jueves, 30 de enero de 2020

¿SOMOS CAPACES DE PERCIBIR LA BELLEZA?

Un hombre se sentó en una estación de metro de Washington DC y comenzó a tocar violín, una fría mañana de enero; tocó seis piezas de Bach durante aproximadamente 45 minutos. Durante ese tiempo, ya que era hora de pico, se calcula que alrededor de 1,100 personas cruzaron la estación, su mayoría, en camino al trabajo.
Tres minutos se pasaron cuando un hombre de mediana edad notó al músico, ralentizado el paso y se detuvo por unos segundos, pero siguió después su recorrido para no llegar tarde.
Un minuto después, el violinista recibió su primer dólar, una señora tiró el dinero sin siquiera parar y siguió su camino.
Unos minutos después, alguien se detuvo a la pared para escucharlo, pero mirando el reloj reanudó la marcha. Estaba claramente atrasado para el trabajo
Quien prestó mayor atención fue un menido de 3 años. Mamá lo traía por la mano, apurada, pero el niño se detuvo para mirar al violinista. Por fin, mamá lo sacó con más fuerza y el niño siguió caminando, girando la cabeza varias veces para ver al violinista. Esta acción fue repetida por varios otros niños. Todos los padres, sin excepción, obligaron a los niños a continuar.
En los 45 minutos en que el músico tocó, sólo 6 personas pararon por un tiempo. Alrededor de 20 le dieron dinero pero continuaron en su paso normal. Tomó unos 32 dólares. Cuando dejó de tocar y el silencio se ocupó del lugar, nadie se dio cuenta. Nadie aplaudió, ni hubo ningún tipo de reconocimiento.
Nadie sabía que este violinista era Joshua Bell, uno de los músicos más talentosos del mundo. Tocó algunas de las piezas más elaboradas una vez escritas en un violín de 3,5 millones de dólares.
Dos días antes de tocar el metro, Joshua Bell agotó un teatro en Boston, donde cada lugar costó un promedio de 100 dólares.
Esta es una historia real, Joshua Bell tocó incógnito en la estación de metro en un evento organizado por el Washington Post que formaba parte de una experiencia social sobre percepción, gustos y prioridades.
La pregunta era: en un lugar común, en una hora inapropiada somos capaces de percibir la belleza? Paramos para disfrutar? Reconocemos el talento en un contexto inesperado?
Una de las posibles conclusiones que se pueden sacar de esta experiencia puede ser: “Si no tenemos un momento para parar y escuchar a uno de los mejores músicos del mundo tocar algunas de las canciones más bien escritas del mundo, ¿cuántas otras cosas estaremos perdiendo?"

(Tomado de Facebook)

domingo, 26 de enero de 2020

A VINO NUEVO, ODRES NUEVOS

"Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres, y se pierde el vino y los odres. A vino nuevo, odres nuevos" (Marcos 2, 20-22). 

 
Jesús y los suyos son recriminados por los más piadosos, por no cumplir los preceptos que establecía la religión, respecto al ayuno. Su respuesta, revolucionaria, permite vislumbrar la novedad que aporta el Maestro, respecto a lo establecido por una lectura rígida de la Escritura y las tradiciones. 

La diferencia entre la religión, el vestido viejo, y la propuesta de Jesús, el paño nuevo, es tal que no permite componendas. Lo que Jesús aporta no es un "arreglo" para que todo siga igual en una religiosidad rutinaria y deteriorada, sino una propuesta nueva que trasciende toda religión. Jesús nos regala un "vino nuevo", que es imposible de contener en los "odres" ya conocidos. 

 Jesús, identificándose a sí mismo con la imagen del novio, sustituye la "mortificación" por la "alegría", y de una religiosidad de tonos sombríos nos invita a pasar a una fiesta de bodas, en la que además, el novio ya está dentro, en medio de nosotros. 

Mientras que la religión organiza una práctica que pretende algún día alcanzar a Dios, Jesús proclama la buena noticia de que todo está ya alcanzado, todo es presente; se trata entonces de aprender a vivir en el aquí y el ahora, donde siempre está Dios

 A menudo la la novedad y el frescor de la propuesta de Jesús se sustituyen por la rutina, la reiteración cansina y estéril, y así se corre el riesgo de perder el vino nuevo. El vino es siempre el mismo, pero los odres son inevitablemente relativos y habrá que irlos reponiendo cada cierto tiempo. Cuando confundimos el odre con el vino, el recipiente con el contenido, corremos el riesgo de perder los dos. Así, absolutizamos lo relativo,  y corremos el riesgo de perder lo valioso. 

¿Cómo podemos rescatar y vivir la novedad y el frescor del Evangelio?

(Interpretación personal de un texto de Enrique Martínez Lozano)


viernes, 17 de enero de 2020

QUITANDO CON JESÚS EL PECADO DEL MUNDO

"Jesús quitó el pecado del mundo escogiendo el camino del servicio, de la humildad, de la pobreza, de la entrega hasta la muerte. Esa actitud anula toda forma de dominio, por eso consigue la salvación total. Es el único camino para llegar a ser hombre auténtico. Jesús salvó al ser humano, suprimiendo de su propia vida toda opresión que impida el proyecto de creación definitiva del hombre. Jesús nos abrió el camino de la salvación, ayudando a todos los oprimidos a salir de su opresión, cogiéndoles por la solapa y diciéndoles: Eres libre, sé tú mismo, no dejes que nadie te destroce como ser humano. En tu verdadero ser, nadie podrá someterte si tú no te dejas. En aquel tiempo, esta opresión era ejercida no solo por Roma sino por sacerdotes y letrados.

Jesús vivió esta libertad durante toda su vida. Fue siempre libre. No se dejó avasallar ni por su familia, ni por las autoridades religiosas, ni por las autoridades civiles, ni por los guardianes de las Escrituras (letrados), ni por los guardianes de la Ley (fariseos). Tampoco se dejó manipular por sus amigos y seguidores, que tenían objetivos muy distintos a los suyos (los Zebedeo, Pedro). Esta perspectiva no nos interesa porque nos obliga a estar en el mundo con la misma actitud que él estuvo; a vivir con la misma tensión que él vivió, a liberarnos y liberar a otros de toda opresión.

No tenemos que oprimir a nadie de ningún modo. No tengo que dejarme oprimir. Tengo que ayudar a todos a salir de cualquier clase de opresión. Jesús quitó el pecado del mundo. Si de verdad quiero seguir a Jesús, tengo que seguir suprimiendo el pecado del mundo. Hoy Jesús no puede quitar la injusticia, somos nosotros los que tenemos que eliminarla. La religiosidad intimista, la perfección individualista, que se nos han propuesto como meta del camino espiritual, es una tergiversación del evangelio. Si no hacemos todo lo posible, no solo por no oprimir a nadie sino para que nadie sea oprimido, es que no me he enterado del mensaje".

Fray Marcos
(Fragmento comentario a II domingo T. O. ciclo A, 
tomado de Religión Digital)

martes, 14 de enero de 2020

EN HABITACIONES DE HOTEL...

"Historia de vida" por Tennessee Williams

Después de haber estado en la cama juntos por primera vez,
sin la ventaja ni desventaja de ningún conocido previo,
la otra fiesta muy a menudo te dice,
Cuéntame de ti mismo, quiero saber todo sobre ti,
Cuál es tu historia? Y tú crees que tal vez realmente lo hacen


sinceramente quieres conocer tu historia de vida, y así te ilumines
un cigarrillo y empezar a decirles, los dos
Acostados juntos en posiciones completamente relajadas
Como un par de muñecas de trapo, un niño aburrido cayó en una cama.

Les cuentas tu historia, o tanto de tu historia
como el tiempo o un grado justo de prudencia lo permite, y dicen,
Oh, oh, oh, oh, oh, oh,
cada vez un poco más débil, hasta el oh
es sólo un respiro audible, y luego por supuesto

Hay alguna interrupción. El servicio de habitación lento aparece
con un tazón de cubitos de hielo fusión, o uno de ustedes se levanta a orinar
Y mira a sí mismo con el suave asombro en el espejo del baño.
Y luego, lo primero que sabes, antes de haber tenido tiempo
Para recoger donde te dejaste con tu fascinante historia de vida,
Te están contando su historia de vida, exactamente como lo habían querido todo el tiempo,

y estás diciendo, oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh,
cada vez un poco más débilmente, la vocal fin se convierte en
no más que un suspiro audible,
como el ascensor, a mitad del pasillo y un giro a la izquierda,
Dibuja un último, largo y profundo aliento de agotamiento
Y deja de respirar para siempre. Entonces?

Bueno, uno de ustedes se duerme
y el otro hace igual manera con un cigarrillo iluminado en la boca,
Y así es como la gente se quema hasta la muerte en habitaciones de hotel.

sábado, 11 de enero de 2020

BAUTISMO DE JESÚS (2)


Con el bautismo de Jesús, parece comenzar su ministerio público; ahí es confirmada su misión, a través de esos signos o señales que en la Sagrada Escritura nos hablan de una "Epifanía" o manifestación divina (se abre el cielo, se escucha una voz, baja el Espíritu). Epifanía es la manifestación de Dios a los magos llegados de Oriente; epifanía es el momento del bautismo de Jesús en el jordán; epifanía es también la manifestación de Jesús en las bodas de Caná. Los tres momentos son epifánicos, y marcan de alguna manera también la misión de Jesús, su condición de Hijo de Dios.

  Aunque parece ser que Jesús no bautizó (aunque el Evangelio de Juan 3, 22-24, dice que sí lo hacía), sus discípulos bautizaron, y así el bautismo se convirtió en el rito de entrada a la comunidad cristiana. Nos hacemos miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, al recibir ese primer sacramento, ya sea porque así lo deciden nuestros padres cuando nacemos, o sea que lo pidamos nosotros siendo adultos.  Al celebrar la Fiesta del Bautismo del Señor, es inevitable que nos remitamos a nuestro propio bautismo, momento de gracia en el que recibimos el don de Dios, y podemos llamarnos de verdad sus hijos. A través de este y los demás sacramentos, Dios toca nuestra vida de una manera particular y nos transforma en Cristos vivientes; junto con la eucaristía, el bautismo conforma la dupla sacramental fundamental en el camino cristiana. Así, cosas cercanas, comunes y corrientes, como el agua, el pan y el vino, se convierten en materia sagrada usada por Dios para venir a nosotros y darnos una vida nueva.

 Mencionemos algunas ideas respecto a lo que acontece en el bautismo cristiano:

1. El bautismo refiere a nacimiento, a comienzo nuevo; recibimos una vida en Dios que ya no tiene fin; también es un rito de transición, de cambio, en el caso de recibirlo un adulto. Nacer de nuevo, es salir de la tierra de la esclavitud y entrar en el camino de la libertad que nos conduce a la realización de la Promesa. Es definitivamente, la Vida plena venciendo a la muerte.

2. Con el Bautismo entramos en el Reino de la Luz, en la comunión íntima del Misterio Trinitario; renunciamos al poder de las tinieblas, del mal, para declararnos definitivamente hijos de la luz. Ello no supone huir del mundo, sino llevar a él la luz recibida.

3. El Bautismo es un camino hacia la libertad, porque ya la oscuridad, el mal, la muerte, no tendrán en nosotros la última palabra; y tampoco el miedo, porque experimentando el amor de Dios caminamos confiadamente el camino de la vida, con libertad y responsabilidad

4. El bautismo nos hace parte de una comunidad, y ese es un gran regalo: entrar a formar parte de una familia espiritual: fraterna, compasiva y solidaria. Es el espacio donde podremos aprender y crecer, madurar o recuperar las fuerzas para regresar al camino cuando nos sentimos cansados o vencidos.

5. El bautismo implica un serio compromiso con el proyecto de Jesús: el Reino de Dios. No hay magia ni automatismo en este sacramento; nos exige opciones concretas en relación con Dios, la comunidad, el prójimo y el mundo en que vivimos. 

 A nivel pastoral, la Iglesia necesita presentar el rito bautismal en todo su significado y plenitud; es lamentable que se dé el sacramento sin la necesaria preparación, catequética y espiritual,sobre todo en el caso de adultos, que piden el sacramento para sus hijos sin estar ellos mismos conscientes de lo que un día recibieron. Ha de ser más que un rito social o de protección; es un momento especial y único en la vida de la persona, que inicia su camino hacia Dios.

 Para cada persona que recibe el sacramento del bautismo el cielo se abre, y Dios pronuncia para ella las palabras que dijo a Jesús: Tu eres mi hijo o mi hija, recibe mi espíritu. Tú eres un regalo que hago al mundo, y lo recibes amorosa y gratuitamente, conjuntamente con la libertad. Tendrás la gracia y los dones para vivir como hijo, pero serás libre para elegir otro camino y marcharte de casa. De cualquier modo mi bendición te acompañará siempre...

Evoquemos nuestro bautismo, con ocasión de esta festividad litúrgica, y pensemos en todo lo que significa a nivel espiritual, y en cuánto repercute en nosotros para saber: quiénes somos, qué hacemos y a dónde vamos

Fray Manuel de Jesús, ocd.

BAUTISMO DE JESÚS (1)


Con la celebración este domingo del BAUTISMO DE JESÚS cerramos la primera etapa del año litúrgico, para adentrarnos ahora en la vida pública del Señor, y acompañarle en el llamado "tiempo ordinario", hasta que comienza la Cuaresma, el próximo 26 de febrero (si contamos a partir del Miércoles de Ceniza). 

Tras la llamada "vida oculta" de Jesús, le vemos reaparecer en los márgenes del río Jordán, respondiendo a la llamada de Juan Bautista; Jesús se suma a la fila de los pecadores que han  acudido deseosos de conversión, según lo narra el Evangelio de Marcos.  "Por aquellos días Jesús vino desde Nazaret a Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán" (1,9). Luego afirma que en el momento en que salía del agua vio los cielos abiertos y al Espíritu Santo como una paloma bajando sobre él. "Y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (1,11).  Estamos en presencia de una "epifanía", una revelación o manifestación de Dios, que reconoce a Jesús como Hijo, con la presencia del Espíritu y la voz del cielo. 

 En el Evangelio de Mateo (que leeremos esta vez) el relato es algo más explícito, intenta responder seguramente a la pregunta que muchos entonces se hicieron: si Jesús era el Hijo de Dios, ¿por qué fue a Juan para que lo bautizara, junto a otros pecadores? ¿Necesitaba Jesús ese perdón? Así lo narra: "Entonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo, diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por tí, y ¿tú vienes a mí? Jesús le respondió: ¡Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justicia! Entonces Juan accedió a ello. Una vez bautizado, Jesús salió del agua; y en esto los cielos se abrieron y vio al Espíritu Santo descender en forma de paloma y posarse sobre él. Y se oyó una voz del cielo: este es mi Hijo amado, mi predilecto" (3, 13-17). Así queda explicada la situación por el autor de este Evangelio. 

Pero acudamos al Evangelio de Lucas, que dedica mucho más espacio a narrar lo que precedió al momento del Bautismo; es en el capítulo 3, donde narra lo siguiente: " Después de bautizar Juan al pueblo y a Jesús, aconteció que mientras Jesús estaba orando, se abrió el cielo, descendió el Espíritu Santo sobre Él en forma corporal, como una paloma, y se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto" (21-22). Juan en su prédica, ya antes de este episodio, había explicado que él no era el mesías y que otro vendría después de él para bautizar, no con agua, sino con Espíritu Santo y con fuego. Notemos que en este caso se desvincula la manifestación del momento mismo del bautismo; ya Jesús fue bautizado y está orando, y luego las palabras del Padre se dirigen al propio Jesús: no dice "este es", sino "tú eres", como en Marcos.

Finalmente, acudamos al Evangelio de Juan: tras el hermoso y profundo prólogo, entra de inmediato en el testimonio del Bautista acerca de Jesús, reiterando que Juan no es el mesías, solo aquel que le prepara el camino, y repite la idea de que el bautismo de Jesús será diferente. Y curiosamente este Evangelio no narra el bautismo de Jesús: "Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él, y dijo: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Este es de quien yo dije..." Y luego: "Juan atestiguó: He visto al Espíritu  descender del cielo en forma de paloma y posarse sobre él. Yo n o lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Sobre el que veas descender y posarse el Espíritu, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo. Yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios" (1, 29-34).

Como podemos apreciar, en los cuatro relatos hay algunos elementos comunes y otros que difieren, pero en ese orden permiten afirmar que la primera Iglesia reflexionó en torno al Bautismo del Señor, a su relación con Juan Bautista, a su no dependencia de este. Parecen haber coincido los discípulos de Jesús y de Juan  en el tiempo, y se hizo necesario clarificar y defender la diferencia y supremacía de Jesús. El el último Evangelio citado, Juan encamina a sus propios discípulos hacia Jesús, y los exégetas afirman que el movimiento generado en torno a Jesús estuvo muy vinculado en los inicios con Juan, su prédica y su entorno. 

 Todas estas ideas pueden ayudarnos a entender mejor el momento bíblico que  celebramos; es interesante conocer cómo la primera comunidad cristiana fue descubriendo al Señor, entendiendo y clarificando su mensaje, para poder anunciar que Él era el Salvador

Fray Manuel de Jesús, ocd

viernes, 10 de enero de 2020

EL CAMINO CRISTIANO: SER DISCÍPULOS, SER HIJOS, SER SANTOS

El comienzo del nuevo año civil, y el tiempo litúrgico que vamos terminando (Adviento-Navidad-Epifanía), con sus lecturas bíblicas correspondientes, me han sugerido algunas ideas que pueden serme (y serles) útiles para actualizar nuestra vida de fe. 

Parto de tres ideas o propuestas

Ser discípulos-Ser hijos-Ser santos.  

Es un esquema trinitario, porque se trata de ser discípulos de Cristo, para descubrirnos hijos del Padre, y así vivir la llamada a la santidad impulsados por el Espíritu. La propuesta es muy básica, sencilla, fácil de memorizar, para tenerla presente en el día a día, mientras tratamos de vivir nuestra condición de cristianos, bautizados, del modo más coherente posible. Cada uno ha de apropiársela de modo personal, enriqueciéndola con la singularidad de su propia historia de salvación. 

DISCÍPULOS: Lo primero, preguntarnos lo que esto significa. Discípulo es aquella persona que encuentra a un maestro y decide seguirlo, vivir con él, para aprender, tanto de lo que hace como de lo que dice, un nuevo saber

De todo esto se habla en los Evangelios, y ser cristiano es seguir al único Maestro, que es Jesús, el Cristo. Seguir, implica caminar, moverse, crecer, ir con él; implica escucharle, para aprender de sus actos y de sus palabras. Implica dejarse transformar por la cercanía y la enseñanza del Maestro, para adquirir una nueva sabiduríaPero además, seguir al Maestro, hace que empecemos a formar parte de una comunidad, porque no soy el único discípulo. 

El discipulado, además de seguimiento y escucha, implica pertenencia. 

HIJOS: Es Jesús, el Maestro, el Hijo por excelencia, quien nos enseña y lleva a reconocer a Dios como Padre. Descubrirnos como hijos nos confiere una identidad y una dignidad inalienables. Estamos en el mundo de una manera nueva, porque nuestro vínculo con Dios no es el de servidumbre, sino filial: somos hijos, y por tanto herederos de los bienes del Padre. El mundo en que vivimos, lo creado, es parte de esa herencia, que debemos cuidar y hacer fructificar para el bien de todos (presentes y futuros). 

Tres palabras que relaciono con esta realidad: confianza, gratuidad y libertad, con la consiguiente responsabilidad con los dones recibidos. Confianza, porque definitivamente eso es la fe: confiar; gratuidad, porque mi relación con Dios no es un negocio, no es un intercambio de bienes de manera interesada; y libertad, porque ello forma parte de mi dignidad de hijo y de discípulo.Y si todos somos hijos, entonces también hermanos unos de otros; formamos una familia, la familia de Dios

SANTOS: Por Cristo, entramos en relación filial con Dios, para participar de su santidad. Ahora nosotros también somos santos, porque somos de Dios, y esto implica que nuestra vida, lo que somos, decimos y hacemos, ha de transparentar nuestra condición de discípulos y de hijos, siendo santos. La santidad tiene que ver con la justicia, con hacer lo justo, lo bueno, lo mejor, en cada dimensión de la existencia, siendo compasivos y solidarios, pero antes de expresar lo que hacemos, manifiesta lo que somos. 
Todo esto se resume en una palabra: Amor.

El AMOR es la clave de todo el camino cristiano, y la comunidad de fe ha de ser para nosotros una escuela para aprender a amar, y convertirnos de verdad en lo que ya somos por gracia. La Sagrada Escritura dice que DIOS ES AMOR, que fue el amor el que nos creó, el que movió a Cristo todo el tiempo, hasta dar la vida, y la fraternidad es la expresión del deseo de Dios y de su Hijo de que viviésemos como hermanos, en un mundo dividido, egoísta y violento. El camino cristiano ha de propiciar la maduración espiritual del creyente, que está vinculada con su plenitud humana.

La comunidad de fe, la Iglesia, es la obra del Espíritu  en el mundo.

En RESUMEN, se trata de:
1. SER DISCÍPULOS de Cristo: seguirlo, escucharle y ser parte de su comunidad.
2. SER HIJOS del Padre: vivir como hijos, en confianza, gratuidad, con libertad y responsabilidad, formando parte de la familia de Dios.
3. SER SANTOS en el Espíritu: con el compromiso de trabajar porque Dios reine, es decir, haya valores, justicia, compasión, solidaridad, hasta que el mundo sea transformado en Amor. 

 Lo anterior es una reflexión muy personal, que busca dotar de sentido y unidad el trabajo cotidiano de la fe, y necesita precisiones que tal vez siga haciendo en los próximos días, por lo que la entrada no está cerrada todavía, Faltan algunos aspectos que también acompañan el camino espiritual y que han de ser integrados en esta triada: sacramentos, devociones, la Virgen (La primera discípula, hija y santa)) y los santos, el compromiso social que tenemos los creyentes, etc. Se aceptan sugerencias y opiniones.

Fray Manuel de Jesús, ocd.

sábado, 4 de enero de 2020

BUSCAR Y SEGUIR A DIOS EN EL CAMINO

"Un silencio sereno lo envolvía todo, y, al mediar la noche su carrera, tu Palabra todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los cielos" (Sabiduría 18, 14-15).

 La Encarnación es como un acampar, como un poner la tienda en medio del campo, en el despoblado, a la intemperie, para hacer un alto en el camino.  El Dios de la encarnación, cuyo misterio celebramos en estos días, lo mismo que el ser humano que se encarna profundamente en su historia,  viven la vida en el sentido radical que esta tiene de trashumancia itinerante, de provisionalidad, de marcha. El hombre auténtico (incluyendo a la mujer, por supuesto, con este término) no vive instalado en el presente, sino que se sabe en camino hacia un porvenir, hacia un futuro. 

 La existencia nómada es la peculiar del hombre bíblico, pero su itinerancia no es un mero vagar sin rumbo, sin norte, sino un movimiento bien concreto, con sus objetivos y su localización bien determinados: es la salida de la esclavitud de Egipto, es la travesía a través del desierto para alcanzar la tierra prometida. Es la marcha de la libertad, el movimiento de la humanidad hacia la liberación definitiva y su plenitud.

 En este caminar secular, que es nuestra historia más propia, Dios va con nosotros en Jesús, que también bajó de Egipto en su infancia, con sus padres, como un peregrino (como un migrante), y luego en su vida adulta, cuando bajo a esa "tierra de esclavitud" que es el sepulcro, salió de ella resucitado, liberado y pleno, para compartir su triunfo con nosotros. 

 Dios es el futuro absoluto, el porvenir que como punto omega nos imanta y dinamiza hacia Él. Pero al mismo tiempo es el Dios del camino, el peregrino itinerante, que comparte la marcha con nosotros, con todas las fatigas y esperanzas de cada jornada. Dios ha puesto su tienda  junto a la nuestra en este campamento inmenso que es el mundo, y ese continuo acampar y descampar, caminar y buscar, que es la historia humana. 


La tienda de Dios se llama JESÚS, la Palabra hecha carne, y nosotros con él, acampamos y peregrinamos, en busca de otra estrella, de una eternidad que llama, como suave brisa, en el corazón de cada ser humano. Me pregunto: en medio de tantos huracanes, truenos, vientos fuertes... ¿Seremos capaces de escuchar y seguir ese susurro amoroso con que Dios nos llama a conocerle y amarle?

"La Palabra era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, 
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron,
les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre,
ni de amor carnal, ni de amor humano, 
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y acampó entre nosotros". 

(Prólogo del Evangelio de Juan).