domingo, 28 de febrero de 2021

EL AMOR PROVEE SIEMPRE

Primero fue el desierto
, como el lugar de la prueba y las tentaciones; hoy es el monte o la montaña, el lugar alto, donde se manifiesta la luz que lleva dentro la humanidad de Jesús. Una luz que brilla, deslumbra, pero también asusta. ¿Cómo decirle a la gente, pensó un místico, que lleva dentro tanta luz? Nuestra mirada se dispersa en tantas cosas, en lo superficial, en lo exterior; creemos ver mucho, y en realidad no vemos nada real, buscamos acomodarnos en lo seguro y rutinario, y alimentamos un culto idolátrico a nuestras miserias, creyendo que cuánto más nos presentemos hundidos y humillados, más seremos recompensados. Vaya creencia, tan ajena a lo que el Amor descubre en nosotros. Frente a él tomamos conciencia de nuestra pequeñez y dependencia, de nuestra fragilidad e incluso del mal que habita en nuestros corazones. Pero su mirada, que es amor, ve más hondo y más lejos, encuentra una promesa que crece imperceptible a nuestra ceguera. Somos luz, somos barro habitado por el espíritu, somos hijos y herederos, y todo eso lo descubrimos cuando el desierto se vuelve resplandor, cuando algún pozo canta y una voz, que parece venir de lo más alto y a la vez de lo más hondo, nos invita a escuchar, a disponernos, a entregarnos. En lo alto, o en lo hondo, encontramos luz, y al mismo tiempo fuerza para entregarlo todo, para perdernos en ese remolino de amor que se lleva lo viejo y trae lo nuevo. El amor es el que provee, con él nunca falta lo necesario, y en él estamos justificados, redimidos. Caminaré en su presencia, bajo su sombra, toda mi vida

Fray Manuel de Jesús, ocd

miércoles, 24 de febrero de 2021

TESTIGOS

El ejemplo de los que prefieren morir antes que renunciar a su fe en algunos lugares del mundo es inolvidable y difícil de comprender, es como un diálogo en el que una de las partes parece estar totalmente cargada de odio y la otra aparece totalmente protegida por una fuerte capa de Amor  Cuando escucho  sus historias, y mis ojos no pueden más, me dicen "¡Pero Marcela, por favor, cuando hables de nosotros, pídeles a los cristianos del mundo libre que recen por nosotros! Queremos ser como vosotros, poder leer la Biblia cuando queramos, ir a los templos que están abiertos todo el día, ¡celebrar la Navidad como vosotros!". 

Entonces me viene la visión de las Biblias polvorientas en las estanterías, las Iglesias cerradas, la extraña Navidad que hemos vivido recientemente... Y tengo que responderles: "¡No, no voy a rezar para que ustedes sean como nosotros, sino para que nosotros seamos como ustedes! A mí y a mis vecinos nos gustaría tener vuestra fuerte fe y esperanza en el futuro, y la fuerza para seguir dando a los demás".

Sra. Marcela Szymanski

(En la presentación del Mensaje de Cuaresma  del papa Francisco)

sábado, 20 de febrero de 2021

EL CRISTO TENTADO DEL EVANGELIO DE MARCOS: CRISTO VENCEDOR

 
Christus Victor”. (Marcos 1, 12s): Comparado con Mateo y Lucas el relato de Marcos resulta oscuro y enigmático. Su forma arcaica y de apariencia simple expone pocos detalles, y estos incomprensibles, por lo que hacen dudar de su intención de exponer la tentación de Cristo. Los diversos personajes que con Jesús conforman la escena (tentador, Ángeles, fieras) no forman un cuadro convincente, y el núcleo del episodio, la tentación, se esfuma totalmente en la oscuridad. Es un drama sin final, pues no se aclara el resultado de la justa entre ambos contendientes. De ahí que para entenderlo lo mejor sea vincularlo con otros episodios del relato de Mc; la clave estaría en Marcos 3, 27, que narra una situación crítica en la vida de Jesús. 

En ambos episodios hay un enfrentamiento con los poderes perversos y en los que el Espíritu interviene activamente en la vida de Jesús. El segundo texto sería la conclusión que le falta al primero: en la tentación se ha producido un encuentro decisivo entre el fuerte y el más fuerte, y allí Jesús despojó definitivamente a Satanás. En Marcos 3, 27 lo único que hace Jesús es proclamar públicamente la victoria entonces conseguida. Por tanto, para Marcos la tentación no es una preparación de la misión del Señor, sino que nos conduce al núcleo de su vocación, a su acción primera, decisiva y estable: la derrota de Satanás para siempre

Así, cuando Jesús expulsa demonios, no hace más que extender, verificar y ratificar su victoria. Marcos relaciona la derrota de Satanás con la tentación más estrechamente que con la pasión. Esta mirada de Marcos tiene consecuencias teológicas, una de ellas la sana desgravación de la teología de la pasión y de la cruz, pues por muy legítimo que sea interpretar que el encuentro decisivo entre Jesús y Satanás tiene lugar en el momento de la muerte, existe el peligro de menguar y paliar con ello la dimensión histórica de nuestra fe y el sentido de nuestra redención. Por tanto, volviendo a la reflexión del texto, fijémonos en lo notable que resulta el hecho de que Marcos no haga referencia al contenido o al curso de la tentación. Este silencio no es ignorancia, sino que parece consciente e intencional: para Marcos en el desierto tuvo lugar el enfrentamiento definitivo entre Jesús y Satanás, encuentro que finalizó con una clara victoria del primero

Teniendo en cuenta el vínculo de este pasaje con el bautismo del Señor, podemos pensar con todo derecho que en el centro del desenlace está la misión que Cristo recibió en el Jordán. Aquí el Hijo de Dios y su antagonista están frente a frente, y entre ellos se juega lo más esencial del misterio de Dios, su plan de amor. Esto es lo que se juega Jesús con Satanás, y nada es en el fondo más vulnerable que ese amor, pero tampoco hay nada más fuerte, más soberano, más victorioso. 

Es un amor pobre y rico al mismo tiempo: es esa pobreza la que conduce a la tentación, es su riqueza la que le alcanza la victoria. Es un amor que se “vacía”, que se atreve a meterse libremente en el peligro de la extrema tentación para mostrar su limpieza, su desinterés y su santidad. Como antes a Job, Dios pone a su Hijo en manos de Satanás para que lo tiente. Una lucha así sólo podía tener lugar en el “desierto”, sin espectadores, más allá del tiempo y del espacio, pero repercutiendo en todo el universo. Esa es la razón de la parquedad de Marcos al narrarnos este episodio; aquí el silencio es más elocuente que las palabras, y todo otro enfrentamiento se relativiza. 

Finalmente, otro rasgo de la versión de Marcos: el papel de Cristo. Desde el principio este aparece más como vencedor que como tentado; tiene la iniciativa Él y no el tentador.

(Redactado con notas del DICCIONARIO BÍBLICO).

LA SALVACIÓN COMO ALIANZA: DE NOÉ A JESÚS...

 

Según la concepción bíblica el aspecto negativo de la salvación se caracteriza por una serie de rupturas: ruptura con Dios, por el pecado original, que da lugar a un estado de enemistad (Génesis 3); ruptura mutua entre los hombres: como consecuencia de la ruptura con Dios se produce una mutua ruptura entre los hombres (entre Adán y Eva, entre Caín y Abel, división en la torre de Babel); ruptura con la creación (entre el hombre y la tierra se entabla una guerra sorda y un forcejeo mutuo, y la naturaleza se niega a servir al ser humano y se declara hostil); ruptura dentro del hombre mismo, que se manifiesta en la división y rebelión interna, según describe San Pablo en tonos patéticos (Romanos 7, 14-25).

 En su dimensión positiva la salvación consistirá en rehacer la armonía, la integridad y la unidad, rotas por el pecado y demás fuerzas maléficas. Para expresar este aspecto positivo de la salvación, la Biblia se sirve, sobre todo, de la imagen del pacto o ALIANZA. En realidad, como institución humana, tanto en lo privado como en lo público, el pacto tiene como fin prevenir o solucionar crisis y conflictos entre individuos o grupos humanos. De ahí el acierto y la oportunidad de los autores sagrados al emplear este concepto para presentar la salvación en su aspecto positivo, que consiste precisamente en restaurar la paz original, con Dios, entre los hombres, entre el hombre y la creación, y en el hombre mismo. En las lenguas latinas se da la feliz coincidencia de que "pacto" y "paz" pertenecen al mismo grupo etimológico: pacto se refiere al acto de pactar, y paz expresa el resultado o efecto del pacto.

 El tema del pacto o alianza preside las grandes etapas o períodos de la historia bíblica o historia de la salvación: Noé, Abraham, Moisés, Josué, David, Esdras, Jesús... Dentro de ese marco general de la historia de la salvación, concebida bajo la imagen del pacto, debe leerse Génesis 9, 8-15 (Primera lectura del Primer domingo de Cuaresma-B). 

El pacto con Noé inaugura la cadena de alianzas que culminarán en Cristo, "por el que Dios tuvo a bien reconciliar todas las cosas, pacificando, mediante la sangre en la cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos" (Col. 1, 20). Mientras que otras alianzas acentúan más el aspecto teológico (restauración de la paz y amistad con Dios) o el aspecto político social (restauración de la amistad mutua entre los hombre), la alianza con Noé se fija primordialmente en el aspecto cósmico: restauración de la armonía entre el hombre y la creación. 

(Notas tomadas del COMENTARIO BÍBLICO al leccionario dominical).

miércoles, 17 de febrero de 2021

EL AYUNO QUE YO QUIERO...

 

El pasaje del Evangelio que se proclama hoy, miércoles de ceniza, enuncia brevemente un principio fundamental sobre la justicia o ideal moral cristiano, y presenta luego tres aplicaciones concretas, poniéndolas en contraste con la actitud de los fariseos, que aparecen como hipócritas, practicantes de una religiosidad superficial. El principio es: no busques la recompensa de tus obras en la opinión de los demás, sino en el agrado del Padre del Cielo, que todo lo ve. Las aplicaciones refieren a la limosna, la oración y el ayuno, y siguen todas un mismo esquema: conducta de los hipócritas, juzgados ya por el Señor, y conducta del discípulo de Jesús, a quien se promete la recompensa del Padre. 

La ascesis forma parte de todo camino espiritual, pues no hay crecimiento sin una disciplina, unas renuncias, un compromiso; pero la ascesis cristiana ha de ser discreta y no aireada a los cuatro vientos, y mucho menos impuesta a la fuerza. El camino cristiano se ofrece y ha de ser abrazado voluntariamente. No es un culto externo lo que Dios busca en nosotros, ni ritos o ayunos farisaicos, ni meras imposiciones de ceniza. El sacrificio verdadero se fragua en el corazón por medio de la fe y la conversión, de la compasión y la solidaridad. 


Así aparece hoy en la lectura del libro de Isaías:

"El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no cerrarte a tu propia carne.
Entonces romperá tu luz como la aurora, enseguida te brotará la carne sana, te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamará y te responderá, gritarás y te dirá:
“Aquí estoy”.

Cuando destierres de ti la opresión, el gesto amenazador y la maledicencia, cuando partas tu pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad se volverá mediodía.

El Señor te dará reposo permanente; en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña, reconstruirás viejas ruinas, levantarás sobre cimientos de antaño; te llamarán reparador de brechas, restaurador de casas en ruinas.”
 (58, 4 al 12)


Reconforta y anima escuchar, al comienzo del camino pascual, las palabras del libro de la Sabiduría: "Tú te compadeces de todos, Señor, y no odias nada de lo que has hecho; cierras los ojos a los pecados de los hombres para darles tiempo a arrepentirse, y los perdonas, porque eres nuestro Dios y Señor". 

Hemos estado viviendo todos una Cuaresma existencial tras la llegada de este coronavirus que nos ha trastornado nuestro modo de vivir; por eso nuestra Cuaresma litúrgica ha de recordarnos la ESPERANZA con la que asumimos cada momento del camino, bueno o malo, los cristianos. Nuestra mirada puesta en la Pascua, y nuestra caducidad, nuestra fragilidad, nuestros errores, sumergidos en el mar de misericordia infinito que es el Dios de nuestro Señor Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte.

Oremos así:

Señor, fortaléceme con tu auxilio al empezar este tiempo de Cuaresma, para que nos mantengamos siempre en espíritu de conversión (de crecimiento, de maduración), y que la austeridad que ahora mismo la vida nos impone nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal

Ese es el propósito de cada discípulo: que como lo hizo Jesús, pasemos por la vida haciendo y sembrando el bien. ¿Cómo interpretar entonces esas tres aplicaciones de la ética cristiana de la que habla hoy el Evangelio?

AYUNAR de egoísmos, de violencia, de desamor, de mentiras, de divisiones, de juzgar, de quejarnos, de culpar a los otros.

ORACIÓN auténtica, diálogo veraz con Dios, en entera confianza y abandono, trato de amistad con él, que cuando mira ama, que no se cansa de esperar, que no impone, que se da siempre.

LIMOSNA que no es dar lo que me sobra, sino ser compasivo y solidario, acompañando al pobre y al marginado, poniéndome en su lugar, tomando su mano, y sacándolo de la orilla del camino.

Y todo eso con ALEGRÍA, porque hemos conocido el amor de Dios y hemos creído en él. 


El CAMINO PASCUAL es recuperar lo perdido, lo que se ha ido gastando en la lucha cotidiana; es volver los ojos al primer amor, es no cerrarse a la propia carne, es redescubrir lo que significa ser bautizado. Es no solo ser bueno, es también ser verdadero.

La religión no es la vida; la vida no transcurre dentro de los templos. Pero una vida espiritual, sostenida por la práctica religiosa y la vida fraterna, nos permite vivir de manera diferente, con una confianza y una libertad que solo conocen los que se saben de verdad hijas e hijos de Dios

PROVECHOSA CUARESMA PARA TODAS/OS


 

martes, 16 de febrero de 2021

POLVO ERES... MAS POLVO ENAMORADO

 

En la liturgia del Miércoles de ceniza, celebración con la que damos inicio al Ciclo Pascual, se nos recuerda: "Polvo eres y al polvo volverás"; esta frase puede alternarse o sustituirse por otra: "Conviértete y cree en el Evangelio". Así lo hacemos año tras año, y en muchos lugares ese rito adquiere mayor connotación que en otros, pues algunos incluso exigen que quede la marca de la ceniza en la frente para llevarla como signo de su condición creyente durante todo ese día. Al combinar el polvo de ceniza con la señal de la cruz, se hace patente nuestra condición humana, nuestra fragilidad, nuestra nada, al mismo tiempo que nuestra redención, pues es un recordatorio de nuestra salvación en Cristo. 

El punto de partida es ese: somos polvo, somos carne, o como solemos decir con frecuencia, somos pecadores; las tres imágenes hablan de lo mismo, y es importante meditar en ellas. No significa que una parte del hombre sea polvo o carne y otra no; ellas hablan de todo el hombre, en su condición esencial. Todo ser humano es polvo, es carne, es pecado, pero todo ser humano es también otras muchas cosas, y de ellas nos habla el camino que emprendemos cada año, cada Cuaresma, cada Pascua. 

Dice Karl Rahner: "El movimiento hacia abajo del que cree, el descenso con Cristo al polvo de la tierra, se ha convertido en un movimiento hacia arriba, una subida sobre todos los cielos. El cristianismo no nos salva de la carne y del polvo, ni prescindiendo de la carne y el polvo, sino a través de la carne y el polvo. Y por eso la frase: tú eres polvo, sigue siendo nuestra fórmula, y entendida rectamente nuestra fórmula total. Ella nos dice que somos hermanos del que se ha hecho carne, y al mismo tiempo se nos dice también: Eres nada que ha sido llenada con la infinitud, muerte que es portadora de vida, infructuosidad que salva, polvo que es cuerpo de Dios para toda la eternidad. Decirlo es fácil. Padecerlo es difícil".


De eso trata este tiempo fuerte que cada año vivimos los bautizados: recordar quiénes somos y de dónde venimos, para entender cuánto se nos ha dado, y cuán alta es nuestra vocación. Los cuarenta días evocan el desierto, la prueba, la necesidad, pero también la cercanía de Dios, y la tierra a la que ese larga camino nos conduce. El desierto nos prepara para el paraíso, para entrar en la tierra prometida, entendiendo esto simbólicamente, como imágenes del misterio profundo del ser humano y de Dios. 

Thomas Merton recuerda que el miércoles de ceniza, aunque inicia el ayuno cuaresmal, es un día de gozo, una fiesta cristiana, porque es el inicio del gran ciclo pascual, recordando el significado original de este tiempo litúrgico: la sagrada primavera de la Iglesia. Comenzamos el tiempo del ayuno, pero eso nos permite tener  más claridad y ser más receptivos para asimilar el sagrado alimento de la palabra de Dios que compartimos a lo largo de este tiempo de gracia. 

La cruz de ceniza nos recuerda nuestra mortalidad (Eres polvo), pero es también prenda de vida, de resurrección (Conviértete y cree en la Buena Nueva). Es una preparación para poder alegrarnos luego al reconocer la misericordia de Dios, su amor entrañable, lo que hizo por nosotros. Esto es importante señalarlo: no enfocarse tanto en la pecaminosidad del penitente, que se olvide la misericordia de Dios para con él, para con todos. 

Cuaresma nos recuerda nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad, lo fácil que equivocamos el camino y nos perdemos de lo que es verdaderamente importante; pero también nos recuerda que no estamos solos en el esfuerzo cotidiano, que contamos con Dios y con los hermanos, que trabajamos por un proyecto de justicia y amor al que llamamos "Reino de Dios". Y lo reconocemos: somos barro, Dios nos hizo del polvo de la tierra, pero sobre ese polvo sopló su Espíritu, y se gozó con ello. 

Como dijo el poeta: somos polvo, sí, mas polvo enamorado...


Manuel de Jesús, ocd.

lunes, 15 de febrero de 2021

EL AMOR ES UNA FUERZA ACTIVA

"El amor del hombre es una fuerza activa que derriba los muros por los que el hombre está separado de sus prójimos, y que los une con los otros. El amor le permite superar el sentimiento de aislamiento y separación, pero le permite también permanecer fiel a sí mismo y conservar su integridad, su ser-así. En el amor se da la paradoja de que dos seres llegan a ser uno y, sin embargo, siguen siendo dos... El amor es una actividad, y no un afecto pasivo. Se puede describir, de una forma muy general, con la afirmación de que el amor es, sobre todo, un dar y no un recibir".

Erich Fromm
(El arte de amar)

domingo, 7 de febrero de 2021

LIBERARSE Y LIBERAR (Domingo 5-B)

 
Tomar conciencia de la propia condición es un saludable punto de partida; de esto habla la primera lectura de este quinto domingo (B): "El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio... Recuerda que mi vida es un soplo".  Pero, en medio de la oscuridad, aparece entonces un punto de luz que adelanta, poco a poco, un claro amanecer. Si me miro a mí mismo, me pierdo; si miro el todo en el cual estoy inmerso, me redescubro entonces, me veo nuevo, iluminado por el amor que da sentido y razón a lo que soy y a lo que vivo. 

Mediante gestos eficaces de salvación (orar, enseñar, curar), Jesús se hace presente en nuestra vida, y nos revela nuestra verdadera identidad y condición. "Tú también eres hijo muy amado, en quien el Padre se complace". Al sabernos amados, perdonados, y bendecidos, nos sentimos enviados, y en nombre del Amor infinito, gratuito e incondicional que descubrimos, gritamos: Ay de mí si no comparto esta alegría... Ay de mí si no proclamo el Evangelio. Eso es ser discípulo, eso es ser evangelizador, eso es ser cristiano. Liberarse y liberar.

"La clave de la humanidad de Jesús está en su espiritualidad. Es decir, Jesús fue tan profundamente humano por causa de la relación tan frecuente y profunda que tuvo con la fuente de toda humanidad. Jesús recurrió constantemente a su Padre, y también nosotros necesitamos hacerlo si queremos ser profundamente humanos y sintonizar con lo que es verdaderamente humano. Necesitamos orar, pero hay formas de orar que entontecen, y formas de orar que humanizan" (José María Castillo, La religión de Jesús).

"Rezar es sencillamente volver a tomar conciencia del don de Dios, acordarnos de que tenemos un Padre mejor que nosotros,recordar que lo que le pedimos a Dios ya nos lo ha dado. La verdadera oración, la única oración cristiana, es la que se asemeja a la de Cristo: no una oración de pedigüeños ni de criados, sino una oración de hijos, llena de confianza y de seguridad. ¿Cuánto tiempo necesitaremos rezar para rezar de este modo?" (Louis Evely).

El verdadero milagro acontece en cada encuentro de la comunidad creyente, que hace presente en el mundo al Cristo Vivo. Cada acontecimiento adquiere entonces perspectiva de resurrección. Porque lo que salva es la fe y la confianza en Dios

martes, 2 de febrero de 2021

EL MISTERIO DE LA VIDA: NUESTRA FRAGILIDAD Y DIOS

Quizá el escritor sobre espiritualidad más famoso en los últimos cincuenta años ha sido Henri Nouwen, y el gran regalo de su obra es que nos introduce en la complejidad de nuestra vida y nos permite comprender que esa complejidad es normal. No somos necesariamente personas obsesionadas por la codicia, el sexo o la inquietud. Somos sencillamente seres humanos normales, complejos, que andamos por el mundo metidos en nuestra piel. ¡Así es la vida real! También es una verdad que aparece con toda claridad en las Escrituras y en los evangelios. Las Escrituras están llenas de historias de personas que encuentran a Dios y ayudan a realizar su Reino, aun cuando sus vidas están plagadas de desorden, confusión, frustración, traición, infidelidad y pecado. 

No hay seres humanos sencillos, inmunizados contra las complejidades espirituales, psicológicas, sexuales y relacionales que nos acosan a todos. Y al fin, eso es algo bueno: nuestra naturaleza compleja, entre otras cosas, nos mantiene siempre conscientes, pese a nuestro miedo y pereza, de que el misterio de la vida es infinitamente más grande que aquello con lo que nos sentimos cómodos la mayor parte del tiempo. Nuestra complejidad patológica nos impulsa hacia una luz cada vez mayor. 

La consciencia y la aceptación de la complejidad patológica de nuestras vidas puede ser el lugar donde finalmente encontramos los hilos de la empatía y del perdón: la vida es difícil para todos. Todos sufrimos. No necesitamos culpar a nadie. Todos estamos acosados por los mismos problemas. Comprender y aceptar esta verdad puede ayudarnos a perdonarnos unos a otros, y, después, a perdonarnos a nosotros mismos.

Ronald Rolheiser
En lucha con Dios
(Sal Terrae)