domingo, 28 de abril de 2019

LECCIONES DEL BUEN PASTOR (Cuarto Domingo de Pascua)


El pueblo tiene que padecer sin cesar la presencia de líderes, jefes y salvadores. La padece porque se lo imponen, como si fueran imprescindibles para la marcha de la comunidad.  Las actitudes de los dirigentes, inspiradas casi siempre en la voluntad de poder y de dominio, aniquilan al pueblo, lo enmudecen; de esta manera los pueblos son como niños manejados, a los que hay que dar todo hecho.

 Esta situación la encontramos también en todo grupo humano, por reducido que sea, y en la misma Iglesia.  Los que tienen más cualidades se erigen en líderes y tratan de arrastrar a los demás, como un pastor a sus ovejas, hacia las metas que ellos pretenden alcanzar.  En la comunidad cristiana, en concreto, se corre el riesgo de que los servidores se conviertan en gobernadores, de que el trabajo pastoral se confunda con el ejercicio de un poder.  Sin embargo, quien pretenda salvar al pueblo dominándolo no conseguirá nunca la promoción que intenta. 

 La actitud de Jesús de Nazaret, en cuanto Pastor, es una lección que nunca se acaba de aprender. El pastor bueno, el líder verdadero, es el que sabe dejar de ser pastor o líder en beneficio de su pueblo.  Es pastor quien da la vida por el rebaño; no lo es aquel que sacrifica o diezma el rebaño para conservar su liderazgo. El verdadero dirigente es aquel que ayuda a que el grupo sea capaz de enfrentarse responsablemente con su destino. De borrego sin rumbo decidido, el Buen Pastor promociona al hombre para que se haga, en solidaridad con los demás, pastor de su propia vida.

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 Ser perseguido por la justicia es algo completamente connatural al  cristianismo. Sería muy sospechosa la situación de la Iglesia si, al proclamar el Evangelio, no tuviese que sufrir nunca nada de los poderes constituidos, sino que, más bien, apareciese como una perenne aliada de ellos

(Tomado del MISAL DE LA COMUNIDAD)

viernes, 26 de abril de 2019

EN MEDIO DEL CAMINO DE LA VIDA (Tercer domingo de Pascua).


Muchos creen que la fe es algo que se puede vivir aparte de la vida; como si fuera un sidecar que lo acoplamos a nuestra moto. Ello hace que busquemos a Dios o a Cristo por los cielos, fuera del mundo.  Pero la fe es un encuentro con Cristo, que se produce y se desarrolla en el camino de la vida ordinaria

La condición itinerante del ser humano está muy marcada en el mundo actual: los medios de comunicación han potenciado el turismo, lo cual favorece un mayor acercamiento entre los diversos pueblos, el intercambio de culturas, y una mayor posibilidad de comprensión, diálogo y enriquecimiento mutuos. El camino andado con espíritu observador es una escuela perenne. En el camino surge la noticia de lo que pasa; mientras se va andando, hay tiempo para pensar, e interpretar y meditar lo que se escucha o se ve. 

 En un camino normal, el que conduce a un pueblo llamado Emaús, Jesús se hace presente, comenta la noticia, interpreta lo ocurrido en Jerusalén, se abre a la íntimidad de los dos caminantes, llega a entrar en la casa con ellos y comparte su mesa. Todo eso les ayuda a renacer en la fe. El Resucitado también se hace presente en el trabajo que, con espíritu de solidaridad, realizan sus discípulos.

 El Señor está en el camino de la historia humana para ayudarnos a hacer de nuestros pasos una historia de salvación.

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Una evangelización que no señala con el dedo las lacras morales de los individuos y de la sociedad, sus estructuras pecaminosas e insolidarias, es un escamoteo de la Palabra de Dios.

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Los relatos evangélicos sobre las apariciones de Jesús resucitado están lejos del "milagrismo". El triunfo de Jesús sobre la muerte no suprime mágicamente la marcha fatigosa de la humanidad en busca de su liberación histórica y de su salvación final.  Según el proyecto primitivo de Dios, "era necesario que el mesías padeciera antes de entrar en su gloria".

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Ser cristiano no se mide únicamente por el canon rígido de una ortodoxia meramente formal. No basta la confesión verbal de la fe; es necesaria la praxis de la fe, y para ello urge cumplir ya las grandes palabras de Cristo: Velen, y amen al prójimo.

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 La fe cristiana, centrada en la resurrección, es profundamente realista. Los hombres tienden a clasificar como fantasmas los contenidos de su fe. Jesús, aun después de resucitado, sigue siendo un ser humano. No hay que confundir pues la mística con un histerismo pseudoreligioso. 

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Cristo es el centro del universo. Por eso es inútil cultivar una espiritualidad llamada cristiana de espaldas a ese universo que lo aclama. Al aclamar a Cristo, no podemos desoír las aclamaciones del resto de las criaturas.

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El triunfalismo y la suntuosidad son el cáncer de la Iglesia.

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)


jueves, 25 de abril de 2019

SIGNOS DE LA RESURRECCIÓN (Segundo domingo de Pascua)

Cristo ha resucitado,y lo hemos estado celebrando gozosamente durante toda esta semana. Pero este acontecimiento histórico ha sucedido solamente ante Dios.  Ningún ser humano ha sido testigo directo del momento justo en que Cristo resucitó.  Sin embargo, podemos llegar a percibir este acontecimiento por otros caminos y ser testigos veraces de este acontecimiento singular. El Resucitado se hace presente, se "aparece", y los discípulos lo pueden "ver". Con esto, los Evangelios nos sugieren que hay unos signos por los que el Resucitado se hace presente

 Para llegar a percibir esos signos es necesaria la FE.  El Resucitado pertenece ya a una esfera del mundo totalmente nueva, no a lo temporal y pasajero, sino a lo definitivo que nos espera. No hay ningún hecho conocido en la historia que se pueda comparar con la  resurrección de Jesús. Es algo nuevo, y además, pertenece al futuro, no al pasado; por eso no se puede sino creer y esperar. "Dichosos los que crean sin haber visto". Pero advierto, a un futuro que ya està en presente, que acontece en Cristo, en los que son de Cristo, y por ellos en el mundo.

 Por eso, uno de los signos más reveladores del Resucitado es el estilo de vida de su comunidad; esta surge cuando, llevados por el Espíritu de Jesús, se establece una relación fraternal tan fuerte que les hace  llegar a poner todo en común.  Se manifiesta también el Resucitado en el perdón de los pecados, en la capacidad de superación que Dios ha concedido al hombre para que camine hacia la consecución de la promesa, ya cumplida en Cristo.

 Pero los signos del resucitado no se agotan en la Iglesia. Hay incontables señales que nos indican cómo el poder de Dios va dirigiendo la historia hacia su plenitud. ¿Podemos percibir algunos de estos signos de nuestro tiempo?

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Los primeros cristianos comprendieron que la proclamación del Evangelio no solamente les exigía una aceptación intelectual, sino una actitud práctica, que precisamente tendía a la superación de todo aquello que discrimina artificialmente a los hombres y los divide en grupos cerrados que monopolizan para sí la posesión de los bienes que deberían ser accesibles a todos los hombres.

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Jesucristo no es solamente el redentor que vino en una época determinada de la historia, sino el salvador que vendrá al final. Esta esperanza en él hace de los cristianos, no unos hombres fatalmente resignados al sufrimiento de la vida, sino unos optimistas incorregibles, que lucharán siempre con ilusión y entusiasmo.

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La liturgia pascual insiste en la gratuidad de la fe.  La resurrección es el objeto principal de la fe. Ahora bien, en la resurrección solamente se puede creer. Aún más, los que sin haber visto han creído son declarados bienaventurados. Hay crisis de fe cuando se la racionaliza demasiado, o cuando todo el tiempo queremos "ver". 

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¿Aquel que no ha descubierto a Cristo en su vida, cómo podrá llegar a descubrirlo en los signos eucarísticos?

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)

domingo, 21 de abril de 2019

LA FIESTA ES NOVEDAD DE VIDA (Domingo de Resurrección)

La fiesta es una palabra mágica que siempre conmueve el corazón humano. Es un deseo profundo que aún no se ha desvalorizado. Tanto en las religiones antiguas como en el desacralizado mundo moderno, el hombre necesita y busca espacios de tiempo despejados para celebrar la fiesta. El deseo de participar en ella surge porque quiere liberarse de la caducidad de todo lo que le rodea y empalmar con un tiempo, pasado o futuro, que sea salvador. 

 La fiesta pretende la liquidación de un mundo viejo y amenazador. Los ritos de la expulsión del pecado y de purificación persiguen ese fin. Por ello en la fiesta humana aparecen los elementos de quemar imágenes del año transcurrido, destruir cosas, desgastar las formass viejas, derrochar todo lo acumulado. 

 Pero la fiesta busca también una renovación, alcanzar el nuevo ser del hombre, penetrar en ese círculo en el que sea posible conectar con toda energía vital.  De esa manera, se consigue destruir la amenaza del mundo viejo y alcanzar las fuerzas vitales de lo nuevo.

 La fe cristiana no prescinde de la fiesta, pero la encaja en la historia y la salva de la alienación. La fiesta está en el corazón del hombre. La superación del hombre viejo, abocado a la muerte, no se consigue con destruir freneticamente cosas exteriores, sino mediante la conversión del corazón. El edificio del mundo nuevo, de la creatura regenerada, es el resultado de aceptar el principio vital de una levadura nueva que hará fermentar toda la masa. 

 La Iglesia celebra la fiesta de la Resurrección de su Señor, no mediante ritos externos, sino mediante la novedad de vida de sus miembros. 

(Tomado de MISAL DE LA COMUNIDAD)

sábado, 20 de abril de 2019

UN CRISTO DE CARNE Y HUESO

De qué quiere usted la imagen
Preguntó el imaginero,
Tenemos santos de pino,
Hay imágenes de yeso
Mire este Cristo yacente
Madera de puro cedro
Depende de quien la encarga
Una familia o un templo
O si el único objetivo
Es ponerla en un museo


Déjeme pues que le explique
Lo que de verdad deseo

Yo necesito una imagen
De Jesús el galileo
Que refleje su fracaso
Intentando un mundo nuevo
Que conmueva las conciencias
Y cambie los pensamientos
Yo no la quiero encerrada
En iglesias y conventos,

Ni en casa de una familia
Para presidir sus rezos
No es para llevarla en andas
Cargada por costaleros
Yo quiero una imagen viva
De un Jesús hombre, sufriendo,
Que ilumine a quien la mire
El corazón y el cerebro

Que den ganas de bajarlo
De su cruz y del tormento,
Y quien contemple esa imagen
No quede mirando un muerto
Ni que con ojos de artista
Sólo contemple un objeto
Ante el que exclame admirado
¡que torturado mas bello!

Perdóneme si le digo,
Responde el imaginero
Que aquí no hallara seguro
La imagen del Nazareno

Vaya a buscarla en las calles
Entre las gentes sin techo
En hospicios y hospitales
Donde haya gente muriendo
En los centros de acogida
En que abandonan a viejos
En el pueblo marginado
Entre los niños hambrientos
En mujeres maltratadas
En personas sin empleo

Pero la imagen de Cristo
No la busque en los museos
No la busque en las estatuas
En los altares y templos
Ni siga en las procesiones
Los pasos del Nazareno
No la busque de madera
De bronce de piedra o yeso
¡mejor busque entre los pobres
Su imagen de carne y hueso ¡

Gabriela Mistral

viernes, 19 de abril de 2019

DENTRO DE TODOS, LA LOCURA...

"Dentro de cada uno, 
dentro de todos, escondida, 
la locura se encuentra. 
Si uno se acerca al abismo, 
si uno se entretiene indeciso, 
si uno no salta, 
te atrapa, 
te deja pegada al espejo 
donde solo tú existes 
en un sueño o un delirio eterno".

Magaly Alabau
(Fragmento de un poema)

VIERNES SANTO: LA MUERTE VICTORIOSA

La muerte es el acto definitivo del hombre. Le enfrenta con el propio destino y le hace tomar una opción fundamental. Agudiza el misterio humano; acentúa la soledad del individuo, pone a prueba la relación con los otros mediante la elección entre la comunión o la ruptura, cuestiona el futuro y la esperanza. No es superficial el enfrentamiento con la muerte. 

Ante su muerte, el ser humano se encuentra desamparado, abandonado. El grito humano que se resiste a morir no recibe por parte de Dios otra respuesta que el silencio. ¿Por qué me has desamparado? Los seres humanos tampoco, a la hora de la muerte, pueden hacer nada a nuestro lado, tanto si son amigos como enemigos. La muerte supone preguntas tan lúcidas como el sentido de la vida, su logro o equivocación, si hay alguien que nos acoge y si queda un resquicio para la confianza.  Alrededor hay noche oscura.

La muerte proporciona la oportunidad de realizar el acto de fe definitivo. Una fe contra toda evidencia, una esperanza contras toda esperanza; la confianza que traspasa la espesa noche de la nada para encontrar unas manos que nos acogen con amor infinito. 
"A tus manos encomiendo mi espíritu". 

Esta es la muerte victoriosa, la que vence a la misma muerte en su propio terreno. Muerte con sentido que salva al hombre, que le prepara para la comunión con Dios y la relación sin trabas con los demás y con el universo. Esta muerte es la transformación necesaria para entrar a vivir sin riesgos el nuevo mundo en el que se ha creído y esperado. En la cruz de Jesús se abren de par en par las puertas de la resurrección gloriosa del ser humano.
Así, en el relato de la pasión, en Juan, las últimas palabras de Jesús en la cruz son estas: "Todo está cumplido".

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)


miércoles, 17 de abril de 2019

JUEVES SANTO: EL SACRAMENTO DEL DIOS AMOR

Dios es amor. La manifestación de Dios en Jesús de Nazaret se caracteriza por un amor que llega hasta el extremo, hasta la locura.  Este amor de Dios es pensado como un servicio al hombre y a su mundo, como un compromiso de Dios para ayudar a que el ser humano llegue a vivir dignamente en el mundo. 

Este misterio de Dios revelado en Jesús es, a la vez,  la manifestación de lo que ha de llegar a ser el mundo. El principio animador de toda transformación ha de ser el amor. Este espíritu crea la fraternidad humana y hace que unos estén al servicio de los otros.  Esto supone que el hombre frente al hombre no es un competidor ni un ser que se apropia de lo de los demás y lo acumula en su propio provecho.  La fraternidad conlleva la comprensión, la comunión, la confianza mutua. La alianza de Dios con el hombre empuja, por un lado, a realizar la promoción de la sociedad, superar las estructuras que esclavizan, y estar dispuestos a salir hacia una tierra donde sea posible la libertad. 

La Eucaristía es el sacramento de toda la obra salvadora de Dios y de la vivencia que de esta salvación tiene la comunidad. En ella se hace presente la comunión con Dios y la comunión fraternal. Los gestos del servicio de Cristo exigen que todos los miembros de la comunidad estén dispuestos a poner lo propio en común. Por otro lado, es necesario que al comer la Eucaristía, sacramento de la Pascua, se esté dispuesto a emprender el camino de la liberación; es un signo que manifiesta nuestra decisión de pasar de la esclavitud a la libertad, de un mundo envejecido a la nueva creación.

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La celebración eucarística no es solamente el centro del culto cristiano, sino el espacio esencial de la proclamación evangélica. En el cristianismo, el culto no puede ser exclusivamente litúrgico, sino también profético.

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Jesús, que es el único Señor y Maestro, adopta en el seno dce la comunidad una actitud inequívoca de servicio. De aquí que es incomprensible que pertenezcan a una iglesia cristiana, y mucho menos que ocupen en ella puestos de honor, lo que del ejercicio de la autoridad han hecho una opresión, una explotación o una tiranía.

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Solamente es posible celebrar la Eucaristía si hay en la comunidad una verdadera actitud de servicio mutuo. Para celebrar el sacramento del cuerpo de Cristo es necesario que la comunidad sea por la unidad del cuerpo de Cristo.  Si se vive en comunión, si la fe vivida ha hecho poner en común lo propio, entonces se puede participar en la comunión con  Jesucristo. De lo contrario, es preferible que tomemos más en serio el sacramento de la muerte del Señor. Dejemos la ofrenda en el altar y ocupémonos de hacer surgir la comunidad por la vivencia de la fe. 

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)

domingo, 14 de abril de 2019

VIAJE A ÍTACA (LA SUERTE DE LAS ISLAS)

Cuando emprendas tu viaje a Itaca 
pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.


Pide que el camino sea largo. 
Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. 
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente. 
Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje. 
Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Itacas.

Poesia: Konstantinos Kavafis

sábado, 13 de abril de 2019

DOMINGO DE RAMOS

No está el mundo acostumbrado a que un hombre entregue su vida en favor de los demás, A lo que sí estamos acostumbrados es a que unos hombres quiten la vida a otros. No se trata sólo de que recordemos los homicidios, en los que se repite el drama de Caín y Abel. Hay muchas formas de que los hombres arrebaten violentamente la vida a sus semejantes. La humanidad se ha habituado a las guerras, al hambre, a las torturas, a las opresiones, a la explotación sin tregua.  Pueblos enteros son exterminados. Los hombres llevamos las manos manchadas de sangre; hay una sed insaciable de sofocar la vida de los otros. 

 Pero también hay gente buena en el mundo . Pocos o muchos, pero pesan en la balanza más que todos los que viven del odio y siembran la muerte. Conocemos las historias de los que viven preocupados por el bien de los demás, exponen su vida y hasta llegan a perderla si es preciso por la misma causa.  Hay mujeres y hombres que se despojan, que son solidarios, que cargan con el peso de otros, con el dolor de los oprimidos, hasta perder ante la sociedad el trabajo, la libertad, los derechos, el llevar una vida normal. 


Todo eso viene a nuestra mente cuando escuchamos o leemos, en cualquiera de los cuatro Evangelios canónicos, el relato de la pasión de Jesús;  es una muestra inigualable de que el verdadero camino de la perfeción del ser humano es el amor a los demás, hasta ser capaces de dar la vida por ellos. La firme convicción de la fe cristiana proclama que quien pierda su vida, la gana para siempre, y que no hay amor más grande que ese. 

Nosotros hemos venido preparando a lo largo de toda la Cuaresma, con obras de penitencia y caridad, las celebraciones de esta semana grande. Con el Domingo de Ramos inauguramos, junto con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la pasión y resurrección de Jesucristo; misterios que empezaron con la entrada solemne del Señor en Jerusalén.

Que la celebración gozosa de estos misterios anime y sostenga nuestra fe, para que renovados espiritualmente con los hechos que actualizamos, experimentemos ya desde ahora los gozos y frutos de la Resurrección

PALABRAS DE JESÚS EN SEMANA SANTA...

De un amigo en las redes, Antonio Fernández, tomo esta sencilla reflexión que personalmente me ha resultado provechosa e iluminadora, sobre todo por esa serie de "Palabras de Jesús", que tantas ideas y pautas me sugieren: 

Hoy en la antesala ya del comienzo de la Semana Santa o Semana Mayor de la Iglesia, quiero escribir esta reflexión, ante todo para comprometerme yo primero y así sugerirle a mis amigos y seguidores que durante este sagrado tiempo, dejemos a un lado, en lo que más posible que podamos, sin abandonar nuestras obligaciones cotidianas de familia, trabajo y sociales. Tratemos de darle una pausa a nuestras preocupaciones políticas, humanas y si fuera posible hasta personales; poner todos nuestros intereses, nuestros gustos y disgustos, nuestros planes y temores, nuestro futuro y también nuestro pasado a los pies de la Cruz.


Volvamos nuestros ojos ya desde hoy hacia Jerusalén, caminemos por sus calles, tratemos de escuchar las aclamaciones de “Hosannas” y también los gritos de “Crucifícale” ¿Cuántas veces, si no de nuestras gargantas, han salido esos mismos gritos y exclamaciones de nuestras propias vidas y testimonios?

Pocas fueron las palabras de Jesús en aquellos días de su pasión, muerte y resurrección, dos milenios atrás; pensemos y reflexionemos sobre algunas de ellas durante esta semana más que simplemente quedarnos sólo con sentimentalismos y emociones de escenas sacadas de una cinta de cine...

* “El Señor lo necesita”
* “Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras”
* “Tomen y coman”
* “Yo estoy en medio de ustedes...”
* ¿Por qué están dormidos?
* “Oren para no caer en tentación”
* “No se haga mi voluntad, sino la tuya”
* “Yo soy”
* “No lloren por mi, lloren por ustedes”
* “Ahí está tu madre”
* “Tengo sed”
* “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
* “Hoy, estarás conmigo en el paraíso”
* “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”
* “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
* “Todo está cumplido”
* “¿De que se asustan?”
* “No tengan miedo” 
* “¿Qué es lo que conversan por el camino?” 
* “Yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos”

martes, 9 de abril de 2019

PARA VIVIR LA SEMANA SANTA...

Hoy quiero volver a compartir algunas ideas en torno a la Semana Santa, publicadas hace tiempo ya, en este mismo blog, y parto de esta idea: todo el Triduo Sacro es expresión de la ley fundamental de nuestra vida, de lo que somos, de lo que implica vivir; por eso debemos celebrar esos días con particular atención, participando de la liturgia, pero también reflexionando a nivel personal. Recuerda bien: vale detenerse en los símbolos que aparecen durante estos días: el pan y el cáliz, el lavatorio de los pies, la cruz, el Monumento, el sepulcro, la oscuridad y la luz, etc; cada uno de ellos son, al mismo tiempo, referencias de nuestra vida e imágenes de nuestra salvación.

Si en estos días acompañamos a Jesús en su camino de Pasión, muerte y resurrección, recorreremos al mismo tiempo la ruta de nuestra propia autorrealización humana, y lo haremos en cuatro momentos. Prestemos atención:

1. Jueves Santo…….ACEPTACIÓN.

2. Viernes Santo…….ABANDONO.

3. Sábado Santo……UNIFICACIÓN.

4. Pascua……RENOVACIÓN.

Explicar esto detalladamente supondría mucho tiempo y espacio, pero intentaré resumirlo de alguna manera.

ACEPTACIÓN: En la última Cena somos plenamente acogidos y aceptados por Jesús; Él nos sienta a su mesa, señal de fraternidad, nos lava los pies, nos invita a vivir y celebrar la Vida. No hay nada en nosotros que Él no acoja y bendiga; Él se hace totalmente nuestro, se entrega. Por ello también nuestra vida ha de ser como la de Jesús: acogedora, abierta, servicial, entregada. Aceptar nuestra humanidad, en la que el Hijo de Dios quiso encarnarse, y mostrarnos que ese es el camino por el que Dios viene a nosotros.

ABANDONO: Jesús se debate, inquieto en el Huerto de los Olivos, pero acaba entregándose al Padre totalmente. Expresión de confianza absoluta, que implica incluso aceptar la muerte en medio de la incertidumbre y del desamparo. Es la respuesta que debemos dar nosotros en cada momento de nuestra vida a la pregunta: ¿Está o no está aquí y ahora Dios con nosotros? Eso es la fe, confiar en que estamos totalmente en sus manos.

UNIFICACIÓN: Dice Jesús…"Si el grano de trigo no cae en tierra y muere...”. Morir para vivir. Aguardar en oscuridad y silencio, “Sé que mi Redentor vive...”. Ese es el tiempo en que la semilla aguarda en lo hondo de la tierra. Ahí soy purificado para poder comenzar una vida nueva….soy unificado.

RENOVACIÓN: Y así llega la Primavera, y con ella el tiempo de florecer de nuevo, de resucitar con Cristo. La muerte ha sido vencida, y lo será una y otra vez hasta la definitiva, cuando volvamos al Uno, de donde salimos. 

Si te detienes a pensar en cada uno de estos pasos te darás cuenta de que acontecen muchas veces a lo largo de tu vida, y de que toda tu vida expresa este misterio, que es el MISTERIO DE CRISTO que celebramos domingo tras domingo, y que celebraremos de modo particular durante las próximas jornadas.

sábado, 6 de abril de 2019

LA NUEVA INOCENCIA (Raimon Panikkar)

La nueva inocencia es una recopilación de algunos de los artículos más importantes publicados por Raimon Panikkar entre 1960 y 1990, a menudo reelaborados en esta edición. El premio Nobel Octavio Paz, en Vislumbres de la India, describió a Panikkar como “hombre de inteligencia eléctrica”. La metáfora de la “inteligencia eléctrica” es apropiada: cuando Panikkar entra en debate, o cuando la llama de su pensamiento se aviva, sus razonamientos e intuiciones se despliegan como relámpagos que en su zigzaguear unen puntos que parecían completamente inconexos. Los relámpagos son el hilo conductor de esta recopilación de artículos, dividida en tres partes (“Relámpagos blancos”, “Relámpagos rojos” y “Relámpagos azules”) y encabezada por una cita de Ramon Llull: “E qui fa ploure e lampegar?” (“¿Y quién hace llover y relampaguear?”). 

Perdida la primera inocencia, tal vez solo desde una nueva inocencia podemos hoy abrirnos a una vida plenamente humana. Como señala Panikkar en el primer artículo de esta obra (titulado, precisamente, “La nueva inocencia”): “El hombre occidental de hoy, privado de un apoyo tradicional cultural y religioso, siente cada vez más que vive en un universo alienador y alienado… Falto de un punto focal espacial, intenta situar este centro en el futuro, que se ha convertido para muchos en el símbolo moderno de la trascendencia… Solo una metanoia radical, un cambio total de mentalidad, corazón y espíritu, puede encajar con nuestras necesidades”.

La primera parte, Relámpagos blancos, recoge reflexiones filosóficas en torno a cuestiones contemporáneas como “el espejismo del futuro”, “la trampa del bilinguismo”, “el tecnocentrismo” o “la injusticia en el mundo”. 
La segunda parte, Relámpagos rojos, recoge artículos que exploran la situación actual del hecho cristiano. Son, como escribe Panikkar, “relámpagos de cristianía”. Aquí hallamos textos como “Un aspecto ignorado del catolicismo moderno: la conciencia cósmica”, “Novenario sobre Dios”, “¿Qué significa hoy confesarse cristiano?” y “El amanecer de la cristianía”.
La tercera parte, Relámpagos azules, reflexiona sobre el diálogo entre culturas y religiones que exige nuestro tiempo. Los “aislamientos artificiales”, escribe Panikkar, “ya no sirven”. Entre los textos aquí reunidos destacan “El sermón de la montaña del diálogo intrareligioso”, “Hacia un ecumenismo ecuménico”, “La concordia religiosa según Ramon Llull”, “La paz política como objetivo religioso” y “Una nueva conciencia para una nueva humanidad”.

Jordi Pigem

PRIMERO EL PERDÓN, DESPUÉS EL ARREPENTIMIENTO

"No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; 
miren que realizo algo nuevo; 
ya está brotando, ¿no lo notan?" (Isaías).

"No con mi propia justicia basada en la ley, 
sino con aquella que nace de la fe en Cristo, 
la justicia que Dios concede al que cree
(Filipenses).

"El que no tenga pecado que tire la primera piedra". 
"Tampoco yo te condeno"
 (Juan).

El Hijo, que se manifiesta como el Padre Dios, no juzga a nadie. Y ese será el mayor crimen de Jesús y por él será juzgado y condenado: por no juzgar ni condenar. Jesús es la mejor muestra de la manera como Dios perdona a sus hijas y a sus hijos. Tradicionalmente pensamos que el perdón de Dios llega a nosotros después de nuestro arrepentimiento. Pero en realidad eso no es así. Primero es el perdón. 
Es Dios quien nos busca, quien  por puro amor nos perdona. El arrepentimiento viene después, es la consecuencia de sentir un amor sin límites que rompe toda lógica humana de revancha, posibilitando así nuevamente la vida. En el perdón Dios vuelve a decirle a cada uno de sus hijos: Tú eres un ser posible, porque eres amado de una manera única, la manera de Dios

Podemos cantar siempre con el salmista:
"El Señor ha estado grande con nosotros
y estamos alegre".

La alegría brota de saber que Dios hace posible siempre el perdón.
¡Qué bueno sería que dejásemos de hacernos daño unos a otros!.
Que dejásemos de arrojarnos piedras y nos abrazásemos como hermanos.

Vivamos la Pascua con la alegría de saber que el Padre Dios nos mira con amor y nos convoca, siempre, a la vida en plenitud. 

(Con ideas del Diario Bíblico 2019)



miércoles, 3 de abril de 2019

YO SOY LA VIDA (Quinto domingo de Cuaresma).

No tiene el ser humano nada más importante que la vida; la vida es lo más radicalmente serio que tenemos. La amamos apasionadamente, la buscamos sin pausa, como si continuamente se nos escapara, y de hecho cada minuto de vida vivido es un minuto de vida menos que tenemos. Por eso, por la certeza de que morimos al mismo tiempo que vivimos, queremos vivir a todo motor, freneticamente. Por la vida se es capaz de dar todo, hasta la propia vida. La vida es el valor más importante que tenemos y a la vez nuestro mayor problema; y es que siempre nos amenaza el temor de perderla; la muerte física, o la destrución violenta de la vida nos preocupa y nos angustia.

Pero hay también otra muerte que nos ronda y amenaza igual, sin dejarnos en paz: la ausencia del sentido de la vida. ¿Para qué vivimos? ¿Merece la pena vivir la vida? Esto que tenemos, ¿es un castigo o una oportunidad? ¿Somos algo más que un absurdo, una pasión inútil o un sinsentido?

Y a pesar de las dudas, queremos seguir viviendo. De las raíces mismas del ser humano surge un valor que nos empuja a desear la vida, a amarla, a cuidarla, a aceptarla. Nuestra vida es tan importante que el núcleo de la revelación cristiana es el anuncio de la salvación, como vida ofrecida al hombre. Pero Dios no nos ofrece otra vida, distinta de la nuestra, sino que nos garantiza la salvación de nuestra propia vida. 

El creyente sabe que la vida humana no acaba con la muerte, que nuestra vida no se estrella contra el muro de la nada y el absurdo. Confiamos en que Dios recogerá en sus manos la vida del hombre y tenemos la esperanza de que la plenificará.

En el Ciclo A leemos este domingo el pasaje evangélico de la resurrección de Lázaro, y en el Ciclo C, el de este año, el Evangelio que narra el encuentro de Jesús con la mujer pecadora a la que la multitud quiere apedrear. Tanto a Lázaro como a esta mujer Jesús les devuelve la vida, una vida mejor. Les saca a ambos de un sepulcro, de lo oscuro, para llevarlos a la luz.

martes, 2 de abril de 2019

VOLVERSE OCÉANO

"Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo…
mira para atrás, para todo el día recorrido,
para las cumbres y las montañas,
para el largo y sinuoso camino que atravesó entre selvas y pueblos,
y ve hacia adelante un océano tan extenso,
que entrar en él es nada más que desaparecer para siempre.

Pero no existe otra manera.
El río no puede volver.
Nadie puede volver.
Volver es imposible en la existencia.
El río precisa arriesgarse y entrar al océano.

Solamente al entrar en él, el miedo desaparecerá,
porque apenas en ese momento,
sabrá que no se trata de desaparecer en él,
sino de volverse océano”

Khalil Gilbran
(Gracias a Yanet Tápanes)