martes, 26 de abril de 2011

PARA VER EL SOL

Recorría un peregrino un largo camino cuando un día pasó junto a lo que le pareció un monje sentado en el campo. Más allá había unos hombres que trabajaban en un edificio de piedra.
- Tienes aspecto de ser un monje – le dijo el peregrino.
- Lo soy –contestó el monje.
- ¿Quiénes son los que trabajan en la abadía?
- Mis monjes. Yo soy el abad.
- Es agradable ver cómo se levanta un monasterio –Comentó el peregrino.
- Lo están echando abajo. –Dijo el abad.,
- ¿Pero para qué?
- Para poder ver salir el sol al amanecer.

(T. Moore. Reflexiones).