viernes, 31 de mayo de 2019

ENTRE EL ANHELO Y LA PROMESA, LA TAREA COTIDIANA (Domingo de la Ascensión).

La perfección del ser humano es concebida como una superación, un progreso, una maduración. Perfeccionarse es dar pasos adelante, alcanzar nuevas metas, desarrollar facetas inéditas de la personalidad, acercarse a la plenitud. Las imágenes que indican las posibilidades de la vida humana son la semilla que crece, el camino que se recorre, la meta que se espera. 

 El ser humano, sin embargo, nunca llega a alcanzar la madurez que persigure; la vida es un proyecto que se va perfilando, pero que nunca se acaba. Por ello, para mantenerse en forma, es necesario tener presente la promesa, la meta, aquello que queremos alcanzar. Pero la esperanza no es una mera lejanía que se intuye, sino que es un quehacer, un compromiso actual. El futuro del ser humano interpreta y diseña su presente.

 La ascensión de Jesús nos revela que la plenitud solamente la alcanzamos al final y que, además, es un don de Dios.Jesús exhaltado, hecho Señor y Primogénito de sus hermanos, es la garantía de la promesa que esperamos. Pero es, a la vez, un proyecto inmediato de acción, un quehacer, una tarea sin dilación. "¿Qué hacen ahí mirando al cielo? Volverá", pero, por el momento, Vayan a Galilea, permanezcan en la ciudad, y hagan discípulos, sabiendo que  "yo estoy con ustedes todos los días". 

La Ascensión de Cristo supone el dominio definitivo sobre todo lo que amenaza a la existencia humana. Si, pues, Cristo tiene a la Iglesia como su brazo derecho y su complemento, ¿por qué los cristianos se inhiben con tanta frecuencia de participar en las luchas humanas contra todos los que intentan frenar el proceso de liberación?

La Ascensión de Jesús  es la imagen espiritual de una certeza:  que la vida humana no termina en una frustración, sino en una PLENITUD. Pero, la salvación no es una cosa hecha, que baja del cielo, sino todo un camino que hay que recorrer a través de los avatares de la historia humana. Y la Iglesia, para evangelizar bien, tiene que hacer claros gestos a favor de todos los oprimidos, explotados y alienados.

(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)

martes, 28 de mayo de 2019

PREDICANDO EN LAS REDES...

Las redes sociales están llenas de mensajes absurdos, en los que no se ha puesto el mínimo de reflexión para escribirlos o compartirlos. Muchos mensajes tildados de "católicos", a menudo agresivos y beligerantes, y por demás poco caritativos, nada tienen que ver con mi modo de vivir y entender el camino cristiano. Procuro pasar de ellos, y a veces los bloqueo para no verme en la tentación de comentarlos, pero en algún que otro caso se me va la mano y digo algo al respecto. La siguiente imagen es uno de esos casos, y adjunto mi comentario en Facebook:

 
El movimiento protestante nació de complejas situaciones históricas de la Iglesia, a las que sus líderes en aquel momento no supieron responder; por tanto la división es resultado de la incompetencia de católicos y protestantes. Luego, muchas de las ideas de aquel movimiento religioso, nacido en Alemania, y liderado por Martín Lutero, fueron asumidas poco a poco por el catolicismo. 

No es cierto que los católicos no hayan dicho nada desde entonces, qué absurdo, pues siempre se mantuvo el enfrentamiento, teológico, y a menudo violento (y poco cristiano), entre las diversas interpretaciones del camino de Jesús. Hasta antes del Concilio Vaticano II las relaciones entre las diversas iglesias era complejo y violento, y fue el espíritu de la época  y la visión de algunos líderes lo que hizo que esto cambiara y se fomentara el ecumenismo.

Es cierto que el protestantismo estimuló la lectura de la Biblia, sobre todo en las lenguas vernáculas, cosa que el Catolicismo lamentablemente no hacía, y además los católicos, en la actualidad, no siempre conocen la Escritura, como otros cristianos, aunque sea simplemente para citarla. 

Ningún cura va a descubrir ahora nada nuevo, y poco ayuda si en lugar de trabajar para superar las divisiones, las ahonda, en plan de una nueva cruzada. Lo propio de un discípulo de Cristo es sembrar amor, perdón, y cooperar para "que todos sean uno" como lo pidió el Maestro. Y algo importante: no se puede confundir el protestantismo histórico (Lutero, Calvino, Episcopalismo y derivados...), con el que la Iglesia Católica mantiene relaciones fraternales, con movimientos evangélicos más recientes, con frecuencia sectarios e intolerantes. 

Instruirse en la fe es conocer la historia y la teología, para ayudar a construir el Reino, no sembrar cizaña y enfrentar a los cristianos, y está mal si así lo hacen tanto católicos como protestantes. Es increíble el hecho de que estemos tan preocupados por "convertir" al otro a "nuestra" fe, o a nuestra iglesia, en lugar de llevar a todos a Cristo, y habiendo aun tantos que no le conocen ni experimentan la alegría de encontrarse con Él, mas allá de denominaciones, tradiciones, devociones o cumplimientos. Buena imagen estamos dando los cristianos al mundo con estas batallitas que solo muestran lo limitado de nuestra visión espiritual.

domingo, 26 de mayo de 2019

LA ETERNIDAD ES EL AMOR

"Todos nosotros, sin importar en qué etapa de la vida estemos, deberíamos aprender a vivir a la luz de la eternidad. Según nos dan a entender las sagradas escrituras, la eternidad no se trata de una vida sin fin tal como la conocemos; la que conocemos aquí pronto acabará. La eternidad es una vida nueva, libre de los poderes destructivos de la muerte, una vida plena donde reina el amor. La promesa de una vida eterna tiene menos que ver con la duración del tiempo y más que ver con cierto tipo de vida: una vida de paz, compañerismo y abundancia. Y esa vida puede comenzar ahora".

(Johann Christoph Arnold)



"¿Dices que no tienes fé?
Ama, y tendrás fe.
¿Dices que estás triste?
Ama, y serás alegre.
¿Dices que estás solo?
Ama, y romperás tu soledad. 
¿Dices que estás en el infierno?
Ama, y descubrirás que estás en el cielo".

(Carlo Carretto)

viernes, 24 de mayo de 2019

GUARDAR Y CUMPLIR SU PALABRA (Sexto domingo de Pascua)

El hombre justo vive en tensión con la estructura del mundo en el que se tiene que mover.  El conflicto lo provoca la injusticia, la incomprensión, las coacciones del medio ambiente, los sistemas económicos y sociales que rigen la convivencia. Hay quienes se conforman con estar en desacuerdo, mientras que otros se dedican a realizar su transformación individual, y esperan que, por el proceso imprevisible del tiempo, todo cambie y evolucione. 

Pero no basta con eso; no es suficiente pensar lo recto y desear el cambio. Debemos esforzarnos por "cumplirlo con la ayuda de Dios". La estructura de este mundo está poseída por un espíritu de injusticia, y el hombre justo, con su acción, ha de trabajar para expulsar este espíritu del mal. En el proceso de esta lucha hay que tener confianza: "Que no tiemblen sus corazones ni se acobarden". El Espíritu de Dios está presente en el mundo para transformarlo, convenciéndolo de su injusticia y liberándolo de las estructuras de pecado. 

 En esta lucha para condseguir la justicia y la liberación no hay espacios acotados. El orden temporal, en todos sus aspectos, debe ser invadido por la crítica y transformación del Espíritu del Resucitado. Afirmar hoy que Jesús ha resucitado, sin embargo, no crea ninguna conmoción. Lo que produce la crisis, la persecución, es revelar y exigir las consecuencias de esta acción de Dios, que ha resucitado a Jesucristo, y quiere que todo y todos participemos de esa resurrección. 

 Nosotros comulgamos con la Palabra que se ha encarnado en el mundo para salvarlo.  Guardar esa Palabra quiere decir hacerla presente en nuestra vida personal y comunitaria, para que, como una levadura, transforme la tierra según el proyecto de Dios.

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Los cristianos no deben imponer su fe a los hombres con orgullosas pretensiones. Solamente deben ser hombres y mujeres de buena conducta y llenos de esperanza, hasta el punto de que sus compañeros queden sorprendidos y les pregunten què esperan y por què. Entonces serà oportuna una respuesta de fe.

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El Espìritu Santo, presente en la comunidad de creyentes, es el ùnico defensor y abogado que Jesùs ha legado a sus discìpulos. La Iglesia no deberà buscar otras apoyaturas de tipo mundano, por muy honorables y respetuosas que sean.


(Notas tomadas del MISAL DE LA COMUNIDAD)

jueves, 23 de mayo de 2019

PARA AMAR Y SERVIR (Quinto domingo de Pascua).


En un mundo centrado en el TENER, estar disponibles para servir al que lo necesite no es algo que goce de mucho prestigio.  Quién es capaz de ponerse a servir espontánea y gratuitamente a los demás? Los que tienen dinero conquistan con el poder de la riqueza a los más pobres y los ponen a su servicio. Cuanto más poderosa es una persona tiene más servidores, y él, a su vez, sirve menos a los demás. Pareciera que es la dinámica normal, lo inevitable. 

Quien participe de esta mentalidad, no entenderá los criterios evangélicos sobre el servicio a los demás. El servicio es la manifestación de que nos amamos los unos a los otros. El amor es una preocupación mutua, en la que los que se aman están dispuestos a compartir la trabajosa vida de cada uno. Ha de ser un amor que no quede reducido a meras palabras, sino que se ha de manifestar en actos.  Estar pendiente del otro, preocupados, atentos a sus necesidades con una actitud de ayuda, eso es el servicio.

 La comunidad cristiana en el mundo no tiene más sentido que ser servidora de esta humanidad: la misión de la Iglesia es el anuncio de la salvación, impulsada por el amor al mundo.  La Iglesia, por otro lado, como sacramento de la salvación, tiene que realizar en su seno la realidad de la vida humana: el amor y el servicio. La institución de los diáconos, servidores de la comunidad, solo es una muestra de esta tendencia fundamental que la comunidad debe realizar. 

CICLO A

Primera lectura: Hechos 6, 1-7. En aquella primera comunidad cristiana todos eran todavía judíos, pero unos procedían de la emigración y eran más abiertos, mientras que los que pertenecían a familias que nunca abandonaron Palestina eran más conservadores y tradicionalistas. Estos últimos trataban a los primeros como cristianos de segunda clase, provocando situaciones  de tensión, por lo que los apóstoles buscan resolver todo esto, rechazando cualquier discriminación. 

Segunda lectura: Primera de Pedro 2, 4-9.  Los cristianos forman parte de un pueblo sacerdotal, no como el pueblo de Israel, donde solamente una casta tenía ese privilegio. De ahí que el sacerdocio ministerial, que ejercen algunos en la comunidad, no deba suponer ningún privilegio, sino un servicio a compartir con el resto de los cristianos. 

Evangelio: Juan 14, 1-12. El itinerario del hombre hacia Dios pasa necesariamente por Cristo. Ahora bien, este encuentro con Cristo no va envuelto en un ambiente de prodigios deslumbrantes. Cristo se manifiesta a través de sus obras, que son obras a favor de la liberación humana. Igualmente la Iglesia, en nombre de Cristo, continuará estas mismas obras, y ellas serán su grado de credibilidad. 

COMENTARIO BREVE:

Jesús dijo palabras esperanzadoras a los suyos para fortalecerles y hasta ilusionarles, de modo que resistieran el momento de la prueba. Y una promesa: Les llevaré conmigo. Son palabras entrañables, y tranquilizantes: En la casa de mi Padre hay muchas estancias...

Las palabras de Tomás expresan las dudas e inquietudes de los discípulos, también las nuestras. Ellos han de dar el salto para reconocer en Jesús al Dios trascendente; nosotros, para encontrarle en lo humano, en lo cercano.

Jesús lo deja claro: El camino soy yo, nadie va al Padre si no es por mí, el Padre y yo somos uno... Reconocer a Dios en la humanidad de Jesús no resulta fácil para muchos, que siguen buscándolo en lo extraordinario, en milagros y visiones. Pero Dios ha querido hablarnos en nuestro propio lenguaje, y sale a nuestro encuentro cada día; para reconocerle necesitos el trato cotidiano con él, a través de la Escritura, la oración y la compasión con el prójimo. 

DEJAR A DIOS SER DIOS

"Siempre ha sido así en las grandes religiones, tanto las paganas como las cristianas: la gente quiere llegar a Dios a la fuerza. Es como aquella gente que se encuentra en un barco en llamas y todos quieren salvarse a la vez; o en una casa que está por quemarse y todos quieren salir al mismo tiempo por la puerta: entonces se produce una enorme confusión y se aplastan unos a otros. No podemos tomar a mal que así sea. Pero entonces entre toda esta confusión —que lleva a la idolatría y a la superstición tanto en el cristianismo como en el paganismo— debe haber gente apostólica, es decir, gente sobria. No nos imaginamos que los profetas o los apóstoles sean algo extraordinario; lo único que tienen los profetas y los apóstoles es el esperar la palabra de Dios, los demás la quieren fabricar. Un profeta no estudia una carrera, ni un apóstol. ¡Si no tienen la palabra de Dios, no la dan! Un profeta no sigue un programa fijo, un apóstol tampoco; esperan a Dios, aunque tuvieran que esperar años"-

Christoph Friedrich Blumhardt

viernes, 17 de mayo de 2019

LA RELIGIÓN COMO EVANGELIO



"La religión se ve muchas veces cargada con un peso ajeno: experimentada como imposición más o menos represiva. Aparece como religión del deber, de la limitación de la existencia, de la exigencia que no permite descansar… Falso. El peso de la vida no es el peso de la religión, sino el de la existencia como tal. Es el ser del hombre, el realizarse como persona, lo que resulta difícil (también tiene sus gozos). Ser persona: he ahí la exigencia, la llamada hacia adelante, la tarea y la dureza de la libertad. 

La religión viene, justamente, a hacer más llevadera esa tarea. Ofrece la compañía del Señor, su amor, su apoyo, su promesa, su luz, su proyecto seguro… La persona religiosa tiene que hacer lo mismo que los demás (ser persona), pero cuenta para ello con la alegría de una ayuda magnífica. La religión como Evangelio, Buena Noticia. 

Ya se ve que todo lo que impida ver la religión como gracia, liberación, alegría… constituye deformación e incluso “blasfemia”. Dios tiene que aparecer siempre como “cómplice”, como apoyo, como ayuda… en la dura tarea de la vida. Ver su mano tendida como una carga para el hombre es realmente la gran perversión, el gran malentendido”.

(Andrés Torres Queiruga, Repensar la salvación).