"Vuelve, por favor, vuelve, quien quiera que seas, religioso, infiel, hereje o pagano. Aunque hayas hecho cien promesas y cien veces las hayas roto, esta puerta no es la puerta de la desesperanza y la frustración. Esta puerta está abierta para todos. Ven, ven, tal como seas". (Rumi)
domingo, 28 de febrero de 2021
EL AMOR PROVEE SIEMPRE
miércoles, 24 de febrero de 2021
TESTIGOS
El ejemplo de los que prefieren morir antes que renunciar a su fe en algunos lugares del mundo es inolvidable y difícil de comprender, es como un diálogo en el que una de las partes parece estar totalmente cargada de odio y la otra aparece totalmente protegida por una fuerte capa de Amor Cuando escucho sus historias, y mis ojos no pueden más, me dicen "¡Pero Marcela, por favor, cuando hables de nosotros, pídeles a los cristianos del mundo libre que recen por nosotros! Queremos ser como vosotros, poder leer la Biblia cuando queramos, ir a los templos que están abiertos todo el día, ¡celebrar la Navidad como vosotros!".
Entonces me viene la visión de las Biblias polvorientas en las estanterías, las Iglesias cerradas, la extraña Navidad que hemos vivido recientemente... Y tengo que responderles: "¡No, no voy a rezar para que ustedes sean como nosotros, sino para que nosotros seamos como ustedes! A mí y a mis vecinos nos gustaría tener vuestra fuerte fe y esperanza en el futuro, y la fuerza para seguir dando a los demás".
Sra. Marcela Szymanski
(En la presentación del Mensaje de Cuaresma del papa Francisco)
sábado, 20 de febrero de 2021
EL CRISTO TENTADO DEL EVANGELIO DE MARCOS: CRISTO VENCEDOR
LA SALVACIÓN COMO ALIANZA: DE NOÉ A JESÚS...
Según la concepción bíblica el aspecto negativo de la salvación se caracteriza por una serie de rupturas: ruptura con Dios, por el pecado original, que da lugar a un estado de enemistad (Génesis 3); ruptura mutua entre los hombres: como consecuencia de la ruptura con Dios se produce una mutua ruptura entre los hombres (entre Adán y Eva, entre Caín y Abel, división en la torre de Babel); ruptura con la creación (entre el hombre y la tierra se entabla una guerra sorda y un forcejeo mutuo, y la naturaleza se niega a servir al ser humano y se declara hostil); ruptura dentro del hombre mismo, que se manifiesta en la división y rebelión interna, según describe San Pablo en tonos patéticos (Romanos 7, 14-25).
En su dimensión positiva la salvación consistirá en rehacer la armonía, la integridad y la unidad, rotas por el pecado y demás fuerzas maléficas. Para expresar este aspecto positivo de la salvación, la Biblia se sirve, sobre todo, de la imagen del pacto o ALIANZA. En realidad, como institución humana, tanto en lo privado como en lo público, el pacto tiene como fin prevenir o solucionar crisis y conflictos entre individuos o grupos humanos. De ahí el acierto y la oportunidad de los autores sagrados al emplear este concepto para presentar la salvación en su aspecto positivo, que consiste precisamente en restaurar la paz original, con Dios, entre los hombres, entre el hombre y la creación, y en el hombre mismo. En las lenguas latinas se da la feliz coincidencia de que "pacto" y "paz" pertenecen al mismo grupo etimológico: pacto se refiere al acto de pactar, y paz expresa el resultado o efecto del pacto.
El tema del pacto o alianza preside las grandes etapas o períodos de la historia bíblica o historia de la salvación: Noé, Abraham, Moisés, Josué, David, Esdras, Jesús... Dentro de ese marco general de la historia de la salvación, concebida bajo la imagen del pacto, debe leerse Génesis 9, 8-15 (Primera lectura del Primer domingo de Cuaresma-B).
El pacto con Noé inaugura la cadena de alianzas que culminarán en Cristo, "por el que Dios tuvo a bien reconciliar todas las cosas, pacificando, mediante la sangre en la cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col. 1, 20). Mientras que otras alianzas acentúan más el aspecto teológico (restauración de la paz y amistad con Dios) o el aspecto político social (restauración de la amistad mutua entre los hombre), la alianza con Noé se fija primordialmente en el aspecto cósmico: restauración de la armonía entre el hombre y la creación.
(Notas tomadas del COMENTARIO BÍBLICO al leccionario dominical).
miércoles, 17 de febrero de 2021
EL AYUNO QUE YO QUIERO...
El pasaje del Evangelio que se proclama hoy, miércoles de ceniza, enuncia brevemente un principio fundamental sobre la justicia o ideal moral cristiano, y presenta luego tres aplicaciones concretas, poniéndolas en contraste con la actitud de los fariseos, que aparecen como hipócritas, practicantes de una religiosidad superficial. El principio es: no busques la recompensa de tus obras en la opinión de los demás, sino en el agrado del Padre del Cielo, que todo lo ve. Las aplicaciones refieren a la limosna, la oración y el ayuno, y siguen todas un mismo esquema: conducta de los hipócritas, juzgados ya por el Señor, y conducta del discípulo de Jesús, a quien se promete la recompensa del Padre.
La ascesis forma parte de todo camino espiritual, pues no hay crecimiento sin una disciplina, unas renuncias, un compromiso; pero la ascesis cristiana ha de ser discreta y no aireada a los cuatro vientos, y mucho menos impuesta a la fuerza. El camino cristiano se ofrece y ha de ser abrazado voluntariamente. No es un culto externo lo que Dios busca en nosotros, ni ritos o ayunos farisaicos, ni meras imposiciones de ceniza. El sacrificio verdadero se fragua en el corazón por medio de la fe y la conversión, de la compasión y la solidaridad.
Así aparece hoy en la lectura del libro de Isaías:
Reconforta y anima escuchar, al comienzo del camino pascual, las palabras del libro de la Sabiduría: "Tú te compadeces de todos, Señor, y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los hombres para darles tiempo a arrepentirse, y los perdonas, porque eres nuestro Dios y Señor".
Hemos estado viviendo todos una Cuaresma existencial tras la llegada de este coronavirus que nos ha trastornado nuestro modo de vivir; por eso nuestra Cuaresma litúrgica ha de recordarnos la ESPERANZA con la que asumimos cada momento del camino, bueno o malo, los cristianos. Nuestra mirada puesta en la Pascua, y nuestra caducidad, nuestra fragilidad, nuestros errores, sumergidos en el mar de misericordia infinito que es el Dios de nuestro Señor Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte.
Oremos así:
Señor, fortaléceme con tu auxilio al empezar este tiempo de Cuaresma, para que nos mantengamos siempre en espíritu de conversión (de crecimiento, de maduración), y que la austeridad que ahora mismo la vida nos impone nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.
Ese es el propósito de cada discípulo: que como lo hizo Jesús, pasemos por la vida haciendo y sembrando el bien. ¿Cómo interpretar entonces esas tres aplicaciones de la ética cristiana de la que habla hoy el Evangelio?
AYUNAR de egoísmos, de violencia, de desamor, de mentiras, de divisiones, de juzgar, de quejarnos, de culpar a los otros.
ORACIÓN auténtica, diálogo veraz con Dios, en entera confianza y abandono, trato de amistad con él, que cuando mira ama, que no se cansa de esperar, que no impone, que se da siempre.
LIMOSNA que no es dar lo que me sobra, sino ser compasivo y solidario, acompañando al pobre y al marginado, poniéndome en su lugar, tomando su mano, y sacándolo de la orilla del camino.
Y todo eso con ALEGRÍA, porque hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él.
El CAMINO PASCUAL es recuperar lo perdido, lo que se ha ido gastando en la lucha cotidiana; es volver los ojos al primer amor, es no cerrarse a la propia carne, es redescubrir lo que significa ser bautizado. Es no solo ser bueno, es también ser verdadero.
La religión no es la vida; la vida no transcurre dentro de los templos. Pero una vida espiritual, sostenida por la práctica religiosa y la vida fraterna, nos permite vivir de manera diferente, con una confianza y una libertad que solo conocen los que se saben de verdad hijas e hijos de Dios.
PROVECHOSA CUARESMA PARA TODAS/OS
martes, 16 de febrero de 2021
POLVO ERES... MAS POLVO ENAMORADO
En la liturgia del Miércoles de ceniza, celebración con la que damos inicio al Ciclo Pascual, se nos recuerda: "Polvo eres y al polvo volverás"; esta frase puede alternarse o sustituirse por otra: "Conviértete y cree en el Evangelio". Así lo hacemos año tras año, y en muchos lugares ese rito adquiere mayor connotación que en otros, pues algunos incluso exigen que quede la marca de la ceniza en la frente para llevarla como signo de su condición creyente durante todo ese día. Al combinar el polvo de ceniza con la señal de la cruz, se hace patente nuestra condición humana, nuestra fragilidad, nuestra nada, al mismo tiempo que nuestra redención, pues es un recordatorio de nuestra salvación en Cristo.
El punto de partida es ese: somos polvo, somos carne, o como solemos decir con frecuencia, somos pecadores; las tres imágenes hablan de lo mismo, y es importante meditar en ellas. No significa que una parte del hombre sea polvo o carne y otra no; ellas hablan de todo el hombre, en su condición esencial. Todo ser humano es polvo, es carne, es pecado, pero todo ser humano es también otras muchas cosas, y de ellas nos habla el camino que emprendemos cada año, cada Cuaresma, cada Pascua.
Dice Karl Rahner: "El movimiento hacia abajo del que cree, el descenso con Cristo al polvo de la tierra, se ha convertido en un movimiento hacia arriba, una subida sobre todos los cielos. El cristianismo no nos salva de la carne y del polvo, ni prescindiendo de la carne y el polvo, sino a través de la carne y el polvo. Y por eso la frase: tú eres polvo, sigue siendo nuestra fórmula, y entendida rectamente nuestra fórmula total. Ella nos dice que somos hermanos del que se ha hecho carne, y al mismo tiempo se nos dice también: Eres nada que ha sido llenada con la infinitud, muerte que es portadora de vida, infructuosidad que salva, polvo que es cuerpo de Dios para toda la eternidad. Decirlo es fácil. Padecerlo es difícil".
De eso trata este tiempo fuerte que cada año vivimos los bautizados: recordar quiénes somos y de dónde venimos, para entender cuánto se nos ha dado, y cuán alta es nuestra vocación. Los cuarenta días evocan el desierto, la prueba, la necesidad, pero también la cercanía de Dios, y la tierra a la que ese larga camino nos conduce. El desierto nos prepara para el paraíso, para entrar en la tierra prometida, entendiendo esto simbólicamente, como imágenes del misterio profundo del ser humano y de Dios.
Thomas Merton recuerda que el miércoles de ceniza, aunque inicia el ayuno cuaresmal, es un día de gozo, una fiesta cristiana, porque es el inicio del gran ciclo pascual, recordando el significado original de este tiempo litúrgico: la sagrada primavera de la Iglesia. Comenzamos el tiempo del ayuno, pero eso nos permite tener más claridad y ser más receptivos para asimilar el sagrado alimento de la palabra de Dios que compartimos a lo largo de este tiempo de gracia.
La cruz de ceniza nos recuerda nuestra mortalidad (Eres polvo), pero es también prenda de vida, de resurrección (Conviértete y cree en la Buena Nueva). Es una preparación para poder alegrarnos luego al reconocer la misericordia de Dios, su amor entrañable, lo que hizo por nosotros. Esto es importante señalarlo: no enfocarse tanto en la pecaminosidad del penitente, que se olvide la misericordia de Dios para con él, para con todos.
Cuaresma nos recuerda nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, lo fácil que equivocamos el camino y nos perdemos de lo que es verdaderamente importante; pero también nos recuerda que no estamos solos en el esfuerzo cotidiano, que contamos con Dios y con los hermanos, que trabajamos por un proyecto de justicia y amor al que llamamos "Reino de Dios". Y lo reconocemos: somos barro, Dios nos hizo del polvo de la tierra, pero sobre ese polvo sopló su Espíritu, y se gozó con ello.
Como dijo el poeta: somos polvo, sí, mas polvo enamorado...
Manuel de Jesús, ocd.