miércoles, 10 de octubre de 2018

PADRENUESTRO: ANTOLOGÍA DE COMENTADORES DE LA ORACIÓN DOMINICAL.

El  siguiente comentario no es mío, lo conservo desde mis estudios de espiritualidad, en la Universidad de Comillas, y pertenece a un texto más extenso de Santos Sabugal (la cita completa está al final). Ofrece un resumen breve, pero enjundioso, de los mejores comentarios al Padrenuestro...


Ofrecemos a continuación una selección antológica del Padrenuestro. En ella hemos incluido autores antiguos y modernos. La encabezan diez autores de la antigüedad patrística: había que comenzar escuchando algunos calificados representantes de la tradición cristiana, mediante la cual la iglesia no sólo «comprende cada vez mejor los libros sagrados» sino también «los mantiene siempre activos», siendo «el estudio de los Padres de la iglesia» valioso auxiliar en su «comprensión cada vez más profunda de la Sagrada Escritura»119. Dos comentarios representativos de la exégesis mística y catequética del siglo XVI—santa Teresa + Catecismo romano—enlazan aquellos antiguos comentarios con los cuatro—católicos + protestantes—representantes de la exégesis y teología hodiernas, a los que se suma nuestro comentario bíblico y catequístico. Esa antología incluye, pues, representantes principalmente de la exposición catequética (Tertuliano, Cirilo, Ambrosio, Teodoro Mopsuestia, Agustín, Catecismo romano) y homilética (Gregorio Niseno, Juan Crisóstomo, Agustín, R. Guardini), pero a la vez y también de la exégesis bíblica (Orígenes, Juan Crisóstomo, Agustín, H. van den Bussche, J. Jeremías), de la reflexión teológica (Cipriano, Origenes, Agustín, Catecismo romano, D. Bonhoeffer, R. Guardini) y mística (Origenes, San Gregorio Niseno, San Agustín, Santa Teresa). Los dos autores protestantes—D. Bonhoeffer y J. Jeremías—representan en nuestra antología el comentario de la «oración del Señor» por la teología (D. Bonhoeffer) y exégesis bíblica (J. Jeremías) de «los hermanos separados» de occidente, en cuya tradición teológica y litúrgica el padrenuestro ocupa un puesto de singular relieve, y cuyo «constante y solícito estudio de la Biblia» fue reconocido y encomiado recientemente por el más alto magisterio de la iglesia. 

1) Tertuliano, el gran apologista del norte de África (155-220), fue el primer comentarista del «padrenuestro». Lo hace en el contexto de su obra Sobre la oración, el primer catecismo teológico y disciplinar sobre la misma de la edad patrística, escrito para los catecúmenos de su iglesia, siendo aún católico (198-200), con el fin de iniciarles en la práctica de la oración cristiana. Más que un tratado teológico es, pues, esa obra una catequesis catecumenal. Tras la breve introducción, en la que resalta la importancia de esa «nueva forma de oración» (=el padrenuestro), que condensa «todo el evangelio», sigue el comentario catequético a la oración del Señor según el texto mateano, para exponer luego una enseñanza práctica sobre la plegaria cristiana. El comentario ocupa, pues, la parte central de esa obra catequética tertulianea. 

2) Más amplia y, también teológicamente más profunda es la explicación de San Cipriano en su obra Sobre la oración del Señor, escrita, como explicación homilética para los neófitos (252), bajo el evidente influjo de su maestro Tertuliano. Una introducción general sobre la oración precede al homilético comentario del «padrenuestro» a raíz del texto mateano, concluido por una enseñanza práctica, que completa la temática general sobre la plegaria de la introducción. 

3) A Orígenes se debe el primer comentario científico, exegético y teológico, del «padrenuestro». Lo aborda en su magnífico tratado Sobre la oración cristiana, compuesto (233) a ruegos de dos cristianos amigos suyos y en respuesta a dificultades sobre la esencia y necesidad de la plegaria, por aquellos planteadas. A la introducción general del tratado siguen las tres partes centrales del mismo, en las que el ilustre catequista y teólogo alejandrino, tras abordar la temática sobre la oración en general—vocabulario bíblico, necesidad, clases, etc. -, emprende el comentario al «padrenuestro». En este amplio contexto, el Alejandrino aborda—¡por vez primera él! - , ante todo, el análisis del problema sobre las diferencias entre las formas textuales de Mt y Lc, optando por la solución más fácil, generalizada luego en el medievo y compartida por escasos exegetas modernos: se trata—concluye—de «dos oraciones distintas, aunque con ciertas partes comunes». Seguidamente analiza el contexto inmediato anterior al texto de Mt, por él adoptado, para abordar luego su amplio y teológicamente rico comentario. Finalmente, complementa, en un tercer momento, la primera parte, cerrando con una conclusión final su obra. El comentario a la oración del Señor ocupa, pues, un puesto de honor en este tratado, que constituye, sin duda, una de las más preciadas joyas del rico y multiforme cofre origeniano. 

4) CIRILO DE JERUSALÉN: Durante la cuaresma del año 350 predicó el insigne obispo jerosolimitano san Cirilo, en la iglesia del Santo Sepulcro, sus famosas veinticuatro catequesis, otro inestimable tesoro de la antigua literatura cristiana, dirigidas a «los iluminados» o catecúmenos y a «los neófitos» de su iglesia. Estas cinco últimas «catequesis mistagógicas» tratan sobre el bautismo, la confirmación, la eucaristia y, como «corona del edificio espiritual» de los recién bautizados», la santa misa. En el contexto de esta última, con la brevedad y claridad del experto catequista, explica san Cirilo «la oración que el Señor transmitió a sus discípulos». 

5) En incierta fecha, pero posterior a la del catequista jerosolimitano, dedicó el teólogo y místico San Gregorio Niseno a la explicación del «padrenuestro» cinco homilías, en las que, tras una introducción general sobre la oración, se detiene en el comentario místico y moral de «la oración del Señor». 

6) Hacia el año 390 dirigió el obispo milanés San Ambrosio de Milán, a los neófitos de su iglesia, una serie de catequesis mistagógicas Sobre los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía. En el contexto de estas últimas ofrece dos comentarios a esa «oración (=el padrenuestro) corta pero llena de todas las cualidades»: muy breve el segundo, más amplio e interesante el primero, en el que la exégesis teológica y moral del «padrenuestro» se conjugan y armonizan. 

7) Siendo aún probablemente presbítero, el futuro obispo y eminente exegeta antioqueno Teodoro de Mopsuestia dirigió (388-392) a los catecúmenos y neófitos de su iglesia dieciséis Homilías catequéticas, de las cuales las diez primeras exponen para los catecúmenos el «Símbolo de la fe» según el «Credo niceno», mientras que las seis últimas ofrecen a los neófitos la explicación del «padrenuestro», así como de la liturgia bautismal y eucarística. El comentario a «la oración transmitida por nuestro Señor», introducido por consideraciones generales sobre la plegaria, aborda la explicación teológica y moralizante del padrenuestro, propia del catequista convencido de que en la «Oración dominical» se encuentra «toda la perfección moral», no consistiendo, por lo demás, «la oración en palabras sino en costumbres, amor y aplicación al bien»; una convicción, que la exhortación final sintetiza. 

8) En la línea de Teodoro se sitúa su amigo y elocuente orador San Juan Crisóstomo, quien explicó «el padrenuestro» en su Comentario al evangelio de Mateo, compuesto a raíz de varias homilías pronunciadas (390) en Antioquía y dirigidas a los fieles de esa comunidad eclesiástica, en las que la elocuencia del predicador se armoniza con la instrucción del pastor. 

9) Al obispo hiponense San Agustín corresponde el honor de ser el máximo comentarista del «padrenuestro» en la edad patrística. Siete veces emprendió esa tarea. Lo hizo por vez primera en su Comentario al sermón de la montaña, escrito (393-394) siendo aún presbítero de Hipona. Su explicación, que refleja ya la profundidad del exegeta-teólogo y la intuición del místico, tiene el mérito de recoger la principal y multiforme tradición patrística- nordafricana, alejandrina, antioquena y «romana»- precedente. Cuatro veces más comentó el ya obispo hiponense (410-412) la «Oración dominical» en otras tantas catequesis ad competentes, los cuales, tras la devolución del Credo (=«redditio Symboli»), recibían la Oración del Señor (=«traditio Orationis dominicae»), para aprenderla de memoria y poder recitarla durante la celebración eucarística de la gran vigilia pascual, en la que por vez primera participaban después de haber recibido el bautismo. La reflexión teológica así como la instrucción moral práctica encuentran, en esos comentarios catequísticos al «padrenuestro» realizados por el gran maestro de catequistas (=¡De catechizandis rudibus!), lograda síntesis. Finalmente Agustín lo comentó en su Ep. a Proba (411-412) y (428-429) su obra Sobre el don de la perseverancia. En todos esos comentarios como, en general, en toda la obra literaria agustiniana, caminan de la mano como inseparables hermanas la reflexión del teólogo y pastor con la piedad del místico, prueba evidente de que Agustín—sus soliloquios y confesiones lo atestiguan—oraba cuando hacia teología, porque hacia teología cuando oraba. 

10) A ruegos de las carmelitas de San José (Avila) y por orden del teólogo dominico Domingo Báñez, escribió Santa Teresa de Jesús (1564-1567), la primera mujer recientemente declarada por el magisterio supremo (Pablo Vl) «doctora de la iglesia» (1970), su obra Camino de perfección, que, en opinión de un especialista, constituye el «más ascético, práctico y asequible» de sus tratados espirituales. La explicación del «padrenuestro» ocupa la mitad de ese clásico tratado sobre la oración, por ella galantemente designado «el librito» y, también, «el Paternoster». Esta designación autógrafa refleja ya la importancia asignada por la ilustre mística española al comentario sobre la Oración dominical, introducido por una exhortación a rezarla bien, como «guía segura» de oración vocal y contemplativa, y concluido por una consideración sobre la excelencia —previamente delineada—de la misma. 

11) El año 1566 promulgaba el papa san Pío V el Catecismo romano, elaborado por mandato de los padres conciliares de Trento como «formulario seguro, método fácil y presentación eficaz de las doctrinas fundamentales del cristianismo», en el cual encontrarán «normas seguras... para la formación cristiana de las almas» cuantos «en la iglesia tienen una misión docente». Esa función desempeñó ese catecismo efectivamente en los siglos siguientes. Y puede seguir desempeñándola hoy, si se tiene en cuenta que, aunque «la época tridentina de la iglesia ha pasado definitivamente, la fe tridentina permanece fe de la iglesia». Queda, pues, justificada su selección en nuestra antología. Corroborada también por el amplio espacio dedicado en ese documento—cristalización y epítome catequético de la teología tridentina— a la explicación del «padrenuestro»: de las cuatro partes que lo integran, las tres primeras exponen la enseñanza cristiana sobre el credo (primera parte), los sacramentos (segunda parte) y los mandamientos (tercera parte), dedicando toda la cuarta parte a la explicación catequético-teológica de esa «fórmula divina», que condensa en «preciosa síntesis qué y cómo debemos orar». Esa explicación se abre con una introducción sobre «los principios generales de la teología católica sobre la oración», seguida por el comentario exegético y patrístico, teológico y catequístico a cada una de las partes del «padrenuestro». 

12) El pastor y teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer (1906-1945) encabeza, por orden cronológico, la selección antológica de autores modernos. Una selección justificada, si se tiene en cuenta el denso y actual pensamiento teológico de quien, durante su estancia en Roma, «este trozo de tierra que tanto quiero», asistía a los oficios litúrgicos de semana santa en las basílicas de San Juan de Letrán y de San Pedro, leyendo luego en la cárcel de Berlín-Tegel (1943) «con gran interés a Tertuliano, Cipriano y otros padres de la iglesia», por él considerados «en parte más actuales que los reformadores», y, a la vez, sólida «base para el diálogo entre protestantes y católicos». En el contexto de la explicación teológica al «sermón de la montaña» se inserta su comentario al «padrenuestro», esa «oración por excelencia», mediante la cual Jesús nos «conduce hacia la claridad perfecta de la oración». Un comentario breve, sencillo y, a la vez, profundo, testimonio de una vida iluminada con la luz del evangelio y premiada por el Señor con el martirio, ejecutado por las balas nazis (9 de abril 1945) en Flossenbürg. 

13) En los años que siguieron a la segunda guerra mundial, el insigne humanista, filósofo y teólogo católico Romano Guardini (1885-1968) pronunció en la iglesia de San Luis (Munich), para estudiantes universitarios, una serie de homilías dominicales sobre diversos textos bíblicos. Varias de ellas se centraron sobre el comentario al «padrenuestro», cuyas diversas partes explica con la profundidad y claridad características del autor, a quien el texto bíblico brinda frecuentemente la ocasión para el profundo análisis y exposición brillante de otros temas afines y esenciales, siempre nuevos, en un esfuerzo por iluminar, con la luz de la revelación cristiana, costados sombríos de la existencia humana. 

14) La exégesis católica moderna está representada en nuestra antología por el biblista belga H. van der Bussche (1920-1965), cuyas publicaciones exegéticas vétero y neotestamentarias, especialmente su comentario al cuarto evangelio, le han merecidamente asignado un puesto de honor. No cede en mérito su explicación al «padrenuestro»: introducida por un estudio preliminar sobre su importancia, doble tradición literaria (Mt + Lc) y circunstancia de su enseñanza, el comentario a cada una de sus partes integrantes constituye el grueso de esos densos análisis, dominados por el esfuerzo de facilitar la comprensión de los principales vocablos, a la luz de su transfondo bíblico, vétero y neotestamentario. 

15) Cierra nuestra selección antológica el exegeta protestante Joachim Jeremías (1900-1979), mundialmente conocido por sus publicaciones sobre el antiguo y—principalmente—nuevo testamento, cuyos estudios sobre el mensaje prístino de Jesús así como su análisis de teología bíblica neotestamentaria, todos ellos penetrados de profunda piedad cristiana, constituyen una difícilmente superable cima en la actual exégesis bíblica. No cede en profundidad y altura su estudio sobre el significado original del «padrenuestro», claro y substancial «compendio de la predicación de Jesús», cuyos extractos antológicos el lector puede leer y meditar—creemos—con provecho.  

SANTOS SABUGAL
EL PADRENUESTRO EN LA INTERPRETACIÓN
CATEQUÉTICA ANTIGUA Y MODERNA (Prólogo).
SIGUEME. SALAMANCA 1997.Págs. 37-46

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