Si tomamos la primera lectura bíblica de
los cinco domingos de Cuaresma, encontraremos cinco nombres, cinco figuras
(lamentablemente todas las masculinas) que pertenecen a la tradición espiritual veterotestamentaria. Para mí, cada una
de ellas simboliza algo particular, nos descubre una referencia concreta en
todo itinerario de renovación y crecimiento, por eso les comparto lo que pienso
al respecto:
1. ADÁN: (domingo primero) La figura de Adán es el símbolo bíblico
del ser humano, el que nace de la tierra; la arcilla de la que fue formado representa
su fragilidad, su condición efímera; el aliento que Dios sopla en él, su parte
divina, su belleza y destino final. En Adán aparecen unidos tierra y cielo,
carne y espíritu, y me atrevo a decir: pecado y salvación.
2. ABRAHAM: (Domingo segundo) Simboliza la vocación
original de todo ser humano, gritando en lo más profundo de sí, la llamada
interior: sal de tu tierra… es una invitación a que prestemos atención a
lo esencial, en medio del trabajo cotidiano, abandonando o poniendo en segundo
plano seguridades y atajos, para ir a lo que realmente nos plenifica,
representado en la PROMESA.
3. MOISÉS: (domingo tercero) Simboliza la capacidad de liderar en la
búsqueda de libertad, frente a las muchas esclavitudes que no nos dejan
realizar plenamente nuestra vocación original. Es quien guía al pueblo en el
desierto, quien garantiza la cercanía y fidelidad de Dios a través de su propia
experiencia, y todo ello a partir de una historia providencial, llena de
tropiezos y momentos difíciles. Es la paradoja de conducir a otros hasta un
lugar que él mismo no puede pisar.
4. DAVID: (domingo cuarto) Es el rey, figura de quien alcanza ya
cierta madurez espiritual, cierta "realeza", y se sabe poseedor de un
poder, y llamado en la vida para un propósito, a pesar de sus muchas
limitaciones. Es dueño de su destino, sabe reconocer sus errores y pedir
perdón, pero sigue sintiéndose rey, sigue eligiendo y fallando, a la vez que
reconoce en todo lo que vive una Presencia salvadora que nunca va a faltarle.
5. EZEQUIEL: (Domingo quinto) Aparece en
representación de los profetas. Representa a quienes se sienten imbuidos de un
mandato interior, a menudo contra la propia razón, que rechaza un compromiso
que traerá muchos sinsabores. Es además, símbolo de capacidad para desafiar lo
establecido, para mirar siempre más allá, infundiendo esperanza en los momentos
oscuros, y viendo vida donde no la hay.
Todos tenemos algo de profetas.
Me detengo a contemplar estas cinco
figuras bíblicas como si manifestara cada una de ellas una parte de lo que
somos todos. Veo también que en todas ellas está Dios actuando, pero ello no
supone una vida perfecta, sino muchas fragilidades y errores. Así se hace el
camino de la vida: de bendición y errores, de aciertos y tropiezos. Tal vez fijarnos en estas figuras,
arquetípicas del viaje espiritual, nos ayude a recorrer el camino hacia la
Pascua, la de la liturgia y la de la vida.
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