sino una liberación del poder y de la luz de Dios
en la tierra y en la historia
que continúa alterando todas las cosas,
infundiéndoles la gracia y el poder
de la santidad misma de Dios.
Es como si se hubiera abierto una puerta
y lo que brotara no acabara nunca
y la puerta no pudiera ser cerrada".
Megan McKenna
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