A propósito del debate actual en España por los cambios en la Legislación civil sobre el aborto rescato este artículo que publiqué hace tiempo en otro blog....
Dijo Jesús: "Yo
he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia". Por tanto el Evangelio que proclamamos los cristianos es el Evangelio de
la Vida. Creemos, por lo menos eso creo yo, que cada ser humano nace primero en
el corazón de Dios, es decir, hay una voluntad de amor que le origina, un deseo
de vida primigenio. Luego esa vida que recibimos como don, personal y para ser
compartido con otros, ha de desplegarse a lo largo de una existencia concreta,
en la que entran en juego libertad y responsabilidad. Hay un camino que va del
individuo a la persona, y de la persona a la personalidad, pero siempre la vida humana merece y exige respeto y dignidad.
Estoy seguro que lo
anterior puede ser firmado sin muchas reticencias por la mayoría de los seres humanos
que conozco. Y sin embargo la defensa de la vida por parte de la Iglesia recibe
a menudo rechazo y no es aceptada; lo mismo, desde la Iglesia se escuchan voces
que dicen que los otros no respetan la vida, y aun más, que son
"asesinos" y gente sin valores. ¿Qué sucede?
Creo sinceramente que
hay un problema de fondo que hace que desde diversas posturas se hablen
lenguajes muy distintos, lo cual impide que seamos incapaces de entendernos a
la hora de defender unos valores que, en esencia, todos
compartimos, aunque desde matices y fundamentos diversos.
En Cuba, por ejemplo,
el aborto es una realidad cotidiana, desde hace muchos años existe esa
posibilidad en cualquier hospital del país, y no me creo en el derecho de
llamar, a una mujer que aborta o a un médico que hace su trabajo,
"asesinos". Si conversas con esas personas te dirán que aman la vida
y que la respetan, que quieren la justicia y el bien para todos, pero que no
consideran que el no nacido sea plenamente una “persona humana” con derechos. Desde mi experiencia como
médico puedo dar testimonio de que no es algo indiscutible y evidente en el
campo médico, a pesar de lo que diga alguna prensa, el hecho de que el ser
humano desde su misma concepción sea "persona humana"; quiero decir,
que la medicina no se pronuncia al respecto, que eso lo deja a la filosofía, a
la ética o a la religión. Una entrevista que aparece en un periódico en estos
días dice que es algo evidente para la ciencia que el no nacido es “persona
humana”, y eso no es así; en muchas escuelas en el mundo nada se dice sobre ese
tema.
También sucede que
personas que defienden con fuerza el No al aborto son luego también partidarios de la pena de muerte, o no se preocupan de cómo viven luego esos
niños y niñas que han nacido, y que mueren a causa del hambre y las
enfermedades, de la guerra o la violencia de cualquier tipo. Esto resta
autoridad a unas exigencias, que aparecen ante el mundo como parciales, y eso,
por no hablar de algunos grupos radicales que han puesto bombas en clínicas
abortistas o han disparado a los médicos que trabajan en ellas. ¿Eso es
defender la vida?
¿Cuál es mi opinión
personal?
Creo que la vida es un
valor fundamental que hay que defender, y no sólo desde la fe. La vida siempre,
y no de modo parcial. La vida plena y digna, que es mucho más que nacer y
respirar, sobreviviendo luego. La vida, que es respeto a la diferencia, a la
pluralidad y al disenso. La vida que nos invitó Jesús proponer al mundo como
meta y sentido.
Creo también que las
sociedades civiles son autónomas, que no todos van por el mismo camino, y que
los valores se PROPONEN, no se imponen. No creo que la Iglesia
deba buscar leyes, sino trabajar por que las personas descubran la belleza de
un valor.
Creo también que la
Iglesia no puede ver algunas veces que los valores se sustentan sobre la fe, y
que ya no tenemos una sociedad cristiana, por lo que no es suficiente hablar
todo el tiempo de leyes y preceptos morales. Hay que volver a
empezar por el principio: evangelizar, no desde la suficiencia, sino desde abajo,
desde el amor, la confianza, la entrega.
No hay modo mejor de
proclamar el Evangelio de la Vida, que dando la vida por los demás. Y, creo
importante señalar esto, separar la fe de los partidos; la fe no puede ser de
derechas o de izquierdas, la fe puede tocar el corazón de unos y de otros, y la
respuesta luego incluye también elecciones personales y libres en cada persona.
Por eso, creo que la vida es un valor, pero creo que
los cristianos no siempre sabemos presentar los valores con sabiduría, con respeto
y con amor. No puedo ir al otro, cuando de entrada pienso que el otro actúa de
mala fe; no, el otro también tiene sus razones, me parezcan a mí válidas o no.
Por eso escuchar, dialogar y proponer con amor es el único camino posible para
cambiar el mundo para mejor. Por la fuerza, sólo estaremos sembrando la semilla
de futuras violencias. El camino, insisto es el diálogo y el testimonio
personal y eclesial de los valores evangélicos. A esta tarea quiero sumarme sin
dilaciones: como Jesús quiero anunciar la VIDA, la
vida en abundancia.