lunes, 9 de diciembre de 2024

MARÍA, SIEMPRE SUBORDINADA A CRISTO

"En el seno de la Iglesia, la mediación de María, intercesora y madre, sólo se entiende «como una participación de esta única fuente que es la mediación de Cristo mismo», [176] el único Redentor, y «la Iglesia no duda en confesar esta función subordinada de María». [177] La devoción al corazón de María no pretende debilitar la única adoración debida al Corazón de Cristo, sino estimularla: «La misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder». [178] Gracias al inmenso manantial que mana del costado abierto de Cristo, la Iglesia, María y todos los creyentes, de diferentes maneras, se convierten en canales de agua viva. Así Cristo mismo despliega su gloria en nuestra pequeñez".

FRANCISCO
Dilexit Nos # 176

Nota: Al compartir este texto, que reafirma mi convicción de Cristo como único salvador y redentor, frente a ciertas exageraciones de la piedad católica, no quiero justificar ni apoyar un papel subordinado para la mujer en la Iglesia o en la sociedad. Quiero dejar eso claro.

martes, 26 de noviembre de 2024

ADVIENTO: SALIR AL ENCUENTRO DE CRISTO QUE VIENE

 

Luego de varios meses sin publicaciones, regreso con la invitación a iniciar un nuevo año litúrgico: el domingo empieza nuestro ADVIENTO 2024

"ADVIENTO es el tiempo oportuno y privilegiado para escuchar el anuncio de la liberación de los pueblos y de las personas. En él se percibe una invitación a dirigir el ánimo hacia un porvenir que se aproxima y se hace cercano, pero que todavía está por llegar. Tiempo para descubrir que nuestra vida pende de unas promesas de libertad, de justicia, de fraternidad todavía sin cumplir; tiempo de vivir la fe como esperanza y como expectación, tiempo de sentir a Dios como futuro absoluto del ser humano"

(Misal de la comunidad)

Comenzamos el ciclo C, que sigue el Evangelio según San Lucas. Además de nuestras lecturas habituales para este tiempo, sería bueno hacer una pequeña introducción a LUCAS, utilizando las presentaciones que para este evangelio hacen nuestras Biblias.

Es de mucho provecho revisar los textos bíblicos que utilizaremos en los cuatro domingos de Adviento, para captar las ideas fundamentales que dan el sentido espiritual a este “camino” que vamos a emprender. Podemos hacerlo solos, a nivel personal, o a nivel de grupos en nuestra comunidad religiosa o parroquial. 

Como primera lectura para los cuatro domingos de Adviento tomamos textos proféticos; si en los ciclos A y B predomina Isaías, en el que vamos a seguir este años aparecen otros profetas: Jeremías, Baruc, Sofonías y Miqueas. Estos profetas hablan al pueblo para animarles en tiempos calamitosos y sostener la esperanza en la cercanía de Dios, promesas de justicia y de misericordia. Estas lecturas están sostenidas después por los salmos con los que oramos y aclamamos en nuestras asambleas esos domingos: A Ti, Señor, levanto mi alma; El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres; Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel; Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Son expresiones de anhelo, de necesidad, de confianza y gozo.

Como segunda lectura para los cuatro domingos de Adviento tomamos pasajes de cartas del apóstol Pablo los tres primeros, y para el cuarto de la Carta a los hebreos. El tono es exhortatorio: buenos deseos y buenas obras preparan el camino del Mesías. Agrademos a Dios con nuestra vidas, oremos unos por los otros y crezcamos en amor, estén siempre alegres en el Señor, y digamos siempre: Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad

Finalmente, los pasajes del Evangelio a proclamar los cuatro domingos de Adviento: Lucas 21, 25-28.4-36; Lucas 3, 1-6; Lucas 3, 10-18, y Lucas 1, 39-45. La primera mitad del Adviento tiene siempre un tono apocalíptico, mirando a la segunda venida de Cristo, y ya luego después del día 17, apuntando al nacimiento de Jesús en la historia y en cómo debemos prepararnos para recibirlo. 

Falta que ponga cada uno lo propio; la historia personal,  familiar o social con la que vive este años la espera de Cristo. ¿Cuáles son nuestros anhelos o nuestras necesidades? ¿Qué esperamos? Ahí nos habla Dios y ahí nos invita a crecer. 

Dios nuestro, Padre de todos, aviva en nosotros, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo que viene, acompañados por los hermanos y por las buenas obras, para que participando desde ahora en la construcción de tu Reino, merezcamos participar de todas tus promesas.

Fray Manuel de Jesús, ocd

sábado, 31 de agosto de 2024

LO PRIMERO ES SIEMPRE JESÚS

"En toda religión hay tradiciones que son humanas. Normas, costumbres, devociones que han nacido para vivir la religiosidad en determinado ambiente o cultura. Pueden hacer mucho bien. Pero hacen mucho daño cuando nos distraen y alejan de lo que Dios espera de nosotros. Nunca han de tener primacía.

Cuando nos aferramos ciegamente a tradiciones humanas, corremos el riesgo de olvidar el mandato del amor y desviarnos del seguimiento de Jesús, Palabra encarnada de Dios. En la religión cristiana, lo primero es siempre Jesús y su llamada al amor. Solo después vienen nuestras tradiciones humanas, por muy importantes que nos puedan parecer. No hemos de olvidar nunca lo esencial".

(José Antonio Pagola, La buena noticia de Jesús, ciclo B)

jueves, 22 de agosto de 2024

SOBRE EL TÍTULO DE REINA A MARÍA

El título de reina es atribuido a María por la tradición cristiana al menos desde comienzos del siglo IV. Junto a otros apelativos reales aplicados a la Virgen, va ganando terreno progresivamente en el uso del pueblo de Dios hasta llegar a ser de dominio común y pacífico en la Iglesia, de modo que, en 1954, Pio XII, declarando expresamente que “no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano”, instituye la fiesta litúrgica de María Reina y publica en aquella ocasión el principal documento del magisterio sobre la realeza mariana: la encíclica Ad coeli Reginam (11 de octubre de 1954).

Luego del período de la llamada crisis de la piedad mariana, posterior al Vaticano II, se mira con cierta desconfianza la realeza de María y su fiesta respectiva. Observan algunos que el término reina pertenece a una época histórica ya superada y refleja concepciones políticas y culturales ya pasadas, extrañas a la sensibilidad del hombre contemporáneo, incluso capaces de suscitar una reacción negativa. Otros añaden que el fondo teológico de tal título parece favorecer un discurso mariológico y un tipo de piedad mariana que, poniendo el acento en la grandeza de la Virgen, puede terminar por borrar su perfil evangélico

En resumen, se tiene miedo que con la doctrina de la realeza de María se permanezca anclados en la mariología de los privilegios, sin pasar decididamente a la mariología singular dignidad de madre de Dios, contemplándola en la gloria celeste como mujer servicio, radicalizando así la oposición entre la tendencia a exaltar en María su singular dignidad de madre de Dios, contemplándola en la gloria celeste como mujer revestida de luz y cercana al trono del altísimo, y la tendencia a comprender a la Virgen en su vida evangélica, considerando su camino de fe y el esfuerzo de su adhesión al querer de Dios como madre de Jesús y hermana nuestra.


Para HOY, líneas teológicas para explicar la realeza de María:

1. María, Reina en cuando participa de la realeza del pueblo de Dios. María es parte de la iglesia, por lo que reúne en sí de modo eminente los distintos aspectos de la condición regia del pueblo de Dios. María acoge el reino de Dios, domina las fuerzas del mal, María reina coronada de gloria

2. María, Reina en sentido evangélico. Lejos de los modelos históricos, en el reino que anuncia Cristo se trata de servir y amar.

3. María, líder hacia la plenitud salvífica, conductora de esperanza para los hombres necesitados.

(Notas tomadas del Diccionario de Mariología)

martes, 11 de junio de 2024

ORACIÓN: TRADICIÓN SACERDOTAL Y TRADICIÓN PROFÉTICA

El PAPEL DEL SACERDOTE
: El sacerdote participa de la misión profética de Cristo sumo sacerdote. Se define como hombre de oración, adorador de Dios en espíritu y verdad, hombre espiritual que puede proclamar el misterio de la salvación en el culto y en la vida, maestro de oración específicamente cristiana.

Quien haya penetrado en el sentido de la precedente reflexión… (sobre el carácter central de la eucaristía y de los sacramentos), podrá comprender fácilmente el carácter central del papel sacerdotal para que todos los creyentes sepan vivir una oración auténtica, y sepan qué es una oración autentica. Por ello creo que los seminarios deberían tener como misión primordial la de ser una escuela de oración, de forma que los sacerdotes puedan siempre vivir en ella como hermanos y testigos visibles de su misión solidaria de promover el espíritu y la práctica de la oración.

LAS DESVIACIONES DEL SACERDOTALISMO: Ya en el Antiguo Testamento y en la misma historia de la Iglesia, se puede ver con frecuencia una típica desviación: el sacerdotalismo. No se trata, evidentemente, aquí de lo que es nota característica en el sacerdote, que participa del sacerdocio profético de Cristo. Se trata, por el contrario, de aquellos que no son hombres plenamente espirituales, o que, reunidos en grupo, se consideran como clase privilegiada, y tienden a mantener a los laicos en una posición subordinada, como seres inmaduros, provocando así una grave desviación de la oración. 

En estas situaciones es fácil encontrar sacerdotes muy escrupulosos en la observancia de las rubricas más minuciosas (que en el pasado se habían multiplicado de forma impresionante y estaban respaldadas por penas exageradas), o en la pronunciación de ciertas palabras, mientras (que se olvidan de la misión principal la adoración de Dios en espíritu y verdad). Esta desviación tiene como consecuencia el reducir la oración a una recitación, sin contacto con las alegrías, las esperanzas, la angustias y los sufrimientos de los seres humanos. De esta forma viene a faltar una de las notas esenciales, cual es la integración entre fe y vida.

Precisamente en esta decadencia (verdadera desintegración), se manifiesta la fuerza del pecado original, es decir, de la sarx (como llamaba Pablo al egoísmo encarnado y a la tendencia decadente del hombre). Allí donde falta la espontaneidad y la creatividad en la oración, la "carne" toma la delantera. Este sacerdotalismo, tendencia de la propia clase sacerdotal, demasiado preocupada por su propia superioridad, comprueba la verdad de las afirmaciones de Pablo: 

No es que seamos capaces por nosotros mismos de pensar algo como proveniente de nosotros, pues nuestra capacidad viene de Dios, que nos ha capacitado para ser ministros de la Nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu, pues la letra mata, pero el Espíritu da vida" (2 Cor 3,5 6).


LA TRADICIÓN PROFÉTICA: Contra la degeneración sacerdotalista, Dios en su misericordia envió a los profetas. También había entre ellos sacerdotes, pero no eran mayoría. Cristo es el profeta. Y no pertenece a la clase sacerdotal. La oración profética brilla por la integración de la fe en la vida. Todo su ser se expresa ante Dios en la aceptación: "Aquí estoy, Señor llámame, aquí estoy, envíame".

Modelo de sacerdote y de todos los miembros del pueblo sacerdotal de Dios lo es siempre Cristo profeta, el adorador del Padre en espíritu y verdad. Jesús nos enseña la síntesis entre oración y vigilancia, entre amor de Dios y del prójimo.

Debemos estar reconocidos y agradecidos por la bondad de Dios, que continúa mandando profetas, hombres y mujeres que se distinguen por su espontaneidad y por la creatividad de su oración, por el sentido del presente, por la meditación orante. Allí donde se vive la tradición profética no existe el penoso complejo de inseguridad. La oración profética es el distintivo del pueblo de Dios peregrinante, que camina tras el Señor de la historia. Sobre todo, en tiempo de profundas transformaciones culturales y sociales, debemos recurrir a Cristo como profeta y comprobar nuestra continuidad con la historia profética de la Iglesia.

(Tomado del Diccionario de Espiritualidad, San Pablo; voz: oración, B. Häring)

domingo, 9 de junio de 2024

POR EL AMOR SE COMPRENDE EL PECADO, NO AL REVÉS

 

"Sin reconocimiento y experiencia del amor de Dios no hay posibilidad de atisbar el pecado cristiano o del cristiano. El amor de Dios, enteramente gratuito y son razón, manifestado en el despojo de la cruz, es redentor, liberador. Es un amor que perdona, Por el amor se comprende el pecado, no al revés. La penitencia cristiana no se centra en el pecado sino en el amor, en el perdón. Expresa que la existencia humana no está bajo el fatalismo o la desesperación, sino perdonada y reconciliada con Dios

 Naturalmente, el hecho de que el perdón sea lo primero, no significa que no haya pecado ni culpabilidad. Quiere decir que lo contrario del pecado no es la moralidad sino la fe.  Si el pecado se revela en el perdón, adquiere sentido en relación con la fe, dentro de la reconciliación en Jesucristo. Hay una significación religiosa o cristiana en la falta, distinta de la significación moral. Y, solamente cuando se madura en las exigencias de la fe, se comprende desde el perdón de Jesús el pecado del hombre. La moral no es la fe, ni la religión es una moral que sacraliza la fe

 Por supuesto que la moral es necesaria y es un patrimonio del hombre. Para el cristiano, la moral debe situarse dentro de la fe; es decir: la obediencia a la ley justa es necesaria para todo el mundo, pero la obediencia cristiana es obediencia a la fe

 El pecado no es, por tanto, transgresión de una ley sino intento de ser el hombre dueño y señor de la vida de sus semejantes, al considerarse amo absoluto. De ahí que el pecado sólo puede ser reconocido "delante de Dios", por medio de la fe. Arrepentirse no es tener remordimientos, sino aceptar las exigencias del Reino de Dios y de las promesas".

Misal de la comunidad (I): decimo domingo

viernes, 7 de junio de 2024

NOTAS SOBRE ESPIRITUALIDAD

 ESPIRITUALIDAD CONTEMPORÁNEA: Despertar espiritual de nuestro tiempo, tras una etapa crítica.

Signos actuales: Recurso al ocultismo (Horóscopo, magia), interés por la meditación oriental (yoga, zen), movimientos religiosos comunitarios (fuera y dentro de la Iglesia católica), sensibilidad ante la dimensión trascendente de la experiencia.

Importante vínculo entre cultura y evangelio, que se ha rota, y se procura reconstruir. Las mediaciones culturales son necesarias a la espiritualidad. Escucha atenta de los signos del Espíritu, diseminados en la cultura.  La espiritualidad cristiana por su carácter histórico, debe responder a las necesidades de la época y expresarse con las categorías al uso. La inculturación de la espiritualidad tiene lugar mediante un trabajo erizado de dificultades. Es misión de la espiritualidad cristiana no solamente impugnar los absolutos terrenos, sino también vivificar la cultura desde dentro mediante el testimonio de la presencia del Espíritu.

Líneas distintivas de la espiritualidad contemporánea:

a- Espiritualidad como opción fundamental y horizonte significativo de la existencia.

b- Espiritualidad como experiencia de Dios (cosmológica, antropológica e histórico-salvífica).

c-  Espiritualidad como compromiso en el mundo (Vs fuga mundi). Vida espiritual no es lo mismo que vida religiosa.

d- Espiritualidad liberadora (conversión hacia el prójimo oprimido; celebración histórica del misterio pascual; gratitud, alegría y esperanza)

e-  Espiritualidad comunitaria.

Para la pervivencia futura de la espiritualidad: desaparición de las espiritualidades evasivas y dualistas; persistencia de las dimensiones personalista, experiencial, histórica, liberadora y comunitaria de la espiritualidad; elaboración de una espiritualidad unitaria y creativa (síntesis orgánica y unidad dialéctica entre las tensiones espirituales de la vida cristiana, como contemplación y compromiso político, piedad trascendente y solidaria (unidad del amor a Dios y al prójimo); recuperar los valores de la espiritualidad popular; escrutar la Sagrada Escritura y la experiencia cristiana a lo largo de la historia, captando su mensaje espiritual; recuperar para la espiritualidad cristiana amplias zonas humanas donde se comunica creativamente el Espíritu (arte).

(Notas tomadas del Nuevo Diccionario de Espiritualidad)