lunes, 31 de agosto de 2009

AMISTAD

“El azar no es la razón de mis amigos”.
“La amistad no es para mí una bagatela”
R.Rolland.


Sobre todas las cosas de este mundo yo pongo la amistad.
Gracias a ella respiro, defiendo mi verdad, espero y crezco.
Gracias a los que araron estos años por surcos paralelos,
Ligados por la magia tierna y poderosa
Que se esconde detrás de una palabra tan pequeña.

Creo absolutamente en mis amigos,
En la fe con que persiguen sus estrellas,
En la pureza tímida de un gesto,
En las cartas que me deben todavía,
Y en sus poemas, padres o hermanos de los míos.
Creo más allá de falsos juramentos,
Más allá de la duda y las traiciones,
Más allá de la mudez de algunos y las sombras,
Más allá de mí mismo.
¡Cómo no creer en las piedras de mi templo,
en las ramas de mi árbol y en mi ángel,
en los cuerpos y abrigos que cubrieron
la soledad y el frío de este hombre!

Yo no tengo amigos por azar.
Todos ellos son hijos de mi instinto, de mis ganas de amar,
De mis aciertos, y de mi libertad para elegir.
Mis amigos llevaron fuego y temor en la mirada,
Fueron culpables de amar o de estar vivos,
Pero salieron a mi encuentro sin caretas,
Compartiendo su pan con mis desganas,
Dándome el corazón sin condiciones.
Yo nunca dije que no a quien me buscaba,
Nunca volví la espalda a la esperanza.

Porque mis manos nacieron vacías
Y ellos las llenaron de palomas,
Perdonaron mis culpas, creyeron en mis sueños,
Supieron aplaudirme las locuras si hizo falta,
Esperaron una y otra vez la noche en cada senda,
Con el aliento listo para el llanto.
En fin, porque citaron mi pena en las esquinas,
Y acabaron desnudándose ante mí
Para probar que no mentían.

Todos optaron libremente por mi historia,
Y supe que estaban hechos para mí
Desde el primer instante.
Vinieron a ocuparme el pecho con sus versos,
Jamás faltaron a los aniversarios,
Estaban llenos de palabras listas para abrir,
Para salvar mis ojos de las olas,
Para ofrecerme en cada momento esa verdad inexplicable
Con que tejieron las redes en mi orilla
Y se quedaron para siempre.

Gracias por los que están, por los que fueron,
Por el Amigo Mayor que vela en mis caminos,
Por la luz y la sal para estos tiempos.
Gracias por declararse totalmente responsables
Y jurar que la casualidad es inocente,
Que no puede el azar ser la razón de tanta maravilla.

Diciembre de 1992.
Manuel Enrique Valls.