la instrucción del pastor. 

9) Al obispo hiponense San Agustín corresponde el honor de ser el máximo comentarista del «padrenuestro» en la edad patrística. Siete veces emprendió esa tarea. Lo hizo por vez primera en su Comentario al sermón de la montaña, escrito (393-394) siendo aún presbítero de Hipona. Su explicación, que refleja ya la profundidad del exegeta-teólogo y la intuición del místico, tiene el mérito de recoger la principal y multiforme tradición patrística- nordafricana, alejandrina, antioquena y «romana»- precedente. Cuatro veces más comentó el ya obispo hiponense (410-412) la «Oración dominical» en otras tantas catequesis ad competentes, los cuales, tras la devolución del Credo (=«redditio Symboli»), recibían la Oración del Señor (=«traditio Orationis dominicae»), para aprenderla de memoria y poder recitarla durante la celebración eucarística de la gran vigilia pascual, en la que por vez primera participaban después de haber recibido el bautismo. La reflexión teológica así como la instrucción moral práctica encuentran, en esos comentarios catequísticos al «padrenuestro» realizados por el gran maestro de catequistas (=¡De catechizandis rudibus!), lograda síntesis. Finalmente Agustín lo comentó en su Ep. a Proba (411-412) y (428-429) su obra Sobre el don de la perseverancia. En todos esos comentarios como, en general, en toda la obra literaria agustiniana, caminan de la mano como inseparables hermanas la reflexión del teólogo y pastor con la piedad del místico, prueba evidente de que Agustín—sus soliloquios y confesiones lo atestiguan—oraba cuando hacia teología, porque hacia teología cuando oraba. 

10) A ruegos de las carmelitas de San José (Avila) y por orden del teólogo dominico Domingo Báñez, escribió Santa Teresa de Jesús (1564-1567), la primera mujer recientemente declarada por el magisterio supremo (Pablo Vl) «doctora de la iglesia» (1970), su obra Camino de perfección, que, en opinión de un especialista, constituye el «más ascético, práctico y asequible» de sus tratados espirituales. La explicación del «padrenuestro» ocupa la mitad de ese clásico tratado sobre la oración, por ella galantemente designado «el librito» y, también, «el Paternoster». Esta designación autógrafa refleja ya la importancia asignada por la ilustre mística española al comentario sobre la Oración dominical, introducido por una exhortación a rezarla bien, como «guía segura» de oración vocal y contemplativa, y concluido por una consideración sobre la excelencia —previamente delineada—de la misma. 

11) El año 1566 promulgaba el papa san Pío V el Catecismo romano, elaborado por mandato de los padres conciliares de Trento como «formulario seguro, método fácil y presentación eficaz de las doctrinas fundamentales del cristianismo», en el cual encontrarán «normas seguras... para la formación cristiana de las almas» cuantos «en la iglesia tienen una misión docente». Esa función desempeñó ese catecismo efectivamente en los siglos siguientes. Y puede seguir desempeñándola hoy, si se tiene en cuenta que, aunque «la época tridentina de la iglesia ha pasado definitivamente, la fe tridentina permanece fe de la iglesia». Queda, pues, justificada su selección en nuestra antología. Corroborada también por el amplio espacio dedicado en ese documento—cristalización y epítome catequético de la teología tridentina— a la explicación del «padrenuestro»: de las cuatro partes que lo integran, las tres primeras exponen la enseñanza cristiana sobre el credo (primera parte), los sacramentos (segunda parte) y los mandamientos (tercera parte), dedicando toda la cuarta parte a la explicación catequético-teológica de esa «fórmula divina», que condensa en «preciosa síntesis qué y cómo debemos orar». Esa explicación se abre con una introducción sobre «los principios generales de la teología católica sobre la oración», seguida por el comentario exegético y patrístico, teológico y catequístico a cada una de las partes del «padrenuestro». 

12) El pastor y teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) encabeza, por orden cronológico, la selección antológica de autores modernos. Una selección justificada, si se tiene en cuenta el denso y actual pensamiento teológico de quien, durante su estancia en Roma, «este trozo de tierra que tanto quiero», asistía a los oficios litúrgicos de semana santa en las basílicas de San Juan de Letrán y de San Pedro, leyendo luego en la cárcel de Berlín-Tegel (1943) «con gran interés a Tertuliano, Cipriano y otros padres de la iglesia», por él considerados «en parte más actuales que los reformadores», y, a la vez, sólida «base para el diálogo entre protestantes y católicos». En el contexto de la explicación teológica al «sermón de la montaña» se inserta su comentario al «padrenuestro», esa «oración por excelencia», mediante la cual Jesús nos «conduce hacia la claridad perfecta de la oración». Un comentario breve, sencillo y, a la vez, profundo, testimonio de una vida iluminada con la luz del evangelio y premiada por el Señor con el martirio, ejecutado por las balas nazis (9 de abril 1945) en Flossenbürg. 

13) En los años que siguieron a la segunda guerra mundial, el insigne humanista, filósofo y teólogo católico Romano Guardini (1885-1968) pronunció en la iglesia de San Luis (Munich), para estudiantes universitarios, una serie de homilías dominicales sobre diversos textos bíblicos. Varias de ellas se centraron sobre el comentario al «padrenuestro», cuyas diversas partes explica con la profundidad y claridad características del autor, a quien el texto bíblico brinda frecuentemente la ocasión para el profundo análisis y exposición brillante de otros temas afines y esenciales, siempre nuevos, en un esfuerzo por iluminar, con la luz de la revelación cristiana, costados sombríos de la existencia humana. 

14) La exégesis católica moderna está representada en nuestra antología por el biblista belga H. van der Bussche (1920-1965), cuyas publicaciones exegéticas vétero y neotestamentarias, especialmente su comentario al cuarto evangelio, le han merecidamente asignado un puesto de honor. No cede en mérito su explicación al «padrenuestro»: introducida por un estudio preliminar sobre su importancia, doble tradición literaria (Mt + Lc) y circunstancia de su enseñanza, el comentario a cada una de sus partes integrantes constituye el grueso de esos densos análisis, dominados por el esfuerzo de facilitar la comprensión de los principales vocablos, a la luz de su transfondo bíblico, vétero y neotestamentario. 

15) Cierra nuestra selección antológica el exegeta protestante Joachim Jeremías (1900-1979), mundialmente conocido por sus publicaciones sobre el antiguo y—principalmente—nuevo testamento, cuyos estudios sobre el mensaje prístino de Jesús así como su análisis de teología bíblica neotestamentaria, todos ellos penetrados de profunda piedad cristiana, constituyen una difícilmente superable cima en la actual exégesis bíblica. No cede en profundidad y altura su estudio sobre el significado original del «padrenuestro», claro y substancial «compendio de la predicación de Jesús», cuyos extractos antológicos el lector puede leer y meditar—creemos—con provecho.  

SANTOS SABUGAL
EL PADRENUESTRO EN LA INTERPRETACIÓN
CATEQUÉTICA ANTIGUA Y MODERNA (Prólogo).
SIGUEME. SALAMANCA 1997.Págs. 37-46

sábado, 6 de octubre de 2018

APOSTAR POR EL AMOR (Comentario a las lecturas bíblicas del domingo 27, ciclo B)

Las lecturas bíblicas para este fin de semana me tienen pensando de qué manera presentaré el mensaje, cuando celebre las eucaristías desde esta tarde en la parroquia. El pasaje del Evangelio que corresponde leer es Marcos 10, 2-16: Los fariseos preguntan a Jesús si le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer, y resulta inevitable entrar en temas vinculados con la moral católica, polémicos y álgidos, aun más en determinados contextos. Conversando ayer tarde con los frailes, comentábamos que celebrar la misa, y sobre todo predicar, creaba cierta tensión en el celebrante que llegaba a agotar, y eso sucede sobre todo cuando piensas en un tema como este. Pongo siempre por delante algunas de las recomendaciones del papa en su Exhortación LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO, respecto a la predicación y modo de presentar el mensaje de Jesús, especialmente cuando dice que toda palabra en la Escritura es primero don, antes que exigencia...

Para empezar, tengo claro que cuando en el texto se habla de divorcio, no se refiere exactamente a lo que hoy conocemos como tal; la situación en aquel tiempo y espacio era diferente en cuanto problemática a tratar. La religión judía permitía el divorcio, pero privilegiando al hombre, y además las diversas escuelas rabínicas eran más o menos tolerantes al respecto. La pregunta a Jesús por parte de los fariseos buscaba probablemente hacerle optar por una de esas posturas, de manera pública, pero la respuesta del maestro, como siempre, va más allá, al meollo del asunto, apostando por la igualdad del hombre y la mujer ante Dios, y criticando el esquema patriarcal imperante (también van por ahí sus críticas a ese modelo de familia, o su modo de tratar a las mujeres). 

Jesús invita a mirar el vínculo hombre-mujer, no como un mero contrato legal, con beneficios económicos y desventaja de la mujer (que prácticamente es una mercancía mas), sino como vínculo afectivo, amoroso, de manera que sea parte del proyecto de Dios para la humanidad; en dicho vinculo ambos sexos tienen los mismos derechos, y las mismas responsabilidades (y las consecuencias de sus actos son las mismas). 

La frase a la que acude Jesús, en referencia al Génesis, “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”, debería en primer lugar hacernos conscientes de cuan a menudo, como Iglesia, hemos aceptado celebrar sacramentos cuyas motivaciones no han sido las correctas, y luego no ayudando a cargar con el peso de los cónyuges en su ruptura. La Iglesia tiene un gran desafío por delante en cuanto a presentar su mensaje y su ética a un tiempo que los necesita, a la vez que los desafía, y hacerlo de tal manera que arrastre y convenza, como Jesús. Para ello tiene que hablar el lenguaje del amor, del perdón, de la acogida, de la misericordia, y no quedarse en la condena, el rechazo, la  demonizaciónde la realidad. 

La homilía no es el lugar donde se dan normas morales particulares, sino donde se lee e interpreta el Evangelio a la luz de la realidad de una comunidad concreta, por lo que en esta ocasión yo pondría como elementos fundamentales, primero, el proyecto de Dios como totalidad de referencia amorosa en el que cabe la comprensión de todo vínculo humano; en segundo término, la manera de comunicar y contagiar el Evangelio, y sus valores, a la gente de nuestro tiempo, no quedándonos en una predica moralizadora e intimidante, y aceptar la fragilidad de todo proyecto humano y lo que supone poner en su núcleo la propuesta cristiana, con paciencia y caridad.

 Lamentablemente muchos de estos intentos son rechazados y criticados por personas o grupos radicales, para los que la norma o la tradición están por encima de la felicidad o realización humana de personas concretas. No creo que Jesús lo hubiera hecho de esa manera, y lo importante es que en cada situación de la vida ante la cual nos encontremos, apostemos y trabajemos por sembrar y recoger amor, sin rebajar las exigencias del Evangelio, pero con la paciencia y capacidad de perdón del Padre de Jesús. 

jueves, 4 de octubre de 2018

CON TAL DE GANAR A CRISTO


Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. 

No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”. 


(Filipenses 3, 7/14)

RECLAMO DE JESÚS


Os inventáis historias,

sucesos cuentos,

casualidades y coincidencias...


para justificar vuestras torpes creencias.



Preguntáis en público,

no para buscar claridades

sino para mostrar vuestras habilidades

y poner a otros en dificultad.



Os agarráis a normas y leyes,

a lo antiguo y viejo, a lo de siempre,

a lo que a vosotros os favorece

y a otros oprime y empobrece.



Soñáis despropósitos,

amáis la risa y el triunfo fácil,

no os interesa la Buena Nueva

y queréis que solucione vuestras ocurrencias...



Así sois los hombres y mujeres:

siempre pensando en ponerme a prueba

en vez de enamoraros y enamorarme,

que es lo que deseo y me gusta.



¡Qué ganas de complicaros la existencia

y de cambiar mi propuesta

para mantener vuestros privilegios

olvidándoos de vuestras promesas!

Florentino Ulibarri

miércoles, 3 de octubre de 2018

LAS EMOCIONES: SON BUENAS O MALAS?


Posiblemente una parte de nosotros admitirá que las emociones no son meritorias ni pecaminosas, y que el sentirse frustrado, enfadado, tener miedo o encolerizarse no hacen que una persona sea buena o mala. Sin embargo, otra parte de nosotros, e incluso los que hemos admitido en teoría lo anterior,  en la práctica cotidiana solemos censurar nuestras emociones, y nos sentimos culpables además por ellas.  

Nuestra conciencia censora no acepta determinadas emociones y las reprime, empujándolas al subconsciente, y aseguran los expertos en medicina psicosomática que la causa más frecuente de cansancio, e incluso de muchas enfermedades, es la represión de las emociones. Lo cierto es que hay muchas emociones que nos resistimos a  reconocer y aceptar, las tememos o nos avergonzamos de ellas, y todo esto tiene una influencia negativa en nuestro modo de vivir nuestra condición de creyentes, es decir, en nuestra vida espiritual.

Es importante, por tanto, convencernos, en primer lugar, de que las emociones no son una realidad moral, sino simplemente fáctica. Es decir, mis iras, mis miedos, mis envidias, mis deseos sexuales, mis temores, etc, no me hacen una mejor o peor persona. Eso sí, esas reacciones emocionales han de ser integradas mental y afectivamente, pero antes de eso, antes de integrarlas y decidir si deseo o no seguirlas, debo permitirles manifestarse y escuchar atentamente lo que me están diciendo. Y debo ser capaz de decir, de aceptar, sin el más mínimo sentido de represión moral, que estoy enfadado, airado, e incluso sexualmente excitado.

Para poder hacer esto, debo antes estar convencido de que las emociones no entran en el terreno de la moral, no son ni buenas ni malas en sí mismas. Y también debo estar convencido de que la experiencia de toda la amplia gama de emociones forma parte de la condición humana y es patrimonio de todo ser humano.

 Ahora, pasamos a un segundo momento: el reconocer y aceptar  plenamente nuestras emociones no implica en modo alguno que debamos siempre obrar de acuerdo con ellas. Cuando una persona permite que sus sentimientos o emociones controlen su vida manifiesta, por supuesto, inmadurez; una cosa es sentir y reconocer ante uno mismo y ante los demás que uno tiene miedo, y otra cosa sería permitir que ese miedo le venza a uno. Una cosa es que yo sienta y reconozca que estoy enfadado, y otra cosa es que le aplaste a alguien la nariz de un golpe.

En las personas integradas las emociones ni están reprimidas ni ejercen el control. Sencillamente son reconocidas (es decir, sé lo que siento) e integradas (¿Deseo obrar de acuerdo con este sentimiento o emoción, o no?).

 A pesar de lo dicho anteriormente, no hay que pensar que las pautas emocionales son puramente biológicas o inevitables. Yo puedo cambiar, y cambiaré, mis pautas emocionales (es decir, pasaré de una emoción a otra), si honradamente he dejado aflorar mis emociones, y tras haberlas explicitado sinceramente, las considero inmaduras o indeseables.  La dinámica es esta: permitimos que nuestras emociones afloren para que puedan ser identificadas; observamos las pautas de nuestras reacciones emocionales, las explicitamos y las juzgamos. Una vez hecho todo esto, de un modo instintivo e inmediato hacemos las modificaciones necesarias a la luz de nuestros propios ideales y expectativas de crecimiento. Es decir, cambiamos. Cualquiera puede intentarlo y comprobarlo por sí mismo.

 (Lo anterior está tomado, en su esencia, de JOHN POWELL (Las estaciones del corazón, Sal Terrae, 1999)