jueves, 31 de diciembre de 2020

ORACIÓN PARA EL FINAL Y EL COMIENZO DE UN NUEVO AÑO...

 
“Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año queremos darte gracias por todo aquello que recibimos de ti.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrecemos cuanto hicimos en este año, el trabajo que pudimos realizar, las cosas que pasaron por nuestras manos y lo que con ellas pudimos construir.

 Te presentamos a las personas que a lo largo de estos meses quisimos, las amistades nuevas y los antiguos que conocimos, los más cercanos a nosotros y los que estén más lejos, los que nos dieron su mano y aquellos a los que pudimos ayudar, con los que compartimos la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor, hoy queremos pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado.

 Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También por la oración que poco a poco se fue aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos los olvidos, descuidos y silencios, nuevamente te pido perdón.

A pocos minutos de iniciar un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo tú sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría. Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso. Amén.”

(Tomada de publicaciones católicas en internet)

martes, 29 de diciembre de 2020

UNA HISTORIA DE NAVIDAD...


 A pocos centímetros del suelo


«Mamá, ¿por qué ningún compañero de mi clase sabe el nombre de su ángel de la guarda?» Ahí vamos otra vez: mi hija de cinco años y sus imposibles preguntas. Para ella, la identidad de su ángel nunca estuvo en duda: siempre supo que era su tío D, un tío a quien nunca conoció, a menos que se cuenten dos años de tiempo compartido (suponiendo que haya alguna medida de tiempo allá en lo alto) antes de su nacimiento y después de la muerte de su tío. 


Si alguien sabía sobre accidentes, ese era Duane. Sufrió convulsiones violentas durante toda su vida, de modo que, aun extremando los cuidados, no hubo manera de evitarle su buena cuota de caídas, golpes y dientes quebrados. Quién mejor que él para cuidar a una niña que en sus dos primeros años ya tenía en su haber una conmoción cerebral, un ahogo y un diente partido en forma de triángulo, que recordaba a una vampirita algo torpe. Su hermano y su hermana, tan aventureros como ella, lograron llegar a la preadolescencia sin registrar desastres naturales. Esta niña, en cambio, necesita ojos atentos sobre ella, y sabe que allí están.

Cada noche al arroparla, me da las buenas noches a mí y a los ángeles que pueda haber en la habitación, comenzando por el tío D. De camino al jardín de infantes, me explica que el cielo termina a pocos centímetros del suelo para que nuestro ángel pueda volar junto a nosotros. La luz dorada de un atardecer de invierno es señal de que el tío D y sus amigos están horneando galletitas de Navidad (hornear galletitas, puede ser… pero dudo de que las coma; en el tiempo en que lo conocí, jamás aceptó comer algo dulce). A mi hija nunca le preocupó no poder verlo y no esperaba hacerlo, hasta la Navidad pasada, cuando sí lo vio.

Aquella noche, el pesebre viviente se realizó afuera, bajo un cielo estrellado y un viento incesante que hacía temblar la llama de las velas. Delante de un establo precario y humilde, la comunidad toda escuchaba en silencio el relato del nacimiento. Entretanto, los ojos de mi hija iban del bebé bien arropado, dormido en brazos de María, al ángel alto, de cabello oscuro, apostado afuera del establo sosteniendo una antorcha flameante. Comenzamos a desfilar frente al pesebre, cantando villancicos y resguardando nuestras velas del viento cuando, de pronto, me tironeó fuera de la fila: «Me parece que ese es el tío D», dijo, y sus ojitos brillaron más que la luz de las velas: «¿Vamos a preguntarle? ¡Por favor, mamá!». 

El corazón me dio un vuelco. En la noche más santa del año, los adultos sabemos que estamos frente a un hermoso símbolo. Qué momento para que también una niña lo descubra. Intenté buscar una razón para no hablarle al ángel porque, mientras ella veía a Duane, yo veía a un adolescente que hacía poco se había mudado a nuestra comunidad.

El ángel era muy alto; las dos tuvimos que levantar la cabeza para mirarlo. «¡Pregúntale, mamá!», susurró tironeando de mi falda, con los ojos fijos en él. No veía alternativa. Sonreí y con tono de disculpa y voz apenas audible le dije: «Mi hija quiere saber si eres su tío D». Entre el silbido del viento y los cantos, no sé cómo pudo comprender una pregunta tan extraña. Pero supongo que los ángeles conocen el corazón de los niños porque la miró sonriente y respondió: «Sí». 

Mi hija radiaba alegría. Permaneció frente a él, con una enorme sonrisa, hasta que tuvimos que seguir llevadas por la multitud. Lejos de las antorchas, nuestras velas se apagaron; la oscuridad fue total y el frío, intenso; ella no lo sintió, y a mí no me importó.

No volvió a hablar de él hasta la hora de acostarse. Mientras la arropaba con el edredón hasta cubrirle las orejas, ya medio dormida sonrió y dijo: «¡Qué bien que este año le tocó a él cuidar al bebé Jesús!»

No necesitó verlo para saber que los ángeles son reales. Y no me preocupo por qué pasará cuando tenga edad suficiente para saber que los personajes de Nochebuena son personas que conoce y ama aquí en la tierra. A todos nos llega ese momento junto con la profunda convicción de que Dios está junto a nosotros, a nuestro alrededor, a pocos centímetros del suelo que pisamos.

Antes de dormirme, mi primer pensamiento fue de gratitud hacia el joven que le dijo sí a una niña en Nochebuena. Pero acabé dándole gracias a mi hermano.

Por: Maureen Swinger
(Tomado de Plough)

lunes, 28 de diciembre de 2020

BUSCAR BENDICIONES...

El gobernador Wei dijo: He oído contar que cuando Bodhidharma intentó por primera vez enseñar al Emperador Wu de Liang, el emperador le preguntó: “Me he dedicado toda mi vida a construir templos, a ordenar monjes, a repartir limosnas y comida por caridad: ¿Qué virtud he logrado?” Bodhidharma respondió: “En realidad, no se logra ninguna virtud”. Yo no entiendo este principio; te ruego que me lo expliques.
 
El Maestro dijo: 
En realidad, no se logra ninguna virtud: no dudes de las palabras del antiguo sabio. La mente del emperador Wu estaba equivocada y él no reconocía la verdadera enseñanza. Construir templos, ordenar monjes, repartir limosnas y comida por caridad se llama buscar bendiciones. Las bendiciones, por sí mismas, no se pueden considerar como virtud lograda. La virtud se encuentra en la personificación de las cualidades, no en el cultivo de las bendiciones

El Sutra de Hui Neng 
Comentarios al Sutra del diamante
Arca de sabiduría, 1999.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

AHORA LLEGA NAVIDAD...

 

Durante las últimas semanas hemos venido haciendo el camino de ADVIENTO, que es camino de espera y de esperanza; en él nos enfrentamos con la realidad de nuestra vida y nuestro tiempo, y nos confrontamos con  nuestras necesidades y deseos insatisfechos, con nuestros anhelos, que desbordan la realidad de nuestra vida. También en Adviento, como contrapeso a lo anterior, oímos una vez más las promesas de Dios tal y como los profetas nos las han trasmitido, y nos dejamos arrastrar por esos sueños de Dios, que animan y potencian nuestras propias posibilidades,

Ahora llega NAVIDAD, en la que celebramos el nacimiento de Jesucristo en Belén; sin embargo, la fiesta no se conforma con el recuerdo de un acontecimiento pasado, sino que celebra nuestro propio nacimiento, nuestra propia vida. Los Padres de la Iglesia vieron que la Navidad era nuestra propia fiesta, la fiesta de nuestra salvación, porque el nacimiento de Cristo tiene un efecto sobre nosotros, nos diviniza, y por eso al celebrar la Navidad, celebramos la fiesta de nuestro propio comienzo, de la vida nueva que nos trajo Cristo. 

 Todos los anhelos quedan en Cristo cumplidos, porque todos ellos tienden, en último término, a la plenitud y divinización del ser humano; al celebrar esta fiesta despierta en nosotros la conciencia de que hay vida divina en cada uno. De no ser así, nos quedaríamos en lo exterior y más visible: nuestros trabajos, éxitos y fracasos, nuestra convivencia, alegrías y dolores cotidianos. Pasaríamos por alto que Dios mismo también está en nosotros

 

Todos los símbolos de la Navidad, litúrgicos y familiares, nos ayudan a creer que Dios a venido al mundo y en el mundo se ha quedado, y por eso podemos confiar en que algo en el mundo ha cambiado con Cristo, y que podemos ya sentirnos en casa, y admitir siempre nuevas posibilidades de amor, ternura, sentimiento; aceptar nuestro niño interior, e integrar la imagen de Dios en nosotros.

 En lo más hondo de nosotros está Dios, siempre niño, siempre naciendo, siempre nuevo, y entonces ocurre algo importante. Nosotros somos el pesebre, el establo, en el que Dios quiere nacer; no es algo que merezcamos o que ganemos a fuerza de penitencia, sacrificio u oración. Es un regalo de Dios. No necesitamos esconderle nada, pero sí creer; porque entonces el pesebre se convierte en un castillo hermoso de cristal y diamante en el que Dios se recrea. 

 A menudo nos sentimos lejos de Dios (que no estamos en realidad), por eso necesitamos una fiesta como Navidad para volver a recordar cosas esenciales, para la fe y para la vida: DIOS ESTÁ EN NOSOTROS, y es nuestra parte más pobre y humilde, representada en los pastores y animales del pesebre, la que debe y puede reconocerlo y adorarlo, de manera que se despierten en nosotros nuevas fuerzas, y perduren la alegría y la paz en nuestras vidas. Que la estrella, esa luz interior que es su presencia permanente, siga alumbrando en lo más hondo y nos guíe siempre hacia una vida plena.

Fray Manuel de Jesús, ocd

domingo, 20 de diciembre de 2020

LA ABSOLUTA NOVEDAD DE DIOS (Domingo IV de ADVIENTO)


Algunas ideas para este cuarto domingo de Adviento. Primero, Pagola, y luego, Fray Marcos, y al final Castillo. 

1.  TRES PALABRAS IMPORTANTES para que Dios pueda encontrar un lugar donde nacer en nuestra vida; tres palabras con las que el ángel interpela a María; tres actitudes para preparar el camino al que viene: ALÉGRATE... NO TENGAS MIEDO... El SEÑOR ESTÁ CONTIGO... Descubre el gozo que viene de lo profundo del corazón y de la vida, echa fuera el miedo, y confía en su presencia sanadora y salvadora. RECUERDA: Si Dios está contigo, ¿quién contra ti?...

 

2. Debemos tomar conciencia del sentido “no histórico” de los textos. El anuncio del nacimiento de un hijo de dios, el nacimiento de madre virgen, el nacimiento en una gruta, los pastores adorando al niño, el intento de matar al niño, la huida después de un aviso, la muerte de los inocentes, el anuncio por medio de una estrella, la adoración de unos magos, etc.; todos son relatos míticos ancestrales y ninguno es original del cristianismo. El decir “mítico” no quiere decir “mentira”. Este es el primer error a superar. El mito es un relato que intenta desvelar una verdad radical que atañe al hombre entero, y que no se puede explicar por medio de discursos racionales. Al decir que estos relatos son míticos, no estamos devaluando su contenido, sino todo lo contrario; nos estamos obligando a descubrir el significado profundo y vital que tienen. Lo nefasto es haber considerado los relatos míticos como crónicas de sucesos sin mayor alcance vital.

Todo esto lo ha descubierto la exégesis hace muchas décadas. No acabo de comprender por qué existe tanto miedo a que el pueblo conozca la verdad. ¿No nos dice el mismo evangelio que la verdad os hará libres? ¿O es que lo que nos asusta es esa libertad? Es verdad que la explicación del sentido profundo de estos textos no es sencilla, pero es precisamente esa dificultad la que debía espolearnos. He visto a la gente abrir ojos como platos cuando han comprendido la profundidad del mensaje.

En las lecturas de hoy destaca el contraste entre la actitud de David, que después de hacerse un palacio, decide hacer un favor a Dios, construyéndole un templo para que habite; y la actitud de María que ve solo la gratuidad de Dios para con ella. La humildad de María hace posible el acercamiento a Dios. La soberbia de David le aleja de Él. La lección es clara: Nosotros no podemos hacer nada por Dios, es Él quien lo hace todo por nosotros. Ni siquiera tenemos que comprar su voluntad con sacrificios y oraciones.

Ángel=mensajero no tiene, en el AT, la misma connotación que tiene para nosotros. No debemos pensar en unos seres al servicio de Dios, sino en la presencia de Dios de una manera humana para que el hombre pueda soportarla. El pueblo de Nazaret no es nombrado en todo el AT; es algo completamente nuevo. Galilea era la provincia alejada del centro de la religiosidad oficial. La intervención divina en Jesús rompe con el pasado y va a constituir una auténtica novedad. Todo sucede lejos del templo y de la oficialidad.

La escena se desarrolla en una casa sencilla de un pueblecito desconocido. A una virgen= doncella, no ligada a la institución sino completamente anónima. Ni tiene ascendencia ni cualidad alguna excepcional. De los padres de Juan acaba de hacer grandes elogios, de María, ninguno. Virgen no debemos entenderla según nuestro concepto actual. Se trata de una niña aun no casada. Alude a la absoluta fidelidad a Dios, por oposición a la imagen del pueblo rebelde, tantas veces representado por los profetas como la adúltera o prostituta. María representa al pueblo humilde, sin relieve social alguno, pero fiel.

Alégrate, agraciada, el Señor está de tu parte. Alusión también a los profetas: “Alégrate hija de Sion, canta de júbilo hija de Jerusalén”. Es un saludo de alegría en ambiente de salvación. Cercanía de Dios a los israelitas fieles. Dios se ha volcado sobre ella con su favor. La traducción oficial, “llena de gracia”, nos despista, porque el concepto que nosotros ponemos detrás de la palabra “gracia”, se inventó muchos siglos después. No se trata de la gracia, (un ser divino) sino de afirmar que le ha caído en gracia a Dios.

Hemos insistido tanto en los privilegios de María que hemos convertido en impensable la encarnación de Dios en alguien que no sea perfecto. Pablo nos habla del misterio escondido y revelado. El misterio mantenido en secreto, por generaciones, es que Dios es encarnación. Dios salva desde dentro de cada persona, no desde fuera con actos espectaculares. La buena noticia es una salvación que alcanza a todos. Misterio que está ahí desde siempre, pero que muy pocos descubren. No es que Dios realice la salvación en un momento determinado; Dios no tiene momentos.

Cambia el concepto de Dios para el evangelista. El Dios que a través de todo el AT se manifiesta como el poderoso, el invencible, el dador de la muerte y la vida, pide ahora el consentimiento a una humilde muchacha para llevar a cabo la oferta más extraordinaria en favor de los hombres. Ese formidable cambio en la manera de concebir a Dios no es fácil de comprender. Una y otra vez, hemos vuelto al Júpiter tronante, que está a nuestro favor y en contra de nuestros enemigos, pero estará también contra nosotros si fallamos.

Dios se hace presente en la sencillez. Seguimos esperando portentos y milagros en los que se manifieste el dios que nos hemos fabricado. Ningún acontecimiento espectacular hace presente a Dios. Al contrario, en cualquier acontecimiento por sencillo que sea, podemos descubrirlo. Somos nosotros los que ponemos a Dios allí donde lo vemos. Pascal dijo: “Toda religión que no predique un Dios escondido, es falsa”. Todo dios que percibimos viniendo de fuera es un ídolo.

Meditación

La disponibilidad de María es la clave del mensaje.

Dejar hacer a Dios es descubrir lo que está haciendo.

Él lo está haciendo todo en cada instante.

Descubrir esta presencia activa

es la esencia de toda vida espiritual auténtica.

No tienes que hacer nada ni conseguir nada.

En ti está ya la plenitud que quieres alcanzar.


Resumiendo, a partir de lo que dice José María Castillo: Un lugar, una persona y un mensaje.

EL LUGAR: Nazaret, de Galilea; este acontecimiento trascendental tiene lugar en una región que se considera habitada por gente ignorante, poco observante de los mandatos de Dios. En un pueblo perdido, en un lugar así, se hace presente Dios en Jesús.

LA PERSONA: Una muchacha de pueblo, humilde, virgen todavía, llamada María; aquí se quiere saltar la absoluta novedad del acontecimiento. Dios crea de la nada, es un tiempo nuevo.

EL MENSAJE: El mesías esperado por Israel ha llegado, pero no como es esperado, sino como novedad, al estilo de Dios, rompiendo todos los esquemas previos.

viernes, 18 de diciembre de 2020

CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS

De Facebook recojo este documento, compartido por Julio Llópiz-Casal, con la siguiente presentación: 
El cubano Guy Pérez Cisneros, fue la persona que dio lectura en 1948 a la "Presentación a votación del proyecto de Declaración Universal de los Derechos del Hombre", ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. De 1948 a 2020 han pasado muchas cosas en esta isla. Pensar en esta declaración hoy es un acto de honestidad. Aquí está...

ONU, 1948 
Sr. presidente 
Sres. delegados 
Cuba no podía dejar de figurar en el coro de países que en esta Tercera Asamblea General de las Naciones Unidas desean celebrar, desde la más importante tribuna del mundo, la realización, ya muy próxima, de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. 
Al efecto, fue por iniciativa cubana que, desde las primerísimas sesiones de la Asamblea General en Londres, se le encomendó al Consejo Económico y Social la ardua tarea de elaborar un documento de tan larga trascendencia. Y en esta oportunidad, sentimos verdadero orgullo al recordar que el primer proyecto, muy modesto, depositado oficialmente para servir de base a la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, lo fue por el Dr. Ernesto Dihigo, eminente profesor de la Universidad de La Habana, y miembro de la delegación de Cuba. 
Hoy, aquella iniciativa, madurada gracias a los brillantes trabajos de la Comisión de los Derechos del Hombre, alcanza su resultado definitivo, que fue presentado con tanto talento por el ilustre Relator de la Tercera Comisión, el senador haitiano señor Saint Leau y por su presidente el señor Laar, ministro del Líbano en La Habana, por quien sentimos tanta admiración y tanto afecto. Séame permitido añadir que ha sido para Cuba una honda satisfacción este hecho de ser un haitiano el portador frente a la humanidad del más valioso mensaje de las Naciones Unidas, porque no puede dejarse de reconocer que Haití es precisamente de aquellas tierras privilegiadas cuya historia entera se caracteriza por un esfuerzo heroico y constante por defender y dar vigencia a los derechos del hombre. 
La delegación de Cuba agradece a la Tercera Asamblea haber acogido con calor su propuesta de designar como Relator para la Comisión de los Derechos Humanos al señor Saint Leau. Como pueblo de la América de habla española, Cuba se siente orgullosa de haber delegado para el informe de la Tercera Comisión en un destacado hijo de un país americano de lengua francesa, de Haití, tierra en la cual el gran Bolívar, nuestro Bolívar, halló a la vez estímulos morales y ayuda material para lograr su gran obra de liberación y de libertad. 
Mi delegación, en estos momentos de alegría en que a cada uno debe dársele lo suyo, tiene el deber de reconocer la labor de gran mérito de la Comisión de los Derechos del Hombre, que trabajó incansablemente durante dos años bajo la inspiradora presidencia de Mrs. Roosevelt y que redactó en verdad un valioso proyecto de documento que expresaba con belleza y con fuerza la aspiración más elevada del hombre del siglo XX: el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencia. 
Otro de los documentos históricos que inspiró las labores de la Tercera Comisión fue la Primera Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre aprobada internacionalmente por los pueblos americanos en Bogotá. Mi delegación, a quien le cupo el honor en la capital de la hermana república de Colombia de asumir la responsabilidad de la ponencia de aquel documento, se hizo un deber de presentar y defender ante las Naciones Unidas los más valiosos aspectos de aquel precioso texto y puede afirmar ahora, con toda sinceridad, que las Naciones Unidas han sabido recoger todos los puntos esenciales con los cuales el documento de Bogotá podía enriquecer el proyecto del Consejo Económico y Social. 
Sobre este aspecto de nuestras labores, no podemos dejar de mencionar que fue gracias al tesonero esfuerzo y al gran poder de convicción del delegado de México, doctor Campos Ortiz, que la Tercera Comisión agregó a su texto original el importante artículo 9, inspirado en el derecho de amparo mexicano y que es el único texto de la Declaración que garantiza, en el campo nacional, el efectivo respeto de los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución y por la ley. 
Dentro de un mismo orden de ideas, le corresponde a mi delegación el honor de haber inspirado la forma definitiva de uno de los Considerandos, que reconoce esencial que los derechos del hombre sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión. Así queda inscrito, en esta Declaración, el espíritu de uno de los Artículos de la Constitución cubana que confiere el derecho de resistencia adecuada contra tales desmanes arbitrarios. Y este Considerando es, además, un homenaje a Francia, tributado por mi país, que tanto admiro y que siguió, como lucha propia, las etapas de su gloriosa 'resistance'. 
Nos es grato comprobar que, en la Declaración, los derechos sociales, que son el principal aporte del siglo XX en esta materia, así como los derechos jurídicos lo fueron del siglo XIX, quedaron tratados con toda la importancia que merecen, y le queremos expresar a las Naciones Unidas nuestro agradecimiento por haber acogido favorablemente textos inspirados por dos enmiendas cubanas que reconocen, en el campo del trabajo, el derecho de seguir libremente su vocación, y también el derecho que ha de tener todo trabajador de recibir una remuneración equitativa y satisfactoria que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana, y que sea completada de ser necesario por cualesquiera otros medios de protección social. 
No podrá tampoco olvidar mi delegación la acogida que recibió otra de sus iniciativas por parte de las Naciones Unidas: la de inscribir en la Declaración el derecho a la protección de la honra, elevadísimo concepto moral tan enraizado en toda alma de estirpe española. Y no nos es posible silenciar que gracias al esfuerzo conjunto de Francia, México y Cuba, se le reconoció de manera definitiva a aquellos que pertenecen a la única aristocracia legítima, me refiero a los creadores, ya sean artistas, literatos o bien científicos, el derecho a la protección de sus intereses morales y materiales, que les corresponden por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autor. 
No nos corresponde por el momento subrayar otros aspectos importantes de la Declaración, que tanto valor le dan. Pero no silenciaré que mi país y mi pueblo están altamente satisfechos al ver que de manera tan rotunda se ha condenado para siempre la odiosa discriminación racial y las injustas diferenciaciones entre hombres y mujeres. 
La delegación de Cuba vaciló muchas veces antes de presentar sus numerosísimas enmiendas al proyecto de la Declaración de los Derechos del Hombre. Sin embargo, en definitiva entendió que ese afán de perfección y esa severidad crítica eran uno de sus deberes, ya que tenía el derecho de ser muy exigente en un asunto de esta índole una delegación que representa a un país que tiene el orgullo de haber producido el Manifiesto de Montecristi, una de las más generosas y humanas declaraciones de los derechos y deberes del hombre que haya presidido al nacimiento de una nación. 
Y creo a bien, señor presidente y señores delegados, que los miembros de la delegación cubana se sienten hondamente conmovidos cuando, al recorrer los Artículos de la importante Declaración que vamos a aprobar dentro de unos minutos, pueden reconocer que todos sus pasajes podrían haber sido aceptados por aquel generoso espíritu que fue el Apóstol de nuestra independencia, José Martí, el héroe que al hacer de su patria una nación, le fijó para siempre esta generosa norma: "Con todos y para el bien de todos".

martes, 15 de diciembre de 2020

EN MEDIO DE USTEDES HAY UNO QUE NO CONOCEN...

"La presencia de Dios es y será siempre, necesariamente, una presencia oculta; su mensaje, su llamada más violenta es siempre una especie de silencio; sólo los que han escuchado ese silencio, han podido oír a Dios".

"La verdad más difícil de aceptar es la encarnación, que Dios se haya hecho hombre, que se haya convertido en hombre, que se presente a nosotros como un hombre. Pero apenas manifestada nuestra fe en esta verdad, volvemos a colocar a Dios en el cielo, restituyéndole su dignidad, colocándolo en su trono allá lejos, marcando bien las distancias, desplazándolo. Enterrar a Dios es lo mismo que "encielarlo". Es ponerlo lejos de nosotros, porque la encarnación nos oprime. Si Dios habita entre nosotros, nunca podremos estar tranquilos.

Un sabio hindú decía: La mayor parte de los cristianos han comprendido únicamente la mitad del cristianismo. Han comprendido que Dios y Cristo eran una sola cosa: Cristo es Dios. Pero no han llegado a darse cuenta todavía de que Cristo y los hombres son también una sola cosa, que Cristo es hombre y lo seguirá siendo.

Toda la verdad de la encarnación consiste en que Dios se solidariza con los hombres; que lo que se le hace a un ser humano, se le hace a Dios".

"Hoy ocurre exactamente igual al tiempo en que Dios quiso nacer en nuestro mundo.Nos parece que a nuestro alrededor solo hay mujeres y hombres, llenos de defectos, muy comunes, y es Dios quien está entre nosotros, aunque no le reconozcamos".

"Dios vive en cada uno de los seres que habitan este mundo, esperando que lo descubramos para empezar a creer en él. Cristo dirige su llamamiento a cada uno de nosotros. Todavía hay uno entre nosotros a quien no conocemos... ¡Ojalá no aguardemos hasta el último día para saber que tiene hambre, que tiene frío, que tiene sed, que está solo, que está enfermo y encarcelado, que tiene necesidad de nosotros! ¡Ojalá nuestra fe se anticipe a aquel juicio final de que habla el Evangelio, en el que todos nos daremos cuenta de que Dios era mujer y hombre, y estaba precisamente a nuestro lado".

Louis Evely

"La cosa empezó en Galilea..."


sábado, 12 de diciembre de 2020

PROFETAS: LA VIDA ENTENDIDA COMO ADVIENTO

  "Esten siempre alegres en el Señor; 

se los repito, estén alegres. 

El Señor está cerca".


La irrupción del Bautista supone la llegada de un profeta, de un precursor que prepara los caminos, y pone en cuestión las vidas de las gentes. Denuncia el pecado y anuncia un porvenir de esperanza. Hoy también hay precursores, hay profetas y pioneros que abren nuevos caminos a la humanidad y así preparan el adviento de Dios. ¿Sabemos descubrirlos?

 El mensaje del adviento y de la vida entendida como adviento es este: "Envío mi mensajero delante de mí; detrás de mí viene el fuerte, más fuerte que yo". 

 La vida, también la vida de fe, es una cadena de acontecimientos; hay unos antes y unos después. No todo acaece a la vez, ni al principio, ni al medio, ni al fin, sino a través de ese tejido espeso de antes y después, de etapas, fases, episodios fluyentes a lo largo de muchos años.Cuando estos se han vivido en la paciencia y en la esperanza se convierten en caminos y avenidas de la llegada de Dios

 Cada generación, cada etapa histórica, igual que cada etapa biográfica individual es un umbral precursor del Mesías, que llega para inaugurar el Reino. Cada generación abre un espacio nuevo y desbroza un nuevo cauce para ensanchar la visión del horizonte lejano y facilitar el acceso a esa panorámica infinita objeto de la promesa. Los hombres que hoy luchan por abrir  nuevos accesos al futuro, esos son los precursores, los Bautistas de nuestro tiempo. 


Primera lectura: " Desbordo de gozo con el Señor". La figura misma del mensajero, lleno de la fuerza de Dios, es un mensaje que llama a redención y a liberación. Frente a los agoreros del castigo y a los predicadores de la resignación, proclama justicia. Dios está con él, creando el gozo expansivo que debe transfigurar la faz del mundo. Los pobres, los afligidos, los cautivos, reciben la buena nueva del mensajero de paz, un Evangelio para los que sufren. 

Salmo: Me alegro con mi Dios (Magníficat).

Segunda lectura: "No apaguen el Espíritu, no desprecien el don de profecía". La comunidad cristiana se mantiene a través de la celebración fraterna y gozosa de la Eucaristía. En ella se manifiestan los diversos carismas, la actitud orante del pueblo de Dios, la centralidad de Cristo, el discernimiento, la confianza en las promesas del Señor. 

EVANGELIO: "En medio de ustedes hay uno que no conocen". La Iglesia propiamente no es la luz, sino testigo de la luz. Cuando la Iglesia se convierte a sí misma en luz, se torna opaca y no deja transparentar la Luz verdadera que ilumina a todo hombre. Por eso, más que predicarse a sí misma, la Iglesia tiene que hacer posible la aparición de Cristo en los espacios más inverosímiles. 

PALABRA Y EUCARISTÍA: Es preciso saber descubrir en la vida los verdaderos precursores y los verdaderos profetas. Están en medio de ella y nadie los reconoce como tales hasta que se hace presente lo que ellos adelantaron. La comunidad cristiana ha de saber reconocer en su reunión eucarística la presencias de Cristo, precursor y adelantado único del Reino, y ha de descubrirse ella misma profeta en cada uno de sus miembros. 

El verdadero precursor anuncia siempre una buena noticia, porque nos acerca al reino de Dios. Es un enviado y un testigo de ese futuro absoluto que es Dios y que Dios nos hace venir. A la vez, la Buena Noticia es una demanda de cambio, de justicia, de reparto de bienes. En la Eucaristía debemos saber percibir un don, prenda de la dádiva final y una exigencia de compromiso. No es mero espiritualismo, es trabajo por hacer también en la propia realidad histórica. 

Cada creyente debe ser en su vida un precursor, un profeta y un pionero que hace todo nuevo; y de obra, no sólo de palabra, renueva la faz de la tierra. Así actúa el Espíritu en cada celebración, transformando los dones y los fieles en ella presentes, adelantando la transfiguración final de todas las cosas.

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)


sábado, 5 de diciembre de 2020

LAS CLAVES DEL ADVIENTO

Revisemos las claves que en esencia están de fondo en los textos bíblicos que propone la Iglesia, ampliando su comprensión desde la propia vida, por supuesto. Porque la fe es algo vivo y no un depósito inamovible que contemplamos desde la cerca; de ahí que cada año queda algo por descubrir. 

La palabra que engloba el espíritu del último mes del año en clave cristiana es “espera”, y desde ahí, “esperanza”; se nos invita a prepararnos, a estar despiertos, alertas, que es igual a decir: “vivos”. No hablamos simplemente de preparar “esta navidad”, eso es sólo el motivo exterior, incidental, sino de estar siempre preparados al nacimiento de lo nuevo en nuestra vida, de celebrar siempre lo nuevo que acontece si estamos despiertos. No hay frase bíblica que escuche yo con más entusiasmo que la que afirma de parte de Dios: “He aquí que yo lo hago todo nuevo”. 


Fijémonos en cuatro frases que están tomadas del Evangelio que leemos en la Eucaristía de estos cuatro domingos; ellas intentan resumir el sentido del texto completo: 

1- “Vigilen, pues nadie sabe cuándo es el momento”. 

2- “Envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar el camino…una voz que clama en el desierto”. 

3- “En medio de ustedes hay uno que no conocen”. 

4- “Ninguna cosa es imposible para Dios”. 


Si leemos con detenimiento las frases anteriores, y miramos más allá de su significado inmediato, descubriremos intuiciones fundamentales de toda vida espiritual; podemos ahondar en cada una de ellas a lo lago de la semana correspondiente, y dejar que su eco resuene, desde la mente al corazón, y se haga carne, para que esta escucha atenta a lo interior prepare sitio al despertar de la Vida en nosotros. 

La primera clave será pues, esta: solemos andar por la vida a medio gas, dormidos, aletargados, conformados, temerosos de perder lo que tenemos, las seguridades a las que nos aferramos. Tenemos que despertar, estar alertas, vigilantes, para poder descubrir la Verdad de la Vida que nos ofrece Dios. Nadie sabe por quién ni de dónde vendrá el despertar. 

La segunda clave es una invitación al encuentro con el otro o la otra, nuestros semejantes, pues es a través de ellos que Dios suele hablar, ellos son los mensajeros, ellos son los ángeles. A menudo es un encuentro o una palabra dicha la que disipa la bruma y nos abre a lo nuevo, a la vida. 

La tercera clave es el desafío de encontrar lo nuevo en medio de lo cotidiano, incluso de la rutina; siempre está ahí, pero no podemos verlo porque estamos dormidos. De ahí que, en sucesión de acontecimientos, despertar suponga encuentro y revelación. 

Y la cuarta clave es la confianza, la certeza, de que todo es posible. Y tenemos que abrazar no sólo cada año, cada mes, sino cada día, cada minuto, como un verdadero regalo, preñado de posibilidades. 


A través de estas cuatro claves encontraremos el sentido auténticamente cristiano de la Navidad, lo que significa celebrar el nacimiento de Jesús en nuestra carne.

jueves, 3 de diciembre de 2020

EN LA PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO... ISAÍAS

 

Acabamos de empezar el ADVIENTO, y durante este tiempo litúrgico la Iglesia nos invita a escuchar la voz eminentemente profética de la tradición bíblica, a través de su representante principal, ISAÍAS. Una voz henchida de esperanza. La voz profética del pueblo de Dios no sólo recuerda el pasado, sino, sobre todo, anuncia el futuro aún pendiente de la humanidad y de la acción de Dios. 

 Como un caudal jubiloso de aguas transparentes nos llega a través de Isaías toda la temática de la esperanza cristiana: el anuncio de un nuevo centro del mundo, el monte Sión, donde está asentada la casa del Señor. Allí, dice, confluirán todos los pueblos de la tierra para celebrar el banquete mesiánico. Allí se sentarán hombres y mujeres todos reconciliados entre sí. Se fundirán las espadas para hacer arados, y el cordero y el lobo vivirán juntos, porque también la creación será sanada y reconciliada. Se curarán las enfermedades, se enjugarán lágrimas, y brillará la justicia. Los ciegos verán y una luz esplendente irradiará sobre todos los paisajes de la tierra. El Espíritu de Dios se derramará como aceite perfumado, haciendo brotar la sabiduría en todos los corazones. Los troncos resecos reverdecerán y de ellos brotarán tallos esbeltos, la nueva humanidad resucitada. 

 Con este lenguaje arcano, poético, casi mítico, con el que hablaban los profetas de Israel, Dios quería regalarnos su promesa y alentar nuestra esperanza. A nosotros nos toca hoy desentrañarlo, interpretarlo y acercarlo, para irlo haciendo real,  en la misma medida en que como comunidad de fe nos vamos transformando en el Cristo Total que viene a consumar la historia. 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

AÑO LITÚRGICO: ALGUNAS IDEAS PREVIAS AL ADVIENTO.

1.    EL CAMINO SAGRADO DE LA VIDA (Año de salud del Señor): Jesús es el guía de nuestra vida, y de la VIDA, y a través de su propia historia nos inicia en el arte de vivir, nos toma consigo, nos alcanza lo pleno. La vida de Jesús no es solamente un hecho histórico del pasado del que hacemos memoria, sino un arquetipo (un modelo interior), que nos muestra cómo se hace el camino que nos lleva a Dios y a descubrir nuestro auténtico yo (esa verdad que solo desde Dios nos es revelada).

2.    LA LITURGIA COMO RECONOCIMIENTO DE NUESTRO MUNDO INTERIOR: Cada una de las fiestas que celebramos en la liturgia de la Iglesia, rememorando un momento de la vida de Cristo, saca a relucir nuestra propia vida y la plantea de nuevo (la pone ante Jesús como ante un espejo). Descubrimos en ella el drama de nuestra vida, de nuestra psique, en el que lo que somos, todo nuestro mundo interior, aparece representado. Las imágenes y símbolos del año litúrgico nos permiten descubrir  abiertamente quiénes somos de verdad, y quienes somos llamados a ser.

3.    LA LITURGIA COMO JUEGO REVELADOR: Se llama juego a la liturgia en el sentido de que no está al servicio de un objetivo determinado o de una meta fuera de ella (utilitarismo), sino que es un mundo propio, animado y rebosante de vida, que se apoya y tiene su razón en sí mismo (gratuidad). No es un trabajo, y es más que una obligación, es un juego. Es jugar ante Dios; “no crear, sino ser uno mismo la obra de arte, he ahí la esencia de la liturgia” (Romano Guardini).

4.    LA LITURGIA COMO CAMINO PARA ACCEDER A LO NUEVO: Lo decisivo de la liturgia es que ella nos va transformando imperceptiblemente; hace que la redención sea actual y que se realice hoy en nosotros, en la misma medida en que celebramos. En ella todos juegan, no hay espectadores, todos tienen un papel y en todos produce un efecto. Somos renovados, y tomamos parte de un misterio que nos desborda. Pero además, Dios en este juego actúa en nosotros.  Dejamos espacio libre a Dios, y así Él nos revela lo nuevo y nos renueva.

5.    LA LITURGIA ES UNA FIESTA QUE CELEBRA LA VIDA: La celebración de una fiesta libera del cansancio de la vida cotidiana; quiere levantar al hombre de lo habitual,  y elevarlo sobre sí mismo.  Por eso el hombre, desde siempre, ha celebrado fiestas y con ellas renueva su alegría vital. En la fiesta bebemos de la fuente de la vida, rompemos la rutina, y repensamos el misterio de vivir.  La fiesta nos une con nuestras propias raíces, nos integra y nos hace partícipes de ese misterio.  Así, la celebración de fiestas es algo vitalmente necesario porque nos regala la energía que necesitamos para superar y dirigir nuestra vida. La liturgia es eso, una fiesta sagrada que celebra la vida como lugar del encuentro con Dios, en Cristo, y en nuestra propia historia. 

6.    LOS GESTOS COMO EXPRESIÓN DEL ALMA: Por supuesto, la celebración de la liturgia no es algo espontáneo; es un juego previsto, está ritualizado (organizado). En la Iglesia, la alegría del Espíritu busca una expresión en el gesto del cuerpo. Nos centramos en la celebración de la muerte y la resurrección de Jesús en la Eucaristía, y esos gestos, hechos conscientemente se viven de otro modo que si fuera algo meramente espontáneo. Cada gesto del cuerpo suscita algo en el alma, cada gesto exterior despierta algo dentro. Así, los gestos de la liturgia pueden ayudar a sanar nuestra alma y llevarnos internamente a la actitud adecuada ante Dios.

7.    El CICLO LITURGICO, RITMO PARA UNA VIDA SANA: Durante el año litúrgico celebramos acontecimientos de la vida histórica de Jesús y de la acción de Dios en la historia. En la medida en que celebramos la acción divina, esta se reitera en nosotros y nos salva. En el año litúrgico están insertos los cambios de la naturaleza, las estaciones del año, los tiempos de la cosecha, los diversos momentos que vivimos como comunidad o familia.  Más que un círculo que se repite una y otra vez, es una espiral que nos eleva, que nos pone cada vez más cerca de la meta.  No se trata de recibir simplemente los cambios, de forma pasiva, sino de cooperar para hacerlos nuestros; incorporando nuestros propios ritos y gestos a la vida familiar como parte de estas celebraciones, descubrimos el sentido festivo de la propia vida (Redescubrir el sentido del domingo, de las fiestas de los santos, o haciendo sagradas nuestras fiestas profanas). El domingo no ha de ser el día del Señor por simple mandato, o este tiempo no es Adviento solo porque la Iglesia lo dice: Tenemos que hacerlos nosotros lo que son, con voluntad y propósito de nuestra parte.

 

RESUMEN: En la liturgia, al hacer memoria de Cristo, a través de ritos, palabras y gestos, estoy también ante mí, ante mi propia historia y camino, como persona y como miembro de una comunidad. Y participar en estos ritos, con palabras y gestos, tiene un efecto sanador sobre mi persona y la comunidad con la que celebro.

En cada fiesta una parte distinta de mi persona y de mi alma se sentirá aludida, tocada, despertada, incorporándose más activamente a la vida de Cristo, es decir, a la Vida.  

No debemos conformarnos con ser parte de la liturgia oficial de la Iglesia, sino que a nivel personal, familiar, también podemos ser creativos, y vincular el tiempo litúrgico con nuestros ritos cotidianos.

En estos ritos de la Iglesia y en los nuestros nos entregamos a un juego sagrado que desde lo íntimo nos transforma y nos cura. En los rituales cotidianos puede desplegarse el misterio de Cristo y su efecto sanador en todos los sectores de nuestra vida.

 Así, cada tiempo del año litúrgico va a dejar una huella importante en nuestro corazón y en el corazón de la comunidad que celebra. Desde aquí también podemos actuar benéficamente a favor de la familia, de la Iglesia universal y de nuestro mundo.

Una comunidad eclesial que celebra consciente, activa y gozosamente el ciclo litúrgico (la obra de Dios) es una comunidad vida, que evangeliza e irradia a Dios.

(Escrito a partir de unas ideas básicas de Anselm Grün).

sábado, 14 de noviembre de 2020

UN SEGUIMIENTO TEMEROSO NO PRODUCE FRUTOS (Domingo 33-A)

 

Llegamos al penúltimo domingo de este ciclo litúrgico; ya para el próximo estaremos celebrando a Cristo Rey, solemnidad con la que cerramos esta etapa del camino, para abrirnos luego, una vez más, a la esperanza del que siempre viene a nuestro encuentro. Les comparto algunas ideas, las mismas que esta mañana de sábado me ayudan a disponerme espiritualmente parea las celebraciones dominicales: 


ORACIÒN COLECTA: Señor, Dios nuestro, concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero.

Esta sencilla oración nos valdría para cada día del año; ya sé que el nuevo misal trae una redacción diferente (no tan diferente como en otros casos), pero yo sigo prefiriendo las del Misal de Pablo VI, por su sencillez y cercanía para con Dios y la asamblea. En este caso es una invocación luminosa, busca a Dios con confianza, se atreve desde lo filial, y con la certeza de participar en la construcción del Reino. Tres palabras la resumen: Alegría-servicio-plenitud. 

Repasemos ahora las lecturas correspondientes: Proverbios (31...) , Salmo 127, Primera Tesalonicenses (5, 1-6), y Evangelio de Mateo (25,14-30).

Primera lectura: Habla de la mujer, tal y como concebían los sabios de aquella época a la esposa perfecta. Resaltan la laboriosidad y la justicia; beneficia el hogar, pero también al de fuera, al que necesita. Trabajo laborioso que construye una familia, una comunidad, abierta, por eso me hace pensar más allá de una mujer concreta, en una comunidad, en la misma Iglesia. 

Salmo: Dichoso el que teme al Señor. El que trabaja por conseguir y mantener lo anterior, por vivir bajo bendición. 

Segunda lectura: "El Señor llegará como ladrón en la noche". Una falsa mística cristiana se funda en la búsqueda de seguridad y paz. Pero la verdadera mística es la del riesgo y la sorpresa; nuestro Dios es ladrón de seguridades burguesas, y por lo tanto nos exige estar disponibles y abiertos a lo nuevo y sorprendente. "Estén despiertos". También ese vivir despiertos implica sabernos y obrar como "hijos de la luz e hijos del día". No durmamos como aquellos que no conocen a Cristo; confrontación entre luz y tinieblas, entre el bien y el mal, entre el egoísmo y el bien común. 


Evangelio
: La segunda de las parábolas de Jesús en el capítulo 25 de Mateo. Una frase me parece significativa, la del servidor que devuelve al dueño lo mismo que había recibido: "Aquí tienes lo tuyo".  Hay un concepto de tradición que supone trasmitir mecánicamente lo que se ha recibido sin vivificarlo, sin aportarle nada, ya sea personal o comunitariamente. Pero en realidad la tradición es algo vivo y operante, que va engendrando también lo nuevo. Entiendo que Jesús cuestiona la pobreza de un seguimiento mimético, temeroso de lo propio y singular que yo aporto a la fe, y del misterio de cada persona, reflejo de Dios en Cristo. Un seguimiento temeroso no produce frutos

EN RESUMEN: En un mundo en crisis, en una Iglesia en crisis (es decir, en proceso de cambios urgentes y necesarios) las lecturas bíblicas de este domingo me hablan acerca de mi condición (Ser: hijo de la luz), de mi actitud como cristiano (Estar: laboriosidad, vigilancia) y de mi obrar cotidiano (Hacer: servir, crear, aportar al bien común). 

Para el cristiano, el horizonte de su esperanza está en el cumplimiento de las promesas de Dios, y de eso habla el final del año litúrgico y también el comienzo del nuevo. Más que del "fin del mundo", los Evangelios nos hablan del fin de un mundo, para que pueda nacer lo nuevo, lo definitivo, lo pleno. Ya podemos encontrar señales de ello, porque no faltan en nuestro entorno  signos de bondad, de sacrificio desinteresado, de servicio al otro, al bien común, aunque falte lo pleno. 

El mensaje cristiano no puede ignorar las aspiraciones y esperanzas humanas, sino que ha de proponerse en conexión con ellas. La plenitud y liberación del ser humano forman parte también de las promesas de Dios. Urge un aporte de ESPERANZA de parte nuestra en todos los ámbitos de la vida actual, pero eso no puede hacerse desde el miedo.

Nuestro aporte urge:

1. Alegría.

2. Servicio desinteresado.

3. creatividad  y riesgo en la Evangelización. 


domingo, 8 de noviembre de 2020

ESPERAR "CONTRA TODA ESPERANZA"

 

La esperanza cristiana es expectación de futuro; pero el cristiano no espera solo, espera con todos los demás seres humanos. No se opone la esperanza cristiana a las esperas o esperanzas humanas, sino que las abarca y las trasciende. 

La esperanza de la humanidad está puesta en determinadas y visibles conquistas en la historia, como pueden ser la libertad, la igualdad o la justicia. El cristiano también lucha por esto, pero posee además una expectación del futuro, desde las promesas escatológicas que sostienen su fe. 

La esperanza es una categoría central de la transformación de la persona, la sociedad y la realidad en su conjunto. El ser humano es un peregrino, todavía inacabado, que acecha el futuro, y por eso la esperanza desencadena procesos creativos. 

Los cristianos también esperamos en las posibilidades humanas, no las rechazamos ni despreciamos,  pero miramos más lejos, y somos críticos con aquellas "esperanzas" deshumanizadoras, y con todo lo que se opone a la dignidad del ser humano, a su vínculo con la trascendencia, a su plenitud. 

Por eso, aun en medio de situaciones muy adversas, cuando parece cerrado el horizonte, la fe nos permite seguir esperando, "contra toda esperanza". Sin dejar de compartir la angustia e inquietud de nuestros semejantes, tenemos algo más que nos sostiene.  

Nuestra esperanza no desconfía de la realidad presente por desconfianza, sino al contrario, por confianza en una esperanza ilimitada,  mayor y más plena, en Dios y en sus promesas

(A partir de un texto del MISAL DE LA COMUNIDAD)

viernes, 6 de noviembre de 2020

UN SACRAMENTO IRREMPLAZABLE

Comparto un texto de Louis Evely, de su libro "Una religión para nuestro tiempo", que vuelve a un tema que me inquieta,  y sobre el que he escrito acá muchas veces: la Eucaristía. 

San Juan, que escribió un Evangelio tan sacramental, es el único que no nos ha narrado la institución de la Eucaristía. ¿Y saben con qué la ha remplazado? Con el lavatorio de los pies. Habrá quizá exegetas que digan: «Como los demás ya la habían relatado, él no ha querido repetirlo.» Pero san Juan calculó tremendamente su Evangelio y midió bien sus palabras. 

Si leéis el Evangelio del lavatorio de los pies, verán que comienza con una misa, con una especie de prefacio: «Antes de la fiesta de Pascua, Jesús, que sabía que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en este mundo, los amó hasta el fin. Durante la cena, después de que el diablo había puesto ya en el corazón de Judas el designio de entregarlo, Jesús, que sabía que su Padre había puesto todas las cosas en sus manos y que Él había venido de Dios y que marchaba hacia Dios, tomó una toalla y se ciñó.» Y ahora pasamos de la religión celestial a la religión encarnada: «Tomó una toalla y se ciñó...» Y pasa lo mismo que en la misa: «Haced esto en memoria mía... Yo os he dado el ejemplo, para que lo que yo he hecho con vosotros lo hagáis también vosotros unos con otros


De todos los demás sacramentos se les puede dispensar. Podéis sustituir el bautismo de agua por el bautismo de sangre o de deseo. Pueden sustituir la comunión real con la comunión espiritual, la confesión por un acto de perfecta contrición. Pero hay un sacramento, esto es, una presencia sensible de Cristo, que no se puede remplazar; un sacramento que no admite sustitución alguna: el amor al prójimo. Seguramente no podrán comulgar todos los días. Tampoco pueden ir a confesarse todas las semanas, siempre que quieran. Pero hay un sacramento, una presencia de Cristo con la que todos los días pueden comulgar: el servicio humilde hecho a cualquier vecinos. Siempre estarán los pies de algún prójimo para ser lavados. Siempre habrá para todos unos zapatos que limpiar. Ante ustedes, a su alcance, hay un sacramento, una presencia de Dios que siempre podrán venerar. 

Siempre que me arrodillo ante el santísimo Sacramento, me digo que está bien el respeto que tenemos para con el Cuerpo que es nuestro alimento. Está bien. Pero, ¿qué respeto tenemos hacia aquel otro Cuerpo que formamos entre todos? ¿Cuál es más importante? ¿Para qué ha sido hecha la hostia? ¡Para ser comida! ¡Es el medio! ¡Pero lo más importante es el término: el individuo que debe alimentarse! Quédense arrodillados delante del sagrario y háganse esta pregunta: ¿quiénes van a comer esta hostia? Entonces suponed que la hostia va a dividirse en muchos fragmentos, ya que Cristo quiso ser un pan dividido para unir en un solo cuerpo a los hijos de Dios que se alimentan de Él. E intenten proseguir la adoración en cada una de las personas que comulgan. Es difícil: a la hostia todos están dispuestos a recibirla, pero tragar a un hermano... se necesita mucho estómago para eso. Sería una terrible indigestión: a ése yo no lo trago. Pero entonces tampoco puedes recibir a Cristo, ya que cuando Cristo viene a ti, viene con todo su cuerpo, con todos aquellos que Él ama, viene con toda la humanidad que le es solidaria. 


No hay más remedio: o tragas a todos tus hermanos o rechazas a Cristo. Eso es lo que nos quiso decir san Juan en su narración del lavatorio: que hay un sacramento indispensable y que seremos juzgados por él, no por nuestras comuniones ni nuestras confesiones ni nuestro bautismo..., sino por nuestro lavatorio de pies.

Louis Evely

sábado, 31 de octubre de 2020

SANTIDAD: NUEVOS DESAFÍOS

 Nuestro tiempo, como otros antes, necesita con urgencia el testimonio de la santidad cristiana, y le urge confrontarse con modelos espirituales que puedan insertarse en la cultura, el saber y la vida moral; el “santo” toca y mueve a la persona, la identifica con un ideal, y le ayuda a pasar de la mera imitación a la recreación propia de lo que admira. El “santo” no impone, sino que propone valores, y no sustituye el esfuerzo moral creativo de cada uno, sino que indica el camino por recorrer y le presenta como posible. Y sobre todo, si el modelo de santidad es “humano” se hace imitable, reproducible, además de admirable. Simone Weil dijo que no era suficiente ser santo, sino alcanzar la santidad que nuestro mundo necesita para ser transformado según el proyecto de Dios, “una nueva clase de santidad”.

1. Nuevas coordenadas: Por eso es tan importante hoy el testimonio de hombres y mujeres creyentes que “hablen” en los acontecimientos concretos de su experiencia vital. El ser humano de estos tiempos, más libre y más osado, asume la invitación a ser santos desde nuevas coordenadas; una buena parte de los cristianos no quiere renunciar a la santidad como meta de su vida de fe, pero al mismo tiempo quiere acceder a esta desde nuevos presupuestos. Desde el pasado siglo muchos hombres y mujeres han puesto sus ojos en algunas figuras espirituales que, estando o no canonizadas, eran testigos de una búsqueda diferente a los patrones habituales y hagiográficos, pero no menos auténticos, de alcanzar la plenitud en Dios. Y la irradiación de estos hombres y mujeres ha iluminado muchos corazones, incluso más allá de las fronteras de la Iglesia. De hecho, muchos teólogos y pensadores se han acercado al tema de una manera nueva, actualizando así las motivaciones de los cristianos para buscar la santidad, sin renunciar por ello a los aspectos esenciales que han acompañado esta búsqueda desde el tiempo de los apóstoles.

2. Nueva Teología: Nuestro tiempo es menos racional y está más imbuido en los sentimientos, por eso es más sensible a otro modo de comunicar; se fía menos de lo especulativo, y da más valor a la experiencia concreta. Se intenta recuperar lo que se ha llamado “teología narrativa”, más cercana para muchos al modelo de los evangelios, en la que se revalorizan las vivencias concretas de fe de hombres y mujeres que han seguido a Cristo en lugares y tiempos particulares. El hombre es un “homo viator”, y estar siempre en camino es una experiencia fundamental de nuestra existencia; por eso se intenta hacer confluir teología y vida, teología y espiritualidad, y entre los que el pasado siglo abrieron camino en este sentido están Romano Guardini, Karl Rahner y Balthasar. El primero anunciaba la llegada de “santos de este tiempo”, capaces de encarnar las aspiraciones de las nuevas generaciones, y en un estilo más sobrio, insertos en lo cotidiano; los otros insisten en el rostro humano de Dios y su belleza en modelos concretos, de ayer y de hoy.

Es evidente que los modelos particulares de santidad no pueden abarcar la totalidad del misterio de Dios, no son absolutos en ninguna medida, pero son caminos válidos, y más aún, necesarios para llevarnos a desear y sentir esa presencia misteriosa en nuestra vida personal, en la Iglesia y en el mundo. Por eso ha de prestar la teología siempre atención a la biografía de estos hombres y mujeres que, en las más diversas circunstancias de nuestro tiempo, han querido vivir el seguimiento de Cristo, ya sea por los caminos tradicionales de la Iglesia o por nuevos caminos, en los que descubrimos nuevas formas de vivir el evangelio. Estos modelos, es importante señalarlo, viven su búsqueda de santidad, su camino hacia la plenitud en Cristo, en lugares y tiempos concretos. La temporalidad es una dimensión esencial de la santidad, y el presente aparece bajo una nueva luz; no como tiempo que se pierde, sino que se gana, que puede incluso recuperarse. El tiempo humano es santificable y santificador al mismo tiempo; la historia humana se hace historia de salvación, y la cotidianidad una dimensión imprescindible de la progresiva santificación de la existencia.

3. ¿Una santidad nueva?: ¿Es “nueva” esta comprensión de “santidad” que se nos propone? ¿Es una santidad auténtica, cristiana, eclesial? La novedad de esta santidad no está en que sea nueva ella misma, diferente de la que siempre ha propuesto la Iglesia, sino tal vez en que hoy tendríamos que poner la atención en otros aspectos del modelo, o en la forma en lo presentamos, o caer en la cuenta de que el mensaje tiene nuevos destinatarios. La urgencia con que nuestro mundo está necesitando testigos nos obliga a encontrar nuevas formas de presentar la santidad cristiana, nos obliga a presentar modelos que hablen desde experiencias diversas, nos invita a tener en cuenta esos modelos que, sin haber sido todavía reconocidos por la Iglesia, están hoy dialogando con el mundo sobre el seguimiento de Cristo.

4. Modelos de santidad: El discurso teológico se vale siempre de modelos, porque ellos, a través de imágenes y analogías, nos permiten acceder al misterio de Dios. A lo largo de la historia del cristianismo esos “modelos”, inspirados en el Modelo Original, que es Cristo, han ido variando, insistiendo en uno u otro aspecto de Jesús y su mensaje, y no siempre interpretando equilibradamente el modelo original. Hay diversos modos de acercamiento y comprensión de la santidad en la historia del cristianismo: a través de estas comprensiones, siempre parciales de la santidad, que a la vez son complementarias, podemos acceder mejor a la totalidad del ideal, y al mismo tiempo entender la dificultad y ambigüedad del asunto que nos ocupa.

Todo lo anterior nos invita a pensar que la santidad puede y debe hacerse más cercana, comprensible y creíble hoy ante los ojos de los cristianos y ante el mundo en ejemplos concretos de hombres y mujeres que durante su vida hicieron de la santidad un propósito constante y real. Si hemos visto que la vida cristiana, como toda vida auténtica, es crecimiento, y que nuestro propio origen y vocación en Dios invitan al seguimiento de Cristo y al discipulado, entonces no es posible pararse, conformarse, aceptar lo mediocre, sino que debemos trabajar por presentar la llamada a la santidad y plenitud de la vida cristiana, y hacerlo de tal modo que nuestro mensaje llegue al ser humano de nuestro tiempo. El indagar en la experiencia de hombres y mujeres concretos, en sus propias búsquedas espirituales, resulta estimulante y nos ayudará para hacer nuestras propias búsquedas, recorrer nuestro propio camino como cristianos, y descubrir algunas claves para buscar y vivir la santidad a la que estamos llamados concretamente hoy en la Iglesia y el Mundo.

 El hombre actual, en medio del materialismo y del racionalismo escéptico, no deja de apreciar en el fondo la ejemplaridad religiosa concreta. No la imitará literalmente. Pero advierte que en esos hombres hay una realidad que no deja de interpelar y de invitar. Los tiene que ver reales, humanos, comprometidos con lo humano y, sin embargo, en esto mismo llamando con una luz indefinible a otra dimensión.” (Luis ARÓSTEGUI).

(Tomado de: VIDA Y SANTIDAD EN THOMAS MERTON)