sábado, 28 de enero de 2017

CON TODOS, PARA TODOS.


" Todo el mundo, lacio o lanudo, tiene derecho a su plena conciencia: tirano es el católico que se pone sobre el hindú, y el metodista que silba a un católico. Hállenos de escudo suyo el criollo a quien se le impida negar,  y el católico a quien se impida afirmar. " 

JOSÉ MARTÍ
(Cuba, 1853-1895)

(cartel de Roberto Ramos Mori)

lunes, 23 de enero de 2017

LO QUE LEE DIOS.

"La palabra de Dios esta inscripta,
 manifiesta,
en el rostro del necesitado,
en los surcos del desierto de su vida;
está inscripta en las heridas de la necesidad,
inscriptas y esperando que nosotros 
las leamos,
que las reconozcamos como las sagradas escrituras
de la humanidad,
las escrituras que lee Dios."

Hugo Mujica

viviragradecidos.org

martes, 17 de enero de 2017

CAMINOS PARA LA TRANSFORMACIÓN.

Continuación de la entrada anterior, Transformación, del libro Atrévete a ser nuevo de Anselm Grün.

"Hay diferentes caminos de transformación.
El primer camino de transformación consiste en presentarle a Dios todo lo que emerge en mí. En no reprimir nada, sino dirigir la mirada hacia aquello que aparece en mí. Y en exponérselo a Dios introduciéndolo en su amor. Me imagino que el amor de Dios se derrama como un torrente en mi miedo, en mi impotencia, en mi desesperación, en mi vacío, en mi inquietud, en mi tristeza, en mi rabia, en mis celos. Y al entrar allí como un torrente el amor de Dios, el Espíritu de Dios, mis sentimientos se transforman. 

El segundo camino pasa por el diálogo con lo que emerge en mí. Hablo con mi miedo y le pregunto qué es lo que quiere decirme y qué es eso de lo que tengo miedo. Hablo con mi depresión y le pregunto por su sentido. Y hablo con mi rabia, con mi envidia, con mis celos, con mi ira, con mi sexualidad y con mi adicción. Al hablar con mis emociones y pasiones reconozco su sentido. Y, de este modo, las pasiones se transforman. Ya no me dominan, sino que se convierten en amigas que me develan mi verdadero ser y me señalan los pasos hacia la vitalidad y la libertad

El tercer camino de la transformación consiste en detenerme y oponer resistencia a la vida que he llevado hasta ahora. Esto puede ilustrarse mediante el proceso con el que el agua se transforma en torrente. Construimos un dique y embalsamos el agua a fin de que pueda fluir a través de una turbina y genere así electricidad. Del mismo modo, necesitamos a veces la ascesis, que construye un obstáculo frente a los hábitos que he tenido hasta ahora. La ascesis es un entrenamiento que asumimos a fin de que algo experimente en nosotros una transformación. Por ejemplo, al renunciar a alguna cosa en la cuaresma crece en mí el sentimiento de libertad y de independencia. Hago, pues, algo, me impongo un programa para que algo en mí  se transforme.

El cuarto camino consiste en probar. Al probar un nuevo comportamiento se transforma mi alma, se transforman mis costumbres, se transforma mi interior. Esto aparece para mí con claridad en la frase que Jesús le dice al paralítico junto a la piscina de Betesda: «Levántate, coge tu camilla y vete» (Jn 5,9). El paralítico espera un milagro de Jesús, pero el Maestro le da una indicación verbal. Cuando el paralítico simplemente pruebe lo que le ha dicho Jesús, experimentará que su vida se transforma. Yo he sentido esto a menudo. Cuando algo se traba en mí y no avanza, me digo esas palabras de Jesús: «Levántate, coge tu camilla y vete». Entonces, el agarrotamiento que hay en mí se transforma, me atrevo a levantarme. Y, de pronto, me siento transformado. Adquiero coraje. Puedo andar. La transformación la produce Dios, pero nosotros tenemos que poner también nuestra parte.

Tenemos que presentar nuestra realidad a Dios y probar actitudes a fin de que estas nos den un asidero. Al actuar y probar actitudes y virtudes se produce en nosotros la transformación. Pero esta lleva también siempre la impronta de la gracia de Dios, que acompaña toda nuestra acción. "


ANSELM GRÜN. Atrévete a ser nuevo.
 Edit. Verbo Divino.


domingo, 8 de enero de 2017

TRANSFORMACIÓN.


"Conozco  personas que desde hace diez años quieren cambiar, que trabajan constantemente en sí mismas para cambiar. Pero nada cambia. La razón está en que el cambio tiene en sí algo de agresivo. Estoy luchando contra algo, y aquello contra lo que lucho desarrollará inicialmente fuerzas contrarias. Además, en el cambio se esconde una condena de mí mismo: no está bien ser tal como soy, tengo que cambiar del todo, tengo que convertirme en otro.

 Si observamos con más detalle el lenguaje, veremos que «otro» viene del latín alter, que es también una designación ordinal: el segundo. Por tanto, cambiar significa pasar a ser una segunda persona o, dicho negativamente, que debo pasar a ser de «segunda categoría», «calidad de segunda».

Por el contrario, la transformación es más suave. Transformación quiere decir que todo aquello que hay en mí tiene derecho a existir. Me reconozco positivamente tal como me he desarrollado. Al mismo tiempo, sin embargo, percibo que no soy ese que me está dado llegar a ser partiendo de mi propia condición esencial. La meta de la transformación es que salga a relucir en mí esa imagen originaria e irrepetible que Dios se ha hecho de mí. 
Esa imagen tiene que irradiar a través de todo lo que hay en mí. El cambio total tiene como meta que yo me convierta en otra persona. La transformación, por el contrario, apunta a que llegue
a ser plenamente yo mismo, a que llegue a ser cada vez más esa persona única e irrepetible que soy.

Transformarse vendría a significar que todo lo que es, en principio, es bueno, pero que muchas cosas desfiguran nuestro ser y nuestra verdad. Transformarse consistiría en formar la imagen originaria, extrayéndola de entre la maleza de imágenes, y hacer así que de lo inauténtico crezca lo auténtico. La transformación presupone un asentimiento absoluto al ser. Todo tiene derecho a ser, todo tiene su sentido. Solo tendría que examinar qué sentido tienen, por ejemplo, mis pasiones, mis enfermedades, mis conflictos, mis problemas.

 La transformación es para mí la forma típicamente cristiana del cambio. En la transformación está el aspecto de la gracia. Dios mismo transforma al ser humano. Esto se hizo patente en la encarnación de su Hijo, en la que él transformó y divinizó nuestra naturaleza humana. La transformación es también el concepto clave de una espiritualidad que no intenta imponer su dominio sobre todas las faltas y debilidades y evita en lo posible todo pecado. La transformación confía en que todo en nosotros tiene un sentido, incluso nuestro pecado, y en que Dios quiere transformarnos  para que su luz y su gloria resplandezcan cada vez más en nosotros.

La cuestión es cómo se produce la transformación. 
Hay diferentes caminos.

(continua)

ANSELM GRÜN. Atrévete a ser nuevo. 
Edit. Verbo Divino. 2016

domingo, 1 de enero de 2017

ESTE AÑO ME PERDONO.

"Me he sentado a tomar un café conmigo frente al espejo y me descubrí alzándome la ceja, como siempre; Pero esta vez me dije:  ¡Ya estuvo bueno de tanta dureza conmigo!
 Lo mejor es, simplemente, PERDONARME.
Me perdono por dejarme en último lugar infinidad de veces...
Me perdono por hacerme pedazos para completar a otros...
Me perdono por no tener tiempo para mí...
Me perdono por no hacerme caso, y tropezar con el mismo obstáculo una y mil veces.
Me perdono por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad...
Me perdono por haber hablado de más...
Me perdono por haberme callado...
Me perdono por confundir resignación con tolerancia...
Me perdono por mentirme...
Me perdono por no verme al espejo más seguido...
Me perdono por no ser más amable conmigo...
Me perdono por no tenerme paciencia ni tener constancia...
Me perdono por mi rudeza cuando se trata de mí...
Me perdono no encajar en un molde...
Me perdono por no permitirme muchas cosas...
Me perdono por no disfrutar de otras tantas...
Me perdono por no valorar los momentos que valen la pena y darme cuenta muy tarde...
Me dije:  debemos aprender a soltar, a dejar ir y sobre todo; ¡A perdonar!
 Debemos hacer frente común contra el mundo que está en nuestra contra... simplemente es el mundo y la gente es gente con lo bueno y con lo malo. A veces sólo estamos parados en el camino equivocado con alguien que viene a todo pulmón y nos arrasa sin miramientos.
No hay explicaciones ni justificaciones, es así y así sucede.
¿Sabes?, le dije a mi niño interior:  necesito tu apapacho, tu abrazo, tu complicidad,
 he aquí el trato... Menos reproches y más amor, menos revivir el momento y más perdón.
¿Y si me perdono? Ampliamente y de verdad, sin echarme en cara después mi errores, sin pensar en un problema toda la noche, sin sentir una punzada con un recuerdo corrupto cruzándome la mente.
¿Y si perdono mis errores y mi pasado? Sí, me perdono, me acepto, me acomodo las piezas y me reseteo la memoria y el corazón para poder perdonarme... 
¡Si, me perdono para empezar a vivir! "

(Tomado de servilletasyalgomás.eu, con unos pequeños retoques para que nos sirva a todo el mundo).