domingo, 31 de marzo de 2019

DAME FUERZA...


"Mi oración, Dios mío, es esta:

Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón.
Dame fuerza para llevar ligero
mis alegrías y mis pesares.

Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles.
Dame fuerza para no renegar nunca del pobre,
ni doblar la rodilla al poder del insolente.

Dame fuerza para levantar mi pensamiento
sobre la pequeñez cotidiana.

Dame fuerza, en fin, para rendir mi fuerza
enamorado, a tu voluntad".

Rabindranath Tagore

viernes, 29 de marzo de 2019

DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ (Domingo cuarto de Cuaresma).

El ser humano, lo han dicho muchos, y  de diversas maneras, es un ser social, es decir, que no se entiende a sì mismo si no es en relaciòn con otros; y su historia es la de su convivencia, la de los grandes esfuerzos y tropiezos para construir, pueblos y naciones, modos de convivir unos con otros en armonìa y paz. 

Pero es evidente que en ese proceso la humanidad ha sido torpe para vislumbrar el proyecto de Dios para sus hijos, reconocièndole a El como Padre y al pròjimo como hermanos, y a nosotros mismos, en activa relaciòn con ambos, para descubrir nuestro lugar en la creaciòn. De ahì que podamos decir que andamos como ciegos, que nuestra naturaleza està dañada para ver con claridad la obra de amor a la que somos convocados.

 Nos cuesta mucho reconocer nuestra ceguera. Creemos que vemos, y nuestras turbias miradas traen como consecuencias el odio, la violencia, la guerra, la persecusiòn del diferente, las ideologìas. Decimos que vemos, pero tan solo son bultos, y tropezamos una y otra vez con las mismas piedras. Podemods decir que, como humanidad, hemos alimentado un cùmulo de valores, criterios, actitudes y estructuras construidas por ciegos, al servicio de nuestra propia oscuridad, en las que nos sentimos muy a gusto aparentemente. 

 Lo peor de todo es que nos creemos videntes siendo ciegos; nos cuesta abrir los ojos de verdad y mirar cara a cara nuestra realidad, y nos regodeamos en nuestra falta de luz, como si todo lo que nos rodea nos resultara satisfactorio y caminamos entre sombras, en medio de alegrìas superficiales, con rumbo incierto, y expuestos a equivocarnos ante cada encrucijada

El mensaje de Jesùs, cuando habla de salvaciòn, tiene en cuenta nuestra condiciòn social; no es una salvaciòn privada, individual, sino que es una llamada a la gran comuniòn de amor en la que cabemos todos. Para ser partìcipes de ella necesitamos curar nuestra ceguera. Necesitamos una mirada nueva, una nueva visiòn, un abrir los ojos de verdad para vernos y verlo todo penetrado por la luz de Cristo, en quien Dios nos ha ofrecido la salvación. Cristo es la nueva luz que ilumina toda la oscuridad de nuestro mundo y disipa nuestra ceguera. La conversión empieza por reconocernos ciegos, y dejar que el colirio de la fe limpie nuestros ojos cansados y dormidos.

Necesitamos unir nuestro ojos, y nuestras miradas, a los ojos y la mirada de Dios, para participar de su bondad, su comprensiòn, su perdòn, su paciencia, su esperanza.  A ello nos convoca este Cuarto Domingo de Cuaresma, sobre todo en el Ciclo A, cuando presenta a Jesùs encontrando en el camino a un ciego de nacimiento, y ponièndole barro en los ojos le devuelve la vista. 

Pero tambièn en el Ciclo B leemos un pasaje de Juan (3, 14-21), con palabras de Jesùs que hablan tambièn de luz y tinieblas, y luego en el Ciclo C la concreciòn de todo este mensaje en la hermosìsima paràbola de San Lucas (15, 1-3.11-32), en la que aparece un padre bondadoso que ama y llama por igual a sus dos hijos  descarriados (ciegos de egoìsmo), invitàndoles a encontrar un hogar comùn. Los dos hijos son incapaces de ver la verdad de vivir juntos, cada uno en su camino, pero en comuniòn. 

 En la muerte y resurrecciòn de Cristo Dios estaba reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y les ha preparado una mesa sacramental para que se dispongan en la construcciòn de una humanidad nueva, iluminada, vacìa de tinieblas. Necesitamos que nuestro mundo sea un verdadero hogar en el que todos caben, y para ello precisamos descubrir al Padre amoroso que acoge a todos, y prepara para todos una mesa llena de manjares suculentos.

martes, 26 de marzo de 2019

MIS POEMAS 2018

El abismo.

Me toco una parte de la suerte del mundo, y jugaba con ella,

Inocente, como quien no conoce de veras su valor.

Hasta que un día despiertas y está ahí, doliendo,

Tan profundo y negro como puedas imaginar.

La vida se convirtió de improviso en un deporte de riesgo,

Fue duro, fue triste, fue largo.

Todavía me parece increíble haber llegado tan lejos,

Lo reconozco, algún mérito tengo, que peligra cuando caigo en la cuenta,

No de lo lejos, sino de lo hondo y lo arriesgado del camino.

He sido apenas un sobreviviente, un cobarde

Que no obstante camina por el filo de lo ambiguo,

Sin que importe abajo, ni pensar atrás, ni cantar victoria.

(26 febrero 2018).


El perro en el umbral.

Era el guardián celoso de la casa de sus dueños

Siempre ladrando su furia en el umbral

Me asustó alguna vez por la sorpresa.

Un día pasé y algo había cambiado

La casa eran dos casas ahora

Dos umbrales ajenos uno al otro

Y el perro dormitaba en la calle, cabizbajo.

Ya no ladra cuando paso

Ya no parece siquiera tener dueño.

Ahora es un perro que mira con tristeza

A los que pasan

Sin un solo ladrido.

(1 marzo 2018)


Donde sopla el Espíritu todo es muy complejo.

Esa paloma terrible, dice Merton, que no hace daño.

Y sin embargo su batir de alas lo trastorna todo.

A veces necesito escapar como si estuviera en la cárcel.

A veces necesito regresar como quien vuelve al hogar.

(4 marzo 2018)



Tú cuando vayas a orar

Piérdete en el corazón del misterio

Allí donde está el latido de la vida

Donde su voz dice: Hágase... y todo florece.

Donde el miedo es un poco de humo

Que disipa el viento.

El único lugar donde puedes hallarte

Completamente.

(6 marzo 2018)


CANCIÓN

Cargué mi oscuridad por mucho tiempo

Hasta que luego en un momento

Me rescató su claridad.



Su nombre que fue luz en mi camino

Palabras suyas junto a mi destino

Trocaron el vacío por la paz.



Ahora tú me hablas de mentiras,

De historias y razones

De dudas y orfandad.



Ahora me reclamas coherencia

Me exiges la decencia

Me muestras tu verdad.


Yo sé que la belleza es pasajera

Como también efímero es lo humano,

Más tengo entre mis manos

Su promesa de amor.


Tú crees que hay un vacío tras mi espera

Confundes el valor de lo profano

Sin ver que con mi mano va su mano

Tejiendo esta canción.


Yo te pregunto ahora por delante

Si tienes el talante que preciso

Para lograr romper todo el hechizo

De quien me dio la vida y mucho más.


Intenta a ver si puedes

Combatir mi credo con tu libertad
,

Y si es capaz esa utopía que proclamas

De darle alas a mi vida y avivar la llama

Como lo hizo desde entonces su amistad.


Mejor, avísame si puedo

Compartir mi credo con tu libertad
.

(15 marzo 2018)



Soy el hombre invisible.

Lo había leído me lo habían dicho

Ahora lo vivo.

Los ojos que se cubren de neblina

Cuando paso

Y el tiempo que se escapa

Entre mis manos.

Ayer tenía colores en el rostro

Palabras y vestidos

Las cosas han cambiado

De repente.

Soy el hombre invisible

Y me acostumbro

Qué remedio.

Lo había leído me lo habían dicho

Ahora lo vivo.

(21 marzo 2018).





Tanto camino anduve y no le he puesto nombre

Puedo ponerle luz, puedo ponerle hombre.

Si me preguntas tú de dónde saqué fuerzas,

Yo tan solo giré como gira la tierra
”.



Pero el camino luego se nombró a sí mismo,

A veces era amor, a veces era abismo.

Para este caminar no hacen falta respuestas,

Y algo aportó mi ritmo al girar de la tierra.



Tanto camino anduve y me siento cansado,

A veces acerté y estuve equivocado.

Vuelves a preguntar y digo con certeza;

Hubo un poco de todo, pero valió la pena.

………………………………………………………………………….



(12/13 mayo 2018, a partir de un viejo verso de juventud).

UN DIOS GRANDE Y GENEROSO

"Los cristianos hemos de apearnos de los conceptos de Dios, como los ateos que, en eso, nos llevan ventaja. Conceptos, todos podemos tenerlos, con tal de que no los confundamos con la realidad. El concepto de Dios no deja de ser un concepto de una realidad inefable y, si tienes ese concepto, por lo menos, que sea un concepto de un Dios bueno, generoso, magnánimo y lleno del verdadero amor. Pero, por favor, que no sea un concepto tan raquítico que lo convierta en un Dios justiciero, poderoso y vengador. Hagamos por lo menos un Dios más grande y generoso que nosotros".

Anthony de Mello
Autoliberación interior

viernes, 22 de marzo de 2019

EL CULTO VERDADERO ESTÁ EN LA VIDA (Tercer domingo de Cuaresma)

El ser humano, mujer u hombre, tiene muchos recursos para escapar de los verdaderos problemas de la vida. Los mecanismos de defensa nos hacen detenernos en cuestiones periféricas, entablamos cuestiones bizantinas, nos enzarzamos  en cosas que no tienen importancia; y sin embargo, las cuestiones fundamentales no las afrontamos. 

La religión y el culto, aun reconociendo su valor mediador y significación espiritual, han sido siempre, en su conjunto, una de las grandes ocasiones encontradas por el ser humano para encubrir su falta de seriedad y compromiso ante la vida. El culto  ha amparado a veces el egoísmo, la opresión, el abuso de las personas, la explotación del trabajador, la irresponsabilidad social. No le importa a la mujer de Samaría que se encuentra con Jesús el hecho de haber tenido una vida irregular, inestable afectivamente; desvía la conversación con el Maestro hacia la cuestión de la legitimidad del culto que ella celebra. Es un modo de engañarse, y esta manera de entender el culto que celebramos es alienante. 

Para muchas personas, los verdaderos problemas quedan relegados, y se pone todo el interés en discutir contra el progresismo o el integrismo, sobre si es más legítimo este modo de celebrar o el otro. Olvidamos que el culto verdadero no está en las formas, sino en la vida. El culto que no refleje las actitudes ante la vida y las situaciones humanas es falso. 

 Jesús de Nazaret aboga por la destrucción de toda liturgia farisaica y establece un culto en espíritu y verdad. La religión verdadera consiste en establecer condiciones justas para poder realizar la fraternidad, en conquistar la libertad para todos, en optar por los más débiles, en tomar en serio la comunión con los demás, en desarrollar todas las posibilidades de la persona humana. Así lo expresaron siempre los profetas de Israel, recordando a la clase dirigente y al pueblo cuál era el sacrificio y la ofrenda preferidos por Dios (textos que solemos leer siempre en este tiempo de Cuaresma).

En la LITURGIA DOMINICAL, en el Ciclo A, leemos el Evangelio de la mujer samaritana que encuentra a Jesús junto al pozo (Juan 4, 5-42); en el Ciclo B, Jesús expulsa a los mercaderes del templo (Juan 2, 13-25) y en el Ciclo C, es decir este año, el relato de la higuera estéril (Lucas 13, 1-9).  Si repasamos estos textos vemos que en el primero se habla del culto verdadero, en el segundo sobre el verdadero templo, y en el tercero sobre la verdadera religión, que implica dar frutos, cambiar, convertirse. 

TRES IDEAS:
1. El culto verdadero está en confiar en Dios a pesar de las pruebas por las que pasemos en el desierto de la vida.  Jesús tiene un alimento que le hace entrar en comunión con Dios: la voluntad del Padre. Cada vez que en la vida diaria obedece a la Palabra de su Padre, es como si celebrara la liturgia de sentarse a la mesa con Él y celebrar juntos una comunión verdadera.
2. El templo, en el que se ofrece el sacrificio y la alabanza a nuestro Dios, no es un edificio de piedra. El verdadero templo es la vida humana en el mundo. Viviendo en la sociedad, realizando la voluntad de Dios hasta la propia muerte, hacemos que se eleve ante Dios el incienso de un culto agradable. La Eucaristía nos muestra la vida santa que Jesús llevó y nos empuja a construir un templo para Dios en nuestra vida.
3. La liturgia que Dios espera de su pueblo es que se convierta y dé frutos dignos de conversión. Convertirse ante la salvación pascual que Dios nos ofrece. Nuestra Eucaristía tiene sentido si seguimos los pasos de la liberación pascual realizada por el pueblo en el Éxodo y si, unidos a la muerte de Jesús, fecundados por su Espíritu, somos capaces de dar frutos en abundancia.

jueves, 21 de marzo de 2019

EL POBRE ES LA CLAVE PARA ENTENDER A DIOS

Comparto una breve reflexión sobre una conocida parábola evangélica, la del pobre Lázaro y el rico sin nombre; son esos dos personajes y Abraham los protagonistas de esta historia. Cada uno de estos personajres representa una realidad concreta: Abraham es la voz de Dios, el rico representa a los muchos duros de corazón, y Lázaro a los tantos pobres de este mundo. 

En la parábola, Jesús abre una ventana al otro lado de la vida, el lado de Dios. No se trata del cielo, sino del lado verdadero de la vida, que la fe abre y que el rico sin fe no percibe. Y entonces bajo la experiencia de la muerte todo lo que pensó y creyó el rico se desvanece, y aparece ante él lo que es el valor real de la vida. 

Al lado de Dios, es decir a su luz, toda la ceguera del rico se desvanece, y los papeles cambian. El rico ve a Lázaro en el seno de Abraham y le pide que ser aliviado de su sufrimiento, pero descubre que el pobre Lázaro, a quien apenas miró en vida, es ahoras su único posible bienechor. Claro, que ahora es demasiado tarde, y aunque es un hombre religioso evidentemente, porque llama Padre a Abraham, y Abraham le llama hijo, eso no ha sido suficiente, y las palabras de Abraham están dirigidas no solo a él, sino también a todos los ricos vivos. 

 Los ricos pueden, mientras están vivos, convertirse en verdaderos hijos de Abraham, si supieran prestar atención y abrir la puerta a los Lázaros, al pobre, el único que en nombre de Dios puede ayudarlos. La salvación para el rico no es que Lázaro le traiga una gota de agua para refrescar su lengua, sino que él, el rico, abra al pobre la puerta cerrada y así llene el gran abismo que los separa, el del egoísmo y la dureza de corazón.

El rico quiere entonces que sus hermanos, aun en vida, no lleguen al lugar del tormento, y otra vez es Lázaro quien puede ayudarle en ese sentido, y además sólo a través de los pobres pueden los ricos devolver lo que deben y reparar la injusticia. Abraham le dice entonces al rico que ellos tienen la Escritura, a Moisés y a los Profetas, pero seguro que el rico nunca se dio cuenta de la que la Escritura tenía algo que ver con los pobres, porque la clave para entender lo que Dios dice es el pobre que estaba sentado a su puerta, al que él apenas miró. 

 Finalmente el rico acude a un último reclamo: Si ven a un muerto que les habla se convertiran. Abraham entonces les dice: Tampoco, ni aunque resucite un muerto, y la prueba la tenemos todos bien palpable: Jesús resucitó, y ahí siguen los muchos ricos y los muchísimos Lázaros de la historia: unos banqueteando y otros esperando las migajas del banquete. Porque practican una religión, esperan milagros, pero no pueden ver al Resucitado que les sale al encuentro en los muchos pobres, marginados, hambrientos, enfermos, rechazados de este mundo.

 La clave para entender la Biblia, el mensaje de Jesús, la Salvación, es el pobre; eso es lo que nos dice esta parábola, y no una exégesis del más allá. Es el reclamo de Dios para que, a tiempo todavía, elijamos el lado bueno de la vida: el de los que saben amar, compartir y dejarse tocar  el corazón por las necesidades de sus hermanos. 

viernes, 15 de marzo de 2019

SABER ESCUCHAR A JESÚS (Segundo domingo de Cuaresma)

Una de las características del mundo actual es el deseo de superación. Las palabras progreso, desarrollo, transformación, evolución están poseídas por un inquieto espíritu de cambio. Colaboran a mantener este talante de nuestra época los avances tecnológicos, los descubrimientos sensacionales en el ámbito de la ciencia y la computación, la complejidad de la economía, la conquista de la naturaleza y el tan temido cambio climático, las busquedas espirituales por caminos diversos en el interior del ser humano, la aventura de la exploración del cosmos. Y luego están los movimientos sociales, las tendencias fluctuantes de las ideologías, los jovenes y las mujeres que buscan pronunciarse, los pensadores de cada momento... Todo esto expresa una voluntad de cambio, un deseo de justicia, un cambio de cultura, un anhelo de un mundo diferente, un mundo nuevo. Y detrás de todo eso el sueño utópico que permite creer en la posibilidad de reconquistar un paraíso perdido.

 Pero entonces, toda esta esperanza de nuestro tiempo se rompe, se ve frustrada, en el acantilado de las viejas formas, que hacen prácticamente imposible todo deseo de superación y todo cambio real.  Los mejores deseos, las inquietudes más nobles, son tragadas por los sistemas, por lo establecido, por las tradiciones o los intereses de unos pocos, que con su poder y organización sofocan y rinden todo poder de transformación. Esto provoca siempre la desilución, el escepticismo, la aceptación mortal de que el mundo es así y no puede ser de otra manera. El ser humano inquieto acaba domesticado, y el peregrino se torna sedentario, y así generación tras generación van muriendo personas y también sus sueños

 En dentro de este contexto que podemos celebrar e interpretar  esta segunda estación (domingo) de Cuaresma, que nos sugiere la idea de que en la vida sólo es posible transformarse y transformar el mundo si tenemos presente la meta a la que queremos llegar (FE) y si no perdemos nunca la ESPERANZA en un futuro mejor que nos aguarda (AMOR). 

"Oigo en mi corazón: busquen mi rostro. 
Tu rostro buscaré, Señor, 
no me escondas tu rostro". 
(Salmo 26)

Seguimos en el camino de la Cuaresma que tiene como meta la Pascua, en la que volveremos a confesar a Jesús como Señor; ello implica asumir a Jesús como norma suprema para la vida. No hay otro modo de comprender lo que Dios quiere, lo que Dios pide, sino dejamos que sea Jesús quien lo diga con su vida y con su palabra. La Transfiguración es una teofanía, es decir, una manifestación de la presencia/acción de Dios en la vida de Jesús. Y ya no hay nadie más, ni del pasado, ni para el futuro, que pueda decir lo que a Dios le gusta, lo que Dios ama.  El único que lo puede decir con toda autoridad es Jesús. Jesús es quien nos manifiesta plenamente quién es Dios, y de ahí es que en este y en todo tiempo sea fundamental vivir esta dimensión profunda y esencial de la fe: SABER ESCUCHAR A JESÚS

Textos bíblicos para este domingo: Génesis (!%, 5-12.17-18); Salmo 26; Filipenses (3,17-4,1); Lucas (9, 28b-36).

El relato de la Transfiguración aparece en los tres Evangelios Sinopticos: Marcos (9, 2-8), Mateo (17, 1-8) y el pasaje mrencionado de Lucas. Cada uno aporta algo propio al relato, según su mirada teológica. 

IDEAS PARA INTERPRETAR EL EVANGELIO DE ESTE DOMINGO

1. La dimensión divina de Jesús, como también la de la propia Iglesia, es verdadera y auténtica, aunque no ha de exhibirse en el escaparate de la vanidad humana, ni siquiera en la liturgia. Esta nunca debería ser un bello espectáculo, sino simplemente la adoración comunitaria del Dios invisible y sorprendente. Jesús, aun en medio de su pasión, entrevió la transfiguración; contra toda esperanza esperó, no se dejó vencer por la decepcionante lección de la vida diaria.

2. En la evangelización hay que dejar para lo último los aspectos brillantes de la fe. La pesca apostólica es una pesca de seres humanos, por lo tanto sobra el cebo. Es Dios el que tiene siempre la iniciativa, y es en la cruz donde plenamente se manifiesta el amor de Dios por nosotros.

3. La voz de Dios que avala a Jesús, aunque ciertamente procede de lo alto, no se manifiesta en formas deslumbrantes. El creyente que acepta esta voz, se encontrará con Jesús solo: sin aureolas, sin providencialismos ingenuos, sin milagrerías pueriles. Es en este camino tan humano donde vamos siendo transfigurados por el contacto asiduo con el Señor y su palabra, por el trato fraterno con nuestros prójimos, hasta que alcancemos, en nuestra condición humilde, su condición gloriosa.

ORACIÓN: Señor, Padre santo, tú que nos has mandado siempre a escuchar a tu Hijo, el predilecto, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra; así, con mirada limpia y un corazón gozoso, contemplaremos la gloria de tu rostro. Amen.

martes, 12 de marzo de 2019

TUVE HAMBRE Y ME DISTE DE COMER: Bienaventuranzas y juicio final en el Evangelio de Mateo

Cada Evangelio tiene su características propias, y es importante entenderlo así para tener una comprensión menos estrecha de Jesús, de su mensaje, de sus propuestas para vivir.  

Hablemos en esta ocasión del Evangelio según San Mateo: este, dirigido a una comunidad de cristianos provenientes del judaísmo, presenta a Jesús como el nuevo Moisés, y al igual que este, promulgando una nueva Ley de parte de Dios. Como la antigua ley tenía cinco libros, el Decálogo, ahora la nueva ley dada por Jesús tiene también cinco libros o discursos. El Sermón del Monte es el primer discurso, y se abre con las ocho bienaventuranzas. El Sermón de la Vigilancia (Mt 24,1 hasta 25,46), es el quinto y último discurso, que describe el Juicio Final. Las Bienaventuranzas describen la puerta de entrada del Reino de Dios, enumerando ocho categorías de personas: los pobres, los mansos, los afiglidos, los hambrientos, los limpios de corazón, los perseguidos a causa de la justicia... 

Luego, la Parábola del Juicio Final dice lo que debemos hacer para heredar el Reino: acoger a los hambrientos, a los sedientos, a los extranjeros, a los desnudos, a los enfermos y a los presos. Como  vemos, tanto al inicio como al final de la Nueva Ley que promulga Jesús están los pobres, los excluidos, los marginados.

 Esta parábola evangélica del Juicio Final es una de los pasajes más claros y definitivos que aparecen en boca del Maestro; no hay imágenes apocalíticas ni metáforas que puedan confundir o admitir interpretaciones espiritualistas. No pueden quedar más claras las cosas: el Señor sabe discernir a los buenos y a los malos, y no parece que juzgara o separara él mismo, sino que cada persona se juzga o se condena a sí misma en relación con su actitud en relación con los pobres, marginados y excluidos. A unos se les llama "benditos" y los otros "malditos", una vez más aparece Jesús (Dios) identificado con los pequeños de este mundo, y una vez más también nos hace entender que la "justicia" del Reino de Dios no se alcanza observando normas y prescripciones, sino acogiendo al necesitado, en los que, como en ningún otro sitio, está Dios llamándonos. 

 Con las Bienaventuranzas Cristo nos mostró la inversión absoluta de valores que propone al anunciar el Reino de Dios, y optar por ser parte de ese proyecto implica necesariamente CONVERSIÓN, o volver a nacer, o DESPERTAR del sueño del ego, y recuperar la imagen original de Dios en el ser humano. 

El Reino de Dios suele ser identificado a veces con la Iglesia, pero ningún pasaje del Nuevo Testamento permite hacer esa identificación. Esto no significa que ese Reino no se manifieste a través de la Iglesia de muchas maneras, pero siempre, y esto es importante recordarlo, como una semilla de mostaza, en pobreza y debilidad, y también en esperanza.

sábado, 9 de marzo de 2019

EL CRISTO TENTADO DE LOS EVANGELIOS SINÓPTICOS


1-  Marcos: “Christus Victor”. (Marcos 1, 12s): Comparado con Mateo y Lucas el relato de Marcos resulta oscuro y enigmático. Su forma arcaica y de apariencia simple expone pocos detalles y estos incomprensibles, por lo que hacen dudar de su intención de exponer la tentación de Cristo. Los diversos personajes que con Jesús conforman la escena (tentador, Ángeles, fieras) no forman un cuadro convincente, y el núcleo del episodio, la tentación, se esfuma totalmente en la oscuridad. Es un drama sin final, pues no se aclara el resultado de la justa entre ambos contendientes. De ahí que para entenderlo lo mejor sea vincularlo con otros episodios del relato de Mc; la clave estaría en Marcos 3, 27, que narra una situación crítica en la vida de Jesús. En ambos episodios hay un enfrentamiento con los poderes perversos y en los que el Espíritu interviene activamente en la vida de Jesús. El segundo texto sería la conclusión que le falta al primero: en la tentación se ha producido un encuentro decisivo entre el fuerte y el más fuerte, y allí Jesús despojó definitivamente a Satanás. En Marcos 3, 27 lo único que hace Jesús es proclamar públicamente la victoria entonces conseguida. Por tanto, para Marcos la tentación no es una preparación de la misión del Señor, sino que nos conduce al núcleo de su vocación, a su acción primera, decisiva y estable: la derrota de Satanás para siempre. Así, cuando Jesús expulsa demonios, no hace más que extender, verificar y ratificar su victoria. Así, Marcos relaciona la derrota de Satanás con la tentación más estrechamente que con la pasión. Esta mirada de Marcos tiene consecuencias teológicas, una de ellas la sana desgravación de la teología de la pasión y de la cruz, pues por muy legítimo que sea interpretar que el encuentro decisivo entre Jesús y Satanás tiene lugar en el momento de la muerte, existe el peligro de menguar y paliar con ello la dimensión histórica de  nuestra fe y el sentido de nuestra redención. Por tanto, volviendo a la reflexión del texto, fijémonos en lo notable que resulta el hecho de que Marcos no haga referencia al contenido o al curso de la tentación. Este silencio no es ignorancia, sino que parece consciente e intencional: para Marcos en el desierto tuvo lugar el enfrentamiento definitivo entre Jesús y Satanás, encuentro que finalizó con una clara victoria del primero. Teniendo en cuenta el vínculo de este pasaje con el bautismo del Señor, podemos pensar con todo derecho que en el centro del desenlace está la misión que Cristo recibió ene. Jordán. Aquí el Hijo de Dios y su antagonista están frente a frente, y entre ellos se juega lo más esencial del misterio de Dios, su plan de amor. Esto es lo que se juega Jesús con Satanás, y nada es en el fondo más vulnerable que ese amor, pero tampoco hay nada más fuerte, más soberano, más victorioso. Es un amor pobre y rico al mismo tiempo: es esa pobreza la que conduce a la tentación, es su riqueza la que le alcanza la victoria. Es un amor que se “vacía”, que se atreve a meterse libremente en el peligro de la extrema tentación para mostrar su limpieza, su desinterés y su santidad. Como antes a Job, Dios pone a su Hijo en manos de Satanás para que lo tiente. Una lucha así sólo podía tener lugar en el “desierto”, sin espectadores, más allá del tiempo y del espacio, pero repercutiendo en todo el universo. Esa es la razón de la parquedad de Marcos al narrarnos este episodio; aquí el silencio es más elocuente que las palabras, y todo otro enfrentamiento se relativiza. Finalmente otro rasgo de la versión de Marcos: el papel de Cristo. Desde el principio este aparece más como vencedor que como tentado; tiene la iniciativa Él y no el tentador.
2-  El Cristo Tentado de Mateo: “Cristo, verdadero Israel”.  El relato aquí parece un verdadero duelo de escribas, por la frecuencia de citas del Antiguo Testamento que jalonan el curso de la narración, y que utilizan los dos oponentes como instrumento de lucha. Así tenían lugar los duelos rabínicos de entonces. Y aquí Jesús aparece como un mejor conocedor de la Escritura que el diablo. Observando los textos comprendemos que Mateo quiere enlazar la tentación de Jesús con las tentaciones de Israel en el desierto, acorde con todo el plan de Mateo en su evangelio. Hay una evidente continuidad entre bautismo de Jesús y tentaciones: “Tú eres mí Hijo” por parte de Dios, y luego “Si en verdad eres hijo”, de parte del diablo. La idea de la filiación divina de Jesús es central en este evangelio. Los Padres de la Iglesia comprendieron la importancia espiritual de este vínculo mateano entre Israel y Jesús (NT: vuelta de Egipto, bautismo y tentación,  vs. AT: Salida de Egipto, paso del mar rojo, estancia en el desierto).  Cristo tentado asume y cumple la “figura israelis”, y Justino ve en la lucha entre Jacob-Israel y el Angel un anuncio de las tentaciones de Cristo.  Mateo pretende mostrarnos que las enseñanzas que Israel ha sacado de sus tentaciones se han hecho fructíferas en Jesús, y de ahí Jesús es aquel en quien la historia de Israel confluye, es el la plenitud de Israel, el nuevo y verdadero Israel.  Según esta tipología de Mateo Jesús ha de ser tentado, y la ocasión inmediata es la misma que tuvo el pueblo de Dios: el hambre. El diablo aprovecha la ocasión para incitar a Jesús a cambiar en pan las piedras. Pero es Jesús quien a de clarificarse a sí mismo en que consiste su filiación divina. Al responder Jesús se identifica con Israel en el desierto, y en lugar de la queja, ofrece la confianza ( Escribió Orígenes: “Por la respuesta del Señor parece que se sometió a lo penoso del maná, manjar del cielo, y sufrió hambre para llenarse del todo de la fuerza de ese alimento”) El maná es la Palabra que Dios ha dirigido a su pueblo, o a su Hijo en el bautismo, y Jesús vive de esa palabra que le viene del cielo, y que le ha establecido como Hijo; el diablo quería demostrarle que andaba por su cuenta, que Dios no se ocupaba de él. La respuesta de Jesús dice: yo me fío totalmente de esa palabra, y por eso es que entonces se “transforman las piedras”: multiplicación de los panes. La segunda ronda de la lucha entre Jesús y el diablo lleva también la marca de la Escritura: el oponente vencido por la Escritura, se vale de ella para la segunda tentación. Si Jesús hubiera secundado la propuesta del tentador habría sido blasfemo, pues se le propone demostrar su cualidad de Hijo; pero así como el pueblo en el desierto provocó a Dios (Dt 6, 16 y Ex 17, 1-7) Jesús como el Israel verdadero se atiene con obediencia incondicional a la voluntad de Dios. Aquí Jesús se muestra como alguien que, en pleno conflicto, se atiene inconmovible a la voluntad de Dios, que le llega en la palabra. Importante este texto para los Padres, pues revela el vínculo de Cristo con la Escritura, el AT, y el recto uso de la Palabra de Dios. Finalmente la tercera ronda de duelo entre Cristo y Satanás tuvo lugar en un monte muy alto. El diablo cambia de táctica, y trueca el ataque por un ofrecimiento Descubrimos aquí el paralelo con Dt 6, 13-15, y Ex 32, 8, cuando el pueblo abjuró de Dios para irse tras los ídolos. Aquí se habla del dominio del mundo: Satanás domina matando, Cristo salvando, dando vida. Satanás le ofrece un camino corto, Jesús elige uno largo: la cruz, la pasión. Dirá San Pablo: 1 Corintios 6, 20.
3-  El Cristo tentado de Lucas: “Cristo, el segundo Adán”.  En Lucas destacan dos elementos del relato: orden distinto de las tentaciones (Que concluyen en Jerusalén) y la observación conclusiva de su relato, que hace que el episodio narrado no sea sino un momento de la lucha continuada entre Jesús y el diablo. Recordemos que el tema que  determina el relato lucano es la marcha a Jerusalén, y que este asunto va conformando también este episodio que tratamos. Los padres de la Iglesia se percataron de que en la versión de Lucas de la tentación de Jesús se cruzaban dos caminos: uno lleva al huerto de Getsemaní y el otro al Edén, al Paraíso. Hay un vínculo básico entre tentación y pasión: en el desierto se trabó el primer combate, en la cruz tuvo lugar la gran batalla, primero lucha encubierta y luego lucha abierta, patente; la pasión es la tentación explicitada. En el conjunto del relato de la pasión se percibe el eco de la voz del tentador. La tentación y la pasión se tocan, y mutuamente se comentan. Ahora bien, así como el primer Adán fue expulsado del paraíso al desierto, el segundo Adán volvió del desierto al Paraíso. Esta idea o paralelismo entre el primer y el segundo adán responde plenamente a la idea de Lucas, como se ve por el hecho de insertar entre bautismo y tentaciones una genealogía de Jesús que se remonta hasta Adán y la tentación. Jesús aparece como el Adán de una nueva humanidad cuyo origen se sitúa en el bautismo del Señor. Tanto el bautismo como la tentación tienen en Lucas un carácter esencialmente mesiánico, pero pensando en la comunidad, Cristo es presentado aquí como el modelo, el prototipo  de cada creyente. El es el Hijo de Dios, pero no aislado de sus hermanos, sino para ellos. Cristo es tentado como un hombre más; aquí se resalta, más que la originalidad de Cristo, su solidaridad con los hombres. Una exégesis minuciosa nos permitiría encontrar sutiles vínculos entre la táctica usada por el tentador en el paraíso y la usada en el desierto; al final, según Lucas, el diablo agota todas las formas de tentación, y así este episodio queda como síntesis ejemplarizante para todos los cristianos, y debe leerse en el  marco de la historia de salvación.


LAS TENTACIONES DE JESÚS: aspectos generales.


La Tentación de Jesús: elementos comunes en los Evangelios Sinópticos.

1-Los tres relatos refieren la historia de la tentación de Jesús en el umbral de su aparición pública en Galilea. Mt y Mc  lo hacen vinculándola directamente al bautismo, pues es el mismo Espíritu el que recibe Jesús y el que lo conduce al desierto.
2- Es evidente que este encadenamiento no es histórico. Llama la atención que, una vez narrado el episodio de las tentaciones, ambos evangelistas retoman la narración en el punto dejado en el bautismo. En el caso de Lucas hay un interés teológico mucho mayor, pues a diferencia de los otros, sitúa entre bautismo y tentaciones una genealogía de Jesús. Todo esto nos hace pensar que el episodio de la tentación ocupa en los evangelios un lugar central, pero de ningún modo preciso.
3- Para describir el hecho, se basan los sinópticos en dos tradiciones distintas; frente al escueto relato de Marcos existe la forma larga de Mateo y Lucas, tomada de otra fuente. Estos a su vez se diferencian en el orden en que colocan las tentaciones. En general se prefiere el orden de Mateo, pero sin que se pueda establecer aquí una fuente original.
4- El hecho de que Jesús fue tentado encuentra cierta confirmación en el pasaje de Hebreos 2, 18 y 4, 15.  Los relatos evangélicos de tentación no parecen ser testimonios oculares, pues Jesús estuvo allí sin compañía alguna; tal vez el propio Jesús lo contara, pero ningún texto bíblico permite afirmar esto.
5- Por todo lo anterior es criterio común que estos pasajes de las tentaciones de Jesús son fruto de una reflexión teológica, que intenta salir al paso a determinados problemas concretos de la primitiva comunidad cristiana. Lucas subraya, como Mt y Mc, el papel del Espíritu, (4, 1) pero se distancia notablemente de ellos al presentar a Jesús como Señor del Espíritu, quien le sirve de ayuda y apoyo en la tentación. Esto tiene, es evidente, un claro propósito pastoral: la comunidad cristiana en las dificultades y tentaciones goza del apoyo del Espíritu. En cambio, en Marcos es el Espíritu el que lleva a Jesús al desierto para ser tentado, por lo que es evidente que hay aquí una tradición diferente.

Resumen: Para comprender mejor esta perícopa evangélica es necesario comprenderla dentro de la categoría de “misterio”, y asumirla en el contexto histórico salvífico de la vida de Jesús. Es una clave para explicar el sentido de su filiación divina y de su misión.

viernes, 8 de marzo de 2019

FRANCISCO HABLA DE LAS TRES REALIDADES QUE NO PASAN

"La limosna, la oración y el ayuno nos devuelven a las tres únicas realidades que no pasan. La oración nos une de nuevo con Dios; la caridad con el prójimo; el ayuno con nosotros mismos. Dios, los hermanos, mi vida: estas son las realidades que no acaban en la nada, y en las que debemos invertir. Ahí es hacia donde nos invita a mirar la Cuaresma: hacia lo Alto, con la oración, que nos libra de una vida horizontal y plana, en la que encontramos tiempo para el yo, pero olvidamos a Dios. Y después hacia el otro, con caridad, que nos libra de la vanidad del tener, del pensar que las cosas son buenas si lo son para mí. Finalmente, nos invita a mirar dentro de nosotros mismos con el ayuno, que nos libra del apego a las cosas, de la mundanidad que anestesia el corazón. Oración, caridad, ayuno: tres inversiones para un tesoro que no se acaba".

Papa Francisco

lunes, 4 de marzo de 2019

INTROD UCCIÓN A LA CUARESMA (II): DEL MIÉRCOLES AL SÁBADO DE CENIZA


Estos cuatro días anteriores al domingo primero de Cuaresma son como una introducción preparatoria al espíritu cuaresmal. El elemento significativo más importante es la ceniza. Rito tradicional realizado sobre los penitentes y que sigue conservando la liturgia: “estas cenizas vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia”.

En estos días destaca, entre otros temas, la llamada a la conversión (Joel 2, 12-18). Ante esta invitación hay que responder con prontitud, como Leví (Lucas 5, 27-32). Los criterios de esta conversión son claros. Hay que dar frutos dignos de penitencia, pero estos deben fraguarse en el interior (Mateo 6, 1-6. 16-18), rasgando el corazón (Joel 2, 12ss). El acto visible de la penitencia que Dios busca en el pecador arrepentido es el amor, la justicia social (Isaías 58, 1-9 y 9-41).

De esta manera, la pedagogía litúrgica de la Iglesia enfrenta a los fieles ante el camino de la conversión. Hay una senda de bendición y otra de maldición, y es necesario elegir (Deuteronomio 30, 15-20); perder la vida de muerte para ganar la vida auténtica es la clave de toda opción verdadera (Lucas 9, 22-25).

El clima espiritual de estos días nos lo describe el salmo 50, cuyo espíritu de confesión del pecado y confianza tiene que asimilar la comunidad cristiana.

Recordemos, ya desde el comienzo, el sentido ascendente y preparatorio que tiene la Cuaresma. Mediante ella nos purificamos del pecado para llegar al hombre nuevo, a la fiesta pascual. “Fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo”.

ORACIÓN: “Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal".

LUCES PARA ENTENDER LAS LECTURAS DE ESTOS DÍAS:
1.  Los ritos penitenciales tienen sentido, si traducen el sentir del espíritu: sentir de creaturidad y de culpabilidad, que actúa un movimiento de retorno al Dios creador y salvador. El movimiento es ya un signo de que Dios está cerca. Él está con el pueblo que suplica.
2.  Pecado, no es solamente la culpa personal, sino el clima contaminado producido en la convivencia humana por la acumulación de las culpas personales (estructura de pecado). Cristo no rehuyó la atmósfera contaminada: a veces el puritanismo es la cosa más impura del mundo.
3.  La ascética cristiana debe ser practicada discretamente por los creyentes y no aireada a los cuatro vientos. Las grandes realidades del Evangelio se pueden ofrecer a todos, pero jamás se deben imponer.
4.  Dos caminos se abren ante el hombre: el de la felicidad y la vida, y el de la desdicha y la muerte. Muerte es la existencia sin sentido. La vida verdadera está en la comunicación con el Dios de la vida. La fidelidad a su alianza en obediencia y amor es el camino del encuentro.
5.  El triunfalismo es del polo opuesto de todo proceso evangelizador. Los cristianos hemos soñado demasiado con un “reino de Dios en poder” y hemos pretendido anticiparlo en nuestras gigantescas construcciones y en nuestras deslumbrantes exhibiciones.
6.  De la boca de sus profetas verdaderos oyó el pueblo bíblico las críticas más implacables de la religiosidad hipócrita y sin ética. Ayunos y ritos sacros sin justicia son culto de sí mismos y pura magia, que pretende adueñarse del infinito.
7.  La justicia con el oprimido, la obra que haga vivir como personas a los que no pueden por sí mismos son exigencias anteriores a todo culto válido. El hombre de Dios se define en el amor al hombre.
8.  El ayuno y todas las demás prácticas ascéticas no tienen valor en sí mismas, sino en función de algo mayor. Por eso, una extrema rigidez en la regulación de estas prácticas es ciertamente antievangélica: una pobreza muy reglamentada no deja hueco para la sorpresa del verdadero pobre.
9.  La gran tentación de los cristianos militantes es la de convertirse en un ghetto: se crea un club cerrado, al que solo tienen acceso los iniciados. Los de fuera son considerados como seres lejanos, con los que solo se tienen relaciones externas y a distancia.


PALABRA Y EUCARISTÍA
1-  No es un culto externo lo que Dios busca en nosotros, ni ritos, ni ayunos farisaicos, ni imposiciones de ceniza. El sacrificio verdadero se fragua en el corazón por medio de la fe y la conversión. Unidos a Cristo por el camino de la Cruz, llegamos a la justificación. Él se hizo pecado por nosotros, para que, unidos a Él, seamos capaces de salir del influjo de la maldición que nos aboca a la muerte.
2-  Jesucristo es el prototipo de los que han sido capaces de perder la vida para ganarla. Este gesto supremo, en el que Cristo confiando en Dios se juega la vida, lo hacemos presente en la Eucaristía. Entramos en comunión con Él para seguir el camino de la Cruz; sendero que nos libra de la maldición y nos lleva directamente al reino de la vida.
3-  El rito que Dios espera del hombre es el amor y la justicia. Ni la ceniza, ni el ayuno, ni la limosna, ni la oración, ni la misma Eucaristía, si solo son actos externos, nos santifican. La liturgia que Dios busca es “abrir las prisiones injustas, dejar libres a los oprimidos, partir tu pan con el hambriento”. “Si la austeridad exterior que practicamos no va acompañada por la sinceridad de corazón” (oración), estamos cumpliendo todos los requisitos para que nos tengamos por fariseos.
4-  Hoy Jesús se sienta también a la mesa entre pecadores. Somos enfermos y necesitamos de él como de un médico. Pero tenemos que aceptar su diagnóstico: “Cuando destierres de ti la opresión, cuando partas tu pan con el hambriento, tu oscuridad se volverá mediodía”. Entonces “nos podremos presentar ante Dios como ofrenda agradable a sus ojos”.


viernes, 1 de marzo de 2019

NO HAY FE SI NO SE HACE VIDA (Domingo VIII, ciclo C).


A partir del Evangelio puede afirmarse que cristiano es no solo el que cree en la esperanza del Reino, sino sobre todo quien practica, obra o hace suya la causa de Jesús; no es cristiano quien dice y no hace.  Este es, más bien el fariseo, el enemigo principal de Jesús. 

La fe, como adhesión total a la persona de Jesús, entraña confianza, obediencia, conocimiento y reconocimiento del Salvador. Las obras no son una mera consecuencia y manifestación de la fe, sino verificación de la misma; algo que hace verdadera a la misma fe. No hay fe si no se hace vida, acción, compromiso vital. 

 El ser humano existe para transformar el mundo y tiene obligación de rehacerlo constantemente. La fe, por tanto, no es algo sobreañadido sino una dimensión intrínseca de transformación y de liberación.  Lo que especifica al cristiano no es una doctrina o una ortodoxia sino una praxis que solo es vivida por quien practica activamente el amor de Jesús, y es real en la medida en que ese amor cambia las relaciones sociales y transforma la persona. 

"Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo progrese, según tu plan de salvación, y gocen todas las naciones de una paz y una justicia estables, y que tu Iglesia coopere activamente en ello y se alegre de poder servirte donde la has puesto, con una entrega alegre y confiada".

Lecturas para este octavo domingo del Tiempo Ordinario:

Eclesiástico 27, 4-7: El ser humano se prueba en su modo de vivir, en el modo en que responde a las pruebas de la vida, en los frutos y en el amor que reparte.

Salmo 91 (Es bueno darte gracias, Señor). 

1Corintios 15, 54-58: Trabajar incansablemente por Reino es dejar al final del camino un mundo mejor.

Lucas 6, 39-45: Lo primero es mirarnos a nosotros mismos con valor para reconocer nuestra verdad, y desde allí contribuir a la transformación de la realidad. 

 En el banquete eucarístico nosotros acogemos a Cristo y al hermano mediante el gesto de la verdadera fraternidad y comunión. Así alcanzamos la fuerza necesaria para fructificar en el amor auténtico y potenciamos la bondad que atesora nuestro corazón. Así nuestra boca se llena de palabras de alabanza, y nuestra vida cotidiana habla de Jesús y su proyecto, y es el sal y levadura en nuestro mundo 

(Notas tomadas y recreadas, del Misal de la Comunidad)