viernes, 28 de septiembre de 2018

SOBRE LA HISTORIA OFICIAL

A propósito de la insistencia de los medios nacionales de Cuba en los temas históricos, en detrimento siempre de las noticias de actualidad, vale lo que leo sobre historia y memoria, en un libro de Tony Judt:
Cada monumento, cada alusión conmemorativa a algo del pasado que debería despertar en nosotros sentimientos de respeto, arrepentimiento, orgullo o tristeza, depende de un conocimiento histórico que se da por supuesto: no de la memoria común, sino de una memoria común de la historia tal y como la aprendimos”. 


Hablo de la memoria pública moldeada por el retrato oficial (historia y memoria deben ir juntas, pero no sucede así de hecho). El gobierno ejerce una “pedagogía” de la historia: nos enseña o nos dice qué recordar y cómo recordarlo; vivimos sumergidos en “historia”, se insiste en mirar atrás todo el tiempo para definir nuestro presente desde esa perspectiva, pero resulta que en realidad empobrece nuestra mirada de la historia, nos limita en una verdadera comprensión de la realidad que recordamos y cierra el futuro a sus múltiples posibilidades, pues estamos obligados a imitar, no a recrear o inventar lo que está por delante. 


Este otro texto aporta algo también a la idea anterior:“Las naciones no son datos inmodificables ni desde el punto de vista lógico ni histórico: se trata de ámbitos territoriales de convivencia que no tienen un origen divino ni son inmutables desde el punto de vista de la historia. Las naciones son construcciones culturales, sometidas a las exigencias cambiantes de sus destinatarios, de modo que no tendrá sentido un orden político que deviniese un corsé insoportable o una cárcel para las mismas” 

(Juan José Solozábal, catedrático de derecho constitucional, en EL PAÍS, 10/1/18)

miércoles, 26 de septiembre de 2018

LA ABUNDANCIA DE DIOS



Cada domingo la Palabra proclamada en nuestras comunidades eclesiales nos dice algo importante de Dios, en la persona de Jesús, y eso importante de Dios que está en su Palabra, nos dice algo importante también sobre nosotros mismos. Cuando Dios se revela, nos revela; cuando más ahondamos en Dios, más descubrimos sobre el ser humano

Esta vez, quiero prestar atención a dos palabras claves: abundancia y compartir. Dios es abundancia, así aparece en el salmo 22 (Con él, nada falta, nuestra copa rebosa, alimenta y sostiene) y otro salmo dice: "abres tu mano y nos colmas de favores". Dios es abundancia: lo vemos en su creación, lo vemos cuando acompaña a Israel a lo largo de su historia, lo vemos cuando se entrega del todo en Jesús, lo vemos cuando derrama su Espíritu sobre la Iglesia. Lo vemos en nuestra propia vida. 

Pero la abundancia de Dios exige nuestra respuesta en el compartir: Pensemos en el gesto del joven del Evangelio que, ante el reclamo de Jesús, ofrece lo que tiene de comer; todos tenemos, dice Francisco, nuestros “cinco panes y dos peces” para ofrecer.Es una invitación a sensibilizarnos con las necesidades de los otros, y a no centrarnos egoístamente en las nuestras. 

Resulta fácil pedir a Dios milagros sin comprometernos nosotros de algún modo con su obrar. Los milagros son más grandes cuando los hacemos juntos: Dios y nosotros. Dios tiene para todos, pero luego no queremos o no sabemos compartirlo, lo repartimos mal, y así no somos fieles a nuestra vocación de ser pastores con él, de ser buenos administradores de sus bienes, de ser creadores con él de un mundo nuevo. 

En el gran signo de la multiplicación que propongo contemplar, según el Evangelio de Juan, aparece el modo de obrar de Dios en el mundo, siempre pidiendo la colaboración humana, y es un preámbulo también de la entrega de Jesús, pan de Dios, pan vivo, que se ofrece en cada eucaristía como invitación a que nos entreguemos nosotros también como alimento para los demás, como sal y luz para el mundo en que nos ha tocado vivir

Dios quiere saciar el hambre material, y también nuestra hambre espiritual, nuestra necesidad de sentido, el hambre de trascender. ¿Cómo aplicar esto a nuestra propia comunidad parroquial? En medio de nuestras necesidades Dios provee siempre, pero: ¿Estamos dispuestos a acoger sus dones, a recibirlos con agradecimiento, a mirar su providencia abundante en lo que vamos encontrando en el camino? ¿Colaboramos con Dios o entorpecemos su obra entre nosotros con actitudes egoístas y poco evangélicas

Frente a la abundancia de Dios en la vida, hay que responder siempre con una mayor entrega, y una mayor compasión por todo y todos. Esa abundancia de Dios para con nosotros exige, o más bien provoca en nosotros, el deseo de compartir lo recibido, de ser amables, serviciales y compasivos. Aquella frase bíblica: “Nadie puede ver a Dios y seguir viviendo”, puede entenderse de este modo: si encuentras a Dios en el camino de la vida, vas a morir a lo que eres y nacer a lo que no eres; “Hay que nacer de nuevo”. La abundante misericordia de Dios nos transforma. 

Entonces: ¿Por qué si Dios es abundancia, nosotros vivimos con tanta frecuencia en la escasez, en la pobreza, en el vacío? 

1.Porque no tenemos una conexión consciente con Dios, “en quien vivimos, nos movemos y existimos”. 

2.También porque nos pensamos como individuos aislados de todo y de todos, y si no hay conexión no hay comunicación de bienes, ya sean materiales o espirituales. 

3.Porque acaparamos de modo egoísta, y no queremos ni sabemos compartir con los demás, generando injusticia, guerras, violencia, muerte. 

El Reino, proclamado por Jesús, es justicia y comunión, es servir y compartir, y por eso es abundancia. Inevitable que ahora mismo no venga a mi memoria la “Oración del alma enamorada” de san Juan de la Cruz, que termina diciendo: “No te pongas en menos, ni repares en migajas que se caen de la mesa de tu padre. Sal fuera y gloríate en tu gloria. Refúgiate en ella y goza, y alcanzarás lo que anhela tu corazón”. 

Me gustaría poder decir con palabras todo lo que implica para mí saber que Dios es abundancia. Así lo he experimentado en los últimos tiempos, porque ha sido grande conmigo, y quisiera comunicar esa experiencia a mi alrededor. “Mirad y ved qué bueno es el Señor”.


 Fray Manuel de Jesús, ocd
Julio, 2018

lunes, 24 de septiembre de 2018

CON MARÍA, PARA ALCANZAR LIBERACIÓN.

En el mes de septiembre tiene la liturgia católica varias festividades marianas: la Natividad (y la Caridad), el Dulce Nombre de María, la Virgen de los Dolores, y hoy la Virgen de la Merced o las Mercedes, como también suele decirse. Esta advocación mariana está vinculada con la obra de San Pedro Nolasco, que trabajó arduamente por la redención de cautivos; de ahí que muchas personas privadas de libertad, o sus familiares, la tomen por intercesora.

Cada celebración mariana ha de remitirnos siempre a Cristo, y esa es la misión de María, tal y como nos sugiere el pasaje evangélico de esta fiesta, al menos por acá, donde es patrona: en las bodas de Caná, María llama la atención de Jesús ante las necesidades de los novios, diciéndoles: No tienen vino. Así, en la Iglesia, María, que es madre espiritual de todos los que siguen a su hijo, está presta para mediar ante nuestras carencias y limitaciones.

En este momento particular que la Iglesia vive, María intercede para que dejemos atrás nuestras cadenas, nuestras dependencias, y todo lo que impide que mostremos plenamente el rostro de Jesús en nuestra vida y nuestras obras. Y nosotros, como cristianos, debemos procurar la liberación de  aquellos que están encadenados a la pobreza, la soledad, la marginalidad, el rechazo, la falta de esperanza o el pecado.

HISTORIAS DE SABIDURÍA: SEIKO Y EL DRAGÓN

Hay una historia sobre un hombre llamado Seiko al que le encantaban los dragones. Hizo construir su casa en forma de dragón, fabricaba cometas de papel en forma de dragones y contaba cuentos de dragones a los niños. También le encantaba tallar dragones de madera. Su fama acabo extendiéndose muy lejos, y un día un dragón que pasaba volando por encima de donde él vivía, al ver la forma de la casa de Seiko se dijo: Debo ir a visitarlo, porque se sentirá muy complacido al verme. El dragón descendió y llamo a la puerta, pero al abrirla y verlo Seiko, grito: AHHHHH…. Y el dragón huyo asustado. 

Esta historia trata sobre cómo nos gustan los dragones de papel o nuestras fantasías, nuestras interminables e infinitas fantasías. Nos gustan y nos apegamos a ellas. Nos encanta entretenernos con ellas, pero cuando el verdadero dragón aparece ante nosotros, no queremos enfrentarnos a él.